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Entrevista a Guadalupe Sabio Buzo "Investigar con perspectiva de género es básico para salvar la vida de las mujeres y prevenir enfermedades"

El nombre de esta científica y profesora de universidad está ligado a la brillantez y al talento. Y no es para menos. Esta extremeña, directora de un grupo de investigación en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) del Instituto Carlos III de Madrid, está considerada como una de las mujeres más relevantes de la ciencia española. A sus 42 años vive con varias quimeras que cumplir: encontrar una alternativa terapéutica a las enfermedades asociadas con la obesidad y romper el techo de cristal de un mundo vetado a las féminas.

Guadalupe Sabio Buzo

A Guadalupe Sabio Buzo la ciencia le corre por las venas. Pero no es lo único. Sabe muy bien el esfuerzo que supone dedicarse a la investigación en un mundo copado por hombres. Por eso el suyo es el ejemplo de la sororidad allá donde las batas blancas y las probetas se unen. “Se están dando pasos para conseguir un sistema científico más igualitario tanto en instituciones europeas como en España. Pero, aunque es verdad que hemos mejorado y cada vez somos más las mujeres que llenamos los laboratorios de investigación, todavía nos falta mucho por hacer en los puestos de decisión. Se necesitan políticas activas hasta que se consiga la masa crítica suficiente para que el hecho de estar peor representadas en los puestos de decisión no se traduzca en que nos cueste más llegar a ellos”, explica.
La científica tiene claro que sin gafas moradas nada de esto se conseguirá.

“Investigar con perspectiva de género es básico para salvar la vida de las mujeres y prevenir también enfermedades. Es importante que la ciencia sea inclusiva y para ello hay que investigar con perspectiva de género. Hoy en día sabemos que el organismo de las mujeres y los hombres no reacciona igual frente a los tratamientos y en algunos casos tenemos diferencias en la presentación de las enfermedades o en la prevalencia de las mismas. Por eso es tan importante que se haya tomado conciencia de este hecho y que los estudios se hagan en ambos sexos”, recalca.

Ser el espejo para quienes vienen detrás

Admiradora de Marie Curie, “sin duda es una de las figuras más destacadas y un símbolo y un referente para las mujeres científicas” y de contemporáneas “como Barbara Cannon o María Blasco”, esta licenciada en Veterinaria por la Universidad de Extremadura con Premio Extraordinario, no solo consiguió en 2005 el Doctorado Europeo del Medical Reserch Council sino también galardones como el de L’Oréal-UNESCO For Women in Science en 2009 (por su estudio sobre la obesidad y su relación con el cáncer hepático y la diabetes) o el premio Estrella de la Comunidad de Madrid (por su labor a favor de los derechos de la mujer).

La científica, que le roba horas al sueño investigando el papel de las quinasas activadas por el estrés en el desarrollo de enfermedades asociadas a la obesidad como enfermedades cardiovasculares, diabetes y el cáncer hepático, acaba de publicar dos estudios. El primero sobre cómo la grasa afecta al cáncer de hígado y su diferente incidencia entre hombres y mujeres y, el segundo, en el que descubre una nueva diana terapéutica para tratar este cáncer y curarlo. Además, intenta compaginar tan noble labor con su otra gran pasión, su familia (tiene tres hijos).

¿Hay conciencia de la necesidad de investigar con perspectiva de género en los laboratorios o son aún casos aislados y propiciados por las propias investigadoras los que tienen en cuenta esta premisa?

La conciencia se está adquiriendo de manera muy rápida. Cada vez son más las entidades financiadoras que exigen que se hagan los estudios en ambos sexos. Y cada vez son más los laboratorios que se unen a estas recomendaciones.

¿Cuánto nos ha costado a la salud de las mujeres que todo se haya investigado hasta hace poco tiempo desde el punto de vista masculino?

En muchos casos solo se conocían de manera clara los síntomas en hombres, por ejemplo, el infarto de miocardio. Todos tenemos muy asumido que el infarto va asociado con dolor en el brazo izquierdo y presión en el pecho, pero estos son los síntomas en hombres. Sin embargo, en mujeres los síntomas son ligeramente diferentes y el dolor se confunde con problemas digestivos o ansiedad (el dolor aparece en espalda, hombro y estómago). De hecho, a veces algunos de los síntomas son falta de aire, vómito o dolores en la mandíbula. Esto hace que las mujeres no fuéramos capaces de identificar que estábamos padeciendo un infarto.

