Este artículo se publicó hace 4 años.
Así son los exiguos planes de estímulo mundiales para frenar la pandemia económica
Los gobiernos vuelven a minusvalorar los episodios de crisis. Según un informe del FMI, el dinero directo movilizado asciende a 2,8 billones de dólares, apenas el 3,3% del PIB mundial, frente a los 6 billones anunciados.
Madrid-Actualizado a
La crisis del coronavirus ha sumido a Europa en un dilema existencial. Otro más. En lo que parece una constante en el último y largo decenio. Avanzar hacia un estadio de integración superior rescatando la bandera de la solidaridad o empezar a desmantelar su entramado supranacional. Y la balanza parece inclinarse del segundo lado. A pesar del trastorno que ha supuesto el Brexit y de la certeza de que la austeridad no aceleró, sino que retardó, los efectos sobre el euro y la deuda del credit-crunch de 2008 entre los socios monetarios europeos, el euroescepticismo se apresta a instalarse de nuevo a lo largo de los distintos territorios de la Unión. A juzgar por la renovada resistencia de Alemania (y de sus socios de norte, ortodoxos en las cuentas antes que generosos en los recursos) para hacer frente a emergencias económicas de suma gravedad como la que engendró la quiebra de Lehman Brothers o la que ha traído el covid-19.
El FMI ha sacado los colores al tándem que personifican Angela Merkel y su homólogo holandés, Mark Rutte, las dos voces más neoliberales de la Unión, al que se han unido Finlandia y Austria, para completar un póker de socios inflexibles a la hora de acometer recetas de riesgos compartidos (eurobonos para comunitarizar la deuda colectiva del área monetaria); liberar recursos urgentes (programa de estímulo fiscal con un cheque al portador generoso) o destinar fondos destinados a un Plan Marshall de reconstrucción económica del mercado interior.
La institución que dirige Kristalina Georgieva, que ha alertado de que la recesión provocada por el coronavirus será, al menos, tan perjudicial como la depresión de hace once años -"o peor", matizó a continuación-, y que marcó como prioridad "el combate clínico e investigador contra el coronavirus y el reforzamiento de los sistemas de salud" para, de inmediato, "socorrer el impacto económico, que será severo" ha puesto cifras a los mecanismos de contención presupuestaria -autoridades políticas- de estímulo monetario -bancos centrales- y a las facilidades financieras reales en los mercados que cada país ha puesto en marcha en el último mes para contener la pandemia económica.
Del diagnóstico del Fondo Monetario, la UE (o, para ser más precisos, la Eurozona) no sale bien parada. El montante de ayudas directas (a hogares y empresas) de los planes de emergencia presupuestaria activados en el mundo apenas supone 2,8 billones de dólares, equivalente al PIB de Francia, lo que supone el 3,3% de la economía global, frente a la 'movilización' de 6 billones que anunciaron los distintos gobiernos.
Ese dato (2,8 billones) lo perfila aún más el servicio de estudios de Bank of America Merrill Lynch, al asegurar que, si se excluye las partidas a fondos perdidos para sostener la recesión del potente bazooka económico lanzado por el Congreso de EEUU y aprobado de inmediato por la Casa Blanca, de 2 billones de dólares en conjunto, la ratio se reduce a sólo el 1% del PIB del planeta. Porcentaje que ronda el tamaño productivo holandés, decimoséptimo del mundo.
En términos brutos, el G-20 ha sido la institución que ha aportado la factura de sus socios -las principales potencias industrializadas y mercados emergentes del mundo- que acaparan el 90% del PIB y el 80% del comercio internacional y que, en conjunto, ha superado, a tenor de sus cálculos, los 5 billones de dólares. Más que le PIB alemán, el cuarto del planeta.
Pero, ¿cómo se han desglosado los programas de estímulo? Y, sobre todo, ¿cómo debe valorarse la aportación de Europa?, ¿serán capaces estas coberturas fiscales de sostener la caída libre de la actividad, cifrada por la OCDE en dos puntos porcentuales por cada mes de confinamiento? Parecen, a todas luces, insuficientes y justifican, en gran medida, la reacción bajista del mercado, el hundimiento de las bolsas y la parálisis inversora que han incidido en el contraste entre las majestuosas inyecciones de liquidez de los bancos centrales y la escasez de recursos fiscales de los gobiernos.
