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La derecha tira de grupos ajenos a la izquierda abertzale para tratar de revivir el fantasma de los 'ongi etorris'

El recibimiento a un preso en Pamplona registrado en Navidades ha sido utilizado en medios conservadores para tratar de quitar valor a la decisión adoptada por el denominado Colectivo de Presos Políticos Vascos (EPPK). 

Protesta en Pamplona
Varias personas se manifiestan en Pamplona en una imagen de archivo. EUROPA PRESS

No hay paso atrás. La decisión del Colectivo de Presos Políticos Vascos (EPPK, por sus siglas en euskera) de poner fin a los recibimientos populares –conocidos por el término de 'ongi etorris'), es irreversible y cuenta con el respaldo de de las distintas organizaciones de la izquierda abertzale. De ahí la sorpresa, seguida de un comunicado aclarativo, ante lo ocurrido el pasado 24 de diciembre en Pamplona con el recibimiento a Ignacio Etxeberria, 'Mortadelo', un exmiembro de ETA al que esperaron entre banderas.

A Mortadelo no lo recibió Sortu, el partido de la izquierda abertzale. Aún menos vinculación tuvo EH Bildu, la coalición soberanista en la que está integrada esa formación. No hubo tampoco llamamiento de Etxerat, la organización de familiares de presos de ETA, ni de ninguna de las organizaciones civiles que trabajan a día de hoy en ese ámbito. 

¿Qué pasó entonces? En realidad, el acto fue promovido por grupos que actúan de forma completamente ajena a la izquierda abertzale. No existen vínculos, ni relaciones, ni mucho menos tutelas o el más mínimo acto coordinado. Son mundos paralelos, independientes e irreconciliables.

Todo empezó con una escisión que hoy tiene vida propia y ajena. Que corre por su cuenta. Que traza su estrategia y fija sus fines de acuerdo a sus criterios, que poco y nada tienen que ver con los que manejan en las oficinas de Sortu ni de EH Bildu. Entre esos colectivos está el Movimiento Pro Amnistía y Contra la Represión, inicialmente conocido por el nombre de ATA (Amnistia Ta Askatasuna). 

Su nacimiento fue complejo y ciertamente peligroso. Cuando ETA ya había abandonado la violencia, desde el ámbito antiterrorista dirigieron sus miradas al mundo de ATA y sus posibles seguidores, a quienes el Estado endilgó la función de mantener viva la llama de la violencia. Sus portavoces lo negaron en reiteradas ocasiones, al tiempo que no ocultaban sus radicales diferencias estratégicas con la izquierda abertzale, inmersa desde al 2009 en un proceso abocado a poner fin a ETA y fortalecer la apuesta por las vías exclusivamente políticas.

Dentro del segmentado mundo de la izquierda vasca que aspira a la independencia y que no comparte los posicionamientos de Sortu hay también otros grupos minoritarios. Entre todos ellos hay diferencias tácticas y estratégicas que les impiden caminar juntos, lo que dificulta aún más el ya impacto social de ese sector. 

La estrategia de Casado

En ese contexto, el PP ha aprovechado el recibimiento de 'Mortadelo' para equipararlo a una manifestación legal de la red ciudadana Sare en Mondragón que se celebró el pasado 31 de diciembre y que, según aclaró por escrito la organización convocante, no buscaba exaltar a nadie. La Audiencia Nacional lo dio por válido y permitió el acto.

"El recibimiento de Mortadelo no fue un hecho aislado", afirmó el pasado 28 de diciembre el líder del PP, Pablo Casado, quien anunció a bombo y platillo "el registro de una denuncia ante la Fiscalía General del Estado contra recientes 'ongi etorri', homenajes a terroristas de ETA excarcelados, al considerar que el Gobierno no hace nada para impedirlos aunque supongan una clara humillación a las víctimas".

La apuesta del PP por mezclarlo todo contagió a varios medios de prensa de la derecha, que se esforzaron por vincular a Arnaldo Otegi con el 'ongi etorri' de Pamplona. La AVT y COVITE apuntalaron esa versión, argumentando que la bienvenida a Mortadelo demostraba que "Otegi miente".

El caso Mortadelo llegó incluso al pleno del ayuntamiento de Pamplona, que en su última reunión extraordinaria del año debatió una propuesta impulsada por el PSN para condenar el ongi etorri. La iniciativa salió adelante sin el apoyo de EH Bildu, que había pedido incluir una enmienda que situaba el debate en los términos que había expresado el EPPK a finales de noviembre: los recibimientos a los presos debían quedar a partir de ahora reducidos al ámbito privado. Ese matiz no fue aceptado por los proponentes, lo que imposibilitó un acuerdo. 

La concejal de EH Bildu Maider Beloki defendió que su enmienda buscaba precisamente "respaldar la posición fijada por el colectivo del EPPK" así como "expresar la necesidad de dar pasos conjuntos entre todas las fuerzas políticas en favor de la paz y la convivencia".

"No son críticos ni disidentes"

En realidad, la influencia del portavoz de EH Bildu sobre quienes organizaron el acto de Pamplona es igual a cero. En el ámbito de ATA y grupos afines existe un absoluto desprecio hacia las posiciones adoptadas por la izquierda abertzale en torno a la superación del conflicto: en una de sus últimas declaraciones, el Movimiento Pro Amnistía volvía a mostrar su profundo alejamiento de los "oficiales socialdemócratas de EH Bildu" y criticaba a la red Sare, "a los feminismos reformistas y burgueses" y al "ecologismo y el cambio climático apoyados por los medios de comunicación al servicio del capital internacional".

"No son críticos ni disidentes de la izquierda abertzale. Son gente que tiene otra estrategia y que no respeta la decisión que ha tomado el colectivo del EPPK", señalaron a Público fuentes de la izquierda abertzale, donde muestran su "preocupación porque haya gente que sabotee esas decisiones".

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