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Catalunya Guía para no perderse en el escenario postelectoral de Barcelona

Desde el miércoles están en marcha las conversaciones a varias bandas para intentar acordar el futuro gobierno de la capital catalana, con muchas incógnitas abiertas y muchos vetos que impiden algunos de los pactos posibles.

Fachada del Ayuntamiento de Barcelona, en una imagen de archivo. / EUROPA PRESS

Cerrado, sin cambios, el recuento definitivo del escrutinio, ya es seguro que no hay ninguna suma entre dos partidos que llegue a los 21 concejales necesarios para lograr la mayoría absoluta en el Ayuntamiento de Barcelona. Por lo tanto, si algún candidato, sea Ernest Maragall (ERC) o Ada Colau (Barcelona en Comú), quiere ser investido alcalde con el apoyo de la mayoría absoluta del pleno deberá contar con el voto de al menos tres grupos políticos. Con un matiz importante. Colau necesitaría de esta mayoría para revalidar el cargo, mientras que para Maragall, como líder de la fuerza más votada en las elecciones de domingo, no es imprescindible, ya que sería investido en segunda vuelta si nadie consigue los 21 votos en la primera.

Tras la primera digestión de los resultados, que dejan un ayuntamiento atomizado con las dos primeras fuerzas -ERC y Bcomú- empatadas a 10 concejales, el miércoles empezaron unas negociaciones a varias bandas que se prevén complejas y largas. Y que tienen como límite el 15 de junio, fecha de constitución de los nuevos ayuntamientos y, consecuentemente, de la investidura de los nuevos alcaldes. Para situarse, os ofrecemos una guía de lo que pide cada partido.

ERC: acuerdo con Bcomú y JxCat como punto de partida

Tras su histórico triunfo en las urnas -la últimas vez que se impuso en unas municipales en Barcelona fue en 1934, durante la II República-, ERC quiere controlar la alcaldía para dar otro paso más en su objetivo de convertirse en la fuerza hegemónica de Catalunya. La propuesta de pacto que defiende Ernest Maragall es un gobierno a tres bandas entre su partido, BComú y Junts per Catalunya (JxCat), que sumaría 25 representantes de un total de 41. Si no es posible, asegura que no tendría inconveniente en gobernar en solitario, pese a contar con menos de una cuarta parte de los ediles del pleno.

 Maragall también aseguró que Colau habría aceptado trabajar en un gobierno en el que él fuera alcalde

Durante el miércoles, Maragall se reunió tanto con Colau como con Elsa Artadi, de facto la líder municipal de JxCat ya que el alcaldable, Joaquim Forn, es uno de los presos del procés. Según declaró a los medios, hay una “amplia posibilidad de coincidencia” en los dos ámbitos en que se basa su propuesta de investidura: por un lado, unas políticas progresistas, de transformación social y de lucha contra la desigualdad a nivel de ciudad; y, por el otro, lo que define como ámbito de “derechos y libertades”, que pasaría por trabajar para avanzar hacia la “liberación de los presos políticos, el retorno de los exiliados y conseguir la celebración de un referéndum de autodeterminación” en Catalunya.

Maragall también aseguró que Colau habría aceptado trabajar en un gobierno en el que él fuera alcalde, algo desmentido totalmente por los Comuns. ¿Problemas? BComú no quiere de ninguna manera pactar con JxCat, que a su vez tampoco abre los brazos a una alianza con la formación de izquierdas. Y, a la vez, de momento ERC cierra todas las puertas a una alianza que incluya al PSC, como quiere Barcelona en Comú. En esta primera fase de contactos, la formación seguirá negociando tanto con los Comuns como con JxCat. De hecho, este viernes Maragall se reunirá con Artadi en Madrid, aprovechando que los dos viajarán a la ciudad para visitar a los presos independentistas.

Barcelona en Comú: tripartido de “izquierdas” con ERC y PSC

Lo dijo el martes Colau en un vídeo, lo reiteró el miércoles el número dos de la candidatura, Joan Subirats, e insistió de nuevo la alcaldesa en funciones en una entrevista en TV3 el jueves: su prioridad es un gobierno “de izquierdas” que sume a los 28 concejales de su partido, ERC y PSC (8). Básicamente para poder seguir avanzando en las políticas que ya se han desarrollado durante el último mandato. También quiere dejar para una etapa posterior la negociación sobre quién debe ser el alcalde, para cerrar primero un acuerdo sobre proyecto de ciudad y políticas concretas. Con el empate a 10 concejales -y menos de 5.000 votos de diferencia-, nadie en la formación cierra la puerta a que Colau repita como alcaldesa, ni que sea partiéndose el mandato con Maragall, algo que ERC no contempla.

