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Netanyahu intenta unir a los ultras

Peres encarga formar un Gobierno de unidad en Israel al líder del derechista Likud

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Shimon Peres, el presidente israelí, cumplió con el trámite y encargó a Binyamin Netanyahu la formación de un Gobierno. Netanyahu, que encabezaba las listas del derechista Likud, no fue el candidato más votado pero pese a obtener menos diputados que su principal rival, el Kadima de Tzipi Livni, se encuentra en una mejor posición para formar un gobierno con el apoyo de los partidos de extrema derecha.

El discurso de Netanyahu sigue siendo el de un candidato en plena campaña. 'He llamado a la líder de Kadima y al líder del Partido Laborista y les he pedido que nos unamos para asegurar el futuro de Israel', dijo Netanyahu. El ex primer ministro volvió después a su mensaje apocalíptico preferido en los últimos meses: la amenaza nuclear iraní.

Pero Netanyahu tiene muy difícil convencer a Kadima para integrar una coalición entre los partidos más votados y con una mayor estabilidad en el repartido Parlamento israelí. Livni, prefiere esperar su momento en la oposición mientras el Likud hace encaje de bolillos para contentar a los miembros de un Gobierno de unidad formado por partidos de extrema derecha en los que muchos tienen intereses opuestos.

La clave para que el candidato del Likud se encuentre en disposición de ser primer ministro se debe a las preferencias de Avigdor Lieberman, el líder del partido Israel es Nuestra Casa. Con su mensaje racista hacia los árabes, Lieberman logró un ascenso en las elecciones del 10 de febrero que le han situado por encima del Partido Laborista y en disposición de elegir al próximo primer ministro de Israel.

Pero los 15 escaños de Israel es Nuestra Casa le van a salir muy caros a Netanyahu. Para empezar, Lieberman exige las carteras de Justicia, Seguridad Pública y Exteriores. Teniendo en cuenta que está siendo investigado por presunta corrupción y que aboga por las medidas más beligerantes contra los palestinos, incluidos los de pasaporte israelí, contra los vecinos árabes, y contra Teherán, la exigencia de los Ministerios parece difícil de ser aceptada. También tendrán que resolver las disputas entre el religioso Shas, otro socio necesario, y el propio Lieberman.

Netanyahu tiene seis semanas para contentar a todos sus aliados y forjar un Gobierno de unidad en el que las negociaciones con los palestinos no van a figurar entre las prioridades.

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