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Andalucía a 44 años del 4D: salto económico sin convergencia

La Comunidad Autónoma que hace 44 años inició en las calles con masivas manifestaciones la conquista de su autonomía en pie de igualdad con otros territorios ha dado un salto socioecónomico muy importante en este tiempo, pero no ha logrado converger con otros territorios del Estado y de Europa

El 4D de 1977, en Sevilla.
El 4D de 1977, en Sevilla. Sanvicente /Archivo histórico de CCOO

44 años después del 4D, aquella explosión callejera que impulsó de manera decidida la autonomía andaluza, en la que se depositaron grandes esperanzas de cambio y que tuvo como contrapunto trágico la muerte del joven Manuel García Caparrós en Málaga, Andalucía ha mejorado prácticamente en todos los indicadores. Las cuatro décadas desde que se votó el primer Estatuto de Autonomía en 1981 han permitido un salto cualitativo y en términos absolutos que nadie pone en duda. Existe una Andalucía moderna, que está en vanguardia, hay un sistema público de protección social –en deterioro y acosado, eso sí–, la población ha aumentado desde 1980 en más de dos millones de personas, de 6,4 millones a 8,5 millones. Y, sin embargo, en términos relativos, la Comunidad continúa estando, en todos los indicadores socioeconómicos relevantes, por debajo de la media nacional. La pandemia tampoco ha ayudado a resolver los problemas.

El peso del PIB andaluz al respecto del total del país está, como estaba ya en 1975, en el entorno del 13%, con una población que suponía el 17,07% del total en 1980 y el 17,7% hoy. El paro es hoy, al igual que lo era hace 44 años, cuando azotaba la crisis de 1973, un problema estructural en Andalucía y, en consecuencia, los niveles de renta también lo son. Las mayores bolsas de pobreza del país, en términos de renta, están en Andalucía, según revelan los datos del Instituto Nacional de Estadística.

Si se toman los 50 municipios de España de más de 20.000 habitantes con menor renta media anual por habitante, 36 de ellos están en Andalucía, que también cuenta con 8 entre los diez primeros. Si se atiende a los datos de desempleo y se mira la lista de las ciudades con mayor tasa de paro, siete de diez están en Andalucía. "Llevamos recibiendo una medicina paliativa desde hace décadas. Andalucía agoniza. El escudo social no mejora la enfermedad. El tratamiento es el cumplimiento de los derechos humanos", analizó Macarena Olid, de la APDHA, en un encuentro esta semana de la plataforma Andalucía Viva.

Pura Sánchez, profesora e investigadora, afirma a Público: "Todo el mundo ha mejorado, nosotros también, pero sigue la subalternidad y la dependencia. Lo que el pueblo andaluz pedía en el 77 era la capacidad de gobernarse por sí mismo. Los estatutos no han servido para solventar nuestros graves problemas estructurales. Blas infante ya señalaba los dolores de Andalucía en La verdad sobre el complot de Tablada y el Estado libre de Andalucía. Si se repasan esos dolores, las magnitudes han cambiado, pero siguen siendo los mismos, la sujeción económica, el problema de la propiedad de la tierra, trabajar no para uno mismo, sino para que la riqueza se vaya. El mantenimiento de la pobreza sigue haciendo el retrato, obviamente no en esas magnitudes".

El punto del que se partía, antes de aquel multitudinario 4D, era "una Andalucía en blanco y negro, la Andalucía del paro, del subdesarrollo, de la miseria", según manifestó esta semana Rafael Escuredo (PSOE), el primer presidente de la Junta de Andalucía (1982-1986), respetado por casi todo el arco político andaluz, en un acto en el que presentó el libro Valió la pena (Editorial Tirant Humanidades), escrito al alimón con Juan Cano, en el que narra la lucha de Andalucía por su autonomía.

En ese mismo acto, Escuredo añadió que que "Andalucía no luchó por el café para todos, eso se lo inventó mi amigo [Manuel Clavero], luchó por equipararse a Cataluña y Euskadi y se lo ganó. A ellos le regalaron la autonomía". Y reflexionó que el "andalucismo cívico no lucha por un elemento étnico o supremacista, sino por mejorar la vida de los ciudadanos de Andalucía, porque en aquella época había un millón y medio de analfabetos” y era necesario "mejorar las condiciones de vida y de trabajo".

