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La empresa israelí NSO Group, de nuevo en el punto de mira tras el espionaje a una directiva de Human Rights Watch

La firma no para de verse implicada en el oscuro mundo del espionaje de activistas de derechos humanos y periodistas mediante el programa de vigilancia telefónica Pegasus.

NSO Group
Un hombre pasa por delante de una de las sedes de la empresa cibernética israelí NSO Group en el desierto de Arava, al sur del país, el 22 de julio de 2021. AMIR COHEN / REUTERS

En los últimos días han surgido más embrollos para la empresa israelí NSO Group, que distribuye el programa de espionaje telefónico Pegasus por todo el mundo, y que ya se ha visto envuelta en graves incidentes que le han creado enemigos en todas partes, incluido el gobierno de los Estados Unidos, y cuyo futuro es incierto.

El presidente de la compañía con sede el Tel Aviv ha dimitido esta semana en un arriesgado intento de salvar la reputación de NSO. Algunos inversores se están desprendiendo de sus participaciones pero al menos un fondo de inversiones americano ha mostrado interés en adquirir la compañía, aparentemente a la baja, una operación que por ahora no se ha concretado.

El lío más reciente trascendió el martes, cuando la conocida organización no gubernamental basada en EEUU Human Rights Watch (HRW) hizo un llamamiento a los gobiernos de todo el mundo para que interrumpan inmediatamente sus relaciones con la compañía israelí que se nutre básicamente de ingenieros y empleados que provienen de las unidades especiales de espionaje del ejército.

HRW ha comprobado que una de sus empleadas más destacadas ha sido espiada por medio del programa Pegasus, y se ha sumado a las múltiples voces que exigen una regulación internacional de la tecnología de vigilancia, y particularmente de los programas que se instalan en los dispositivos de activistas de derechos humanos y de otras personas que realizan trabajos que algunos gobiernos consideran hostiles.

Para HRW este tipo de softwares espías deben prohibirse

HRW afirma que deberían prohibirse en todo el mundo programas como Pegasus y otros similares, su venta, exportación y uso, hasta que los gobiernos garanticen el respeto a los derechos humanos, algo que en la actualidad dista mucho de garantizarse.

La empleada de HRW que tenía su teléfono infectado era Lama Fakih, directora de la División de Crisis y Conflictos y directora de la oficina de HRW en Beirut. Sus dispositivos fueron atacados nada menos que en cinco ocasiones entre abril y agosto de 2021 con tecnología de Pegasus.

El software desarrollado por Pegasus se introduce subrepticiamente en los teléfonos y una vez instalado se convierte en una poderosa herramienta capaz de controlar las llamadas, fotos, videos, micrófono, correo electrónico, mensajes de texto, cámara y otras aplicaciones, de modo que se controlan todos los contactos de la persona que posee el teléfono.

Deborah Brown, investigadora de derechos digitales de HRW, ha dicho: "Los gobiernos usan las herramientas de espionaje desarrolladas por NSO Group para silenciar a defensores de los derechos humanos, periodistas y otros a los que se les somete a abusos". “Permitir que los gobiernos operen con impunidad (…) no solo socava los esfuerzos de los periodistas y las organizaciones de derechos humanos para que el poder sea responsable de sus actos, sino que los pone en un grave riesgo".

La citada Lama Fakih, libanesa y estadounidense, tiene bajo su responsabilidad los abusos cometidos por Israel contra los palestinos, así como otros conflictos en Siria, Grecia, Kazajstán, Etiopía, Afganistán y los EEUU. HRW ha sido incapaz de determinar quién se ha esforzado tanto para infectar el teléfono de su activista.

"No es casualidad que los gobiernos utilicen programas de espionaje contra activistas y periodistas que denuncian sus prácticas abusivas", ha dicho Fakih. "Creen que eso les ayuda a consolidar su poder, silenciar a quienes discrepan y proteger su manipulación de los hechos".

Hace solo unos días el diario Haaretz publicó una lista con todas las víctimas de Pegasus, donde entre otros había 34 periodistas de Aljazeera, un canal catarí especialmente crítico con los Emiratos Árabes Unidos e Israel. En la lista de Haaretz había víctimas de distintos países, incluidos periodistas, profesionales de los medios de comunicación, defensores de los derechos humanos, abogados, activistas y políticos, así como señores de la droga de México.

En julio de 2021 Amnistía Internacional y Forbidden Stories, una organización con base en París, revelaron la infección de docenas de teléfonos de activistas, periodistas y opositores en distintos países, Azerbayán, Bahrein, El Salvador, Hungría, India Kazajistán, México, Marruecos, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, todos ellos estrechamente vinculados con Israel.

Esta tecnología de espionaje la aplica Israel contra los palestinos habitualmente y desde hace muchos años, pero ahora se está expandiendo por todo el mundo suscitando una creciente preocupación entre las organizaciones de derechos humanos.

La semana pasada el diario hebreo Calcalist publicó un informe en el que denunciaba que la policía israelí está utilizando la tecnología Pegasus contra ciudadanos judíos, lo ha desatado un escándalo considerable. Calcalist mencionaba el caso de un hombre sin identificar que ha participado en actividades contra el exprimer ministro Benjamín Netanyahu. La policía había descubierto mediante Pegasus que ese hombre, que está casado, utiliza una aplicación para hombres homosexuales.

En los últimos días Calcalist ha publicado otros informes similares que indicarían que la policía está usando Pegasus contra opositores judíos sin el conocimiento de los tribunales. La policía niega rotundamente una y otra vez estos extremos y las instancias judiciales han abierto una investigación para determinar qué hay de cierto en todo ello.

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