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El incesante camino de Sánchez para reforzar su papel internacional

El presidente del Gobierno teje nuevas alianzas y otorga un papel protagonista al exterior. Con menos de 30 años se curtió en diferentes trabajos fuera de España. Moncloa saca pecho de que por primera vez nuestro país lidera debates en Bruselas y otros organismos. 

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la rueda de prensa conjunta  con el presidente de Sudáfrica celebrada el pasado jueves en Pretoria.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la rueda de prensa conjunta con el presidente de Sudáfrica celebrada el pasado jueves en Pretoria. EFE/EPA/PHILL MAGAKOE / POOL

A finales de los años 90 Pedro Sánchez cursó un Máster de Política Económica en Bruselas. Allí también trabajó como asesor parlamentario. En Nueva York trabajó un año con un bróker de Wall Street. Y en Bosnia-Herzegovina en el gabinete del alto representante de Naciones Unidas. El presidente del Gobierno maneja con soltura el inglés. Todos estos factores personales e inquietudes son clave para entender el incesante perfil internacional que Sánchez está proyectando.

"Pudo completar unos conocimientos sobre la realidad política y económica internacional que pocos jóvenes podían tener", afirma al respecto el actual director del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), José Félix Tezanos, en su libro Había partido: de las primarias a la Moncloa (Catarata, 2022). Según el libro, Sánchez también adquirió "una notable experiencia sobre el terreno en política internacional en tiempos de crisis". Especialmente tras la mencionada estancia en Bosnia con el contexto de la guerra de los Balcanes. 

Más de 20 años después al presidente le ha tocado lidiar con diversas crisis gestadas a nivel internacional. Él mismo lo recuerda habitualmente para poner en valor la reacción que a su juicio está teniendo el Gobierno ante dificultades inesperadas. Una pandemia, una guerra a las puertas de Europa, una crisis de refugiados procedente de Afganistán, Ceuta, Melilla...A esto se le suma la irrupción de un volcán o fenómenos meteorológicos históricos como la nevada denominada Filomena. Sánchez ha llegado a ironizar sobre que lo único que le queda es que llegue una invasión zombi. 

Quienes conocen a Sánchez suelen destacar al respecto que es el primer presidente que no separa la esfera nacional de la internacional. Y que es la primera vez también que España lidera debates en Bruselas y en otros espacios internacionales. "Se mueve muy bien, eso creo que nadie lo puede negar", destaca uno de sus colaboradores cercanos. "Entiende Europa, habla y le escuchan", añaden en su entorno. 

Frente a este papel, la derecha ha tratado de ridiculizarlo y erosionarlo. Las maniobras en Bruselas del PP a cuenta de los fondos europeos son incesantes. Lo fueron con Pablo Casado y con Alberto Núñez Feijóo no han cesado. Se ha criticado también la "excepción ibérica" al tope del gas, recalificada por los populares como "timo ibérico". Incluso hay quien levanta cada poco tiempo un vídeo fake en el que supuestamente Mario Draghi le llama "Antonio" dejando caer que a Sánchez no lo conoce nadie en Europa. 

Moncloa se defiende con "hechos incontestables". Se ha conseguido gracias al impulso de Sánchez la concesión de los fondos europeos, el tope al gas, la apertura de la UE a la reforma del mercado energético o la implantación de un impuesto a las grandes empresas eléctricas. Además, consideran un ejemplo la estabilidad del Gobierno de coalición en un escenario convulso en muchos países. Sánchez ha logrado tener una estrecha y cómplice relación con la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, dirigente conservadora. 

Los eventos internacionales en los que ha participado Sánchez han sido incesantes en los últimos meses. En el mes de junio se celebró una importante Cumbre de la OTAN en Madrid, con una alta proyección pública del presidente. El líder del Ejecutivo ha viajado a los Balcanes, a varios países de América Latina y esta misma semana a Kenia y Sudáfrica.

Entre medias, un acuerdo con Francia y Portugal para la construcción de un "corredor verde" para hidrógeno verde o una cumbre Hispano-Alemana en A Coruña. Y por supuesto las habituales citas a nivel europeo en la capital belga o en Praga junto a otros jefes de Estado. Tampoco faltó a la Asamblea General de la ONU en Nueva York. 

No todo ha sido un camino de rosas en la proyección internacional de Sánchez y, por consiguiente, de España. Marruecos, Argelia y el Sáhara Occidental son sin ninguna duda la piedra en el zapato del Gobierno y del Ministerio de Exteriores que lidera José Manuel Albares. El giro histórico sobre el conflicto saharaui removió las aguas y ha desembocado en una ruptura de relaciones con el país argelino y con el Frente Polisario, representante legítimo de los saharauis ante la ONU. Las nuevas relaciones con el reino alauita, excepto la reapertura fronteriza en Ceuta y Melilla, no se han acabado de concretar y de hecho la importante cumbre bilateral sigue sin fecha. 

La transición ecológica como legado

Sánchez quiere ser recordado como un presidente que puso en el centro del debate el ecologismo y la lucha contra el cambio climático. Lo reconocía él mismo en un documental publicado por el PSOE recientemente. El tiempo dirá si eso sucede. Pero al menos lo está intentando. Será uno de sus objetivos al presidir la Internacional Socialista, cargo al que accederá oficialmente el próximo mes. 

En el horizonte, hay una situación a la que Sánchez le otorga una máxima importancia: la presidencia de turno de España en la UE. Moncloa ya trabaja para ello y ha elegido varias ciudades para que sean "sedes" de esta etapa que durará seis meses, entre junio y diciembre. Entre los objetivos del presidente, tal y como anunció en la ONU, se encuentran trabajar por un acercamiento de Europa a América Latina. El objetivo es "revitalizar una alianza fundamental entre ambas regiones".

Hay quienes ven, seguramente con no muy buenas intenciones, en estos movimientos un intento de garantizarse un puesto de relevancia ante su posible salida del Gobierno el año que viene. Su entorno, obviamente, niega la mayor. No descartan que precisamente por su perfil pueda en un futuro optar a lo que considere. Pero ahora no toca. Lo que tiene en mente es ganar las próximas elecciones generales, que se convocarán "cuando tocan", insisten de forma continua en Moncloa y Ferraz. Eso significa en diciembre de 2023. 

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