El problema de la convergencia

Hay muchos datos –por ejemplo, los centros de salud en los pueblos, y otro tipo de servicios en el ámbito rural antes restringidos a las ciudades, la inversión en infraestructuras, como el AVE y las carreteras y autovías– que podrían ilustrar el salto y la pujanza andaluza en estos años desde el 4D, pero probablemente el que mejor ejemplifica el cambio social producido desde la aprobación del Estatuto son los grandes números de la educación. Así, en 1980, había, según el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía, como señaló Escuredo, 863.900 andaluces y andaluzas sin estudios de ningún tipo y otros 673.900 –485.300 eran mujeres– clasificados como analfabetos, unas cifras que suponían nada menos que el 23% de la población andaluza de entonces. Otros dos millones de andaluces tenían estudios primarios, 563.000 secundarios y 233.500 estudios superiores. De 30 a 34 años, la población con estudios superiores eran escasamente 33.500 personas

Hoy, aunque aún se notan las secuelas de aquel "subdesarrollo" –todavía hay 534.300 personas que aparecen en las estadísticas como sin estudios y otras 178.300 analfabetas, un 8% de la población actual– en el año 2020, esas cifras han cambiado radicalmente. Así, la población con estudios primarios es hoy de 867.300, la que tiene estudios secundarios asciende a 3,6 millones, y la que ha alcanzado estudios superiores es 1,8 millones de personas. Y hay 192.500 andaluces de 30 a 34 años con estudios superiores.

¿Qué ha pasado en estos años para que ese salto social evidente dejara a Andalucía en el mismo lugar entre las Comunidades Autónomas 44 años después? ¿Por qué no se ha avanzado apenas en convergencia en términos de renta? ¿Haber partido de tan atrás penalizó el desarrollo andaluz? ¿Existe hoy en día aquel espíritu utilitarista, pragmático, de buscar en la autonomía soluciones los problemas del día a día, presente en aquel 4D?

Las causas de que Andalucía ocupara el segundo puesto por la cola –solo por delante de Extremadura– en términos de PIB per cápita en 1980 y hoy también tiene raíces profundas y no parece, según los expertos consultados por Público para esta crónica, que vayan a tener una solución en el medio plazo debido a que los gobiernos y las élites insisten en las mismas políticas económicas –turismo, minería y agricultura– y de formación de trabajadores desarrolladas hasta ahora que permiten que buena parte de los beneficios generados, de la riqueza, se lleve fuera de Andalucía, lo que ha contribuido a mantener el status quo.

También, algunos expertos añaden como factor relevante, a la hora de cambiar las cosas, que, a lo largo de estos 40 años de autonomía, la conciencia andalucista se ha diluido: falta conciencia de pueblo y conocimiento sobre las causas de los problemas de fondo que recorren la sociedad andaluza. Por otro lado, todos los gobiernos autonómicos se han quejado de que el actual sistema de financiación de las Comunidades Autónomas perjudica a Andalucía, un asunto sobre el que existe un consenso entre partidos, suscrito en el Parlamento andaluz.

El catedrático de Economía, Juan Torres, afirma: "Otros territorios no se han detenido a esperar, nos comparamos con otras CCAA y países que igualmente han progresado. Por una parte, esto es lógico, Quizás la cuestión no sea tanto comparativa, como comprobar los niveles de progreso de Andalucía. Ahí seguimos teniendo defectos estructurales que no se terminan de resolver, porque la apuesta fue incorporarse pasivamente a un modelo, que nos mantenía como periferia desvertebrada y no hemos puesto las bases para que nuestra economía y sociedad pudiera disponer de fuentes de creación de valor y de riqueza. Hemos sido una fuente de expulsión de riqueza, seguimos enviando fuera la riqueza que creamos, no revierte aquí. Y no le terminamos de dar solución. Nos hemos puesto en manos de capitales e intereses que eran a escala global que no tienen interés por el desarrollo de ningún lugar".

Lo cierto, como argumenta Torres, es que el fenómeno de la falta de convergencia entre Comunidades no afecta solo a Andalucía, aunque sí tenga sus propios factores autóctonos. En España, la Comunidad que ha pegado el gran salto en estos años es Madrid, debido sobre todo al efecto de la capitalidad. Las diferencias en PIB per cápita entre regiones en España se sitúan ligeramente por encima del 20%, un nivel similar al de Alemania, mientras que en Francia e Italia son algo mayores (27%), según el trabajo Convergencia regional en España: 1980-2015, publicado por el Banco de España

"En conjunto, puede concluirse que, si bien las diferencias entre regiones españolas no son muy elevadas en términos comparados con otros países, se estima una velocidad de convergencia reducida entre ellas, por lo que las diferencias iniciales en términos de renta per cápita han sido persistentes a lo largo del tiempo", se lee en el estudio.

