Violencia policial y contrabando: la trágica historia que esconde la canción 'María la Portuguesa'
Un documental desentraña la muerte de un pescador de Ayamonte abatido a tiros hace 40 años por un guardia fiscal portugués y el misterio de la mujer que ayudaba a quienes sobrevivían con el pequeño contrabando entre los dos países antes de desaparecer la frontera con la UE.

Sevilla-
Detrás de una canción puede haber una gran historia. En este caso la hay, y real. Ocurrió en 1985. Un pescador de Ayamonte murió abatido en la otra orilla de la desembocadura del río Guadiana por disparos de un guardia de la aduana de Portugal, un guardiña. ¿Por qué? ¿Y quién era la mujer que veló su cadáver antes de ser entregado a la familia y asistió a su entierro? De eso, más o menos, va María la Portuguesa, la popular canción de Carlos Cano que ahora desentraña el documental, de mismo título, del realizador sevillano Eduardo Montero, recientemente estrenado.
María la Portuguesa ya forma parte el cancionero popular español. Incluida en el disco Quédate con la copla, publicado en 1987 por Carlos Cano, ha sido interpretada por muchos artistas: María Dolores Pradera, Rozalén y Pasión Vega, entre otros. El cantautor granadino, fallecido en el 2000 a los 54 años, declarado Hijo Predilecto de Andalucía y con una treintena de calles y plazas que llevan su nombre en municipios de esta y otras comunidades autónomas, escribió la letra a raíz de lo que leyó y escuchó de un trágico suceso ocurrido en las lindes sureñas entre España y Portugal.
Se trata, pues, de una historia transfronteriza en los años previos a la creación de la UE y posteriores al fin de la dictadura en ambos países, en un caso tras una revolución, la de los Claveles, y en otro, tras la muerte del dictador por enfermedad. Había, por tanto, fronteras, aduanas, policías que guardaban con mayor o menor celo sus respectivos territorios y fiscalidades. Y había, también, personas, muchas, que se buscaban la vida pasando de una orilla a otra productos de estraperlo, café, toallas, detergentes, marisco, mil cosas con los que obtenían algunos escudos, en un caso, pesetas en otro -el euro no existía aún- para ir tirando en el sur de España y en Portugal, casi igual de pobres, casi igual de olvidados por sus respectivos lejanos poderes centrales.
Juan Flores, pescador y con otros muchos oficios perecederos, era una de esas personas que se ganaba la vida con el pequeño contrabando. El 5 de enero de 1985, víspera del día de Reyes, cruzó con su lancha a la otra orilla de la desembocadura del Guadiana, donde le esperaba Antonio da Silva para entregarle unas cajas de cigalas que le había encargado un familiar. Con eso iba a sacar unas pesetas para aumentar sus magros ingresos. A su suegra le dijo antes de salir, según refiere una crónica de El Correo de Andalucía firmada por Pepe Romax: "Termine usted de preparar las telas para cuando yo venga poder tapizar esas piezas y entregarlas, porque si no no sé qué van a comer mis dos niñas mañana".
Pero Juan Flores ya no volvió. En el caño de la orilla portuguesa donde iba a recoger las cajas de cigalas le esperaba, emboscada, una patrulla de guardias fiscales. Quien le iba a entregar la mercancía, Antonio da Silva, fue el testigo del crimen. Según declaró a la prensa, los guardiñas permanecieron agazapados mientras a él le obligaron a esperar de pie la llegada del pescador español. Dice que intentó hacerle señas para que se fuera, pero no lo consiguió. Cuando Juan Flores estaba a menos de tres metros de la orilla, el cabo José Alfonso Nunes se levantó y le disparó con su pistola varias veces hasta que cayó muerto sobre el fango.
El cabo Nunes tenía entonces 35 años y había estado una larga temporada en la cruenta guerra de la independencia de Angola que acabó con las colonias de Portugal en África. En Vila Real de Santo Antonio, donde vivía, lo definían como un hombre de carácter agrio. En Monte Gordo lo vieron, incluso, una noche entrar en la discoteca que había debajo de su casa empuñando un revólver y amenazando con disparar si no bajaban la música.