El FMI ha puesto datos a los fondos presupuestarios y resumido las recetas, tanto las directas como las enfocadas a la estabilidad financiera y otorgar garantías prestamistas a las empresas y subsidios por desempleo a los trabajadores, a los socios del G-20.
El arsenal de las potencias industrializadas
Por orden decreciente, según el tamaño de sus economías:
EEUU (PIB = 21,4 billones de dólares) Una primera batería de medidas, de 8.300 millones, para respuesta suplementaria al Covid-19 y otros 104.000 millones para ayudas a las familias que, en conjunto, equivalía al 0,5% de la mayor economía del planeta. Con posterioridad, se aprobó la ley nuclear para combatir la recesión, la Coronavirus Aid, Relief and Economic Security Act, con 2 billones de dólares (el 9,5% de su PIB) que añade transferencias a ciudadanos y asistencia para comida a personas vulnerables, dentro de un amplio espectro de fondos con garantías de pagos a estados y ayuntamientos, empresas, empleados y, entre otros, partidas para crear hospitales e infraestructuras urgentes en materia sanitaria. Estímulo desbordante para una Administración -la de Trump- que retrasó las medidas de confinamiento y que ha advertido que la economía ya debe restaurar su actividad el 12 de abril. En un año electoral en el que el líder republicano se jugará su reelección presidencial en noviembre, en la que ha jugado casi todas sus cartas a la salud y el dinamismo de la actividad productiva del país. El macro-plan de estímulo coincide en su aprobación con la declaración oficial de que EEUU, con más de 104.000 contagiados, se ha convertido en el epicentro global de la pandemia.
Japón (PIB = 5,15 billones de dólares). El Ejecutivo japonés de Shinzo Abe no ha tenido todavia que dar luz verde a ningún programa de estímulo especial por la crisis del coronavirus. Es una política habitual para espolear una economía en estado de estanflación constante desde hace más de dos décadas. Su respuesta a la pandemia se ha enfocado a redirigir los fondos hacia su sistema sanitario, con vistas a contener su propagación. Japón fue uno de los pioneros en decretar los cierres de colegios y empresas y en cancelación de eventos públicos y restricciones de viajes. El último ejemplo de ello han sido los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, que se retrasarán al verano del próximo año, y que también tendrá un impacto, relativamente pequeño según previsiones oficiales de la tercera economía mundial, en la trayectoria del PIB este año. El gobierno ha dado, en cualquier caso, garantías de financiación especiales a autónomos, emprendedores y pymes por valor de 1,6 billones de yenes, el 0,3% de su PIB, a través de la estatal Corporación Financiera Japonesa y de otras instituciones con accionariado más o menos público.
Alemania (PIB = 3,86 billones de dólares). La batería de medidas totaliza 156.000 millones de euros, el 4,5% de su PIB, con partidas de gasto y equipamiento sanitario para elevar la capacidad hospitalaria e incentivar la consecución de vacunas; ampliar las condiciones de acceso al subsidio laboral (kurzarbeit) para preservar los ingresos salariales de los trabajadores y a los beneficios de cuidados infantiles. De ellos, 50.000 millones son garantías a pymes y autónomos afectados por el covid-19. Al mismo tiempo, a través de un fondo de estabilización económica (WSF) y del banco de desarrollo federal KfW, Berlín ofrece un volumen de garantías crediticias a firmas de diferente dimensión, gracias a una iniciativa que eleva el poder de gasto presupuestario hasta los 822.000 millones de euros -el 24% del PIB- si la ocasión lo requiriese.
Reino Unido (PIB = 2,74 billones de dólares). Desde el 10 de Downing Street, residencia de Boris Johnson, que ha dado positivo por coronavirus, todavía no se ha articulado un plan de urgencia económica propiamente dicho. La respuesta del gabinete tory va en consonancia con el retardo en declarar el estado de emergencia sanitaria. Sopesa medidas. Pero aún se circunscribe a reglas restrictivas de viaje, cierre de eventos culturales y de entretenimiento y de comercios y negocios no esenciales y desembolsos presupuestarios extraordinarios destinados a la compra de pruebas y material de tratamiento del Covid-19.
