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Frente de Estudiantes Sindicalistas Estos también fueron cachorros "briosos" de la rama más ultra de Falange

Aznar, el prior del Valle de los Caídos, un ex presidente del Corte Inglés y el magnicida frustrado de Juan Pablo II militaron en la FEI.

José María Aznar con solo 16 años provocó un estrépito de yugos y flechas al apoyar la falange independiente

ANÍBAL MALVAR

Se ha sabido estos días que el prior de la Abadía benedictina de Cuelgamuros, donde está enterrado Francisco Franco, fue candidato por el partido fascista Falange Española Independiente en las elecciones a Cortes de 1993 y en las europeas de 1994. Santiago Cantera tenía 21 años, estudiaba Historia Medieval y todavía no había sufrido el desengaño amoroso que empujó su alma, en 2002, a la penumbra carnal de una abadía.

Sus biógrafos relatan que, antes de vestir el piadoso hábito, Cantera era un “falangista brioso”. Y lo tenía que ser, pues brioso era a la fuerza, desde siempre, su partido. La falange independiente nació en 1963 no como partido (estaban prohibidos), sino como organización sedicente falangista, enfrentándose al franquismo desde posiciones más joseantonianas y ultracatólicas que las del Movimiento.

Entre los briosos activistas de aquella falange independiente, destacó el después presidente del Gobierno José María Aznar, que con solo 16 años, en 1969, provocó un estrépito de yugos y flechas al apoyar a esta rama falangista desde la entonces prestigiosa revista nacionalsindicalista SP. No es que los falangistas de aquella época tuvieran muy en cuenta los calentones ideológicos de los camisas azules de 16 años. Es que José María, el autor del sedicioso texto, era hijo de Manuel Aznar, jefe de radiodifusión y propaganda de Falange Española durante la Guerra Civil o Gloriosa Cruzada.

El adolescente Aznar, que firmó esta carta a la misma edad con que Rimbaud escribió su Ofelia, hace mucha gala de su condición de hijo de en el texto que envía a la publicación falangista: “¿No cree, usted, que teniendo un apellido de gran fuerza política como el que tengo; teniendo familiares como tengo en los mas altos cargos políticos de la Nación, prácticamente; teniendo un historial falangista en mi familia como el que poseo: no cree, usted, repito, que para mí hubiese sido más fácil el irme al Movimiento y estar de convidado, que el estar listo para militar al lado de los ‘falangistas independientes’?”

Los ‘falangistas independientes’ que entrecomillaba con ardor guerrero el joven Aznar eran los guardianes de las esencias. Habían nacido en 1963 como organización estudiantil. El Frente de Estudiantes Sindicalistas (FES) se creó como reducto de los falangistas que acusaban a Franco de haber traicionado el legado nacionalsindicalista de José Antonio, en favor del liberalismo conservador y púdicamente aperturista de los tecnócratas del Opus Dei, que iban copando los ministerios desde que EEUU negara a España la inclusión en el Plan Marshall.

 José María era hijo del jefe de radiodifusión y propaganda de Falange Española durante la Guerra Civil 

El joven Aznar se la estaba jugando. No tiraba con pólvora de rey defendiendo en 1969 a los falangistas independientes del FES. Y menos en una publicación del renombre de SP, propiedad del ex director de Arriba y ex combatiente de la División Azul Rodrigo Royo. Los falangistas independientes del FES se habían convertido en un maquis universitario contra el Movimiento, y la policía franquista los llevaba reprimiendo desde 1965, solo cuatro años antes de la publicación del artículo que inauguró la carrera política del ex presidente Aznar.

La FES había osado echarse a la calle contra Franco para pedir el no en el referéndum convocado por el dictador para aprobar la nueva Ley Orgánica del Estado (ancestro de la actual Constitución española). El régimen pretendía difundir, con esta votación, una imagen internacional democrática para evitar que se repitieran en el futuro agravios como el Plan Marshall, que había premiado con cuantiosos fondos a los países fascistas derrotados, y había excluido al único país donde el fascismo europeo sí había triunfado. España fue el único país de Europa Occidental que no entró en el reparto de fondos para su reconstrucción.

Entre otras novedades aperturistas, aquella pseudo Constitución franquista de 1966 otorgaba libertad religiosa a los protestantes y a los judíos. Algo que los ultracatólicos falangistas del FES consideraron blasfemo. Esta vez, la policía franquista no se anduvo con contemplaciones con ellos. Hubo enfrentamientos, golpes, multas y brutales cargas policiales, por las que la FES tuvo la osadía de exigir destituciones al Caudillo.

El historiador falangista Francisco Blanco Moral ya escribió en 1990 un documentado y extenso artículo, publicado por la UNED, que aludía al papel del joven Aznar en esta organización y estudiaba las peculiaridades ideológicas del FES. “En sentido estricto, era el brazo operativo de la organización [Juventudes Falangistas]. La participación en la algarada juvenil o las acciones políticas eran su principal cometido. La sección universitaria era la más numerosa, aunque desde finales de los años sesenta se creó una sección nutriente entre los estudiantes de enseñanza media, el FES de Bachiller, que con López Créstar y José María Aznar como responsables procuraban la falangistización de jóvenes estudiantes en los moldes marcados por la organización […]. Inmersos en la cosmovisión de José Antonio, veían la política como algo completo, total. Se preparaban a la formación de una milicia que asumiera voluntariamente valores religiosos”.

