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Desesperada huida hacia ninguna parte

MARCO SCHWARTZ

Sólo como una huida desesperada hacia ninguna parte se puede entender la reacción de Rajoy ante los escándalos de corrupción que están asediando al PP.

Ayer, en el primer día de campaña de las elecciones gallegas, en la que el líder conservador se juega su futuro político, trascendió que el cabeza de lista del PP por A Coruña, Carlos Negreira, cometió presuntas irregularidades cuando ejercía como consejero en el Ejecutivo gallego. Días atrás renunció el número uno por Ourense, al trascender sus andanzas ficales opacas en Islas Caimán. Se da la circunstancia de que una de las empresas favorecidas por Negreira, Segurisa, también recibió un jugosa contrato en la Comunidad de Madrid, como reveló días atrás Público. Y se da además la circunstancia de que el responsable de la adjudicación, Ignacio González, vicepresidente madrileño, estuvo de vacaciones en Suráfrica con uno de los propietarios de Segurisa.

El PP se encuentra en estado avanzado de descomposición interna

Espionajes políticos, guerra por el control de Caja Madrid, corruptelas urbanísticas en ayuntamientos y comunidades gobernados por la derecha... Se dan muchas circunstancias. El PP se encuentra en estado avanzado de descomposición interna y a Rajoy no se le ocurre otra cosa que lanzar, arropado por la dirección del partido, un furibundo ataque a la Justicia, con el manido argumento de que los conservadores son víctimas de una abyecta conspiración.

La última treta del PP, a la que se han sumado los gobiernos autonómicos de Madrid y Valencia, ha sido personarse como acusación particular en la causa que instruye el juez Garzón contra la trama de corrupción urbanística.

El juez les ha rechazado la petición. No hay que ser adivino para vaticinar que la ira del PP irá en aumento en los próximos días, a medida que avancen las investigaciones judiciales y periodísticas. Se ha hecho tarde ya para Rajoy.

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