Francia (PIB = 2,70 billones de dólares). Una enmienda a la ley presupuestaria ha permitido al gabinete galo añadir 45.000 millones de euros, casi el 2% de su PIB, a impulsar liquidez al modelo bancario y 300.000 millones más (el 13%), por volumen de fondos, a garantías estatales tanto a entidades financieras como a empresas; la ampliación de las coberturas médicas a contagiados por el covid-19; gastos adicionales al sistema sanitario; retrasos en el pago de impuestos y de contribuciones sociales; mecanismos de apoyo a trabajadores con reducción de jornada laboral y, en última instancia, apoyo financiero directo a pymes y autónomos.
Italia (PIB = 1,98 billones de dólares). El Ejecutivo que dirige Giuseppe Conte -Movimiento Cinco Estrellas y socialdemócratas de Matteo Renzi-, con la mayor cifra de fallecidos por el Covid-19, ha desplegado 25.000 millones de euros, el 1,4% del PIB. Paquete de emergencia que incluyen fondos para reforzar el sistema sanitario y los recursos de los servicios de protección civil, que se llevan 3.200 millones; medidas para preservar los puestos de trabajo y de ayuda a las rentas de empleados despedidos y a los autónomos (10.300 millones) y retrasos fiscales y de pagos en los recibos de utilities que, en su mayor parte afectan a los municipios, pero también a familias y empresas y que totalizan 6.400 millones. Las garantías de crédito suponen 5.100 millones. Las autoridades de Roma han habilitado 350.000 millones de euros, el 20% de su PIB a activar fondos de liquidez a empresas y hogares, si la pandemia así lo exigiese en los próximos meses.
Canadá (PIB = 1,73 billones de dólares). Las iniciativas de exenciones de impuestos y medidas de gasto alcanzan los 83.500 millones de dólares canadienses, el 3,6% del PIB. De los que 1.125 millones (el 0,05%) se destina a reforzar su sistema de salud, incluidos fondos para desarrollar posibles vacunas, 23.600 millones, el 1% del PIB, a ayudas directas a hogares, entre los que sus normas extraordinarias incluyen el pago a trabajadores sin contagio y coberturas por despido, y 58.800 millones, el 2,4%, a empresas, en las que, sin embargo, también aparecen el coste de los retrasos, que no suspensión, de las obligaciones fiscales y de cotizaciones a la Seguridad Social.
Corea del Sur (PIB = 1,62 billones de dólares). El despliegue económico del Gobierno de Seúl es similar al 0,8% de su PIB. Las medidas directas suponen el 0,8% del PIB -valoradas en 16 billones de wons coreanos-, destinadas a la prevención, pruebas y tratamientos y préstamos y apoyos a instituciones médicas. Entre los respaldos a las familias, transferencias para costear cuarentenas y subsidios por desempleo. También cupones descuentos para consumo de bienes de primera necesidad a hogares de rentas bajas y cuidados de emergencia a menores y ancianos. Certificado de endeudamiento con límites temporales a ayuntamientos, para que costeen las respuestas a la pandemia, y rebajas impositivas a los propietarios que reduzcan sus ingresos por alquiler de viviendas o para la compra de vehículos. Reducción del IVA a autónomos.
España (PIB = 1,39 billones de dólares). El escudo socio-económico del Gobierno de coalición español asciende a 200.000 millones de euros, en torno al 18,2% del PIB, aunque la mitad de esta dotación se reserva a garantías crediticias para empresas y autónomos. Más de 2.000 de estos millones los garantizará Cesce, la compañía de seguros de crédito a la exportación. Otras de estas líneas, con hasta 10.000 millones, serán gestionadas desde el ICO. Con aprobaciones financieras preferenciales para el sector turístico (400 millones) y moratorias mensuales en los pagos hipotecarios para los ciudadanos más vulnerables. Prohibición de que el capital ajeno a la UE pueda adquirir participaciones superiores al 10% de las acciones de empresas españolas y autorizaciones de entrada de flujos de inversión extranjera en sectores estratégicos. Estos avales públicos a las empresas y autónomos superan los 83.000 millones de euros.