"En cuanto a los factores que hay detrás de este proceso –recoge el trabajo publicado por el Banco de España– la convergencia en productividad del trabajo es el principal elemento que ha ayudado a la reducción de la dispersión regional de la renta, y ha venido causado, fundamentalmente, por la mayor acumulación de capital en las regiones de menor renta inicial". Por el contrario, "la evolución de las variables del mercado de trabajo ha contribuido a aumentar las diferencias entre regiones. Finalmente, los resultados apuntan a posibles barreras económicas o institucionales que impiden la convergencia".

Movilización social

"En Cádiz había pocas banderas andaluzas" afirma a Público Manuel Delgado,  Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla al respecto de si existe un hilo entre el 4-D y las manifestaciones obreras de hoy. "Las condiciones de trabajo en la industria gaditana tienen muchos que ver con la situación social y las condiciones del mercado de trabajo en el resto de la economía gaditana y en el conjunto de Andalucía. Tienen que ver con nuestra condición de realidad económica subalterna, de realidad sometida e inferiorizada. Por eso, para interpretar lo que pasa en Cádiz es imprescindible poner en primer plano nuesta condición de andaluces y andaluzas".

"Aquel 4D –prosigue el profesor Delgado– fue una manera en la que el pueblo andaluz dijo: nosotros existimos. El andaluz ha sido un pueblo negado detrás de esa etiqueta del atraso. El 4D se pedían herramientas para resolver problemas. Ahí estaba la base. ¿Porqué hemos llegado a esta situación? Empezamos con un Estatuto mermado en competencias, que además se transfirieron por un coste menor que el real. Ahí empezamos muy mal. Eso fue posible porque había un partido el PSOE, el mismo que gobernaba en Madrid, pero subalternizado al que estaba en Madrid. Hemos asistido a un proceso de crecimiento muy fuerte, pero que no nos lleva a la convergencia con otros territorios, porque ese crecimiento profundiza en las actividades extractivistas: turismo, minería y agricultura. Ahí está la base de que hayan sido 40 años en los que hemos ido en dirección contraria a las aspiraciones de aquel 4D".

El catedrático Juan Torres reflexiona: "Tenemos una sociedad sumisa e incapaz de autoempoderarse; obediente. Eso no son buenos resortes para generar progreso en la medida en la que es necesario generarlo. Hemos visto desaparecer nuestro sistema financiero sin que a nadie se le cayeran los palos del sombrajo. Hemos visto corrupción, procesos que a una sociedad viva, en tensión, con decencia, le hubieran enervado, se hubiera puesto en pie. Pero terminamos de hacerlo. Nos hemos hecho una sociedad sumisa, que traga con todo. Eso no tiene nada que ver con la izquierda o la derecha. Es una actitud prepolítica que se ha sembrado en estos últimos años. Es verdad que Andalucía ha tenido un progreso espectacular. Ha cambiado de la noche al día. Eso nos ha hecho acomodaticios".

"No había –afirma la profesora Pura Sánchez– ni una sola bandera andaluza en Cádiz [en la huelga del metal]. Eso es un poco la constatación de que esa lucha de carácter social resulta mucho más difícil hilarla a nuestras reivindicaciones como pueblo de lo que lo fue en 1977, lo que causó esa gran conciencia de pueblo, que en ese momento, incluso para sorpresa de quien convocó, fue la coincidencia de las luchas sociales con las ansias de liberación como pueblo. Esos dos ámbitos tienen que coincidir, pero eso se ha ido alejando. Y las consecuencias son mas graves, se ha producido una divergencia entre luchas sociales y reivindicaciones como pueblo".

"El 4D demuestra –afirma Salvador Cruz Artacho, catedrático de Historia Contemporánea por la Universidad de Jaén– que en el proceso de lucha y conquista de la autonomía existieron complejas relaciones entre la acción política y la movilización social y popular, que a veces antecede, empuja y modifica la propia acción política. Estas dos variables -acción política más movilización popular-, asociadas a la demanda y defensa de la democracia, constituyen, desde mi punto de vista, una de las lecciones más destacadas de la lucha autonómica en Andalucía. Movilización ciudadana y acción política corrieron parejas en una lucha en la que autogobierno, autonomía y democracia terminaban convergiendo".

