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Análisis Pablo Iglesias: el puente entre el Gobierno, el independentismo y el giro social

El líder de Podemos está dispuesto a trabajar "todo lo posible" para conseguir que los Presupuestos salgan adelante. Podemos y el Gobierno rechazan que sea un enviado para negociar con los partidos catalanes, pero entre el partido morado sí reconocen que está actuando como facilitador para volver a repetir la mayoría de la moción de censura. 

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder de Podemos, Pablo Iglesias, en la firma del acuerdo presupuestario / PODEMOS

Pablo Iglesias ha tomado un papel crucial en las negociaciones del Gobierno socialista. Entre el independentismo y el Ejecutivo. Entre el PSOE y "la España del 15M". El secretario general del partido morado avisa que no es "delegado" de Pedro Sánchez para negociar los Presupuestos de 2019 con los partidos catalanes. Pero también apunta que hará todo lo que esté en sus manos para conseguir los apoyos que se necesitan en el Congreso para sacar adelante las Cuentas. No es para menos: el proyecto presupuestario ha nacido de la mano de Unidos Podemos.

Esto es una encrucijada para los grupos catalanes en la Cámara Baja. Sobre todo para ERC, porque sus votos son necesarios para que se aprueben las Cuentas Generales del Estado, mientras que podrían seguir adelante con la abstención del PDeCAT. Esquerra insiste en rechazar sentarse a negociar el proyecto presupuestario si el Gobierno no se mueve e insta a Fiscalía que libere a los "presos políticos catalanes", para lo que aseguran que quieren entablar conversaciones directamente con el Ejecutivo. Aunque fue ERC quien pidió la reunión de Oriol Junqueras y Pablo Iglesias en verano porque los partidos independentistas confían más en Podemos que en el Gobierno. Así lo afirman diputados de las formaciones. Por esto, Iglesias hace de puente entre ellos.

No es nada nuevo: en la moción de censura fue Iglesias el que se sentó a hablar con los líderes de los partidos nacionalistas y vasco, facilitando sus apoyos al PSOE. Este papel lo repitió después con el president de la Generalitat, Quim Torra. "Mi voluntad es ayudar a que haya un clima de entendimiento entre el Gobierno español y las fuerzas políticas catalanas. Que el diálogo y las vías democráticas sean las que guíen las políticas que gestionan el conflicto en Catalunya", explicó Iglesias ante el encuentro. No fue en vano. El 25 de junio se reunieron Iglesias y Torra y el 9 de julio el líder socialista recibió al president de la Generalitat. Ahora, además de ver a Junqueras, Iglesias también tiene previsto "tomar un café" con Carles Campuzano y ha asegurado que hablará con el PNV. Tampoco se descarta, como ya hizo para la moción de censura, una llamada a Carles Puigdemont

Los partidos independentistas confían más en Iglesias que en Sánchez por sus posturas en el 1-O

El porqué de la confianza de los partidos catalanes hacia Podemos se remonta un año atrás. Mientras que el PSOE se unió al "bloque constitucionalista" con el PP y Ciudadanos para afrontar desde la represión el procés y la situación en Catalunya, Unidos Podemos llamó a ERC, PDeCAT, PNV y Compromís a unirse para buscar una salida a la situación. Un punto de inflexión que se marcó en la asamblea de Zaragoza. El PSOE estaba invitado a participar en las reuniones, pero lo rechazó. "Vamos a seguir insistiendo", aseguró entonces Iglesias, haciendo un llamamiento a los socialistas hacia el diálogo. La postura en la que ahora está el Gobierno.

Aquí comenzó Iglesias el camino hacia la mayoría que consolidó la moción de censura. Y con la que ahora busca consolidar una agenda progresista para sacar unos Presupuestos y seguir sumando iniciativas sociales que deriven a responder las necesidades de "la España del 15-M", según defiende el partido morado. Pero el camino no es fácil y las condiciones de la moción de censura son muy diferentes a las actuales. Entonces, ERC, PDeCAT, PNV y Compromís no pidieron nada a cambio. Todos tenían el mismo objetivo: echar a "los corruptos" del Gobierno. Ahora el panorama ha cambiado, todos tienen sus propias reivindicaciones y, aunque este fuera el caso, no les vale que Iglesias negocie por el Ejecutivo. Pero, eso sí, que se mantenga como facilitador y puente entre el Gobierno y el independentismo.

¿Vicepresidencia o el camino hacia una coalición?

La derecha ha asumido el término de "vicepresidente" para denominar a Iglesias. Pero esto no es lo que sostiene ni Podemos ni el Gobierno. Iglesias hoy ha negado rotundamente ser "delegado" de Sánchez. De hecho, fuentes de Podemos explican a Público que la intención del líder del partido en la reunión de este viernes con Oriol Junqueras es "hablar de todo", pero también convencer políticamente a los partidos catalanes de que se puede continuar exigiendo la liberación de los presos catalanes, a la vez que se aprueban los Presupuestos. Quizás, conseguir que rebajen las peticiones al Gobierno. Pero, en ningún caso, negociar una partida presupuestaria o llegar a un acuerdo que está en manos del Gobierno. Además, Iglesias ha recalcado en varias ocasiones que es "absolutamente normal" la reunión entre los dirigentes políticos.

Sánchez también ha negado que Iglesias acuda en calidad de Gobierno. Este jueves ha agradecido desde Bruselas el apoyo de Iglesias a los Presupuestos, pero ha recordado que la negociación con el resto de partidos para la aprobación de esas cuentas es competencia del Ejecutivo.

En Podemos, aseguran que cada vez el PSOE está entendiendo más que el próximo Gobierno será de coalición

Entre el partido morado, alegan que lo que no se está entendiendo desde algunos sectores es el cambio político que está habiendo. Porque, lo que hay aún más de fondo, es un entendimiento dirigido a que, en las próximas elecciones, los resultados de los gobiernos serán coaliciones en dos bloques: la derecha, con Ciudadanos y el PP a la cabeza, y Podemos y PSOE a la izquierda. El movimiento del PSOE hacia esto también se ha sellado con el acuerdo presupuestario, un pacto para desarrollar hasta 2020.

En este sentido, Podemos está representando la izquierda más progresista. En La Vanguardia hace unos días apuntaban que en el PSOE se han "quedado con los ojos redondos ante la ambición de lo acordado, que trasciende con mucho una rectificación en la política ingresos/inversión y fija nuevos marcos estructurales": "Uno de los pactos políticos más significativos de la última década".

En efecto, el acuerdo supone un cambio político y económico que si llega a materializarse pone fin a una etapa. Pero también inicia un camino hacia otra forma de hacer política. Un Gobierno de minoría que está negociando con otros partidos, en cuestiones materiales, para sacar adelante la legislatura. El ejemplo más claro lo representa el pacto presupuestario: hasta el momento, los partidos sólo negociaban partidas y cambios concretos. Unidos Podemos y el Gobierno han elaborado todo un proyecto presupuestario conjunto. 

El giro que se ha producido, todavía queda por ver cómo termina y si acaba dando sus frutos. Pero sí consolida un cambio en la política parlamentaria. Podemos siempre ha sostenido que la sociedad española estaba pidiendo un Gobierno de coalición y, ahora, aseguran que Sánchez está entendiendo que este es el futuro. 

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