Australia (PIB = 1,37 billones de dólares). Otro ejemplo de alta estimulación. En dos paquetes de medidas que, entre ambos, han movilizado 189.000 millones de dólares australianos, el 9,7% de su PIB, con cargos presupuestarios desplegados hasta el año fiscal 2024. Incluye un respaldo notable a los hogares -del 1,3% del PIB- y a las empresas (2%). El resto, garantías al flujo crediticio que se completan con recursos específicos, en la segunda categoría de ayudas, a la red sanitaria del país, a la que, de momento, ha destinado fondos extraordinarios de 2.400 millones, el 0,1% del PIB.
Los recursos de los mercados emergentes
Por orden decreciente, según el tamaño de sus economías:
China (PIB = 14,1 billones de dólares). El plan de estímulo de la segunda economía mundial para combatir el coronavirus en el país donde se originó la pandemia llegó a los 1,3 billones de yuanes lo que equivale al 1,2% de su PIB. Gran parte del mismo, destinado al gasto sanitario y, en menor medida, a cubrir seguros por desempleo. Pekín también activó normas de expansión fiscal, como retraso en las cotizaciones sociales, rebajas tributarias y fondos de inversión en infraestructuras con estabilizadores automáticos para contener el déficit presupuestario y la deuda.
India (PIB = 2,93 billones de dólares). El país con más población confinada (sus 1.300 millones de habitantes), por decisión de su primer ministro, Narendra Modi, ha liberado 150.000 millones de rupias, el 0,1% del PIB a medidas económicas. Esencialmente, a reforzar el débil sistema de salud indio, a proteger su personal sanitario, insolar camas y dotar de UCI’s y ventiladores a sus hospitales. Aunque Nueva Delhi también ha aprobado importantes recursos a estados como el de Kerala, al que ha dotado con un plan equivalente al 2,5% de su PIB o el 0,1% del nacional y que establece transferencias directas a familias en una de las regiones más afectadas de inicio por el virus, así como una serie de medidas preventivas de respuesta al Covid-19, dentro de la Economic Response Task Force, que podrían recomendar apoyos fiscales adicionales.
Brasil (PIB = 1,84 billones de dólares). Uno de los gobiernos más reacios a admitir la gravedad de la pandemia, el de Jair Bolsonaro, ha dirigido las medidas, que suponen un 2,5% del PIB pero que se sumergen en líneas de ingeniería presupuestaria que retardan los ajustes a los próximos ejercicios para lograr que el déficit permanezca por debajo del 0,5% del PIB, a rentas temporales para hogares vulnerables y a transferencias para la red sanitaria federal y, principalmente, de los estados. El resto, la parte más cuantiosa, son exenciones fiscales eventuales y garantías para impedir la contracción del crédito, así como líneas de financiación a empresas. En su estado de alarma se ha invocado la supresión del límite constitucional de gasto para aprobar el programa extraordinario de estímulos.
Rusia (PIB = 1,63 billones de dólares). El programa de estímulo del Kremlin compensa al alza al personal sanitario, dota de beneficios federales presupuestarios a ciudadanos en cuarentena, delega el pago de subsidios por desempleo en los gobiernos regionales, garantiza créditos a las pymes y empresas de distribución y concede un periodo de gracia de tres meses en los pagos a la Seguridad Social, entre otras medidas, que suponen 0,3 billones de rublos, el 0,3% del PIB.
México (PIB = 1,27 billones de dólares). El Ejecutivo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha sido otro de los que interpretó muy tardíamente la gravedad del Covid-19. Aun así, cuando decidió aplicar las medidas de excepción a la sociedad civil mexicana anunció un plan que, según estipula en su texto el decreto de urgencia, dota al Ministerio de Sanidad de recursos materiales y de equipamiento médico para abordar los efectos del contagio, anticipa el pago de pensiones a los jubilados, acelera las partidas de gasto del presupuesto, que se ponen, todas ellas, bajo un mandato de ejecución inminente y crea un fondo de emergencia sanitaria que se nutrirá de una cantidad no especificada, pero que superaría los 180.000 millones de pesos, el 0,7% del PIB, que tendrá que ser aprobada previamente por el Congreso.
