Madrid
Actualizado:Esta es la historia de una mujer valiente que decidió dar un paso al frente. Su tesón, entereza y sentido de la justicia hace que Teresa Franco, exmilitar y ahora política, lograse sentar en el banquillo a un entonces capitán por abuso de autoridad. Han sido ocho años de lucha que coinciden, además, con una fecha especial. El 8M es también, especialmente, para ella.
El caso de la exmilitar María Teresa Franco Martínez se remonta a hace casi una década. La mujer que dijo "no tengo miedo" denunció a su capitán por los cauces internos de Defensa, luego ante la Justicia militar (que trató de archivar definitivamente el caso en tres ocasiones) y, ahora, sienta en el banquillo a un entonces capitán del Ejército por abuso de poder. Durante este largo invierno judicial, Teresa salió del Ejército para ser concejala de Igualdad en el Ayuntamiento de Murcia. Nunca tiró la toalla.
Este 8M no será sólo el Día de la Mujer, sino que también marcará el inicio de un juicio oral de tres días en el que cada parte defenderá su postura: ella, denunciante, contra todo el estamento militar. Ella, víctima, convertida en verdugo por algunos. Ella quiere que la verdad judicial aflore. Nada más. Y nada menos.
Hemos hablado en exclusiva con Teresa Franco, una mujer fuerte y decidida pero, a la vez, vulnerable. Sus valores y su coraje asoman constantemente en la conversación, en vísperas de una de las jornadas más importantes de su vida. Durante esta conversación asoman anécdotas divertidas y momentos de una profunda tristeza.
En estos ocho largos años su vida ha cambiado muchas veces: primero como cabo del Ejército; luego como víctima de una persecución destructora; mientras, como madre que sufre un aborto. Y, al final, como una mujer comprometida con el servicio a los demás.
¿Cómo se encuentra?
Por un lado siento que estoy tranquila, sé que la verdad me acompaña y eso me da mucha seguridad. Y por otro lado, por dentro estoy hecha un flan y hasta el cuerpo lo manifiesta: a veces tengo dolor de estómago. A veces me desvelo en mitad de noche e intento calmarme dándome ánimos a mi misma. 'Venga Teresa, que ha llegado muy lejos', me digo. Pienso también en mi abuela.
¿Saca fuerzas de su abuela?
Sí, mi abuela Fina y yo éramos muy, muy amigas. Fue la persona que más me ha influido en mi vida, la persona con la que yo más conectada. Sufrió mucho con este proceso. Siempre me decía que el pescado grande se come al pequeño. Era su frase. También me decía que llevase mucho cuidado, que me iban a fusilar. La tengo muy presente, murió hace cuatro años, justo cuando me abrieron un expediente para expulsarme del Ejército.
Tiene usted muchos testigos para el juicio. ¿Te has sentido arropada?
En este proceso de que yo he vivido tantos años, si hay valientes de verdad en esta situación han sido los testigos. Han tenido mucho miedo. Hubo una primera etapa en la que la gente no quería acercarse a mí, me sentía aislada. Pero comprendía ese aislamiento en cierta manera, porque si se arrimaban a mí resultaban represaliados, con consecuencias muy negativas. Alguno llegó a ser expulsado de las Fuerzas Armadas. A otros les pusieron malas calificaciones que emborronan sus trayectorias. Pero ha habido personas que no me han dejado por el camino, que han mantenido la verdad desde el principio, que han sido muy valientes.
Esa lealtad suena muy militar…
Sí, es el tipo de compañerismo con el que me identifico. Efectivamente, en el Ejército nos enseñan que debe prevalecer el honor, la verdad, la valentía. Y yo, desde que puse la denuncia, he visto mucho miedo, mucho. Parecía un deshonor prestar atención a la verdad. Aquello fue algo con lo que no contaba. Pero al final he llegado hasta este momento, te enfrentas a un estamento que es tremendamente jerárquico y además arrancas tu proceso dentro del sistema. No te das cuenta de lo que hay, no lo puedes prever.
¿Qué le hace denunciar por primera vez?
Pues nadie me lo ha preguntado hasta ahora. Cuando yo denuncié por primera vez, fue de forma interna. Yo lo único que pensaba era que lo que estaba sufriendo no era justo, no era normal, por lo que mi deber era ponerlo en conocimiento de los superiores de mi superior. ¡Qué inocente fui! Porque luego me he encontrado un camino que no era, en absoluto, lo que yo imaginé. Con esa inocencia interpuse mi primera denuncia, y a partir de ahí recibí un palo tras otro. Hasta mi propia familia me decía: 'Teresa, nos duele verte así'. Al final tuve que iniciar el caso en el juzgado togado militar.
