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Compromís 'post' 10-N: el reto de mantener la afirmación propia tras la fallida alianza con Errejón

Joan Baldoví se ha convertido en suelo y techo del valencianismo en Madrid. Íñigo Errejón no ha sumado valor competitivo a la coalición. La visibilización y el perfil propio, retos de Compromís después de una cuestionada alianza. Los partidos que integran la coalición se mueven.

La cúpula de Compromís en rueda de prensa tras las elecciones del 10-N. / Europa Press

hèctor serra

Cuando el pasado domingo Salvados sentó en una misma mesa a cinco representantes diferentes de las periferias del Estado, algunos tuiteros se preguntaban dónde estaba Compromís. Había quien lo hacía desde la indignación, pero fueron muchos otros los que aprovecharon para apuntar con un dardo a los estrategas de la coalición: ¿no supondría una contradicción (decían) presentarse con Más Madrid y participar a la vez en un programa titulado “Más allá de Madrid”?

Lo cierto es que aquellos hilos abiertos en la red social no dejan de constatar algo que ya se percibió en los días posteriores a fraguarse la alianza con Íñigo Errejón. El movimiento dado por Compromís para afrontar el 10-N ha supuesto una nueva oleada de reproches desde diferentes frentes, empezando por los de aquellos que veían resentirse la voz estrictamente valenciana o la posibilidad de convertir la marca propia en una sucursal del errejonismo. Algo que desde la coalición siempre han negado recordando que el acuerdo de coalición pactó la autonomía política (listas propias, marca política propia, programa propio, co-portavocía en el grupo parlamentario…) y que Compromís no dejará de jugar su perfil propio en el Congreso.

Y lo hará, puesto que la repetición electoral ha confirmado el escaño de Joan Baldoví y una distribución del voto similar a la de 2011, año en que la cooperativa política irrumpió en la Cámara Baja. El que fuera alcalde de Sueca se erige en suelo y techo del valencianismo en Madrid. La consolidación de este escaño por segunda vez en un mismo año es el único alivio al que se acogen desde la coalición. Eso, y el hecho de haber sido la única fuerza del Gobierno del Botànic que ha conseguido sumar votos respecto a abril, si bien muy ligeramente (han pasado de 173.821 a 175.092).

Compromís ya había experimentado dos fórmulas para las generales: la coalición con Podemos en 2015 y 2016, y la candidatura en solitario para el 28-A

Nadie en la coalición, sin embargo, califica de éxito la alianza. Hay quien habla sin rodeos: ha sido un fracaso. Lejos quedan los pronósticos que dibujaban dos diputados por València y uno por Alicante. Errejón no ha supuesto un valor competitivo ni una mejora sustancial. Pero, ¿por qué se apostó por Más País? ¿Qué se buscaba con esta coalición? La tesitura ante el 10-N era compleja, aseguran fuentes internas. De hecho, Compromís ya había experimentado dos fórmulas para las generales: la coalición con Podemos en 2015 y 2016, y la candidatura en solitario para el 28-A.

En esta última cita, que en el País Valenciano coincidió con las autonómicas, ya se certificó la existencia marcada del voto dual con consecuencias nefastas para los valencianistas en Madrid: mientras en la autonomía se conseguía una consolidación como segunda fuerza progresista, en el Congreso se pasó de los cuatro diputados conseguidos en 2016 (en coalición con Podemos y Esquerra Unida) a un solo diputado. De ahí que la cooperativa valorase esta vez la necesidad de un referente estatal que, finalmente, no fue Podemos. En una entrevista publicada recientemente por el diario local Levante, la coportavoz de Compromís, Àgueda Micó, sostenía que el pacto con Errejón permitía una colaboración con partidos que les trataban de igual a igual sin ser confluencia de nadie. Y preguntada sobre cómo era la relación con los morados, la dirigente sentenciaba: “Podemos es un partido de ámbito estatal con una visión muy centralista de la política”.

Mucho se ha escrito estos días, de hecho, en relación con lo que habría podido pasar si Compromís hubiese apostado por ir en puestos de salida con Unidas Podemos. “Sí, Mónica Oltra tenía razón”, aseveraba el periodista Salvador Enguix en un artículo en La Vanguardia, horas después de conocerse el preacuerdo entre Sánchez e Iglesias para un gobierno de coalición. El comunicador destacaba que ir junto a Podemos (presuntamente la preferencia de la vicepresidenta de la Generalitat) hubiese permitido a los valencianistas una mayor representación, lo que se podría haber traducido en una participación de Baldoví en la cocina del potencial nuevo Gobierno.

