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Rossi siempre gana

Impresionante remontada de Lorenzo, aún maltrecho de la muñeca, que finaliza segundo por delante de Dovizioso. Pedrosa, séptimo; Barberá, duodécimo. Bautista y Espargaró no acaban.

MIGUEL ALBA

Suena a leyenda pero en el paddock nadie se atreve a negarlo. Dicen que Casey Stoner sería capaz de dar una vuelta a ciegas a Losail sobre una moto. Tan cómodo se siente sobre el trazado qatarí que en su estreno en MotoGP, con una Honda privada del equipo de Luccio Cecchinello, llegó el mismo sábado tras dar media vuelta al mundo y conquistó su primera pole ante Rossi y el resto de la vieja guardia aún bajo el efecto del jet lag.

Ese año empezó a instaurar su rutina. Conquistó la primera, la única con luz solar, de sus cuatro victorias en el desierto qatarí. Después llegaron tres triunfos a la luz de la luna, tres inicios de campeonato como líder de MotoGP. La inercia del fin de semana, el mejor tiempo en todas las sesiones, complicaban negar la mayor. Su cuarto triunfo consecutivo en la apertura del Mundial. Una estadística que sólo han firmado Agostini, Sheene y el propio Rossi en toda la historia.

Stoner lo tenía a la vista, tras superar en el segundo giro a Pedrosa. Apenas dos vueltas para dar pábulo al resto. A Pedrosa, tras su excelsa salida (ganó cinco puestos), que le situó líder al final de la primera recta; a Hayden, otro meteórico inicio, que firmaba las paces con su Ducati; a Rossi, que en el diálogo de interiores con Pedrosa, empezaba a debatir sobre la cuota de poder. Sólo faltaba Lorenzo, lastrado por una salida perezosa.

Cuando Stoner se quitó de encima a Pedrosa, el australiano tomaba rumbo a lo tantas veces conocido. A esa sucesión de curvas con tanto premio en su historia. Con el puño de gas afilado, el de Ducati maltrataba el crono para distanciarse del resto. Pero cuando el plan estaba ya en marcha, con dos segundos ante Rossi, con un nuevo motor big bang, más suave en la entrega de potencia, Stoner maltrató su supremacía con una caída tan limpia como devastadora en el recuento final.

Cabizbajo, con el cero cegando el regreso a su box, Stoner supó de la oportunidad que le había brindado a Rossi. Il Dottore, sin embargo, tuvo que trabajarse la victoria ante la rebeldía de Hayden y Dovizioso. El de Ducati se atrevió incluso a pulsar la adrenalina de Rossi en un par de interiores que recuperaban de su memoria el recuerdo de ser líder en carrera. En cuanto Rossi acabó con el arreón de vanidad del piloto de Kentucky y de su compatriota en Honda, encontró la comodidad para festejar el triunfo 104 de su palmarés. A la estela de Il Dottore, Lorenzo encontró un último resquicio de furia. Como sucedió en Laguna Seca, la pasada temporada, Jorge dibujó una de esas remontadas que destilan raza, técnica y valentía, en idénticas dosis.

La lista de víctimas se inició con Pedrosa, cuya Honda fue diluyendo el comportamiento con el paso de las vueltas (finalizó séptimo)A falta de tres giros, con un crono desbocado, Lorenzo se situaba al rebufo de Dovizioso (tercero en meta) y Hayden, con el aliento del podio. Primeró cayó el de Ducati, con un interior espídico. El paso a Dovizioso obligó a un ejercicio de mayor valentía. En paralelo, con espacio para la trazada de una sola máquina, la muñeca de Lorenzo no pestañeó sobre el gas.

Por delante sólo quedaba Rossi. Demasiado lejos para darle caza. Pero la razón no transita en moto a falta de una vuelta. Lorenzo seguía a tumba abierta por una victoria imposible. Un premio que Rossi se encontró por el automatismo de Stoner. Por el suelo también acabó Bautista. Espargaró se retiró y Barberá finalizó duodécimo.

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