¿De dónde viene esa fortaleza para estar tanto tiempo litigando?
Pues creo que todo esto me ha hecho más fuerte. Yo lloraba muchísimo en la base [en Alcantarilla, donde estaba destinada cuando sucedieron los hechos], me encontraba sola. Gracias a que entré en una asociación de militares (AUME) encontré cariño, apoyo, algo de asesoramiento jurídico… Ya no me sentía tan sola y tan perdida. Ahí encontré esperanza y me di cuenta de que en cualquier parte del mundo, allá donde existan injusticias, hay que luchar. Porque si no, no cambian las cosas, el mundo no mejora. Al fin y al cabo, cualquier denunciante de cualquier delito es un denunciante de la corrupción. Yo no voy contra el sistema, sino contra lo que está mal en el sistema.
No hay antimilitarismo aquí…
"Me ha salido caro, pero también me ha convertido en la mujer que soy"
Yo nunca voy a hablar mal de las Fuerzas Armadas, es el lugar donde más feliz he sido. Ponerme el uniforme cuando iba a trabajar me encantaba. Era un honor. Además, la sociedad tiene cariño por los militares, por lo menos una gran parte de la sociedad. Pero claro, en el momento en el que algo no funciona bien hay que denunciarlo. A mí me ha salido caro, pero también me ha convertido en la mujer que soy, por los palos que me he llevado y por cómo los he intentado solucionar.
¿Volvería a hacerlo? ¿Volvería a denunciar?
No me arrepiento. Lo volvería a hacer porque soy así, quizá porque tengo el sentido de la justicia muy elevado. Me educaron en los valores de la democracia. Yo nací en 1976, no viví la dictadura de Franco, recuerdo cómo se hablaba en el cole de la Constitución y de sus valores, la libertad, la igualdad, la justicia. Todo eso lo llevo de serie.
Las Fuerzas Armadas son un lugar muy masculinizado, eso es así de toda la vida. Parece que es donde los hombres más reconocen su masculinidad. No era un espacio para nosotras, lo teníamos prohibido. Pero nosotras lo hemos tomado por derecho, las mujeres debemos y podemos estar en cualquier parte. Eso sí, si eres una mujer, denunciar a un superior que además es hombre, tiene un componente de machismo aunque algunos no lo quieran ver.
No olvidemos que la Justicia militar también está sujeta a escalafón…
"Parecía que yo no era la víctima cuando lo era"
Cuando me tomaron declaración por primera vez, la instructora (era mujer) me preguntó: '¿Usted consciente de que ha denunciado a un superior?' Y le dije que claro, que era consciente. Y me contestó: 'Pues entonces cuidado si no puede demostrar lo que está usted diciendo, porque todo el peso de la Justicia como caerá sobre usted'. Me sentí muy asustada, parecía que yo no era la víctima cuando lo era. Ocho años después me siento orgullosa porque mira, es posible hacer el mundo un poquito mejor.
Y de repente empieza su vida como política.
A mí me lo proponen en una llamada desde el Partido Socialista de Murcia, fue en 2019. Como mujer y como militar daba para el perfil, ya que la extrema derecha venía pisando fuerte con la bandera… Y, aparte, es que soy murciana de pura cepa, soy de allí y conozco mi tierra. Lo vi como una buena oportunidad de irme del Ejército sin que me echasen, sino porque yo lo decidía y porque me parecía una nueva etapa en mi vida.
Hay que tener en cuenta que yo he vivido varios intento de expulsión, incluso hubo un expediente en el que se recogían como dos años o tres de actividad en Twitter. Por denunciar abuso me han acusado de no tener neutralidad política, de ser feminista radical. Sin embargo, al capitán denunciado VOX lo apoyó abiertamente, como víctima precisamente del feminismo mas radical. Incluso con pancartas en la calle, como pasó un poco antes del 8M de 2020 en un pleno del Ayuntamiento de Murcia. Allí me lo encontré, arropado por VOX.
Para terminar, ¿cómo afronta estos días de juicio oral?
Estoy tranquila, pero por dentro estoy hecha un manojo de nervios porque a veces pienso que me están juzgando a mí también. Lo que pasa es que también noto el cariño de la gente
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