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Catalunya camina hacia las elecciones con los partidos enrocados y muchas opciones de bloqueo postelectoral

La combinación entre la caída demoscópica del bloque independentista, un insuficiente avance del PSC y los vetos cruzados, abonan la posibilidad de una repetición electoral.

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès (i), y el primer secretario del PSC, Salvador Illa (d), en la Sala de Diputados del Palau, a 27 de febrero de 2024.
El president de la Generalitat, Pere Aragonès, y el primer secretario del PSC, Salvador Illa, en la Sala de Diputados del Palau, a 27 de febrero de 2024. Alberto Paredes / Europa Press

Si la demoscopia no guarda en sus entrañas una formidable sorpresa, en Catalunya solo hay tres nombres plausibles para ocupar la presidencia de la Generalitat después de las elecciones del 12 de mayo: Pere Aragonès, Salvador Illa y Carles Puigdemont.

En los dos primeros los condicionantes son puramente aritméticos, que las urnas y los pactos posteriores permitan una mayoría suficiente para la investidura. En el caso de Puigdemont, a esta primera premisa se añade la obligatoriedad de participar presencialmente en la investidura, y está por ver cuál será la situación judicial del candidato de Junts cuando llegue ese momento.

En cualquier caso, con las cifras demoscópicas y las declaraciones de intenciones de los candidatos sobre la mesa, todo apunta a que el candidato con más opciones podría ser un cuarto, el bloqueo postelectoral. Este es el repaso de los pros y los contras de los cuatro escenarios que se vislumbran en este momento: 

Pere Aragonès, evitar el paréntesis de la historia

El principal objetivo de Esquerra Republicana es, sin duda, que Pere Aragonès continúe ostentando la presidencia de la Generalitat. Evidentemente todas las formaciones políticas con opciones de ganar las elecciones aspiran a que su candidato consiga el cargo de primera autoridad de Catalunya. Pero los republicanos tienen en este empeño un interés particular, que Aragonès no sea "un paréntesis de la historia", en palabras de un miembro de la dirección del partido.

Pere Aragonès accedió en mayo del 2021 al cargo de 132 president de la Generalitat después de 44 años del retorno del president Josep Tarradellas del exilio. Aragonès reconectaba de esta forma a ERC con la presidencia de la Generalitat, que tiene en Francesc Macià o Lluís Companys dos de sus más ilustres y míticos predecesores como presidentes de Esquerra.

Perder el 12 de mayo la presidencia trasmitiría que el retorno de ERC a la cúspide de la Generalitat se ha limitado a un accidente histórico en la etapa moderna posterior a la dictadura. También comportaría con mucha probabilidad el final de la carrera política de Aragonès –al menos hasta ahora ningún president de la Generalitat ha continuado en el Parlament después de perder el cargo– y las consiguientes repercusiones internas en el partido que preside Oriol Junqueras.

Aragonès podría conservar la presidencia si consigue la segunda posición

Evidentemente, la primera aspiración es la de ganar las elecciones como plantea el propio Aragonès: "Salimos a ganar porque estamos seguros que la ciudadanía de Catalunya confiará en los que ponemos siempre el país por delante, los que nos arremangamos y damos soluciones".

Esta sería una opción de salida óptima para ERC, ya que dispondría de dos cartas negociadoras: la independentista para intentar una difícil reedición de los apoyos de Junts y la CUP. O la de izquierdas con un tripartito juntamente con el PSC y los Comuns. Los republicanos son reacios a pactar con el PSC en la Generalitat pero sería diferente "si es para garantizar una presidencia independentista", asegura un miembro de la dirección.

Pero este no es el marco que dibuja la demoscopia actual, que sitúa a Esquerra en un complejo escenario –aunque no imposible– para conseguir mantener la presidencia de Aragonès. ERC se sitúa en una fuerte disputa por el segundo lugar con Junts, con una horquilla de entre 26 y 33 diputados, y a entre 5 y 15 diputados de diferencia respecto el PSC, que todas las encuestas dan en primera posición. De conseguir la segunda posición, Aragonès podría conservar la presidencia, pero dependería de si la mayoría independentista se mantiene en el Parlament y rompe los vetos actuales.

De hecho, en 2021 Esquerra ya quedó segunda en votos por detrás del PSC –aunque en un ajustado empate a 33 diputados– y Aragonès obtuvo la presidencia. La demoscopia es ambivalente respecto a la posibilidad de que la suma de ERC, Junts y CUP sumen mayoría absoluta (68 escaños) y va desde unos insuficientes 62 diputados a una horquilla de 69-70 en la parte alta. 

Incluso sumando, la mayoría independentista está en duda, dadas las fuertes fricciones que arrastran Junts y ERC y el rechazo de la CUP a revalidar el apoyo del 2021 a Aragonès, después de 3 años de dura confrontación ideológica con el Govern. Aunque Aragonès aseguró, en la primera entrevista en TV3 después de la convocatoria electoral, que está dispuesto a entenderse con el resto de partidos independentistas como opción prioritaria. Finalmente, la tercera posición en que sitúan diversas encuestas a ERC imposibilitaría cualquier posibilidad de Aragonès de continuar al frente de la Generalitat.

