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Las consecuencias de la guerra en Ucrania eclipsan una gran crisis migratoria en la UE como la de 2015

La ruta de los Balcanes registra un número de llegadas no vistas desde la crisis de hace siete años. Mientras, las condiciones de recepción empeoran a lo largo y ancho de la UE y dejan a los solicitantes de asilo en condiciones "inhumanas".

05/10/2022 Un grupo de migrantes se cobija en el viejo edificio de una escuela, en la isla griega de Citera
Un grupo de migrantes se cobija en el viejo edificio de una escuela, en la isla griega de Citera. Stamatina Tamvaki / Reuters

El sistema de acogida de personas migrantes en Bélgica está colapsado. Polonia y Finlandia inician los trabajos para construir vallas kilométricas en sus fronteras con territorios rusos. Austria ha visto un incremento de solicitudes de asilo "dramático". Cerca de 1.000 personas están varadas desde hace días en las costas italianas. Hace unos meses, un bebé de tres meses murió a las puertas de un centro de asilo en Países Bajos.

Es la crisis invisible que permanece en una Unión Europea atrapada en lidiar con las consecuencias socioeconómicas que la guerra en Ucrania está dejando en su territorio.

Según las últimas cifras de la Agencia de la UE para el Asilo (EUAA, por sus siglas en inglés), el número de solicitantes de asilo en el bloque comunitario registra picos no vistos desde la crisis de refugiados de 2015.

En julio, último mes con datos publicados, más de 72.800 personas pidieron la protección internacional en algún Estado miembro. Un número, según la agencia, inusualmente alto y que continuaba la tendencia de los meses anteriores.

Se trata de niveles que no se producían desde la crisis de 2015, cuando un millón de personas llegaron al viejo continente huyendo, principalmente, de la guerra de Siria.

Por aquel entonces, las imágenes de refugiados alcanzando las costas europeas copaban las portadas de los medios de comunicación. Se trataba del tema más presente -y más espinoso- en la agenda comunitaria. Siete años después, es otra guerra, la de Ucrania, la que monopoliza toda la atención mediática y política de la UE.

Desde el 24 de febrero, buena parte de la atención y los esfuerzos europeos están centrados en apoyar logística, económica y militarmente a Kiev, en lidiar a nivel interno con los precios disparados de los alimentos, la luz y los combustibles y en capear la crisis energética nacida de la histórica dependencia europea con los hidrocarburos rusos.

En materia migratoria, Bruselas ha sido acusada, con frecuencia, de utilizar dobles estándares. Mientras suma siete años sin una política de asilo común y endureciendo su discurso y políticas con las personas migrantes, la Comisión Europea aprobó apenas dos semanas después del inicio de la invasión rusa un mecanismo de excepcionalidad que concede asilo inmediato a los refugiados ucranianos, una medida que espera beneficiar a más de cuatro millones de personas.

La guerra en Ucrania ha empujado a cerca de 14 millones de ciudadanos ucranianos a abandonar sus hogares, según la ONU. Es el mayor éxodo y el más rápido desde la Segunda Guerra Mundial. El frío invierno –agudizado por los problemas de suministro energético en Ucrania- hacen prever un gran flujo desde el país hasta sus vecinos europeos en los próximos meses.

Se dispara la ruta de los Balcanes

La llegada del invierno tampoco es una buena noticia para los centenares de personas, muchas de ellas familias enteras con menores, que desde el barrio de Schaerbeek hasta el Petit Château del centro de Bruselas soportan cada noche a la intemperie las gélidas temperaturas de la capital belga.

Esta misma semana, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha condenado al país por esta situación, obligándole a dar un techo y unas condiciones dignas a un solicitante de asilo guineano que cursó su solicitud en julio y que se vio obligado a permanecer en la calle tras la imposibilidad de las autoridades a asignarle un refugio.

"Nadie quiere ver a las personas durmiendo en la calle. Por ello, tenemos que cambiar el sistema y es en esto en lo que estamos centrados", afirma Eric Mamer, portavoz de la Comisión Europea, preguntado por esta situación límite.

Las autoridades belgas achacan el colapso de su sistema al fuerte incremento que ha experimentado la ruta de los Balcanes Occidentales. Según la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex), esta vía de llegada a la UE ha experimentado durante los primeros nueve meses del año un aumento del 170% en comparación con el mismo periodo de 2021.

También Austria ha visto un fuerte incremento en los últimos tiempos de personas que llegan por esta ruta, a pesar de unos controles fronterizos cada vez más severos. El país prevé superar este año las 88.000 peticiones de asilo registradas en 2015.

Ante unos centros de acogida al límite de su capacidad, el Gobierno que dirige el conservador Karl Nehammer ha establecido en varios puntos fronterizos tiendas de campaña, lo que ha sido denunciado por varias ONG como una medida inhumana que llama a los fantasmas de 2015, cuando miles de personas viajaban hacinadas en trenes, dormían en bosques o eran disuadidas con perros policía en países miembros de la UE.

El mes pasado, cerca de 100 personas fueron encontradas desnudas en la frontera entre Grecia y Turquía, con ambos países responsabilizándose mutuamente de trato degradante.

Bruselas se pone de perfil

Desde 2014, más de 25.000 personas han perdido la vida en el mar tratando de alcanzar el Viejo Continente. La UE capeó la crisis de 2015 con soluciones ad hoc en el Mediterráneo que persisten a día de hoy. Tres barcos con 980 personas a bordo aguardan un puerto seguro desde hace días para desembarcar en Italia o Malta.

La negativa es la primera decisión de la ultraderechista Giorgia Meloni al frente del Ejecutivo transalpino. La líder de Hermanos de Italia ha sido acogida esta misma semana con una recepción cálida y alfombra roja en su primera visita a la capital comunitaria.

Antaño, la Comisión Europea intentaba coordinar los esfuerzos entre Estados miembros para alcanzar acuerdos que permitiesen a los buques con migrantes a bordo tocar tierra firme. En esta ocasión se ha puesto de perfil derivando esta responsabilidad en los Gobiernos nacionales.

Su postura tibia le ha valido críticas, pues como guardiana de los tratados es responsable de hacer valer la ley comunitaria -que protege el derecho al asilo y el rescate de vidas en el mar-. De momento, el equipo que lidera la alemana Ursula von der Leyen esquiva abrir procedimientos de infracción contra los países que estarían quebrando la ley en materia de asilo y refugio.

"No es que no estemos haciendo nada. Todo lo contrario, una de las principales prioridades de esta Comisión es poner en marcha un nuevo sistema", afirma Eric Mamer, portavoz principal del Ejecutivo comunitario.

Bruselas presentó hace unos meses una propuesta de reforma de asilo. Pero los Estados miembros son incapaces de llegar a un acuerdo en el asunto más visceral y emocional que desde hace años coge polvo en la mesa del Consejo Europeo.

La idea central de la nueva estrategia europea pasa por incrementar los acuerdos con países de origen y de tránsito, algo que ya se hace con Estados altamente cuestionados en el respeto de los derechos humanos como Egipto, Libia, Marruecos o Turquía.

La otra pata central es la solidaridad entre Estados miembros, una máxima que refutan países anti-inmigración como Hungría y Polonia y que cada vez gana más adeptos.

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