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Los laboristas de Brown se hunden en Inglaterra

Las elecciones municipales en Inglaterra y Gales otorgan al partido en el Gobierno el peor resultado en 40 años, debido en buena parte a la poca popularidad del primer ministro

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LOURDES GOMEZ

“Una noche decepcionante; mala, desde luego”. Gordon Brown, el primer ministro británico, fue directo en la interpretación de los resultados de las elecciones municipales celebradas el jueves en Inglaterra y Gales.

Su Partido Laborista sufrió la peor derrota en 40 años, con un 24% del reparto de votos y perdiendo más de 300 concejales de los 4.500 que estaban en juego, según primeras estimaciones publicadas ayer.
Los conservadores de David Cameron se hicieron con el 44% del voto y los liberaldemócratas obtuvieron el 25%. “Aprenderemos la lección y seguiremos adelante”, dijo Brown, intentando proyectar optimismo de cara al futuro.

El electorado castigó duramente al primer ministro, cuando aún faltan dos meses para su primer aniversario en Downing Street. La impopularidad del ex primer ministro Tony Blair provocó el cambio de líder en junio pasado, pero, con su sucesor, los laboristas siguen retrocediendo incluso más puestos frente a la oposición tory.

Cameron no dudó en celebrar los resultados como “un gran momento para el Partido Conservador”. “No sólo ha sido un voto contra los laboristas, sino también un voto positivo de confianza en los conservadores”, dijo.

Una actuación similar en las elecciones generales daría al partido de Cameron una mayoría por encima del centenar de escaños en Westminster. Los comicios locales, sin embargo, no siempre resultan un buen barómetro del voto nacional.

En 2004, los laboristas también quedaron en tercera posición, con el 26% de los votos, y al año siguiente ganaron los comicios generales por tercera vez consecutiva.

Por el contrario, el hundimiento de los conservadores en las municipales de 1995 dio paso a la arrolladora victoria de Blair dos años más tarde. Es el mismo espacio de tiempo que Brown tiene para tornar las cartas a su favor y frenar el avance de un cada vez más confiado liderazgo tory.

Brown relacionó el descalabro electoral con la coyuntura económica internacional, que está dañando el bolsillo de los británicos con las continuas subidas del precio del combustible y los alimentos básicos. La crisis crediticia se cobró una primera víctima en el ahora nacionalizado banco Northern Rock y ha hecho añicos a la fama de buen gestor económico que el primer ministro se ganó en sus diez años al frente del Tesoro.

La banca ha endurecido sus hipotecas, el mercado inmobiliario está hundiéndose y la gente duda de que Brown sea capaz de sortear la marejada económica. “Escucharé y lideraré”, prometió ayer, tras señalar que el buen liderazgo se mide no en los tiempos prósperos, sino en “lo que sucede en circunstancias difíciles”.

El primer ministro evitó mencionar su traspié en una reforma fiscal, perjudicial para los empleados con sueldos bajos y sin hijos, que intentó corregir en vísperas de las elecciones. Fue probablemente el factor que más contribuyó, junto a la impopularidad personal de Brown, al desmoronamiento de los laboristas en los comicios locales y en el Ayuntamiento de Londres.

“No respondimos a tiempo”, admitió la número dos del partido, Harriet Harman, en referencia a la promesa de indemnizar a los perjudicados por la subida fiscal. “La marea se ha vuelto contra el Partido Laborista”, añadió el también laborista Rhodri Morgan, ministro principal de la Asamblea de Cardiff. Sus socios en el autogobierno galés, el partido nacionalista Playd Cymru, fueron igualmente castigados por la ola de protesta contra la gestión de Brown.

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