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Educación sexual Los retos de la educación sexual y afectiva

La Generalitat ha empezado a implantar este curso una iniciativa específica a partir de P3 que aborda aspectos como la construcción social de género o la prevención de la violencia machista.

Un estudio de Save the Children acaba de revelar que el 54% de los adolescentes creen que la pornografía da ideas para sus propias experiencias sexuales y que a un 54% le gustaría poner en práctica lo que ha visto. / SYDA PRODUCTIONS
Un estudio de Save the Children acaba de revelar que el 54% de los adolescentes creen que la pornografía da ideas para sus propias experiencias sexuales y que a un 54% le gustaría poner en práctica lo que ha visto. / SYDA PRODUCTIONS

Joana Costa

La Generalitat de Catalunya prevé implantar en tres años y en toda la educación obligatoria el programa Coeduca’t de educación afectiva y sexual, que se empieza a desplegar este curso en P3. La directora general de Currículum del Departament d’Educació, Maite Aymerich, explica que el currículo obliga a favorecer la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres sin discriminación y a rechazar estereotipos, además de instar a desarrollar capacidades afectivas en todos los ámbitos de la personalidad. "Los centros educativos, como motor de cambio social, deben preparar a chicas y chicos para la vida afectiva y sexual basada en la igualdad de género", recuerda. El nuevo programa formará de manera gradual a los docentes para que puedan implementarlo en los centros "de forma progresiva pero rigurosa": al inicio del curso, los centros han recibido la documentación y, posteriormente, una inspección los acompañará y los asesorará.

La Generalitat entiende que el modelo educativo debe contemplar aspectos como los derechos sexuales y reproductivos, la diversidad sexual y un "enfoque positivo" de la sexualidad, alejado de la idea de riesgo potencial, todo ello adaptado a la edad de los niños. Los materiales están elaborados por expertos académicos y sociales de los distintos temas y abordan la coeducación, la construcción social de género, la educación afectivo-sexual, la socialización de los niños trans y la prevención de la violencia machista. Las inscripciones formativas para los profesores se están ultimando este mes y la formación será, de momento, virtual.

El acceso a la información

"Qué sabes de sexualidad?". Los niños responden a esta pregunta en función de lo que hayan escuchado previamente, pues carecen de experiencias propias y su concepción del tema emana del mundo de los adultos. Así lo explica Bruna Álvarez, profesora del departamento de Antropología de la Universitat Autònoma de Barcelona e investigadora del Grupo AFIN, quien agrega que, "cuando tienen al alcance libros e información" igualitaria y respetuosa, plasman este sentir en sus respuestas y dibujos, trazando relaciones normalmente heterosexuales, consentidas y planteadas como "algo placentero para los dos". En cambio, si los niños extraen la información de series e internet, lo que suelen dibujar son parejas heterosexuales en la cama donde él suele decir "¡Qué a gusto me he quedado!", asegura Álvarez, quien desarrolla una investigación con alumnos de cuarto a sexto de Primaria.

A su juicio, el acceso a la información construye una manera diferenciada de entender las relaciones, por lo que es importante acompañar a los jóvenes en el análisis y el cuestionamiento de la información que reciben. Cuando ven vídeos de reguetón o pornografía, por ejemplo, deducen que el sexo es así, porque no tienen experiencias previas para entender que "el porno es una ciencia ficción". Álvarez reconoce que hoy los jóvenes tienen acceso a mucha información, pero mantiene que esta suele estar distorsionada y basada solo en relaciones heterosexuales y "posiblemente desiguales". Por eso "hay que acompañarlos para que la entiendan y la miren de forma crítica y evitar que tengan que probar para aprender", añade.

De hecho, un estudio de Save the Children acaba de revelar que el 54% de los adolescentes creen que la pornografía da ideas para sus propias experiencias sexuales y que a un 54% le gustaría poner en práctica lo que ha visto. El informe, titulado (Des)información sexual: pornografía y adolescencia también pone sobre la mesa que el 53% de los niños tienen el primer contacto con contenidos explícitos entre los 6 y los 12 años. La encuesta llama la atención sobre el hecho de que siete de cada diez adolescentes consumen pornografía de forma frecuente, y para el 30% es su principal fuente de aprendizaje. Ante esto, la entidad reivindica la educación afectivo-sexual obligatoria en los colegios y avisa de que la pornografía gratuita en las redes influye de forma negativa en el desarrollo personal de los jóvenes, reforzando conductas de riesgo que se basan, sobre todo, en la sumisión de la mujer frente al hombre.