La historia del Frente siguió siendo briosa hasta 1975, incluyendo episodios de censura de sus publicaciones por parte del ministro de Información, Manuel Fraga.

Con la muerte de Franco, el antiguo Frente de Estudiantes Sindicalistas se legaliza como partido político, con el nombre de Falange Española Independendiente. Era 1977, dos años antes de que Aznar se casara con Ana Botella e ingresara en Alianza Popular. El País del 20 de enero informaba del nuevo partido con este titular: "Falange Independiente no reconoce la legitimidad de otros grupos falangistas".

En democracia, la FEI, como el resto de formaciones falangistas, no pasó de ser cola extirpada de lagartija en un estanque: se agita briosa, pero se la sabe muerta. Nunca volvió a captar en sus filas a milicianos de futuro tan glorioso como Aznar, pero por sus listas electorales pasaron, además del prior del Valle de los Caídos, personajes del couché y del salmón, como el ex presidente de El Corte Inglés Dimas Gimeno.

El País informaba del nuevo partido con este titular: "Falange Independiente no reconoce la legitimidad de otros grupos falangistas"

En agosto de 2013, eldiario.es desvelaba que Gimeno había sido candidato de Falange Independiente en las elecciones generales de 1996 y 2000, y en las catalanas de 1999. Miguel Ángel Gimeno, en carta pública, disculpó a su hermano así: “En la década de los 90 fui militante de Falange Española Independiente. En aquellos años de idealismo juvenil, formé parte de las candidaturas de este partido en varios procesos electorales. En alguna ocasión, insté a mis hermanos menores que yo y a algunos amigos a que me cedieran sus nombres y DNI para cubrir trámites administrativos relacionados con las listas del partido mencionado”.

En Falange se enfadaron mucho con este desmentido. Hirió el fulgor de sus luceros que los Gimeno no se enorgullecieran públicamente de su innegable pasado falangista, y calificaron de cobardes “los paños calientes” del camarada Miguel Ángel. Javier Compás, en la página oficial de Falange Auténtica, se indignaba así: “Es indudable que el entorno familiar de Gimeno Álvarez respira azul, ya se ha señalado la militancia de su hermano, quien se ha dado prisa en explicar que lo incluyó para completar listas electorales, ardua labor en los pequeños partidos extraparlamentarios. Pero dudo primero que el aludido no lo consintiera, entonces un joven alrededor de los veinte años, ya que hay que dar el DNI y firmar y segundo, que no tuviera alguna simpatía por la ideología. Resulta escandaloso que se trate la noticia como arma arrojadiza, como si el hecho [de ser falangista] constituyera una mancha en el historial de Gimeno Álvarez”. José Antonio, presente!

También fue destacado miembro de aquella Falange Independiente el sacerdote andaluz Juan Fernández Krohn (1950), que el 12 de mayo de 1982 intentó asesinar en el monasterio de Fátima a Juan Pablo II con un machete de 37 centímetros. El papa quería dar las gracias a la virgen lusa por haber salido vivo del atentado cometido por el turco Ali Agca, en la plaza de San Pedro, justamente un año antes.

Krohn, como su comilitón el prior del Valle de los Caídos, fue un religioso de vocación tardía: lo ordenó sacerdote el cardenal Lefèbre a la edad de 28 años.

Antes, había desarrollado una briosa tarea académica y política. Se licenció brillante y casi simultáneamente en Económicas y Derecho, “estaba dotado de un gran sentido del humor y era muy aficionado a la percusión musical. De elevada talla y tez muy morena, poseía un gran atractivo y observaba una vida normal entre los jóvenes de entonces. Contaba con numerosas amistades de los dos sexos”, lo describía el reportero Manuel Fraguas en El País dos días después del atentado.

Krohn militó en el FES desde los 17 años, cuatro después de su fundación y solo dos antes de que Aznar publicara el artículo inaugural de su aportación al pensamiento político. Treinta y cinco años después del magnicidio frustrado, Krohn resucitaba la grandilocuencia joseantoniana de su juventud para calificar su intento de asesinar a Juan Pablo como «un acto de devotio ibérica y sacrificio por la patria”.

En mayo de 2000, Krohn volvió a las andadas. Expulsado de España y Francia, irrumpió en la explanada del Palacio Real de Bruselas, donde los reyes de Bélgica esperaban a Juan Carlos y Sofía de España. Fue detenido otra vez.

Después su pista se pierde, como la de la FEI y su Frente de Estudiantes Sindicalistas, que en 2004 finiquitaron su pureza joseantoniana y disidente tras 40 años, y regresaron al nido de la oficialista Falange Española de las JONS. En las elecciones generales de 2016, los falangistas obtuvieron 9.862 votos en toda España.

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