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EH Bildu profundiza en su rol de partido responsable y opta por dar estabilidad a Sánchez pese al escándalo de 'Pegasus'

La coalición abertzale consolida su papel en Madrid y se abre como una de las vías posibles para hacer frente al avance de la ultraderecha y a la llegada de un Gobierno entre PP y Vox. La polémica por el espionaje no tuerce ese rumbo.​

Mertxe Aizpurua
La portavoz de EH Bildu en el Congreso, Mertxe Aizpurua, durante el pleno del pasado 28 de abril. Eduardo Parra / EUROPA PRESS

Un enjambre de micrófonos rodea cada pocos días a Mertxe Aizpurua en los pasillos del Congreso. La portavoz de EH Bildu es hoy objeto de todas las miradas periodísticas y políticas. Hace tiempo ya que la coalición soberanista pateó el tablero: hoy mueve fichas y juega sus partidas con el Gobierno de coalición. Mientras, la ultraderecha se revuelve en su bancada con el apoyo del discurso tradicional del PP sobre la izquierda independentista vasca. La música de siempre. 

El inocultable interés que despierta EH Bildu es compartido incluso por los servicios de inteligencia: el coordinador general de la coalición soberanista, Arnaldo Otegi, y el diputado Jon Iñarritu, uno de los rostros más conocidos de esta formación en Madrid, figuran entre los políticos espiados en el caso Pegasus.

No era la primera vez que el CNI (siguiendo además la línea de su antecesor, el CESID) ponía la oreja al independentismo vasco; lo que cambia esta vez es que hay un eco mediático y un escándalo político de dimensiones bíblicas. 

Coincidiendo con el decimoprimer aniversario de su nacimiento, EH Bildu se mueve hoy a gusto por el Congreso. El pasado 28 de abril, la coalición acaparó todos los focos con su apoyo indispensable al plan del Gobierno para hacer frente a la crisis provocada por la guerra de Ucrania. No era para menos: sin el sí abertzale, la iniciativa gubernamental habría fracasado. 

Más allá del apoyo concreto a esas medidas, el gesto de la formación vasca tenía un indudable valor político: pese al escandalo mayúsculo del caso Pegasus, los representantes de EH Bildu en Madrid adoptaron la decisión de apoyar los planes del Ejecutivo en contraposición a la actuación de sus aliados de ERC, que votaron en contra. 

Que hoy digan sí a determinados asuntos no les compromete a un amor incondicional

"La gente no puede ni debe ser quien pague las consecuencias de los graves errores de ese Gobierno", resumió entonces Aizpurua. Por ahí va precisamente la estrategia abertzale en Madrid: su apuesta es mostrarse como un partido dispuesto a apoyar aquellas medidas de trasfondo social que impulse el Gobierno, aunque manteniendo un delicado equilibrio: que hoy digan sí a determinados asuntos no les compromete a un amor incondicional.

"Así lo demostraron con el no a la reforma laboral", apunta desde la Universidad del País Vasco (UPV) la profesora e investigadora Jule Goikoetxea. A su juicio, por ahí  transcurre precisamente "una de las estrategias comunicativas de EH Bildu en Madrid".

"Más allá del caso Pegasus, siempre han dicho que van a apoyar y darán estabilidad en base a las leyes y medidas concretas que se propongan. Han apoyado distintas iniciativas, entre ellas las relacionadas con la situación de crisis, no solo para mostrarse como partido responsable, sino porque creen que esas medidas ayudan a la ciudadanía", subraya la analista.

En EH Bildu lo han bautizado como "ventana abierta". Una ventana que se abrió con la llegada de Unidas Podemos al Gobierno de coalición y que se ve reforzada además por el nuevo escenario político en Euskadi, con ETA desaparecida del paisaje y la izquierda abertzale comprometida con las apuestas exclusivamente democráticas.

La mirada crítica se consolidó en octubre pasado con la solemne Declaración de Aiete: en un gesto histórico, Arnaldo Otegi y el coordinador de Sortu, Arkaitz Rodríguez, mostraron su reconocimiento hacia las víctimas de ETA y remarcaron que su sufrimiento "nunca debió haberse producido".

La consolidación de ese escenario en Euskadi transcurre de forma paralela a la transformación de EH Bildu en un interlocutor válido del Gobierno, algo que enerva a PP, Vox y lo que queda de Ciudadanos.

Ajena a esas críticas y acusaciones, Moncloa mantiene abiertos todos los canales con la izquierda soberanista vasca. "En base a la aritmética en Cortes Generales, EH Bildu opta por mantener este gobierno porque las otras alternativas son peores", agrega Goikoetxea.

Agendas vivas

"A EH Bildu no le interesa en este momento que el gobierno de Sánchez caiga porque existen agendas vivas que no conviene paralizar", afirma por su parte Mario Zubiaga, profesor de Ciencias Políticas en la UPV.

No todo es perfecto, ni tampoco idílico. Encima de la mesa está ahora el escándalo del caso Pegasus, que perjudica la imagen del Gobierno y abre un mar de incertidumbres que nadie tiene claro si finalmente serán despejadas o, por el contrario, crecerán con el paso de los días.

"Este escándalo no es sino la explicitación de algo que todo el mundo sabe y da por supuesto, aún más en el caso de EH Bildu", señala Zubiaga en alusión al histórico espionaje al que ha estado sometido el independentismo vasco durante más de tres décadas. 

No obstante, la coalición abertzale ha mostrado sus discrepancias con la gestión realizada por el Gobierno de esta crisis, al tiempo que anima a que se conozca toda la verdad en torno al espionaje y, por tanto, existan consecuencias políticas allá donde tengan que existir.

"No hay que olvidar que EH Bildu ha dicho también que Sánchez, al negarse a llevar a cabo una investigación seria, está poniendo en peligro la gobernabilidad", recuerda Goikoetxea.

Imagen reforzada

Para Asier Blas, profesor también del Departamento de Ciencia Política de la UPV, cree que "una parte de que haya optado por dar estabilidad a Sánchez pese a Pegasus ha sido para reforzar esa imagen de partido responsable". Pero hay más.

"Otra parte de la explicación tiene que ver con ese fantasma del gobierno PP-Vox que hace que EH Bildu defienda la hipótesis de que es mejor dar estabilidad al statu quo actual aunque no sea satisfactorio, porque hay miedo a un cambio en Madrid que pueda llevar incluso a un intento de ilegalización de partidos independentistas". De momento, la ventana del actual gobierno sigue abierta. La puerta hacia los acuerdos, también. 

 

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