Madrid
Actualizado:El sol brilla en el cielo, los abrigos pesan más de la cuenta y los paraguas cogen polvo. El tiempo invernal se percibe inexistente a estas alturas del año y la primavera parece haberse adelantado. En virtud de ello, las noticias llevan varias semanas abriendo sus matinales con imágenes costumbristas propias del verano de paseos a pie de costa y fuentes refrescantes. Sin embargo, detrás de este calor se esconde un problema de contaminación.
El anticiclón en el que está sumergida parte de Europa repercute negativamente en la calidad del aire, ya que una atmósfera con mayor temperatura provoca –en una explicación sencilla– que las sustancias contaminantes queden retenidas mucho más tiempo en los cielos.
"Al vivir con altas temperaturas, no llueve, y esto hace que los contaminantes permanezcan más tiempo en la atmósfera"
"El anticiclón evita que las partículas puedan ascender en altura, por lo que se quedan retenidas en la troposfera, que es la capa más baja de la atmósfera", explica a este diario Javier Andaluz, coordinador de Clima y Energía de Ecologistas en Acción. Por ello, la lluvia es imprescindible para disminuir la acumulación de elementos nocivos en el aire, ya que las precipitaciones permiten que elementos como las partículas finas (PM2,5) y las partículas torácicas (PM10) se dispersen. "Al vivir con altas temperaturas, no llueve, y esto hace que los contaminantes permanezcan más tiempo en la atmósfera", añade Tatiana Nuño, experta de Greenpeace.
Estas partículas en suspensión guardan una relación directa con la contaminación por combustión. Por ende, el tránsito de vehículos y determinados procesos industriales están generando una acumulación de sustancias tóxicas que deteriora la calidad del aire. En España, según los datos del Ministerio para la Transición Ecológica (MITECO), este martes cerca de veinte ciudades sobrepasaron los límites de partículas diarias establecidas por los organismos municipales, además de las aconsejadas por la Organización Mundial para la Salud (OMS).
La situación de gravedad ha llevado a algunos gobiernos municipales a establecer restricciones de tráfico, con la intención de que no se sigan sobrepasando los techos de contaminación fijados en las estaciones urbanas que controlan el aire. Si bien es cierto que los protocolos de contaminación se presentan habituales en las grandes ciudades, la situación es tan insólita que las pequeñas urbes, como Gijón, Oviedo o Valladolid, han tenido que establecer un control al tránsito de vehículos en los últimos días.
Sin lluvia, con un escenario de calor rutinario y los cielos impregnados de suciedad atmosférica, el foco del problema se convierte en un aumento de los problemas sanitarios. "Las gripes y las enfermedades respiratorias se vuelven más virulentas", comenta Nuño. Desde la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) apuntan que el 3% de la mortalidad anual de España tiene que ver con estos procesos de contaminación.
"La contaminación ambiental es uno de los principales factores de riesgo de enfermedad, que afecta a todo el organismo humano, pero, como neumólogos, debemos recordar que el aparato respiratorio, al estar más expuesto, es su órgano diana. La contaminación es la causa del desarrollo o empeoramiento de graves enfermedades respiratorias como el cáncer de pulmón, las neumonías, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica o el asma y de otros muchos efectos dañinos para la salud”, informa Isabel Urrutia Landa, coordinadora del Área de Enfermedades Respiratorias Ocupacionales y Medioambientales de SEPAR.
¿Cambio climático?
El calor invernal, cada vez más normalizado, es sólo un reflejo de los efectos que tiene el cambio climático en la península ibérica. Sin embargo, aunque la práctica nos muestra que estamos en un proceso de transformación meteorológica, se requieren datos cronológicos de al menos veinte años para poder decir de manera oficial que esta problemática está ligada al calentamiento global. "El sentido común y la experiencia nos deja ver que ha pasado mucho tiempo para confirmar que estos patrones son reales", apunta Andaluz.
El experto en Clima de Ecologistas en Acción explica que las estaciones intermedias están desapareciendo para dar paso a cambios de temperatura muy extremos. "El otoño se convierte en veroño", ironiza. La situación geográfica del país es propensa a la sucesión de periodos anticiclónicos, pero estos son cada vez más bruscos y radicales, lo que deriva en situaciones de contaminación incontrolable como la que vivimos en la actualidad.
En ese sentido, el informe Así nos afecta el cambio climático pone el foco en la vulnerabilidad del España de cara a la crisis climática que vivimos. Según este trabajo en las últimas tres décadas se ha producido un incremento de 1,5º de las temperaturas medias españolas y, de continuar esta tendencia, en 2095 podrían subir hasta en 6,4º.
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