El conflicto de la confederalidad

Varias dudas acechan tras la aventura de Compromís en Más País. La primera de ellas: ¿puede pasar factura esta cuestionada estrategia en próximas citas electorales valencianas? No se puede olvidar que en el País Valenciano existe un perfil de votante confederal que respalda a Podemos en las generales pero apuesta por Compromís en la arena autonómica. ¿Habrá penalización?

"Cuando entra en juego un partido con un liderazgo y una trayectoria tan conocida como la de Errejón, eso parece que distorsiona", Amadeu Mezquida

Amadeu Mezquida, politólogo y secretario del grupo en València, cree que, si solo se centra la cuestión en la figura de Errejón, probablemente se puede perder electorado. “No es ajeno para nosotros presentarnos junto a otros partidos, pero cuando entra en juego un partido con un liderazgo y una trayectoria tan conocida como la de Errejón, eso parece que distorsiona”, argumenta. Para Mezquida, la experiencia en Más País se ha revelado más horizontal que en las coaliciones anteriores con Podemos.

No en vano, y a pesar de los exiguos resultados, Mezquida defiende que esto puede ser el punto de partida para articular un nuevo espacio de ámbito estatal con miras al futuro. El politólogo apuesta por trasladar al marco estatal la fórmula que los partidos pequeños utilizan para las europeas: una suerte de cooperativa de siglas con una visión identitaria plurinacional, con vocación transversal y de izquierdas. La idea, sostiene, sería explorar esta vía de cooperación con fuerzas como Chunta Aragonesista, BNG o Més per Mallorca. Mezquida insiste en que este espacio existe y que es una cuestión de esperar el momento adecuado para configurarlo.

Pero más allá del futuro, lo más interesante lo debe revelar el presente, si es que acaba habiendo legislatura. En su afán por la afirmación propia, ¿veremos a Compromís votando de manera diferente respecto a los otros dos diputados del grupo parlamentario conseguidos por Madrid? Algunas voces consultadas para el artículo creen que será inevitable. Y que, de hecho, a Compromís no le conviene que cuando hable Errejón se le vea como la voz de los valencianistas ni a Errejón le conviene que se le vea demasiado regionalista.

El conflicto de la confederalidad, sin ir más lejos, puede tener su máxima expresión en la reivindicación estrella de los de Baldoví: la financiación autonómica. Así quedó reflejado en los diversos programas electorales expuestos por Más País en las comunidades autónomas donde se presentaron. En Asturias, por ejemplo, se proponía una financiación en base a criterios como el envejecimiento y la despoblación, variables que no coinciden con las demandas de los valencianos, que piden que se ponga el foco en el peso real de la población.

“La coincidencia ideológica es clara; será fácil votar igual en todas las cuestiones”, dice Mezquida. Y añade: “En todo caso, nunca votaríamos en contra de lo que llevamos en el programa de Més Compromís. A nosotros ya nos recriminaron en su día cuando votamos en contra de la urgencia del cupo vasco porque para nosotros la urgencia en tema de financiación no es precisamente el cupo vasco. Siempre hemos sido coherentes”. Mezquida, a pesar de todo, recuerda que hay 32 diputados que son valencianos. “Cuando empieza la legislatura, 31 se quedan mudos respecto a las cuestiones valencianas”, resalta.

Reinventar el valencianismo

Mientras tanto, las estructuras internas de los diferentes partidos que conforman Compromís sacan sus conclusiones y se preparan para nuevos horizontes. El congreso ordinario que el BLOC debe acometer en 2020 es el que ha despertado más obsesiones en la prensa local. Quizá por el revuelo que generó hace un mes la aprobación de una resolución que reclama la amnistía de los presos políticos catalanes. Una declaración netamente simbólica que, sin embargo, Mónica Oltra (perteneciente a otro partido de la coalición, Iniciativa) no tardó a puntualizar que esa no era la posición de Compromís en su conjunto.

El BLOC, al que pertenece Joan Baldoví, representa el 59% de la militancia de Compromís. Según fuentes internas, la ejecutiva cree que es el momento de reinventarse atendiendo a los momentos de cambio social. Lo de la refundación del valencianismo viene de lejos y enfrenta diversas posturas. Entre ellas, hay un sector que defiende mantener un perfil bajo en las apelaciones a los símbolos o la identidad y poner el zoom en las cuestiones más sociales. Una máxima que, en realidad, ya se cumple de facto en Compromís. El BLOC no se presenta a elecciones en solitario desde hace más de una década, por lo que hay quien piensa que el partido se estaría modelando de cara a una futura etapa post-Compromís.

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