Para el catedrático Cruz Artacho –quien acaba de ejercer como comisario de la exposición Historia de una conquista, de CCOO, sobre el proceso autonómico  que se puede visitar en la fundación Cajasol, en Sevilla– aunque "las declaraciones en términos absolutos" no le parecen "adecuadas porque no reflejan bien la realidad", afirma, no obstante, que "en términos generales el balance [de los 44 años] que cabría hacer es positivo".

"Esto se puede medir –añade– en términos económicos, sociales y asistenciales. Con ello no quiero decir que todos los problemas estén resueltos, o que no haya problemáticas nuevas que afrontar, o que los diferenciales con otros territorios del Estado español no sigan estando presentes hoy, como lo estuvieron en el pasado. En este sentido, la comparación de cifras y series estadísticas lo dejan claro. Sin embargo, si miramos y comparamos la realidad de los 70 con las actuales, hay que entender que los cambios han sido muy notables".

Cruz Artacho reivindica el "marco autonómico, del que ha dependido el desarrollo de la sanidad, la educación, las políticas sociales", como "actor protagonista" de estos cambios. "Todo esto está relacionado con el despliegue del estado autonómico. No se trata de hacer un balance triunfalista, pero tampoco se debe minimizar los resultados positivos, ni los problemas todavía pendientes". 

La industria y las élites

"Al calor del problema del paro, quizás sigue pendiente un debate reflexivo y serio sobre nuestro modelo productivo y sobre su necesidad de cambio real hacia un modelo nuevo. No soy economista, pero entiendo que uno de los debates mas trascendentales se sitúa precisamente en la necesidad de afrontar la redefinición de nuestro modelo productivo y la estrategias de industrialización. En este punto, los diferenciales de peso, volumen, etc. respecto a otros territorios del Estado ponen de evidencia la presencia del problema y la magnitud del reto", dice Cruz Artacho.

En Andalucía la contribución del PIB industrial sobre el total es del 6,98%, "lo que supone un porcentaje muy inferior al total nacional", que es del 14%, cifra a su vez "aún muy lejana del 20% que se había previsto" por la Comisión Europea, "en su llamado renacimiento industrial europeo", en el que fijaba como objetivo el alcanzar en cada Estado miembro el 20% como contribución de la industria en el PIB, "consciente de que la solidez industrial en Europa debe ser la clave para la prosperidad económica", según se recoge en el informe Una perspectiva económica de la situación industrial en España, elaborado por los colegios de ingenieros y de economistas. La diferencia se ha mantenido, en las últimas décadas estable con respecto a la media nacional.

El catedrático Delgado considera que la clave está en mirar las cosas de otra manera. Así, ha dejado escrito en un trabajo llamado Claves para entender la economía andaluza, lo siguiente: "Hay que crecer más. Más crecimiento económico y más modernización de la economía. Esta receta la comparten hoy no sólo la ideología más conservadora, sino también la izquierda tradicional, que participa del diagnóstico del atraso, pilar fundamental de la ideología del desarrollo. Desde estas gafas no se está en condiciones de entender una realidad económica, social y cultural como la andaluza, porque están construidas para velar el carácter colonial de la posición de Andalucía dentro del orden establecido. Por eso, como la experiencia nos confirma, el remedio del crecimiento no funciona, porque el diagnóstico del atraso es erróneo, y así Andalucía ha conocido períodos de un fuerte crecimiento económico al final de los cuales no sólo no se sale del hoyo, sino que se profundiza más en él. No somos una economía atrasada, somos una realidad subalterna, y esta otra de las claves importantes para poder entender nuestra realidad socioeconómica".

Carlos Arenas, profesor de Historia e Instituciones Económicas en la Universidad de Sevilla, y autor del libro Poder, economía y sociedad en el sur. Historia e instituciones del capitalismo andaluz, afirma a Público: "El 4D sirvió para decirle a Madrid y a las élites españolas, esto hay que hacérselo mirar, pero duró poco. La divergencia económica no es una cuestión de cuatro décadas, sino de dos siglos. Se inicia en el último tercio del siglo XIX, y desde el primer cuarto del siglo XX, Andalucía está en el cuarto de la renta española. Se crece, pero no se recorta la distancia con respecto a las regiones más avanzadas".

