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El entusiasmo de las 'nuevas' derechas hace peligrar las grandes alcaldías progresistas de las Islas Baleares en las municipales de mayo

Los grandes pueblos del cinturón de Palma, más bien castellanohablantes, podrían ser la punta de lanza de las derechas, mientras que las izquierdas confían en retener Palma y las capitales de Ibiza y Menorca

Miquel Comas (Som Palma), Antoni Noguera (MÉS) y José Hila (PSIB) en la firma del pacto del Govern de 2015

La fotografía de las elecciones municipales en las Islas Baleares empieza a ser una polaroid que se desgasta y cae a pedazos en tan sólo dos meses. Y es que las izquierdas estaban a punto de irse de Navidad con la sensación de poder revalidar las alcaldías conquistadas en el tsunami electoral de 2015. Pero las elecciones andaluzas convulsionaron todo el panorama político y los consistorios de izquierdas tiemblan con la posible entrada de VOX. Además, el renovado entusiasmo de las bases populares y naranjas contrasta con el ambiente de desmovilización del electorado de izquierdas. Los votantes de Podemos, por las peleas internas en Madrid y la marcha del sector Anticapitalistas; o los de MÉS (izquierda soberanista, similar a Compromís), porque perciben una cierta falta de contundencia en políticas ecologistas y de control del turismo.

El reciente anuncio bomba del ex presidente de las Islas José Ramón Bauzá, abandonando el PP en desacuerdo por la política lingüística de la actual dirección –más regionalista, pero en ningún caso catalanista–, ha sido el último movimiento sorpresa que vuelve a alterar el tablero de juego. Si Bauzá se alía con VOX, evidentemente, la imagen pública de la ultraderecha mejorará en su perfil de gobernabilidad.

Pero fijémonos en la fotografía actual del poder municipal en el archipiélago. ¿De dónde venimos? Actualmente, el tripartito de izquierdas –PSIB, Podemos y MÉS–gobierna en la inmensa mayoría de municipios de las cuatro islas. Sólo El Pi –pequeño partido de regionalistas conservadores– les hace competencia, con un puñado de alcaldías en pueblos de Mallorca –unas con apoyo del PP, otros de la izquierda–. ¿Y el PP? Los populares quedaron arrasados ​​por el tsunami de 2015, en el que el electorado de izquierdas no se dejó a nadie en su casa, en el afán de echar al gobierno extremista de José María Bauzá. Asimismo, las bases más regionalistas de los PP no conectaban con la obsesión bauzaniana contra la lengua catalana (como el decreto de trilingüismo en las escuelas, el famoso TIL) y ese día se fueron a la playa. Ahora bien: mucho puede cambiar el 26 de mayo.

El cinturón de Palma, la vía de entrada para VOX

Los municipios donde la izquierda podría perder el control con más facilidad son, a estas alturas, aquellos del cinturón de Palma, con más fuerte presencia de migrantes españoles trabajando en el sector de la hostelería y otros: Calvià, Marratxí y Llucmajor. Y es que es aquí precisamente donde más factible parece la entrada de VOX en los consistorios. Los socialistas serían los que más tienen que perder, ya que también son feudos de votante socialista castellanohablante. Alfonso Rodríguez (Calvià) y Gori Estarellas (Llucmajor), pues, deberán batallar fuerte para que les salgar los números para revalidar la vara de mando. En Calvià, además, la coalición entre Esquerra Unida y MÉS (Esquerra Oberta) ha vivido últimamente algunos tiras y aflojas internos.

De las grandes alcaldías, el PSIB aún podría luchar para retener Ibiza ciudad (Rafel Ruiz). Sin embargo, las izquierdas están muy atomizadas en esta isla y podrían dejar caer el resto de alcaldías (a pesar de todas sean pequeñas). Menorca, en cambio, es la isla donde la izquierda siempre resiste mejor, incluso bajo gobiernos autonómicos del PP. Por ello, creen que podrían retener las dos grandes villas –Maó y Ciutadella–, tanto por los resultados del nacionalismo menorquín como por los de los socialistas.

De hecho, el PSIB es justamente el que mejor parece que aguantará el número de votos respecto 2015: por un lado, porque hace cuatro años ya hicieron su mínimo histórico y se considera que han alcanzado su suelo electoral. Y por otro, porque las polémicas ecologistas (el movimiento anti-autopista) no son de demasiado interés para su electorado (o al menos no determinantes). Los esfuerzos también podrían hacer retener la alcaldía de Inca (Virgilio Moreno). Precisamente en Inca se ha vivido esta semana una extravagante maniobra: el PP sustituye a su candidata a la alcaldía, la independiente Mar Nicolás, después de que se filtrara que durante el referéndum del 1 de Octubre criticó las cargas policiales. "No es una España de la que sentirse orgullosa", había dicho.

Manacor y otros pueblos que podría mantener El Pi

También se da por hecho que será muy difícil recuperar Manacor, que en 2015 se consiguió de manera temporal. Las izquierdas ganaron por mayoría relativa, así que para echar al PP se vieron obligadas a negociar los votos de El Pi (como decíamos, suma de regionalistas exPP y los restos de la antigua Unió Mallorquina, de centro moderada). Por primera vez en la democracia, arrancaba una legislatura gobernada por las izquierdas. Y y no liderada por el PSIB, sino con la nacionalista MÉS como socia grande y los socialistas en inferioridad. Pero la alegría progresista duró poco: cinco meses. Y es que una crisis hizo cambiar de opinión y los votos de El Pi se giraron contra el equipo de Gobierno y propiciaron la vuelta del PP, en coalición con los mismos regionalistas.

