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La 'Batalla del Ebro' que sí se ganó

La nueva cultura del agua empapó el sur de Catalunya después del último intento de trasvase, el de Aznar en 2000

FERRAN CASAS

El Delta del Ebro es la zona de Catalunya donde el 9-M se vive con más preocupación. Casi con dramatismo porque sus gentes saben que, en las urnas, se dirime el futuro de un río al que han atado su porvenir y estado de ánimo. Si el PP gana, la gran tubería para llevarse el agua al sur tomará cuerpo. Si lo hace el PSOE todo seguirá igual, pese a que proyectos como el de los Monegros o los nuevos regadíos ya inquietan.

Cuando en 2000 Aznar anunció el trasvase, las Terres de l'Ebre (las cuatro comarcas que tienen en la vetusta Tortosa su capital) se pusieron en pie de guerra y, pese al triunfo que supuso derogarlo cuatro años después, siguen en guardia. Aquel mezzogiorno catalán, sin camorra pero también sin desarrollo económico, con una sociedad conservadora y poca autoestima, despertó de la noche a la mañana. La indignación actuó de reactivo y Tortosa, esplendorosa en el Renacimiento, después bastión carlista y que malvivía sumida en la atonía emparedada entre Castelló y Tarragona, ejerció el liderazgo de un paisaje rural y de contrastes convertido en parque temático antiPHN.

Lo evoca Manolo Tomàs, que fue y es la cara de la Plataforma en Defensa de l'Ebre, centrada en la defensa del río y que sigue trabajando huyendo de las confrontaciones partidistas que la erosionaron. Da por hecho que si vence Rajoy habrá 'rebrote' y si lo hace Zapatero tardará y será menos intenso pero llegará por proyectos como las 300.000 nuevas hectáreas que quieren que riegue el Ebro. 'Estamos abocados a la movilización', sentencia, épico. Tomàs, con 30 años de lucha contra seis intentos de trasvase a las espaldas, recuerda en una destartalada sala del local de la PDE que la respuesta fue fantástica 'por el punto emocional del Ebro'. Ni un pam de terra, ni una gota d'aigua! (¡Ni un palmo de tierra, ni una gota de agua!), clamaban desesperadas las paredes.


El músico Artur Gaya espera que después del 9-M 'la polémica del río acabe y se entierre' y advierte del peligro de obsesionarse con el Ebro. 'No podemos pasar por alto los parques eólicos, las regasificadoras o la energía nuclear', sostiene pausado.

 

A media tarde hay debate electoral en la Cámara de Comercio. El trasvase sigue presente. En decir ‘no' todos coinciden. Incluso lo hizo hace unos días el único concejal del PP en Tortosa (antes del PHN eran seis). 'Lo pacte PP-CiU ha venut lo riu!' (¡El pacto PP-CiU ha vendido el río!) se bramó con furia en manifestaciones multitudinarias en Tortosa, Barcelona, Bruselas, Madrid o Zaragoza. Y el ajuste de cuentas fue salvaje con la derecha. El PP sigue bajo mínimos y CiU se recupera como puede gracias a dinámicas locales (caso de Tortosa). El espacio que cedieron lo ocupó el PSC y, sobre todo, Esquerra, hasta el 2003 testimonial y que ahora tiene en las Terres de l'Ebre uno de sus graneros electorales.

 

Los empresarios no quieren el trasvase pero buscan pescar dividendos en el río, 'que es necesario convertir en activo económico'. José Luis Mora, presidente de la Cámara, pretende un Ebro navegable hasta Tortosa y dotar a la zona de puerto deportivo y comercial. El líder de la PDE y el músico coinciden con él en que la batalla contra el PHN puso a la zona 'en el mapa' y le trajo empuje 'a partir de la ilusión colectiva y una identidad ebrenca ahora indisoluble'. A diferencia de Tomàs y Gaya, Mora piensa que 'la batalla del trasvase está ganada' e incluso admite que, sin el Ebro actual, las comarcas meridionales 'tienen futuro'. Lo pueden tener, pero ya no serán lo mismo.

Quico el Célio, el Noi i el Mut de Ferreries. Del Ebro para abajo el nombre quizás provoque extrañeza. Pero ellos fueron los abanderados culturales del no catalán al PHN con discos como ‘No es pot viure'. Los de Tortosa, que reivindican y renuevan la jota como parte del folklore catalán, están orgullosos de haber 'puesto música a una revolución'. Así lo reconoce, con una pizca de rubor, Artur Gaya, Quico. Sacan disco en junio (el séptimo en 15 años). Se titulará Oco!, que es la interjección que usan en la zona para advertir peligro. Esta vez sus jotas se centrarán en el cambio climático, que afecta a un delta 'que puede desaparecer en 50 años' si el mar sube y el Ebro lleva poco caudal y sedimento. Gaya critica a quienes no se toman 'en serio' el tema y cree que un Oco! puede convertirse también en oportunidad 'para hacer las cosas bien'.

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