Juan Flores tenía también 35 años y dos hijas de tres y ocho, que le esperaban en la cabalgata de Ayamonte porque su padre les había dicho que los Reyes Magos eran sus amigos y le iban a dar unos regalos para ellas. Pero quien llegó fue una mujer que les dio de sopetón la terrible noticia, recuerda Loli Flores, la hija mayor, una de las protagonistas del documental María la Portuguesa de Intermedia Producciones.
"Nos dijo: Vosotras cogiendo caramelos y vuestro padre muerto en el fango. Mi madre entonces nos llevó rápidamente para casa, mi hermana no paraba de llorar y yo estuve un mes sin hablar", dice a Público Loli Flores, que nunca más volvió a ver una cabalgata de Reyes en Ayamonte.
'Cumplimos con nuestro deber'
La muerte del pescador causó un gran revuelo, protestas de pescadores ayamontinos e, incluso, un conflicto diplomático entre España y Portugal. El Gobierno español pidió al portugués que abriera una investigación de unos hechos que calificó como “desproporcionados”. Y la Comandancia General de la Guardia Fiscal portuguesa respondió con un comunicado en el que aseguraba que, al intentar huir Juan Flores, los guardias hicieron unos disparos "de aviso", uno de los cuales le causó la muerte. "Lamentamos lo ocurrido, pero cumplimos con nuestro deber", concluía la nota.
Fruto de esa visión de los hechos, el cabo Nunes acabó teniendo un trato deferencial. Según la hija de su víctima, la familia no tuvo intérpretes en el juzgado para enterarse de las diligencias y el caso terminó con una condena de solo cuatro años de prisión y una indemnización de tres millones de escudos, a repartir entre la familia y el abogado que llevó la causa. "Al guardiña le metieron un tiempo en la cárcel, pero lo dejaban salir los fines de semana, mientras que nosotras pudimos salir adelante gracias a una recolecta que hizo la Cadena SER en toda España y a la ayuda de mi familia materna, porque mi madre, que tiene ataxia, no podía trabajar y nosotras éramos pequeñas”, se lamenta Loli Flores.
Eduardo Montero, el director del documental, en cuyo guion participa Ángel del Río, profesor de Antropología Social de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, sostiene que el largometraje muestra la historia de dos pueblos hermanos, separados entonces por una frontera física, y la de los incidentes que esa división originaba.
"Juan Flores era un pescador que se buscaba la vida como la mayoría de los ayamontinos para llevar la comida a su casa. Y el suyo no fue el primer incidente fronterizo. Muchos de los guardiñas portugueses venían de la guerra de Angola, tenían el gatillo fácil y la acababan liando. Y el cabo Nunes, al que condenaron a una pena ridícula, ha trabajado mucho tiempo como guarda de un colegio de Vila Real hasta que se jubiló. Dicen, incluso, que se le ha visto en alguna fiesta cantando María la Portuguesa. Yo lo busqué para entrevistarlo, pero no llegué a encontrarlo", comenta el realizador a Público.
El otro protagonista del documental, el que da título a la canción, es una mujer, cuyo nombre real no era María ni era portuguesa. Eso lo descubrió el periodista David López Frías, quien se puso a indagar sobre el tema cuando reparó en una estrofa de la letra de la canción que dice: "Del contrabando al langostino se fue. Y en la sombra del río un disparó sonó". Frías buscó lo que había detrás de ese misterioso disparo, removió y encontró finalmente a la verdadera María, que se llamaba Aurora Murta Gonzaga en Portugal, aunque en España su nombre era Pilar.
Aurora, Pilar o María era una niña que se había quedado huérfana al morir su madre en el parto. Y tras el golpe militar de 1936 y la ejecución de un familiar a causa de su ideología de izquierdas, los tíos que la habían acogido huyeron a Portugal, donde a ella le pusieron de nombre Aurora. Ahí empezó el mito de una mujer que inspiró una de las canciones más populares en España en los últimos 40 años.
Según Eduardo Montero, Aurora era una mujer que también se dedicaba al pequeño contrabando y era muy popular tanto en los pueblos de la orilla portuguesa como en los de la española. "Ella -explica el realizador- ayudó a mucha gente, sobre todo a los españoles que tenían alguna dificultad en Portugal. Y cuando mataron a Juan Flores, estuvo dos días sola velando el cadáver que habían depositado en un edificio junto a la aduana de Vila Real, porque la familia no pudo cruzar inmediatamente a Portugal. Y luego también estuvo en el entierro en Ayamonte".
El descubrimiento de la tumba
Amaranta Cano, la hija de Carlos Cano, protagonista y conductora del documental, descubrió la identidad de Aurora cuando fue a presentar a Ayamonte un libro sobre su padre. Un hombre portugués, Zeca, le llevó a la tumba de la mujer que había inspirado una de las canciones más populares del cantautor granadino y que Zeca había interpretado muchas veces con su grupo musical aficionado. Ahí rebrotó con fuerza la idea que Amaranta tenía en mente de hacer una película con la historia que había detrás de esa canción.
"Este documental es un sueño hecho realidad. Es una película que permite plasmar la historia que hay detrás de una canción, una historia transfronteriza entre la gente de un lado y otro del río”, dice a este periódico Amaranta Cano. Ella había visto en el archivo de la casa de su padre los recortes de prensa del asesinato de Juan Flores con la foto del entierro en la que aparecía Aurora junto al féretro, portando una corona de flores. Sabía que detrás de todo eso había algo importante. Y no ha parado hasta conseguir que ese trasfondo se llevara al cine.
La música desempeña un papel fundamental en este documental. Y el fado es, claramente, el hilo conductor. Carlos Cano era un gran amante de ese estilo tan melancólico de la música popular portuguesa. Su hija recuerda que cuando era niña todas las mañanas se despertaba escuchando a Amalia Rodrigues, la reina del fado, cuyos discos ponía el padre cada día. Y el estribillo de María la Portuguesa exclama reiteradamente: "Fado, porque me faltan sus ojos; fado, porque me falta su boca; fado, porque se fue por el río; fado, porque se fue con la sombra".
Uno de los momentos más emotivos de la película sucede, precisamente, en la Casa Museo de Amalia Rodrigues en Lisboa, donde Amaranta descubre las cartas que su padre le había escrito a la reina del fado. "Fue muy emocionante. Yo no tenía ni idea de que existían esas cartas y nadie del equipo me lo dijo cuando fuimos allí a grabar", reconoce la que es presidenta de la Asociación Memoria Carlos Cano y del sello Carlos Cano Producciones.
El encuentro con la cantante de Madredeus
También tiene otro encuentro emotivo Amaranta Cano con Teresa Salgueiro, la cantante de Madredeus, otra de las artistas que, junto a Martirio y Rozalén, interpreta en el documental María la Portuguesa. "Fue un momento alucinante, porque yo la escuchaba mucho cuando estudiaba Biología en un disco que me regaló mi padre", recuerda la hija del cantautor granadino.
La película ya ha obtenido dos galardones: de la Asociación de Escritoras y Escritores Cinematográficos de Andalucía al mejor documental y Mención Especial en el Festival Internacional de Cine Premios Lorca de Granada. La obra será presentada, según su director, a otros certámenes antes de llegar a los cines, donde los espectadores podrán acabar de desentrañar el misterio de María la Portuguesa, de lo que había detrás de la mujer que dio título a la popular canción.
La familia de Juan Flores está también satisfecha con el resultado, porque ha servido, por un lado, para recuperar la memoria del pescador muerto a tiros de un guardia fiscal y, por otro, para aclarar supuestos malentendidos en torno a la mujer que da título a la canción. "Lo han tratado con mucho respeto, con mucha educación. Y han aclarado cosas que decían en Ayamonte sobre que Aurora era amante de mi padre, cuando lo que cuenta la canción son dos historias diferentes, no una sola", recalca Loli Flores.
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