Salvador Illa, la presidencia más allá de la victoria

Para el candidato del PSC, Salvador Illa, el reto va más allá de la victoria que apuntan todas las encuestas, con una horquilla de entre 38 y 41 diputados. El objetivo primordial de los socialistas pasa por conseguir que Illa sea investido como 133 president de la Generalitat.

Solo este escenario podría ser asumido como una victoria en toda regla. En caso contrario, el primer secretario del PSC podría continuar ejerciendo el papel de jefe de la oposición en el Parlament, pero muy debilitado por el llamado "síndrome Arrimadas", cuando la dirigente de Ciudadanos consiguió ganar las elecciones con 36 diputados pero no osó disputar la presidencia al independentismo.

Oriol Junqueras: "Esquerra no hará president a Salvador Illa en ningún caso"

Además, no conseguir la presidencia, incluso ganando las elecciones, sería también un revés para la estrategia política de Pedro Sánchez que defiende la cobertura de un "tiempo nuevo para Catalunya", que solo se visualizaría con Salvador Illa como primera autoridad de Catalunya después de más de una década de Govern independentista.

La demoscopia actual permite soñar a Salvador Illa con la presidencia, pero no sin muchas precauciones. La suma más clara sería la reedición de un tripartito con ERC y Comuns Sumar al estilo de los de principios de siglo con Pasqual Maragall y José Montilla al frente. Pero ni las relaciones del PSC con los Comuns pasan por su mejor momento, ni ERC está dispuesta a reeditar esta fórmula: "Esquerra no hará president a Salvador Illa en ningún caso", así de contundente se muestra una fuente muy próxima al presidente de Esquerra, Oriol Junqueras.

Sin el concurso de Esquerra la otra suma factible en algunas encuestas es la llamada sociovergencia del PSC con Junts. Pero esta es otra opción que –a pesar de que dirigentes del sector pragmático de Junts, como Xavier Trias, no la ven con malos ojos– el concurso de Carles Puigdemont al frente de la candidatura de los postconvergentes hace prácticamente imposible.

Salvador Illa está convencido de la victoria y aunque asegura que la superación del Procés supone "que el PP esté en la oposición en España y Junts y ERC en la oposición en Catalunya". También apunta que "lo que hemos visto en la política catalana de los últimos años nos dice que es necesario tener coraje para llegar a acuerdos". Pero si el independentismo suma mayoría absoluta, y ni ERC ni Junts se abren a la negociación, el bloqueo a Illa está servido.

En caso contrario, si el independentismo no suma, un resquicio final sería el de obtener la presidencia con una mayoría simple superior al independentismo. Una opción que requeriría un "frente constitucionalista" con el concurso de fuerzas de la derecha españolista.

La participación de VOX parece descartada, pero falta saber si Illa, en un momento dado, puede contar con el PP, que espera experimentar un fuerte ascenso. Al estilo de la investidura del socialista Jaume Collboni como alcalde de Barcelona con los votos de Barcelona en Comú de Ada Colau y del PP. Pero el jefe de filas del PP en Catalunya, Alejandro Fernández, ya ha sido tajante al respecto: "Es imposible si los socialistas mantienen los acuerdos con separatistas".

Carles Puigdemont, la restitución del “president legítimo”

Carles Puigdemont es el 130 president de la Generalitat y su objetivo en las próximas elecciones del 12 de mayo –más allá de la victoria electoral que como a todo candidato con opciones se le presupone– no es ser investido president de la Generalitat como tal. Sino un concepto inherente en la mitología de una parte del independentismo, que se basa en "la restitución de la presidencia legítima".

Puigdemont era el president en 2017, cuando se celebró el referéndum de autodeterminación del 1 de octubre y se aprobó la posterior Declaración de Independencia para Catalunya. Sin embargo, fue destituido del cargo, junto al resto del Govern, por el entonces presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, en aplicación del artículo 155 de la Constitución.

Una destitución que puede que se enmarque en la legalidad del Estado español pero que desde el independentismo no se reconoce como legítima ya que para ellos solo el pueblo de Catalunya tiene el poder de destituir al president en las urnas.

Lo cierto es que desde la destitución ha habido dos elecciones al Parlament, en 2017 y 2021, en que Puigdemont quedó en segundo y tercer lugar. Y que llevaron a Quim Torra y Pere Aragonès a la presidencia. Toda una paradoja de legitimidades. No obstante, las trabas judiciales para que Puigdemont fuera investido el 2017 desde su exilio en Bélgica, a pesar de la mayoría independentista surgida de las urnas, ha mantenido en Junts el mito de la restitución que ahora vuelve a abrirse paso con la ley de amnistía que supuestamente permitiría el regreso –sin amenaza de detención como hasta ahora– de Puigdemont.

