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Inna Afinogenova - pa' qué me invitan

El precio que paga Europa por su libertad de aislar Rusia

Inna Afinogenova en La Base
Inna Afinogenova en La Base.

El alto precio de las sanciones contra Rusia es "el precio que tenemos que pagar por la libertad", ha dicho el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en su discurso de apertura de la Cumbre de la alianza en Madrid. 

Pero lo que está claro, es que no todos vamos a pagar lo mismo, como siempre. Ni que decir tiene que Jens probablemente ni lo note. Al igual que la totalidad de los líderes mundiales reunidos en Madrid que si algo notarán será, probablemente, una importante caída en popularidad y votos por la situación económica que se va a generar. 

En las últimas semanas leemos cada vez más opiniones sobre que esta guerra se eterniza y que nos tenemos que preparar para un conflicto largo, incluso de varios años. La nueva estrategia de la OTAN, esas palabras de Stoltenberg, es una especie de confirmación. Y claro, cuánto más dure la guerra, más durará la confrontación económica que sorprendentemente (o no tanto) no sólo le está afectando a Rusia

Empecemos con los estragos. La tan anunciada guerra que algunas veíamos imposible que estallara, pilló a media Europa, que advertía de ella permanentemente, con los depósitos de gas medio vacíos. Y según algunos pronósticos el invierno que se acerca va a ser largo y frío. Alemania ya declaró el gas como un bien escaso y hasta se preparó para el racionamiento ante los posibles cortes de suministro de gas de Rusia. Y es cierto que el suministro de gas ha ido bajando y se calcula que Europa no tendrá ya suficiente tiempo para llenar sus depósitos.

Pues todo es una cadena de chantajes mutuos que surgen con la invasión. Cuando Rusia invade Ucrania, 'la comunidad internacional', que son básicamente los países del AUKUS más la UE, le imponen durísimas sanciones destinadas a hundirla, en declaraciones de varios mandatarios, incluido el del país desde el que hablamos. Esto se declara abiertamente: como no podemos ir al campo de batalla, vamos a ver si podemos mandar al infierno al rublo, cortar el suministro de todo lo que este país importa y a ver cuánto le dura su campaña bélica.

Es bastante ambicioso el plan de hundir a una de las principales 'gasolineras' del mundo, como se le denominaba a Rusia, sin que te rebote. Y sin que, además, la propia gasolinera no intente usar todo lo que tiene en sus manos para responderte. Y es lo que pasó. 

Una de las primeras medidas que adoptó Rusia fue pedir que los pagos por el gas se realizasen en rublos. Algunos países han aceptado ese esquema de pago y otros, como Bulgaria, Finlandia, Países Bajos o Dinamarca, no. Rusia les cortó el grifo a esos países, empezó a suministrar menos gas y el precio se disparó. 

Según estimaciones de la Unión Económica de Baviera, el corte total del suministro de gas ruso a Alemania supondría una caída del PIB de un 12.5% de la mayor economía europea. Se estima que más de 5 millones de personas perderían sus puestos de trabajo. Y estamos hablando de Alemania, que tiene el gasoducto Nord Stream Dos a estrenar y sin uso, cuya puesta en marcha se suspendió antes de la invasión, cuando Rusia acababa de reconocer la independencia de Donetsk y Lugansk. Y que fue boicoteado en tiempos de "paz" abiertamente por EE.UU. 

Por un lado, vemos cómo todo este cerco le está salpicando a la parte de la comunidad internacional decidida a seguir sancionando a Rusia. Pero por otro lado tenemos a países como China, India o Turquía que se han negado a sumarse a las sanciones y, bueno, ahora reciben considerables beneficios como resultado de esta decisión. Pero es que tampoco hacía falta ser físico cuántico para verlo venir. 

Informa Asia Times que la India y China compran ahora el petróleo ruso con descuentos, con lo que pagan entre 30 y 40 dólares por barril. Y no solo eso: la India reexporta a la Unión Europea y EE.UU. ese mismo petróleo barato por un precio mucho más elevado. Turquía, país de la OTAN que se ha negado a sumarse a las sanciones, sigue recibiendo gas ruso por un gasoducto en el Mar Negro.

La verdad es que Rusia se enfrenta ahora a retos tanto económicos como políticos que no parecen llevar a nada bueno, siendo realistas. Como propaganda, funcionará bien el decir que todo está perfecto, pero la realidad es que los rusos ahora tienen limitaciones que van a acabar por notarse

El país se ha cerrado, cada vez es más complicado viajar, la situación de guerra endurece las políticas internas y podemos tener por segura que las libertades se van a ver más afectadas aún. Y siendo un país acostumbrado a un mayor nivel de inflación, no cabe duda de que ahora la va a notar mucho más, la previsión para 2022 es de entre 14% y 17%. El presupuesto para la Defensa aumentará. Y Putin ya avisó que contestaría, sin dar detalles de esa respuesta, al eventual despliegue de la infraestructura militar de la OTAN en los territorios de los países recién unidos a la alianza. 

Luego tenemos el antecedente histórico que nos dicta que una potencia acorralada y humillada o a la que se pretende humillar, nunca suele transitar después por el camino de la moderación y de las políticas amistosas. Más bien, tiende a tirar de ultranacionalismo y de políticas agresivas. Y eso no nos augura nada positivo tampoco, teniendo en cuenta que esta vez se trata de una potencia nuclear. 

Existen caminos intermedios entre la apuesta por el hundimiento total y el "daño irreparable" a la economía rusa y el cumplimiento de todas sus exigencias. Caminos que pasan por las ahora tan satanizadas negociaciones y diplomacia que quizás pudieron haber puesto fin a esta guerra con muchas menos consecuencias dañinas tanto para los países de la OTAN como especialmente para la propia Ucrania, que era el país al que más le convenía que esto terminase cuanto antes. No así a la OTAN.

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