Este artículo se publicó hace 13 años.
Sevilla separó a los «héroes» del montón de fusilados anónimos
Un libro aborda por primera vez el tratamiento de los muertos sublevados y republicanos
"Constantemente en el campo del honor luchando con las hordas marxistas caen ofrendando la vida por la Patria héroes pertenecientes no sólo al Ejército salvador y Cuerpos de Policía, sino también a las Beneméritas Instituciones Falange Española, Requetés y Milicias Nacionales y Cívicas que coadyuvan a la liberación de España de la omnímoda dictadura roja. El Excmo. Ayuntamiento de Sevilla, ciudad a la que cabe el honor, si no de ser la primera, de las primeras que se sumaron al movimiento redentor no puede permitir que los restos de dichos héroes vayan al montón anónimo confundidos con los secuaces de la anti-España”.
Con este escrito, fechado en agosto de 1936, el entonces alcalde de Sevilla, Ramón de Carranza, proponía a la Gestora municipal la construcción de un panteón para los cadáveres de los sublevados con la exoneración de las tasas municipales de inhumación, según recoge el historiador José Díaz Arriaza en el libro Un rojo amanecer. El Cementerio de San Fernando de Sevilla durante la Guerra Civil y la dictadura, la primera investigación que analiza el tratamiento que recibieron los cuerpos de los combatientes durante la guerra y los primeros años del franquismo, en una capital de provincia. “Aunque no había una regla específica sobre el tipo de enterramiento, la diferencia es brutal según hubiesen muerto defendiendo a la República o los golpistas”, explica el autor.
La obra, editada por el Patronato del Real Alcázar, concluye que la mayoría de los 3.500 fusilados republicanos fueron arrojados a las fosas comunes –el autor cuenta, según testimonios anónimos, que alguno, aún vivo, llegó a ser rematado dentro–. Sólo unos 60 fueron enterrados en sepulturas individuales, aquellos más conocidos, como políticos o militares con familias influyentes que, tras el fusilamiento, recogieron el cadáver.
En el caso de los golpistas, de los aproximadamente 950 enterrados –procedentes en su mayoría de otros lugares–, sólo una veintena fueron arrojados a las fosas, aquellos que fallecieron en los primeros momentos. La mayoría fueron enterrados en sepulturas individuales o en panteones. En el que mandó construir el alcalde, el denominado Héroes de la Patria, hay actualmente 403 restos, según Díaz Arriaza.
En un primer momento, el proyecto de este panteón, con un presupuesto de 4.461 de las antiguas pesetas, sólo incluía la realización de siete sepulturas y, a partir de ahí, se procedería a la ampliación según las necesidades, como así ocurrió. Díaz Arriaza cifra en 72 los enterrados a los que se les ha identificado la profesión o empleo y, entre ellos, destacan militares italianos, soldados, comandantes, tenientes, capitanes, miembros de la Falange, legionarios y 11 obreras y ocho obreros del Polvorín de la Punta del Verde.
“Cuando Franco empieza a pedir traslado de cuerpos al Valle de los Caídos, en Sevilla ya no tiene mucho sentido por la iniciativa municipal de construir un Panteón en el cementerio hispalense”, añade el autor. Aun así, se produjeron 96 traslados a Cuelgamuros hasta los años noventa –en un caso más existen dudas–. De todos ellos, 11 son republicanos fusilados por aplicación del bando de guerra o por sentencia judicial: Manuel Torres Pardo, guardia de asalto; Antonia Álvarez García, viuda del cenetista Juan Arcas; Francisco Bocanegra Guerrero, guardia civil; Gabriel Badillo (Vadillo) Gener, teniente de la Guardia de Asalto; Manuel Rubio Durán, alcalde de Dos Hermanas; Gabino (Sabino) Romero Martínez, capataz de la compañía ferroviaria MZA; Celestino Pérez Rodríguez, enfermero del Hospital Central; Pascual Parrado Moreno; Francisco Grillo González, jefe de la Policía Municipal de Dos Hermanas; Fernando del Sol Bueno y los restos del preso vasco Jaime Marichalar.
Exhumaciones
Del Panteón Héroes de la Patria fueron exhumados 11 cadáveres, trasladados a cementerios de otras localidades y dos a sepulturas en el mismo recinto. Por el contrario, según Díaz Arriaza, las exhumaciones de las fosas comunes serían “prácticamente imposibles", a falta de un informe arqueológico forense. En las cinco existentes en el cementerio –una sexta fue limpiada– hay 28.000 cadáveres, incluidos los 3.500 fusilados. “En Sevilla no hay fosa exclusiva para fusilados. Se mezclaban con restos de indigentes, muertos por enfermedades, fetos... Y sería muy difícil una exhumación como la que se ha hecho en el cementerio de Málaga”, sostiene el historiador. Lo que no impide, insiste, que se haga un monumento con todos sus nombres.
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