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Jesús Cintora: "Lo más antimonárquico de las últimas décadas es haber consentido la corrupción del rey emérito"

01/04/2022 Jesús Cintora pasea por la Gran Vía madrileña después de su entrevista con 'Público'
Jesús Cintora pasea por la Gran Vía madrileña después de su entrevista con 'Público'. Jaime García-Morato

Jesús Cintora llega con un aire desenfadado a la redacción de Público, en plena Gran Vía de Madrid. Pese a que su andadura profesional comenzó en el periodismo local, como él mismo recuerda en esta entrevista, su rostro se volvió familiar para los espectadores cuando presentó Las Mañanas de Cuatro.

Tras su paso por varios programas más, tanto en Mediaset España como en Atresmedia o RTVE, su más reciente paso por la televisión terminó con el controvertido final de Las Cosas Claras, en TVE. Ahora escribe un nuevo libro titulado No quieren que lo sepas (Espasa, 2022), en el que desgrana las artimañas de aquellos a los que define como "los poderosos": esa connivencia entre el poder político, el empresarial, el judicial y cómo se protegen entre ellos. "Mi experiencia es que ser periodista es contar lo que pasa y eso puede incluso ser revolucionario. Porque con los años te vas dando cuenta de que hay asuntos que no gustan a los que tienen más poder", explica a este medio. Una conversación en la que el informador hace especial hincapié en la figura de Juan Carlos I y todos esos negocios que se han ocultado durante años: "Es una vergüenza nacional lo que ha ocurrido con el rey emérito, cómo ha quedado impune con tanta corrupción".

El libro se titula 'No quieren que lo sepas'. La pregunta es obligada, ¿quiénes y qué es lo que no quieren que sepamos?

No quieren que lo sepamos fundamentalmente los poderosos. Aquí hay grupos que acumulan cada vez más poder. Hay una democracia, afortunadamente, pero lo fácil sería ser complaciente con lo que hay que decir: "Qué guay lo del emérito, ¿verdad? Qué bien que hay puertas giratorias, que las eléctricas ganan cada vez más dinero...". Y, así, probablemente no tendríamos problemas como periodistas. Pero creo que un periodista tiene que ser testigo de su tiempo y contar aquello que en democracia es mejorable.

Y, sin duda, hay que mejorar el hecho de que lo troncal del Estado no se resiste a cambios que serían más democráticos. Ocurre con la jefatura del Estado. Es una vergüenza nacional lo que ha ocurrido con el rey emérito, cómo ha quedado impune con tanta corrupción. Es una vergüenza nacional lo que está ocurriendo con grandes grupos empresariales que cada vez acumulan más poder, con las energéticas, con la banca... Y cada vez acumulan más ganancias, más beneficios, en contraste con el ciudadano medio, que cada vez está pagando más y se empobrece.

Estos son aspectos a denunciar, igual que es denunciable el hecho de que haya dirigentes políticos que dejan de ejercer la política y después son comprados por empresas estratégicas importantes para las cuales han podido legislar y que, fundamentalmente, compran su agenda de contactos. Y algunos incluso llegan a trabajar en sus empresas sin tener experiencia en el sector. Ante esto, evidentemente, aún hay una labor que periodística.

No quieren que lo sepas está basado en el periodismo de denuncia que tenía vocación de mostrar lo que debe de ser mejorado y, también, parte de la base de que contar lo que no interesa que se cuente. Es incómodo contar aquello que incomoda a los poderosos. Y los poderosos actúan contra aquél que se atreva a contar determinadas cosas, y eliminan al mensajero. Y lo hacen ellos o lo hacen intermediarios, gente que se beneficia de la protección de esos poderosos.