Arenas considera que "el nacionalismo económico español distribuyó la economía española en función de sus supuestas ventajas comparativas. Unos, por la presión que ejercían sus pueblos ante Madrid, se vieron favorecidos en detrimento de otras regiones, cuyas élites decidieron que su riqueza estaba en el sector agrario y en los servicios de la escala baja".

"Hay que atribuir a la clase dirigente andaluza el problema. ni el PSOE ni el PP ha tenido la menor intención de arreglarlo. No a la fortaleza de otras regiones, sino a la debilidad de la élite", añade Arenas. "Ellos [las élites] no necesitaban grandes cambios, porque vivían bien. No hubo esa voluntad colectiva de tirar todos hacia delante, salvo para la Feria y la Semana Santa, que se necesitaba que fuera todo el mundo, para que [las élites] pudieran mantener la sensación de prepotencia".

El profesor Arenas añade: "Andalucía entonces, hace un siglo y medio, y hoy, está gobernada por élites financieras, que controlan el poder político de la mano de una política de servicio que organiza a su manera el territorio dejándole a la pequeña y a la mediana burguesía que se beneficie del sistema, como se beneficia ahora con la privatización de la sanidad y la educación: se está produciendo una nueva desamortización de lo público hacia lo privado".

Turismo y otra economía

"Aquí lo que falta es voluntad política, hay una tendencia a quedarse con lo público, antes era la tierra, luego las veredas, las plazas de la ciudades para el turismo. Más turismo, campos de golf, ladrillo, y son sectores poco sostenibles, el turismo viene una epidemia y se merma y el espacio no es un chicle y va a estar todo colmado y nada disponible para seguir construyendo. Ha habido un desprecio absoluto de la libertad de elección de la gente, sometida a una dictadura de la necesidades: hay que agachar la cabeza para comer todos los días. Las clases intermedias están muy bien, reciben más que pagan y el resto a hundirse en los barrios de miseria, denigrados porque reciben una paga", remacha Arenas.

"El turismo nos empobrece", afirmó María Barrero en un encuentro en Sevilla esta semana de la plataforma Andalucía Viva. Barrero es arquitecta y pertenece al colectivo Cactus, de defensa de los espacios públicos.

"Partimos de la base que la industria turística no existe. Vendemos costumbres, patrimonio y ahora vivienda. El turismo necesita una geografía desigual, sectores consumidores y trabajadores que apenas pueden sobrevivir. Tenemos que escuchar una y otra vez la idea del turismo cuando el 47% no puede permitirse una semana de vacaciones", añadió.

El catedrático Juan Torres explica: "Desde que España entro en la Unión monetaria que se diseñó para generar ventajas estratégicas a centroeuropea, las economías de la periferia estaban condenadas a mantenerse en la periferia. Era inevitable, nuestra capacidad de maniobra despareció casi por completo y la escasa que tenemos no estamos dispuestos a aprovecharla".

"La economía andaluza se especializa en agricultura, siempre desde el punto de vista de lo que se nos pide desde fuera. Se nos pide también que hagamos de camareros de la UE. Eso supone especializarte en las tareas peor remuneradas dentro del sistema que, además, tienen un coste ecológico, un deterioro social. Estamos instalados en una dedicación que no nos va a sacar de la pobreza. Las actividades a las que nos dedicamos nos empobrecen", abunda el catedrático Manuel Delgado.

"No tenemos posibilidades de decir: nos vamos a dedicar a la industria. Son quienes están en los circuitos de acumulación de capital quienes deciden. Es Airbus quien decide, como se ha visto ahora en Puerto Real y Getafe. Tendríamos que ser nosotros, pero eso supondría una transformación económica enorme y una conciencia de pueblo andaluz que no existe, conciencia e implicación de la sociedad para que esto pueda cambiar", agrega Delgado.

Para el catedrático, hay que transitar hacia otro tipo de economía, que no esté basada en la acumulación de capital. "Se trata de que haya una producción agrícola que tenga mucho más que ver con las necesidades de la gente que con las de acumulación de capital. Los recursos locales y próximos satisfarían las necesidades de la gente. Habría una agricultura que busca la decencia en la retribución del trabajo y el cuidado del consumidor. Eso es otra manera de entender la economía. Y es LA solución, porque la alternativa es la destrucción de la vida, que es el camino que llevamos. Eso necesita que reactivemos nuestra conciencia de pueblo como en aquellos años del 77. Como decía Blas Infante hace ya más de un siglo: es hora de que Andalucía despierte y se levante".

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