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La manifestación contra la amnistía pone a prueba la capacidad de movilización del españolismo en Catalunya

La manifestación convocada por Societat Civil Catalana sólo apela a seguidores de PP, Vox y Cs y busca reactivar un espacio que protagonizó marchas multitudinarias en otoño de 2017, pero que casi no se movió para rechazar los indultos. Feijóo y Abascal serán algunos de los asistentes.

27/10/2019 - Manifestació de Societat Civil Catalana (SCC) per rebutjar les protestes contra la sentència del Suprem en el judici de l'1-O, celebrada el 27 d'octubre de 2019 a Barcelona.
Manifestación de Societat Civil Catalana (SCC) per rechazar las protestas contra la sentencia del Supremo en el juicio de l'1O, celebrada el 27 de octubre de 2019 en Barcelona. Laura Busquets / ACN

Después de unos cuántos años con una presencia muy residual en las calles catalanas, el españolismo intentará volver a movilizarse masivamente este domingo en Barcelona. La razón es la manifestación convocada por Sociedad Civil Catalana (SCC) contra la posible amnistía a los represaliados del Procés, que cuenta con el apoyo de PP, Vox y Cs, además del otras entidades del universo españolista de Catalunya.

La cita arrancará a las 12h ante la Pedrera, en la confluencia entre el Paseo de Gràcia y la calle Provença y pondrá a prueba cuál es la actual capacidad de movilización de un espacio político que sólo ha congregado a cifras multitudinarias en los momentos más álgidos del Procés, es decir, en otoño del 2017. La marcha acabará a la Gran Vía de les Corts Catalanes, donde estará el escenario para las intervenciones.

Tradicionalmente, sus convocatorias han reunido un volumen muy irregular de asistentes. Además, a diferencia de lo que pasaba hace seis años, ahora mismo únicamente apela a personas identificadas con formaciones de derecha o extrema derecha -básicamente a los votantes de PP, Cs y Vox-, puesto que el PSC no se moviliza en Catalunya en defensa de la unidad de España justamente desde aquel otoño de 2017. Desde entonces el clima político ha cambiado muchísimo.

En 11 de junio de 2021, el espacio pinchó estrepitosamente cuando una convocatoria de Cs -que recibió el apoyo de PP y de SCC- apenas reunió a unas 200 personas contra los indultos a los presos independentistas, que se aprobarían pocos días más tarde. En todo caso, es cierto que el día 13 una protesta similar congregó a 25.000 asistentes, pero con Madrid como escenario.

En enero de este año, apenas medio millar de ciudadanos se acercaron a la plaza Sant Jaume de Barcelona para rechazar la reforma del código penal y la supresión del delito de sedición, pactada fundamentalmente entre el PSOE y ERC.

En los últimos dos años la derecha españolista se ha movilizado con escaso éxito en Catalunya contra los indultos o la reforma del código penal

Probablemente, la cita de este domingo se moverá en cifras notablemente más elevadas, tanto por un contexto político intenso marcado por las negociaciones por la investidura -después del intento fallido de la semana pasada de Alberto Núñez Feijóo- y el desembarco de algunos de los principales dirigentes estatales de la derecha y la extrema derecha españolista, como Núñez Feijóo e Isabel Díaz Ayuso (PP), Santiago Abascal (Vox) o Adrián Vázquez (Cs).

2012, el inicio de las manifestaciones

Los grandes éxitos de convocatoria de SCC se remontan a octubre del 2017, cuando congregó a centenares de miles de personas en dos manifestaciones en Barcelona -celebradas los días 8 y 29 de aquel mes- en una Catalunya agitada por la celebración del referéndum del 1 de octubre, el encarcelamiento de los primeros dirigentes independentistas -Jordi Sànchez y Jordi Cuixart- y la destitución del Govern y la intervención de la autonomía después de la aprobación -el día 27- del artículo 155.

El españolismo hacía años que había ganado presencia en las calles, coincidiendo con la eclosión del Procés. Tras décadas con una presencia absolutamente residual en las calles -seguramente porque tampoco la había necesitado- y en la que, por ejemplo, las movilizaciones del 12 de octubre, fiesta de la Hispanidad, apenas reunían a centenares de personas convocadas por grupúsculos neonazis de ultraderecha, la situación empezó a cambiar en 2012.

