Este artículo se publicó hace 4 años.
El "fantasma" que ya no asusta en Euskadi: EH Bildu rompe tópicos y descoloca a la derecha en Madrid
La decisión de la coalición soberanista de apoyar los Presupuestos Generales del Estado consolida su papel político y le otorga un protagonismo inédito en el Estado, aunque normalizado ya en el País Vasco y Navarra.
Bilbao-
El reloj había superado ya las 00.00, pero en el Arenal de Bilbao no había prisa por volver a casa. O al menos por irse sin saber qué pasaría 17 noches después, cuando se abriesen las urnas y se contasen votos. Las personas concentradas aguardaban una resolución del Tribunal Constitucional sobre el futuro de una nueva marca política independentista que quería, precisamente, ir a unas elecciones. Era el 5 de mayo de 2011 y Bildu ("Reunir", en euskera) empezaba a ser noticia.
Aquella noche cerrada, el TC resolvió que en este caso no se aplicarían prohibiciones y, por tanto, el soberanismo vasco podría volver a estar representado en unas votaciones. En el escenario del Arenal donde se celebró aquella decisión no solo había representantes de la izquierda abertzale tradicional, sino que también estaba un joven parlamentario vasco que provenía de IU. Su nombre: Oskar Matute. O también Pello Urizar, líder de la socialdemócrata EA, una escisión del PNV.
Nueve años después, Matute es uno de los cinco diputados de EH Bildu que, "si nada se tuerce" –según palabras textuales del coordinador general de esa formación, Arnaldo Otegi– apoyará los Presupuestos Generales del Estado. El anuncio puso el grito en el cielo: la derecha y sus medios afines no dudaron en acusar al Gobierno de pactar con los "herederos de ETA" o con los "batasunos", otro de los términos empleados para referirse de forma peyorativa hacia quienes forman parte de una coalición que, tanto a nivel político como organizativo, supera los límites de la izquierda abertzale tradicional.
"Aquí es un debate inexistente", señala Asier Blas, director del Departamento de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad del País Vasco (UPV). En tal sentido, subraya que la alarma generada por la derecha en Madrid ante la decisión de EH Bildu de apoyar los Presupuestos carece de efecto en Euskadi. "Recordemos que cuando Bildu gobernaba en la Diputación de Gipuzkoa, algún año aprobaron los Presupuestos con el apoyo del PSE", afirmó.
En las elecciones vascas del pasado 12 de julio, EH Bildu reforzó su posición como principal fuerza política opositora y volvió a ubicarse por detrás del PNV con 21 escaños. Alcanzó además el porcentaje de voto más alto en la historia política de la izquierda soberanista (27,8%) y conquistó 249.580 votos, algo por debajo de los 277.923 (equivalentes al 25% de los emitidos) en los comicios vascos de 2012. Gobierna además en 83 de los 251 ayuntamientos de Euskadi y en 34 de los 272 existentes en Navarra, mientras que en el Parlamento de la Comunidad Foral cuenta actualmente con siete escaños.
"EH Bildu tiene una presencia potente en la sociedad vasca. A día de hoy es lógico que vaya participando y asumiendo una función parlamentaria estándar, lo cual es un síntoma de normalidad", afirma Xabier Aierdi, exdirector del Departamento de Sociología de la Universidad del País Vasco (UPV). De hecho, cree que la polémica construida por la derecha en torno al apoyo de la coalición soberanista a los Presupuestos es un "debate madrileño" que surge de un "microclima tóxico". "A veces no se piensa desde Madrid lo aburridos que pueden llegar a ser y lo poco que interesan esos debates", remarcó Aierdi.
La normalización de EH Bildu en la vida política se ha sentido estos días también en el Parlamento navarro, donde la formación independentista ha vuelto a alcanzar un acuerdo con el Gobierno liderado por el PSN para facilitar la aprobación de los Presupuestos forales. "Una cosa es el escenario del Congreso y otra el que se configura en Euskadi y Navarra con dinámicas particulares", subraya el sociólogo y profesor de la Universidad Pública de Navarra Ricardo Feliú.
A su juicio, "Bildu tiene evidentemente un programa político que apuesta por la independencia, de carácter republicano, pero aceptando el juego en las instituciones", por lo que entiende que "queda muy lejos aquella izquierda abertzale irredenta de los ochenta y noventa". En esa línea, Feliú considera que ha habido una "rearticulación" de los dos grandes "ejes discursivos" de la izquierda abertzale: "No se reniega de la independencia y de la construcción nacional –sostiene–, pero se rearticula".