Pero no solo nosotras sino también los profesionales tardan más en hacer un diagnóstico adecuado. Hoy en día, gracias a las investigaciones más inclusivas en las que se incluían ambos sexos se ha sido capaz de determinar de forma clara estas diferencias y así poder hacer un diagnóstico adecuado más rápido. En otros ámbitos las dosis de los medicamentos estaban estudiadas en hombres.

Esto hacía que al final a las mujeres se les diera un tratamiento con una dosis no adecuada ya que el metabolismo de las mujeres y los hombres es un poco diferente.

¿De qué manera reacciona nuestro cuerpo a la obesidad siendo mujeres?

Bueno, reacciona de manera parecida a los hombres, aunque es verdad que las hormonas femeninas tienden a protegernos de algunos de los efectos negativos de la obesidad.

¿Nuestros ovarios juegan un papel muy importante en la acumulación de la grasa?

Las hormonas tienen un papel fundamental en el metabolismo. Se sabe que las mujeres estamos parcialmente protegidas de algunos de los efectos secundarios de la obesidad. Por ejemplo, somos menos propensas a padecer cáncer hepático.

¿El estrés por las dobles y triples jornadas de las mujeres también afecta a la obesidad?

El estrés afecta a la obesidad, pero, sobre todo, la falta de sueño y las jornadas nocturnas que hacen que nuestro ritmo diario se altere. Esto provoca que nuestro metabolismo sufra y suele asociarse con mayor obesidad y más frecuencia en el desarrollo de las enfermedades asociadas a la obesidad como la diabetes o el hígado graso.

¿Qué relación hay con el exceso de peso en los ciclos menstruales y en la fertilidad?

El exceso de peso y la obesidad pueden afectar de manera negativa a la producción de hormonas femeninas y a nuestra capacidad reproductiva. El tejido adiposo es un órgano endocrino más, que durante la obesidad actúa de manera inadecuada. Así, libera adipoquinas que pueden afectar a la maduración de los óvulos. Además, la implantación endometrial y otras funciones reproductivas se ven afectadas en mujeres obesas con complicaciones entre las que encontramos retraso o problemas de concepción y mayor tasa de abortos espontáneos.

Las mujeres de todas las edades, razas y orígenes étnicos tienen sobrepeso y obesidad. Sin embargo, el sobrepeso y la obesidad son más comunes en algunos grupos…

Sí, la obesidad tiene un componente genético importante por lo que hay razas que tiene más propensión a la obesidad y otras que con algo de sobrepeso terminan padeciendo más fácilmente los efectos negativos de la obesidad. Es decir, hay razas en las que la obesidad es mucho más perjudicial.

Hay estudios que dicen que las mujeres lesbianas y bisexuales son más propensas a tener sobrepeso que las heterosexuales. ¿Por qué se produce esto?

Hay varios estudios científicos que apuntan este hecho sin embargo creo que en este aspecto se necesitan muchas más investigaciones para determinar si esta relación es directa o si está afectada por otros parámetros.

¿Cuánto nos afecta la economía a la hora de engordar?

Normalmente el nivel económico afecta a la calidad de lo que comemos. Por lo que se sabe que hay una cierta relación entre el nivel económico bajo y la obesidad. Comer sano con una dieta rica en vegetales y fruta suele resultar más caro que una dieta más grasa.

Se desvive por enfermedades como el cáncer hepático y cómo nos afecta a nosotras la grasa ¿por qué este campo en especial?

La grasa ha sido durante mucho tiempo un tejido poco estudiado. Se pensaba que su única función era almacenar el exceso de lípidos de la dieta. Hace unos años se descubrió el papel endocrino de la grasa. Con ese descubrimiento se demostró que la grasa podía regular el metabolismo y la fisiología de otros órganos y con ello se abrió un campo de investigación enorme.

Nosotros descubrimos que durante la obesidad en la grasa se activan unas proteínas de estrés que controlan el desarrollo de la diabetes a través de las adipoquinas que secretan. Descubrimos que estas hormonas/adipoquinas controlaban el metabolismo del hígado. Debido a que el cáncer hepático se presenta mucho más en personas obesas, empezamos a estudiar si la transformación de la grasa durante la obesidad y la activación de estas proteínas del estrés en la grasa de los obesos podía estar afectando a la mayor prevalencia de cáncer hepático entre las personas obesas.

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