Un mes después de la primera multitudinaria manifestación del Procés -el 11 de septiembre, la ANC había congregado a más de un millón de catalanes en las calles de la capital catalana-, varias entidades españolistas le dieron réplica con una concentración en la plaza Catalunya, que reunió a 6.000 personas y a dirigentes como Albert Rivera, entonces presidente de Cs, o Alícia Sánchez-Camacho, Alberto Fernández Díaz y Xavier García Albiol (PP), entre otros.

12 meses más tarde, la cifra se multiplicó por cinco hasta llegar a las 30.000. La movilización convocada en aquel caso por la plataforma Som Catalunya, Somos España. Volvió a reunir dirigentes de PP y de Cs, además de aglutinar una presencia significativa de grupos de extrema derecha, como el Casal Tramuntana o la ahora extinta Plataforma per Catalunya, con su líder, Josep Anglada. El músculo movilizador haría un nuevo salto el 2014, en una cita del 12 de octubre organizada por primera vez por SCC, entidad que había nacido apenas unos meses antes y que reunió a unos 38.000 asistentes.

Las tres grandes protestas de octubre de 2017

A partir de aquí, el espacio perdería fuerza en las calles y en 2015 y 2016 apenas aglutinaría a 4.500 y a 5.000 personas, respectivamente, en unas concentraciones que no fueron convocadas por SCC, sino por entidades como D'Espanya i Catalans. Pero todo cambiaría en 2017. Y en apenas tres semanas de octubre, el españolismo organizó tres movilizaciones multitudinarias, las más masivas de este espacio en Catalunya en la etapa contemporánea.

La primera fue el 8 de octubre, cuando unas 350.000 personas desbordaron la vía Laietana de Barcelona, en un acto convocado por SCC y que tuvo como cabezas de cartel al exministro socialista Josep Borrell, al escritor Mario Vargas Llosa y al exfiscal anticorrupción Carlos Jiménez Villarejo, además de numerosos dirigentes de PP, Cs y, también, del Partido Socialista, en muchos casos provenientes de todo el Estado. Una semana después del referéndum del 1-O, en la ciudad se pudieron escuchar mucho gritos como "Catalunya es España" o "Puigdemont a prisión".

Pese a esta demostración de fuerza, cuatro días más tarde el españolismo volvió a salir masivamente a la calle, en este caso para reunir a unos 65.000 asistentes en el tradicional acto de la plaza Catalunya por el 12 de octubre. Y la última gran movilización llegaría el día 29, en un escenario ya muy diferente, porque se había intervenido la autonomía catalana con la aprobación del artículo 155, se había cesado al Govern y ya había presos independentistas (Cuixart y Sànchez). En este caso la marcha reunió a unas 300.000 personas, una cifra muy notable pero claramente inferior al millón de la que habló la organización de SCC.

La última gran convocatoria se vivió en octubre de 2019, con 80.000 personas rechazando las protestas por la sentencia del Procés

A partir de aquel momento, y ya con el momento álgido del Procés superado, los partidarios de la unidad de España en Catalunya no han vuelto a protagonizar una movilización similar y han ido perdiendo fuerza. El 2018 todavía aglutinaron a unas 65.000 personas por la fiesta de la Hispanidad, si bien en 2019 la cifra ya bajó hasta las 10.000.

El 27 de octubre de aquel año se vivió una última manifestación multitudinaria, cuando SCC congregó a 80.000 asistentes bajo el lema "Por la concordia, por Catalunya: basta!". La marcha llegó después de unos días de intensas protestas en las calles catalanas contra la sentencia del juicio al Procés, en la cual el Supremo condenó a años de prisión a nueve dirigentes independentistas.

Como también pasó con el soberanismo, la pandemia impactó directamente en las movilizaciones de este espacio político, que desde entonces apenas ha reunido a pocos miles de personas (unas 3.700 el 2021 y unas 2.200 el año pasado) en las manifestaciones del 12 de octubre en Barcelona. Por lo tanto, la cita de domingo será un buen termómetro para comprobar la fuerza en la calle de la derecha españolista, además de un evidente acto de presión del PP y su entorno contra las negociaciones del PSOE con los partidos independentistas para la investidura de Pedro Sánchez.

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