Otras alcaldías de El Pi son Felanitx y Sant Joan, que los regionalistas esperan mantener mediante pactos. Las expectativas habían sido muy buenas hasta hace pocas semanas, con encuestas que les daban un estirón de voto a los municipios de Mallorca y un pequeño crecimiento en los de Menorca e Ibiza, donde no tienen gran implantación, dado que en parte vienen a ser los herederos políticos de la extinta Unió Mallorquina.

La batalla por Palma

Sin embargo, la joya de la corona es Palma. Un municipio donde tiene muchas opciones de entrar VOX, quien ha optado por Fulgencio Coll, ex coronel en retiro y bien visto en el mundo conservador de Palma. No es precisamente un perfil joven y moderno. Pero no parece un freak, sino que es un perfil respetado y alejado del cuñadismo del que VOX ha hecho ostentación hasta ahora.

Tan bien considerado que incluso su principal rival electoral, el candidato del PP Mateu Isern, le dio la bienvenida cuando trascendió el nombre de Coll: "Es un lujo para la política que gente con esta trayectoria, con este perfil , se quiera incorporar a la política, ojalá hubiera muchos más Fulgencio Coll". Y tan intensas fueron las alabanzas que al día siguiente tuvo que salir a negar que quisiera pactar con VOX. "Creo que con el nuevo PP de Pablo Casado no hace falta Vox", dijo.

Unas salidas de tono que recuerdan al Mateu Isern de la legislatura de 2011 a 2015, cuando fue alcalde de Palma con una cierta fama de verso libre del PP. La misma que le costó la enemistad con José Ramón Bauzá y la apartó de la candidatura a la reelección. Pero el triunfo del sector regionalista, encabezado por Biel Company, actual jefe del PP y candidato al Govern Balear, lo han devuelto inesperadamente a la política palmesana. Tras él deja el cadáver de Magda Duran, de la que se considera que no ha sacado suficiente punta de hacer oposición.

Se la puede ver a menudo en Ca la Seu, un bar del casco Antiguo de Palma próximo al ayuntamiento, haciendo una cerveza con Marga Prohens, portavoz del PP en el Parlament que tampoco encabezará la lista autonómica. Pero la candidata caída no tiene malas palabras: "Estoy convencida de que el candidato que ha elegido el partido es mejor que yo, sino no habría sido así". No es probable que su futuro pase por acompañar Isern de ticket electoral en Cort [el ayuntamiento de Palma] y "bajar" a la segunda posición. Pero hay más instituciones y los conservadores huelen la posibilidad de volver al poder. A pesar de que Isern fuera considerado más moderado, ya ha hecho saber que si gobierna, volverá el castellano a los Premis Ciutat de Palma. Definitivamente, está recolocando su discurso, hasta ahora más moderado, en línea con el de Pablo Casado.

  En Palma también es donde mejor se notó el casi-sorpasso de MÉS al PSIB el pasado 2015, cuando el candidato socialista José Hila se vio obligado a repartirse la alcaldía con el nacionalista Toni Noguera, a razón de dos años cada uno. Ahora las tornas han cambiado y el optimismo en las filas ecosocialistas ha descendido, desde las elecciones andaluzas. Hay que añadir las polémicas ecologistas y turísticas, simbolizadas en la ampliación de la autopista de Llucmajor a Campos. Sin embargo, si alguien ha marcado más perfil propio ha sido precisamente Noguera. Por ello, se espera que el posible descontento de voto hacia MÉS no tenga tanta afectación en Palma.

Una candidatura avalada por la CUP se postula en Palma

Pero si se diera un cierto castigo a MÉS, quien teóricamente podría capitalizarlo (más allá de la abstención) es la Crida per Palma. Se trata de una candidatura municipalista que cuenta con el apoyo externo de la CUP y que está dirigiendo críticas a la línea de flotación de MÉS en ecologismo, turismo y memoria histórica. Tras una tímida especulación sobre si se presentaría alguna candidatura en mayo de 2015, esta opción se descartaba a la vez que sí se decidía hacer nacer oficialmente la CUP Palma. Ahora apoyan la Crida per Palma.

Su presencia no ha caído bien en las filas ecosocialistas, que se defienden asegurando que no hay motivo para no votar MÉS en Palma, ya que no tienen que ver con las polémicas urbanísticas de nivel autonómico. La respuesta del actual alcalde, Toni Noguera, es clarísima: "No veo nada factible que obtengan representación". Actualmente, se considera que la entrada en Cort bordea un mínimo de 8.000 sufragios.

Otro partidos que podrían acceder representación es El Pi, que ha apostado por tirar de Josep Melià (una persona relativamente conocida), para intentar estrenarse en una plaza difícil por los regionalistas, ya que tienen sus feudos a los pueblos mallorquines de interior . Es una incógnita si Melià logrará sentarse en el salón de plenos de Ciutat, pero pese a entrar, todo apunta a que su influencia será mucho menor que en el Parlament, donde hacen de partido bisagra y podrían ser determinantes el 26-M.

Finalmente, la ex diputada del PP Aina Maria Aguiló presentó hace unos semanas una nueva marca electoral municipal, sumamente. Aguiló partió del PP en protesta por la "tibieza" en las políticas lingüísticas defendidas por Biel Company. Alineada con las tesis del expresidente José Ramón Bauzá y el aún más derechista ex alcalde de Calvià, Manuel Delgado, se especula con su unión en una especie de lobby de rebotados con el PP. Sobrevuela, evidentemente, la tentación de negociar con VOX. Si fuera así, el potencial de esta derecha "a la derecha del PP" no sería despreciable.

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