Indonesia (PIB = 1,11 billones de dólares). El Gobierno de Yakarta ha activado dos paquetes de estímulo que, en total, suponen 33,2 billones de rupias, el 0,2% de su PIB. El primero, de apoyo al sector turístico, neurálgico en su actividad, con rebajas impositivas y descuentos en queroseno y billetes para las aerolíneas y subsidios asistenciales a familias de rentas bajas. El segundo eleva las exenciones impositivas a trabajadores y sectores industriales, así como a empresas, a las que les permite retrasar sus obligaciones fiscales y les cubre los desembolsos por IVA entre abril y septiembre.
Arabia Saudí (PIB = 779.289 millones de dólares). El Reino wahabí ha liberado 70.000 millones de riyales, el 2,7% de su PIB para, esencialmente, apoyar al sector privado, que incluye retrasos en el pago de impuestos y su provisión de liquidez desde el Fondo Nacional de Desarrollo. Riad también aumenta el gasto sanitario con presupuestos adicionales destinados a tal finalidad y que, en gran medida, obtienen sus recursos de otras partidas no prioritarias. En concreto, con este cambio operativo desviarán 50.000 millones de riyales, el 1,9% del PIB. Las cuentas públicas saudíes se encuentran desbordadas por los gastos militares en Yemen y la pérdida recaudatoria por el abaratamiento del precio del petróleo.
Turquía (PIB = 743.708 millones de dólares). Dotado con 100.000 millones de liras, destina a las medidas fiscales 75.000 de ellos, el 1,5% de su PIB, mientras que los 25.000 restantes, otro 0,25% a un fondo de garantía crediticia, que duplica su valor. Entre las medidas de apoyo directo a la población destaca el aumento de las pensiones mínimas y asistencia monetaria a familias con necesidades. También contempla normas de flexibilidad laboral, rebajas fiscales a industrias de especial trascendencia económica como el turismo y apoyo presupuestario a Turkish Airlines.
Argentina (PIB = 445.469 millones de dólares). Su agenda fiscal contempla costes del 1% de su PIB para elevar los recursos sanitarios, apoyo a sectores estratégicos, para los que establece una serie de exenciones a las contribuciones a la seguridad social, pero en los que incluye partidas financieras directas a trabajadores vulnerables, transferencias urgentes a familias de renta baja, además de garantías crediticias a pymes o desembolsos a farmacéuticas en I+D+i.
Sudáfrica (358.839 millones de dólares). El Ejecutivo de Johannesburgo ha aprobado asistencia financiera a empresas a través del Fondo de Seguro por Desempleo y programas de subsidios especiales a través de la Corporación Industrial de Desarrollo. Los trabajadores de rentas bajas recibirán una ayuda directa durante los próximos seis meses. Las pymes más favorecidas serán las del sector turístico. En el terreno fiscal, se acelerarán los ingresos para revertirlos en créditos impositivos a pymes. El coste de las medidas es de 12.000 millones de rands, el 0,2% del PIB, si bien el Gobierno sudafricano ya diseña un plan de medidas adicionales que presentará en breve en el Parlamento.
Los programas de la UE
El análisis del FMI también dedica un apartado específico a la UE. Como actor colectivo habitual en las cumbres del G-20. De sus medidas claves destaca los 37.000 millones de euros, el 0,3% del PIB de los socios europeos, en las que se incluyen la llamada Iniciativa Inversora de Respuesta al Corona, de apoyo a hospitales, pymes, mercados laborales y regiones especialmente atacadas por el virus con extensiones del Fondo de Solidaridad de la UE que movilizarían, si fuera preciso, algo más de 800 millones de euros en 2020, así como la redirección de una partida del programa económico del actual septenio comunitario, por valor de 1.000 millones de euros, una coraza de garantías al Fondo de Inversión Europeo para estimular la liquidez de bancos y proveerla, si así lo justificara la recesión, a las pymes.
En este sentido, el Fondo también recuerda que Bruselas ha levantado la cláusula fiscal y suspende los ajustes presupuestarios por debajo del 3% del PIB a sus estados miembros.
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