La líder de Barcelona en Comú ha subrayado que no piensan negociar con “la derecha”, algo que explícitamente incluye a “JxCat y a Manuel Valls”, por lo que los contactos oficiales de su partido se limitan hasta ahora a ERC y a PSC. Ahora bien, un sector de los Comuns no descarta aceptar la propuesta de Valls de votar a favor de la investidura de Colau para evitar un “alcalde independentista”, en referencia a Maragall, algo que genera recelos en la mayor parte del partido. Básicamente porque supondría aceptar el apoyo del candidato de las élites -Valls se presentó con Ciudadanos y arrasó en los barrios ricos de la ciudad- y aceptar sus votos podría tener un elevado coste electoral. De hecho, mientras que Bcomú ha retrocedido en los barrios populares de menor renta -en los que se ha impuesto el PSC-, ha mantenido posiciones y hasta ha ganado apoyos en barrios de tradicional mayoría independentista, como el Eixample o Gràcia.

PSC: solo contempla un gobierno con Colau

Reforzado por su resultado del domingo, cuando dobló votos y concejales, el PSC se siente reforzado para volver al gobierno de una ciudad en la que tuvo la alcaldía desde 1979 hasta 2011. El partido liderado por Jaume Collboni, que suma ocho ediles, solo se plantea entrar en un gobierno con BComú, que sumaría 18 representantes, es decir, no tendría garantizada la mayoría para aprobar sus medidas. Collboni descarta cualquier acuerdo con ERC -algo que es recíproco- y pone a Colau en la falsa disyuntiva de escoger entre "procés” o “ciudad”.

El argumento del PSC es que el independentismo ha perdido apoyo en la ciudad -algo más de un punto y medio y tres concejales- y que PSC y Bcomú son, con diferencias, los partidos más votados en los barrios de menor renta de la ciudad. Por otro lado, Collboni y los suyos ya han dejado claro que no tendrían ningún inconveniente en aceptar el apoyo de Valls para una investidura, algo nada sorprendente si se tiene en cuenta que fue el entorno del partido el que alimentó previamente esta posibilidad para evitar la alcaldía de ERC.

Valls: apoyo “sin condiciones” que no gusta a Cs

Tras conocerse los resultados, nadie durante la noche del domingo hacia aparecer a Manuel Valls y a Ciudadanos en la ecuación para lograr algún tipo de gobierno en Barcelona. Pero tras algunos mensajes desde el entorno socialista, el miércoles el ex primer ministro francés dio el paso y aseguró que prestaría su apoyo “sin condiciones” a Colau y a Collboni para evitar la elección de un “alcalde independentista”, algo que ha reafirmado posteriormente en Catalunya Ràdio. Pese a que durante la campaña insistió que “nunca” apoyaría a Colau, ahora insiste en que su opción es la “menos mala”.

Con todo, Valls no estaría negociando directamente con nadie y su mensaje ha levantado ampollas en Ciudadanos, el partido junto al que se presentó al 26-M. De hecho, la formación de Albert Rivera ha insistido que solo apoyaría una alcaldía de Collboni. La cuestión es que solo tres de los seis concejales del grupo Barcelona pel Canvi – Ciutadans pertenecen al partido naranja y justamente con solo tres votos la suma de Bcomú y PSC llegaría a la mayoría absoluta de 21.

JxCat: la carta de compartir Generalitat con ERC

Pese a su rotundo fracaso en las urnas, donde perdió la mitad de los votos y representantes, JxCat quiere formar parte del gobierno de Barcelona, que según su opinión tiene que ser independentista. Para Elsa Artadi la opción fundamental es un ejecutivo entre ERC y su partido, que contaría solo con 15 ediles, pese a que en las últimas horas ha sido menos rotunda a la hora de plantear un veto a la presencia también de BComu en el gobierno. La gran carta con la que juega el espacio postconvergente es que lo que pase en Barcelona puede impactar en la Generalitat, donde comparte gobierno con ERC. Y si el partido de Oriol Junqueras decide, finalmente, virar su política de alianzas y pactar con los Comuns, la crisis estaría servida, algo prematuro para una ERC que no se plantea rupturas de este tipo antes de que se conozca la sentencia del Supremo sobre el juicio al procés.

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