"Es muy interesante ver cómo en ayuntamientos gobernados por Bildu se han empezado a hacer homenajes a víctimas de ETA"
La hoja de ruta de EH Bildu tiene hoy unos claros ingredientes de izquierdas no solo en el ámbito de Euskadi o Navarra, sino también en el Estado: su apuesta pasa también por conformar mayorías que permitan impulsar políticas progresistas, sin abandonar la cuestión territorial vasca y, al mismo tiempo, reclamar soluciones para los presos de ETA. "No es una cosa sencilla cerrar las heridas sociales y emocionales de 40 años de terrorismo, sino que se trata de un tránsito muy lento. En cualquier caso, es muy interesante ver cómo en ayuntamientos gobernados por Bildu se han empezado a hacer homenajes a víctimas de ETA, o que esa formación participa en actos de ese tipo", destaca Feliú.
Lo cierto es que en el seno de EH Bildu conviven fuerzas con diferentes trayectorias, también en lo relacionado con la violencia. Dentro de esa coalición está Sortu, el partido actual de la izquierda abertzale oficial, junto a Eusko Alkartasuna –hoy sumida en una grave crisis interna que amenaza su futuro– y Alternatiba, la organización política a la que pertenece Matute. Aralar, un partido creado por el sector crítico de Batasuna, decidió en 2017 disolverse dentro de EH Bildu, donde hoy continúan participando varios de sus principales miembros.
"La derecha utiliza el fantasma de EH Bildu, cuando allí hay sectores que han condenado siempre la violencia", afirma Blas. De esta manera, entre los integrantes de la coalición –tanto entre aquellos que representan a los partidos que la componen como quienes participan a modo de independientes– han existido lecturas y posiciones distintas ante el terrorismo. En sus estatutos, EH Bildu dejó escrito su rechazo a todas las violencias, incluida la de ETA.
Así lo reafirmó además en el acuerdo de gobierno que suscribió en 2015 para entrar al Ejecutivo cuatripartito de Navarra junto a Geroa Bai, Podemos e Izquierda-Ezkerra. En la página seis de aquel documento, EH Bildu manifestaba "el rechazo y condena de cualquier tipo de expresión de violencia que se produzca, incluida la de ETA".
"Legitimidad política y legal"
"Cada vez que el mundo de la izquierda abertzale hace política, que además es lo que se le ha pedido siempre, surge este debate", afirma a Público el sociólogo y profesor de la UPV Imanol Zubero, quien considera que la coalición soberanista "tiene toda la legitimidad política, legal y constitucional para ser una más en el Parlamento", del mismo modo que "el Gobierno y los partidos que lo conforman tienen toda la legitimidad a la hora de apoyarse en las fuerzas que consideren oportunas para sacar adelante la legislatura".
Ramón Zallo, catedrático de Comunicación Audiovisual de la UPV, coincide en advertir sobre la artificialidad del debate instalado por la derecha en el Congreso ante el apoyo de EH Bildu a los PGE. "En Madrid choca en algunas corrientes, pero aquí, en cambio, está totalmente naturalizado. Al fin y al cabo, es la segunda fuerza del Parlamento Vasco", subrayó.
"Allí probablemente choca porque se funciona con un esquema erróneo de vencedores y vencidos, con los estigmas que eso supone –comentó Zallo-. Sin embargo, cuando advierten que hay una fuerza que pasado página respecto al pasado y está en otra dinámica, no terminan de aceptar que esas son las reglas naturales del juego en cualquier parlamento".
Crecer a la izquierda
En ese camino, EH Bildu aspira además a ampliar su base política, creciendo principalmente por la vía de la izquierda aunque sin olvidar su disputa hegemónica con el PNV a la hora de retener votantes nacionalistas. "También es verdad que si creces mucho en el terreno del nacionalismo, empiezas a perder apoyos en el ámbito de la izquierda –reflexiona Zubero–. En este momento, creo que tienen capacidad de crecer penetrando en ese territorio que sembró Podemos".
Por su parte, Zallo también cree que la formación vasca tiene ahora la posibilidad de "reforzar ese discurso de izquierdas, el cual quedó aparcado durante demasiado tiempo". "Eso significa competir y también colaborar con Podemos e incluso establecer alianzas en temáticas que serían deseables", apuntó.
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