En este vacío educativo también se explica el éxito hace unos meses de la serie Sex Education, de la plataforma Netflix, en la que los adolescentes protagonistas proponen crear una clínica de terapia sexual en la escuela. Bruna Álvarez –que la ve con sus hijos– considera que la serie ha conseguido hablar abiertamente sobre sexualidad, si bien reconoce que hay quien pueda sentirse "incómodo". No obstante, la investigadora defiende que la producción no solo proporciona educación sexual a los adolescentes, sino también a los adultos en un mundo en cambio constante.

Álvarez reivindica que la educación sexual es una "asignatura pendiente" de la enseñanza, a juzgar por los casos de violencia de género y las violaciones grupales, y considera que, si esta educación es un derecho que prepara a las personas para tener ciertas habilidades, "hay que universalizarlo" y no se puede dejar solo en manos de las familias, "porque algunas lo harán muy bien, pero otras, no". En su opinión, no ofrecerla puede constituir una vulneración de derechos que impida a los jóvenes decidir de manera consciente en base a una información "veraz y sana". En esta línea, la Generalitat sostiene que la colaboración, la confianza y el compromiso de las familias serán necesarios para aplicar el programa. "La comunidad educativa tiene que avanzar conjuntamente", defiende Maite Aymerich, pese a que la sintonía no es la misma con todas las familias.

Belén Tascón, presidenta de la Federació d’Associacions de Mares i Pares d’Alumnes de Catalunya (Fapac), considera la medida "muy pertinente", en especial para orientar ciertos comportamientos en las aulas y en la sociedad. Defiende que la educación sexual y afectiva debe ser un asunto transversal, que permita a los niños "espacios de libertad para ellos mismos" y desarrollar su sexualidad "fuera de estereotipos y con todas las opciones posibles", para que adopten una mirada crítica ante las imágenes y comportamientos sexistas. Tascón también considera necesaria la mirada hacia las tareas de cuidado de los demás –"que es cosa de todos"–, el trabajo reproductivo y la mirada de género hacia un modelo "menos sexista" y con nuevas masculinidades.


Familias críticas con el modelo

Josep Manuel Prats, presidente de la Federació d’Associacions de Pares i mares d’Escoles Lliures de Catalunya (Fapel), lamenta no conocer el programa en toda su extensión y avisa: “La educación afectiva y sexual está ahora de moda y puede generar un debate complejo que no se puede responder de forma simple”. Ante esto, exige reconocer que las familias “son los primeros educadores” y que “tienen el derecho a hacerlo según sus principios filosóficos, morales y religiosos”. “Corresponde a los padres decidir cómo transmiten todo lo que hace referencia a la formación afectivo-sexual de los niños”, mantiene Prats, y añade que habría que dar la información del programa a las familias para que estas la hagan llegar a sus hijos. “Son ellos [las familias] los que saben cuál es el momento y la mejor manera para ellos”, agrega. Prats mantiene que no es bueno quitarles esta función a las familias y explica que, si bien estas pueden decidir delegar esta formación a la escuela, las que no lo hagan deberían tener derecho a conservar su “prerrogativa de primeros educadores”. Según el presidente de la Fapel, el programa de la Generalitat responde a un interés ideológico, no solo político, que parte de la consideración, para él errónea, de que las familias “no tienen la capacidad de educar a sus hijos en esta materia y que es el Estado quien tiene que hacerlo”.

Julio Andreu, de la Federació Escola Cristiana de Catalunya, considera que se trata de una iniciativa interesante, ya que la información que tienen los jóvenes en la red, “casi toda pornografía”, es “muchísima” y “distorsionada”. Cree que tanto familias como escuelas deben intervenir y advierte de que un programa así no se puede llevar a cabo sin su apoyo. Andreu también sospecha que la medida tiene motivaciones políticas, ya que versa sobre la coeducación “en medio de la polémica sobre los conciertos para las familias que han elegido el modelo de educación diferenciada”. Y señala que la mejor forma de tratar la sexualidad es desde la afectividad: “Es la manera más intensa y bonita de vivirla y pensamos que hay que abordarla así”.

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