Así pues, la estrategia de Junts y Puigdemont está clara, la restitución del "president legítimo". Pero para conseguirlo Puigdemont necesita que se cumplan tres factores a la vez:

La tercera posición de Junts en las elecciones dejaría sin opciones al partido

En primer lugar, quedar primero o segundo pero siempre por encima de Pere Aragonès. En segundo lugar, que la mayoría independentista sume los 68 diputados, como mínimo, de la mayoría absoluta. Y, en tercer lugar, que realmente la amnistía haga posible su regreso para una eventual investidura y que los poderes judiciales no amenacen con una detención, especialmente con la excusa de la imputación por terrorismo en el caso de Tsunami Democràtic. Ninguna otra opción daría la presidencia a Puigdemont, pero además Junts asegura que su líder es su único candidato a la presidencia, a diferencia del 2021 donde Laura Borràs jugaba el papel de alternativa.

Las decisiones judiciales habrá que verlas. Pero respecto a las posibilidades aritméticas es indudable que el llamado "efecto Puigdemont" ha tenido importantes consecuencias demoscópicas. Y Junts se sitúa ya en diversas encuestas, con entre 29 y 33 diputados, en la segunda posición por delante de Esquerra o en una dura pugna por ese segundo lugar, aunque siempre por detrás del PSC.

Si finalmente la ajustada mayoría absoluta independentista se confirmara la noche del 12M, una segunda plaza de Junts abriría sin duda las opciones a esa llamada restitución del "president legítimo", ya que parece difícil que ERC y la CUP cierren la puerta a la posibilidad de que Puigdemont pueda ser investido. Sobre todo por lo que supondría de simbolismo para la reactivación del independentismo y la fuerte presión que se generaría en las bases independentistas. Pero ello sería así siempre que la investidura de Puigdemont sea judicialmente factible, ya que en 2017 el Tribunal Constitucional ya sentenció la imposibilidad de hacerla de forma telemática.

Por su parte, la tercera posición de Junts con un mal resultado, dejaría sin opciones a esta fórmula y supondría un revés importante para este espacio político fuertemente fragmentado en los últimos tiempos.

El bloqueo, la sombra que sobrevuela el 12M

La demoscopia deja claro que si hay candidatos con opciones a la presidencia son los del PSC, ERC y Junts. Y las encuestas también sitúan a Salvador Illa como el candidato con más probabilidades de quedar en primer lugar. Pero lo cierto es que en ninguna de ellas se refleja una opción clara para ocupar la presidencia de la Generalitat.

Quizás nadie se atreva a decirlo públicamente, pero en privado el escenario del bloqueo está más que contemplado por todos los partidos. "La opción de un bloqueo que comporte una repetición electoral es más que plausible con los datos actuales", asegura un alto dirigente de la dirección de Esquerra.

También dirigentes de Junts apuntan en esta dirección y no esconden que una segunda convocatoria electoral podría tener beneficios para su candidato, ya que "la aplicación de la amnistía estaría mucho más madura y Puigdemont tendría más posibilidades de poder volver sin peligro para la investidura".

En caso de producirse un bloqueo, sería la primera vez que se repiten los comicios en Catalunya

En el PSC aceptan que el escenario de repetición electoral es factible e incluso admiten que podría beneficiar a Salvador Illa si gana y no se le permite ser president. "El hastío de la gente se puede volver en contra de los responsables del bloqueo", aseguran fuentes del partido. Los socialistas reconocen que están por evitar esta opción, convencidos de ganar las elecciones: "Catalunya necesita un Govern sólido y un bloqueo sería nefasto. El día 13 de mayo empezaremos a trabajar para evitarlo y hacer president a Illa, y para ello negociaremos con todo el mundo, excepto con la extrema derecha sea del signo que sea".

Pero una cosa es que nadie quiere un bloqueo si es su candidato quién tiene la posibilidad de instalarse en el Palau de la Generalitat, y otra muy diferente permitir que lo sea el adversario. Y vistos los ajustados números, los vetos cruzados y la pugna por la hegemonía de los espacios políticos, tanto en el independentismo como en el constitucionalismo, no parece demasiado exagerado decir que el escenario que cuenta con más probabilidades de producirse, como hemos visto, es el del bloqueo y la consecuente repetición electoral. A no ser que la campaña electoral provoque grandes movimientos en el resultado final de las diversas formaciones políticas.

Una repetición electoral que, después de la constitución del Parlament con el 10 de junio como fecha límite, los dos meses de negociación antes de la nueva convocatoria electoral automática en caso de que no haya investidura, y los 47 días preceptivos antes de las elecciones –nos ahorraremos una semana de campaña electoral oficial–, nos llevaría de nuevo a las urnas a los catalanes a finales de septiembre, con la canícula estival de por medio. Un hecho que puede ser histórico doblemente: por ser la primera vez que se repiten unas elecciones catalanas y porque la participación también puede ser histórica, pero a la baja.

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