Es increíble cómo vivimos en un país donde, por ejemplo, hay un periodismo que ha ocultado o ha pasado de puntillas por la corrupción del rey emérito durante décadas. Y, sin embargo, son apartados los periodistas que se atreven a contar esas corruptelas del rey emérito y son premiados aquellos que durante mucho tiempo miraron hacia otro lado. Y se hace ver, sin duda, ante la profesión el hecho de que se puede mejorar internamente si se es complaciente con la corrupción del rey emérito y que podría ser castigado aquel que se atreve a tratarla.

Cuando, además, es un sinsentido. Porque yo creo que, precisamente, lo más antimonárquico que ha habido durante las últimas décadas es haber consentido la corrupción del rey emérito. Porque eso le hizo creerse impune, que realmente lo ha sido y ha cometido esos abusos y eso ha deteriorado la institución.

Lo más antimonárquico es haber sido complaciente, consentir eso. ¿Por qué se hizo? Porque... ¿quién se ha beneficiado de esa corrupción o de sus abusos o de ese clientelismo? Y, al mismo tiempo, sin embargo hay periodistas que no han entrado en esto porque han visto el peligro de hablar en determinados sitios. El tema del rey emérito es el gran tabú. La corrupción del rey emérito es la vergüenza nacional de España en las últimas décadas: ha quedado impune y que ha mostrado una actuación con doble vara de medir de la Justicia, de la Agencia Tributaria o de los medios de comunicación.

Ahora que hablamos de ese miedo, del hecho de no profundizar en ciertos temas por las posibles repercusiones, en su caso, ¿cuándo ha tenido más libertad: en los medios de comunicación o escribiendo este libro?

Mi experiencia es que ser periodista es contar lo que pasa y contarlo puede incluso ser revolucionario, simplemente contar los hechos. Porque con los años te vas dando cuenta de que hay asuntos que no gustan, y no gustan a los que tienen más poder, precisamente por esos vínculos, porque han de protegerse los unos a los otros. Entonces, creo que contarlo es el deber que tiene un periodista. Es lo que me enseñaron y por lo que yo quise ser profesional de esto, para lo que estudié una carrera, para lo que yo empecé a hacer periodismo local y para lo que yo fui teniendo un periplo por la radio y por las televisiones.

Pero sí es cierto que hay temas que son tabú y que no se tocan. Ojo, que yo respeto que haya una línea editorial, y debe haberla en los medios de comunicación, pero lo que canta mucho es que haya determinados temas que no se toquen porque afectan a los poderosos, pero, al mismo tiempo, pueden perjudicar al pueblo. Es decir, perjudica al pueblo si hay una doble vara de medir en la Justicia, si al robagallinas le castiga pero al rey emérito le perdona, si le considera inviolable incluso para abusos en su vida personal.

Hay dobles varas de medir si, por ejemplo, una empresa eléctrica o un banco cada vez ganan más y, al mismo tiempo, a la sociedad se le está friendo con la subida de recibos. Yo creo que hay un malestar ahora en la calle que es tremendo y creo que hay políticos que no son conscientes. Hay gente que tiene que asumir con mil y pico euros al mes el pago en una ciudad como Madrid: alquileres; llenar el depósito para ir a trabajar, ya ni siquiera para ir a pasar el fin de semana; el recibo de la luz, que hace no tanto era de 30 y tantos euros y ahora han llegado de 100... Eso está ocurriendo. Y yo creo que es un caldo de cultivo para un malestar y para una indignación que están ahí.

Entonces, este libro tiene la pretensión de poner negro sobre blanco del tiempo en el que vivimos. Yo intento ser testigo como periodista de lo que hay, creo que un periodismo de denuncia que cuente la realidad es un pilar esencial en la democracia, es un contrapeso fundamental frente a los poderosos.

Uno de los puntos de los que ha hablado es esa Justicia politizada, ya sea en el caso del rey emérito o de políticos, entre otros.

Un pilar esencial en democracia es una Justicia que sea igual para todos. ¿Qué ocurre en España? Que hay poderosos que no han sido iguales ante la Justicia y en el libro se muestra. En la Justicia en España hay lazos con el poder político que son denunciables, hay un reparto político de cargos en altas instituciones judiciales que es inamovible y que debiera corregirse y que debiera modificarse.

Hay repartos políticos en el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), en el Tribunal Constitucional (TC), que no tienen un pase de una democracia avanzada. ¿Por qué se hace? Porque desde allí se puede controlar el tribunal que después va a juzgar a los poderosos. Cuando se controlan el TC o el CGPJ, se está poniendo una piedra para controlar después los tribunales que juzgaron de forma especial, por ejemplo, a los políticos. Eso está ocurriendo, del mismo modo que tenemos un número de aforados en España que no tiene parangón.

¿Por qué se hace? Para proteger a los poderosos. Hay un sistema judicial que protege a los poderosos en España. Eso se cuenta en el libro. Y no lo digo yo, lo digo después de haber hablado con expertos del mundo de la Justicia, con jueces o fiscales, con abogados que cuentan que eso es así. Tenemos que mejorar. Por no hablar de la figura de la inviolabilidad, que es inasumible, como bien ha dicho el juez del Reino Unido.

Lo que se ha hecho con el rey emérito en España le da pie a entrar en la joyería, llevarse las joyas y que quede impune. Eso es una vergüenza, eso debe mejorar y por ahí va la denuncia que se hace en un sistema judicial que debiera avanzar y debiera ser mucho más democrático.

El reparto de los cargos en los organismos judiciales es distinto en otros países. En ellos, un porcentaje de dichos puestos los eligen los propios jueces y, el resto, los políticos, a diferencia de España. Además, comenta que en Francia las incompatibilidades en este sentido se castigan en el Código Penal. ¿Considera que ambas cosas serían extrapolables a España?

En el libro se muestra cómo hay un reparto de los partidos políticos para elegir a los cargos de los organismos que dirigen la Justicia y eso es una vergüenza. Que, por cierto, acabamos de ver en el Tribunal Constitucional cómo un Gobierno de PSOE y Unidas Podemos votaba con el Partido Popular y entraba en el TC un tipo de la talla del tal Enrique Arnaldo, vinculado con casos de corrupción, alguien que aparece en conversaciones hablando de controlar la Justicia por detrás. Eso sí es inasumible, ese reparto político no tiene un pase.

Del mismo modo que debiera haber un baremo más claro a la hora de elegir a aquellos que van a representar los organismos de dirección de la Justicia, un órgano en el que se valorase mas no el deseo político, sino un baremo claro donde se valorase la experiencia y la independencia de sus cargos. ¿Qué ocurre? Que, como denuncia el libro, hay vínculos para proteger a los poderosos en este país que van desde la Justicia pasando por la jefatura del Estado, los medios de comunicación, las empresas estratégicas… La clave está ahí. Digamos que es la espina dorsal del poder. Un establishment, un statu quo que se protege entre sí de forma muy clara en este país. ¿Ocurre en otras naciones? Puede ocurrir, pero nuestro deber como periodistas y como ciudadanos es intentar que la democracia sea cada vez más sana y más igualitaria.

Retomemos el asunto del rey emérito. Hay nueve delitos fiscales que, unos porque han prescrito, otro por la inviolabilidad, no se van a juzgar en España.

Yo creo que en España hay una oligocracia donde un determinado número de gente muy poderosa -que va de la jefatura del Estado a poderes económicos determinados, también los medios de comunicación, también empresas estratégicas…- tiene la sartén por el mango.

En torno a la jefatura del Estado, con Juan Carlos I durante mucho tiempo se miró hacia otro lado, se pasó de puntillas ante lo que se sabía… Si es que llevaba décadas manejando dinero por el extranjero manejándolo con testaferros.

Durante mucho tiempo no se denunció, se fue complaciente con esa situación del rey emérito porque muchos se beneficiaban de eso, de hacerle la rosca al emérito. No se llevaba el denunciar lo que estaba haciendo mal, sus tropelías. Se llevaba el llevarse bien con Juan Carlos I, que Juan Carlos I te llevara a una cacería, que Juan Carlos I te pasara la mano por el lomo… Eso era lo que estaba bien de cara al establishment y eso, hay que decirlo, es antidemocrático porque la limpieza democrática supone que todos somos iguales ante la ley, que se investigue la presunta corrupción, que se denuncie, que los medios de comunicación lo cuenten, no que lo oculten.

Jesús Cintora: "La corrupción del rey emérito es la vergüenza nacional de España en las últimas décadas"

El tema del rey emérito es la gran vergüenza nacional de los últimos años, es un tema que ha sido tabú. Es un tema con el cual no se ha denunciado lo que él hacía y del se han beneficiado otros por ser complacientes con él.

Como cuento en el libro, después de hablar con jueces y expertos de la Agencia Tributaria, en este asunto han quedado impunes delitos muy graves de corrupción. Si en vez de ser Juan Carlos I de Borbón hubiera sido Perico Pérez el de los palotes, vamos, va para adelante y no se salva nadie.

Al mismo tiempo, había otra atrocidad. Mientras se estaba lucrando de esta manera, hacía discursos de Navidad diciendo que la gente tenía que esforzarse en una situación de crisis, que él estaba compungido porque la gente lo estuviera pasando mal, pidiendo sacrificios y aparentando que era consecuente con los esfuerzos que estaba haciendo la población. Cuando, al mismo tiempo y prácticamente el mismo día, estaba manejando el dinero con testaferros fuera de España.

Otra cuestión, que desvelamos en exclusiva en 'Público' hace unos meses y de la que los medios no se han hecho demasiado eco, es el hecho de que el origen de la fortuna del rey emérito está en el comercio de armas con Arabia Saudí.

Con el rey emérito sigue habiendo puntos oscuros y los hay porque ha utilizado testaferros y porque estaba muy protegido y los negocios que tiene arrancan de tiempo muy atrás, en décadas en las cuales ya utilizó testaferros, algunos de los cuales están muertos, pues siempre hay un muerto al que cargarle el muerto, nunca mejor dicho.

Entonces, la historia está en que durante mucho tiempo es cierto que ha tenido negocios fuera de España con personas interpuestas, con el uso de paraísos fiscales y aparecen sus relaciones con los países del Golfo. Los países del Golfo le han reportado suculento caudal económico y también le han reportado una protección política que ahora se ve, porque se fue allí a estar protegido.

De todas formas, yo diría una cosa sobre esto: el poder político no es una simple comparsa, tiene que actuar. A mí no me vale que el rey emérito haga una declaración y pida perdón. Mucha gente de bien lo que quiere es verlo sentado ante la Justicia como a cualquier ciudadano medio y quiere que restituya lo robado. Pero todo, no una parte, previo aviso, para hacer un maquillaje. Ahí está la madre del cordero. No pueden seguir engañándonos.

En Reino Unido la Justicia ha considerado que el rey emérito no tiene inmunidad tras su abdicación, por lo que podrá ser juzgado por el acoso denunciado por Corinna Larsen. ¿Consideras viable que algo así pueda ocurrir en España?

Cuando yo digo que el tema del rey emérito es una vergüenza nacional, me baso también en que hay tribunales fuera de nuestro país que nos sacan los colores yendo un paso más allá. Incluso ha habido también investigaciones en las cuales se avanzado fuera de nuestro país o publicaciones de medios extranjeros con reportajes que aquí no se han podido ver o que aquí no se han investigado.

En España hay medios que han ido tirando el hilo, pero no todos, hay que decirlo. Sí hay gente que lo ha investigado o hablado del rey emérito, y es gente mal vista. Investigar o hablar del rey emérito, pero no porque te caiga mal, sino porque hay andanzas y tejemanejes que son denunciables, que son corruptos... Eso está mal visto.

Jesús Cintora: "Mientras se vendía la imagen de campechanía, el emérito manejaba dinero fuera de España con testaferros"

Y, además, este señor es de los que directamente ha llamado a gerifaltes de los medios de comunicación para quejarse del tratamiento de una información.
Él no ha sido ese alegre campechano que bebía vino y tenía juergas y decían que se iba con la moto por la noche y se paraba a auxiliar a los que se habían quedado tirados en la carretera. Mientras se vendía esa imagen de campechanía, él manejaba dinero fuera de España con testaferros. Contarlo, insisto, es complicarse la vida, es mejor ser complaciente. Yo creo que es mejor contarlo, para eso somos profesionales del periodismo.

En el libro no solo se habla de la politización de la Justicia, sino también de la Agencia Tributaria. ¿Podría desarrollar este asunto?

De la misma forma que hay un control político de los organismos de dirección de la Justicia, en la Hacienda también hay politización en organismos como la Oficina Nacional de Investigación del Fraude (ONIF), que son absolutamente vergonzosos. Hemos llegado a tener cargos que después aparecen ya en registros de las fuerzas de seguridad del Estado vinculados con la corrupción.

En organismos como la Agencia Tributaria ha habido gente que está vinculada a los casos cómo Gescartera. Es decir, hay un poder político que tiene la posibilidad de nombrar altos cargos de la Agencia Tributaria y de la ONIF y, evidentemente, eso es un seguro para el propio poder político.

Sí ha ocurrido, y ocurre, que hay gobiernos en los que se hacen nombramientos discrecionales de estos altos cargos. El nombramiento de cargos de libre designación tiene cifras que son muy llamativas.

Jesús Cintora: "En este país ha habido altos inspectores de Hacienda que han sido apartados de su cargo cuando investigaban asuntos serios"

En este país ha habido altos inspectores de Hacienda que han sido apartados de su cargo cuando investigaban asuntos serios, como los relacionados con el rey emérito. Los han mandado incluso a otras comunidades autónomas.

En este país también ha pasado que inspectores de Hacienda, altos cargos de la inspección, gente que hacía su trabajo, han llegado a su despacho y les habían quitado hasta su material de oficina porque les comunicaban que dejaban de trabajar ahí. Y son cargos que estaban investigando asuntos delicados, asuntos relacionados con gente poderosa.

Suponiendo que esto fuera así, si se tuvieran controlados a a los inspectores de Hacienda, estos mandarían sus informes a la Justicia y el asunto quedaría archivado. ¿Considera que de este modo se manejan estos casos?

En España puede haber un control político de organismos judiciales como el CGPJ, del que luego dependen los magistrados e incluso hay jueces que van y vienen de sus destinos. Y, además, para un juez el apoyo de la Agencia Tributaria, de los inspectores de Hacienda, en muchos casos que investigan es fundamental.

Bueno, pues en este país ha ocurrido también que jueces que estaban apoyados en el trabajo de determinados inspectores que estaban haciendo su labor, de repente son apartados no solamente de su cargo, sino también de la comunidad en la que estaban trabajando.

Igual que ha ocurrido también con policías que estaban investigando y son apartados de su cargo. Y por encima de ellos hay altos mandos que dependen del poder político.

Otro de los casos de los que hemos hablado también en exclusiva en 'Público' son los relacionados con Villarejo. Menciona en concreto en el libro al pequeño Nicolás. Este asunto parece que ha quedado opacado bajo ese "mira este chaval hasta dónde se ha colado", pero ha llegado a tener vínculos con los altos estamentos de la sociedad.

Y digo que Villarejo es un síntoma porque es alguien que estaba allí y tenía una relación con gente poderosa a cambio de dinero, pero, al mismo tiempo, reportando beneficios a aquel poderoso que estaba vinculado con él. Beneficios económicos, beneficios en cuanto a controlar a competidores, beneficios de controlar de forma ilegal la vida de otras personas. Y digo que es un síntoma porque sí, