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'No me llame Ternera' desvela el pavoroso recorrido de sangre sin arrepentimiento de Josu Ternera

La película, que se estrena en el 71 Festival de San Sebastián y se emitirá en Netflix, es un documento periodístico extraordinario y moralmente impecable por parte de sus directores, Jordi Évole y Márius Sánchez.

Imagen de 'No me llame Ternera'.
Imagen de 'No me llame Ternera'. Producciones del Barrio / Festival de San Sebastián

Sobrecogedor y al mismo tiempo de un extraordinario interés, el documento periodístico que contiene la película documental No me llame Ternera, donde se recoge una larga entrevista con Josu Urrutikoetxea, conocido como Josu Ternera, exjefe de la banda terrorista ETA, deberá guardarse con cuidado en los archivos de la memoria reciente de este país. El retrato que este hombre se hace a sí mismo contestando a las preguntas de Jordi Évole es pavoroso, lo mismo que el que ofrece de la desaparecida ETA.

Si todos los que han pedido a gritos que no se proyecte en el 71 Festival de San Sebastián –la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) y Dignidad y Justicia, colectivos policiales, intelectuales como Fernando Aramburu y Fernando Savater…– hubieran visto la película antes de proclamar a los cuatro vientos que era "humillante" y que se blanqueaba la figura de un asesino, no habrían abierto nunca la boca, no se hubieran apuntado a una vergonzosa lista, la de los censores del siglo XXI. Afortunadamente la Fiscalía no les ha secundado.

Esta es una de las entrevistas más interesantes de los últimos años y, mucho más, es necesaria y esclarecedora, puro periodismo sin artificios, sin un solo resquicio para la sospecha o la duda, sin falsedades, y moralmente impecable por parte de Jordi Évole y el equipo de la película. Un equipo que pone la cámara antes este hombre y pregunta a pregunta desvela un recorrido escalofriante de sangre sin arrepentimiento.

"Preciso que ETA ha desaparecido", sentencia en un momento Josu Ternera, en esta entrevista que Jordi Évole invita a ver a Francisco Ruiz, el agente urbano que fue gravísimamente herido en el atentado contra el alcalde de Galdácano, Víctor Legorburu, en 1976. Josu Ternera reconoce en la película que participó en la organización del atentado –él lo llama acción–, aunque no disparó. No fue procesado por este asesinato, se benefició de la Ley de Amnistía de 1977 impulsada por el gobierno de Adolfo Suárez.

Uno a uno, Évole conduce por distintos episodios sangrientos al exdirigente de ETA, que repite varias veces en la entrevista que "matar no está bien". "Ni usted ni nadie me habrá oído decir que matar está bien, nunca", dice. "Matar no es un placer para nadie. Eso es una mochila que un hombre o una mujer llevará hasta el final de sus días. Evidentemente que yo arrastro esa mochila". Podría parecer parte de un proceso de arrepentimiento, pero no es así.

Josu Ternera reconoce "errores" en algunos atentados de ETA, pero para todos ellos tiene una siniestra coletilla. Hipercor, 19 de junio de 1987. Un coche bomba en el aparcamiento del establecimiento en un barrio popular de Barcelona terminó con la vida de 21 personas y dejó 46 heridos. "Un error de la organización", dice Josu Ternera, que inmediatamente añade: "Pero el Estado no protegió a sus ciudadanos después de dos avisos".

El mismo razonamiento siniestro tiene para el atentado contra la casa cuartel de Zaragoza, el 11 de diciembre de 1987. Hubo 11 muertos, cinco de ellos niñas, y 88 heridos, la mayoría civiles. La excusa de Josu Ternera, aterradora, es que no hubieran muerto civiles si hubiera hecho caso al comunicado de ETA diciendo que desalojasen a las familias de las casas.

En la casa cuartel de Vic, el 29 de mayo de 1991, murieron diez personas, cinco eran niños. ETA lanzó un coche bomba con 200 kilos de amonal por una rampa desde donde se veía a los pequeños jugando. "Una actitud equivocada", dice Josu Ternera. También califica de "error político y humano" el secuestro y asesinato del concejal del PP Miguel Ángel Blanco –"no entiendo muy bien el objetivo de esa acción"– en julio de 1997. De ninguna de estas muertes se arrepiente en la entrevista.

Preguntado por el atentado por parte del Batallón Vasco Español contra él mismo y su familia en 1975 resulta una respuesta inquietante, "la espiral de violencia de los dos lados devino en una insensibilidad al sufrimiento de los demás, nos pasó a todos". Si en algunos momentos de la entrevista miente o no, en otros, sin duda, se equivoca, los ciudadanos españoles no fueron insensibles ante el sufrimiento de miles de personas.

Hoy, gracias a esta entrevista, no lo serán los jóvenes españoles que descubran el pasado sangriento de nuestra historia reciente y ello será gracias a esta película, codirigida por Jordi Évole y Márius Sánchez, que demuestran todo lo que puede aportar el buen periodismo, aunque éste se intente silenciar. ¡Bien por el Festival de San Sebastián!

Josu Ternera –17 años fugado, llegó a ser diputado en el Gobierno vasco, pasó 12 años en la cárcel, más de 20 de clandestinidad– participó en las negociaciones para poner fin al conflicto y, según su testimonio, después abandonó ETA. Pero después, en 2018, el 4 de mayo, fue el hombre que leyó el comunicado de la disolución de la banda terrorista. "ETA surgió de este pueblo y ahora se disuelve en él".

Hoy Josu Ternera vive en Francia, en régimen domiciliario, a la espera de extradición a España, donde debe responder, entre otros delitos, por el atentado en contra la casa cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza. La Fiscalía pide 2.354 años de prisión.

Hoy Francisco Ruiz vive en Ciudad Real, donde se instaló tras el atentado en Galdácano en 1976. Allí llegó con seis años y después de cinco meses en el hospital luchando por su vida tras recibir doce disparos, "noté que había un rechazo hacia mi persona, aquello me dolió en el alma, tanto como el atentado. Tomamos la decisión de marcharnos de Euskadi, nos fuimos como apestados".

Este hombre, su familia y todas los familiares y amigos de las víctimas que murieron a manos de ETA, los que sufrieron el rechazo social –por convicción o por miedo– en Euskadi, los que tuvieron que salir de allí, abandonar sus vidas, se merecen poder ver esta película, como la ve ahora Francisco Ruiz al lado de Évole, y saber que existe ya para la memoria de nuestro país un documento grabado del larguísimo horror que instauró ETA.

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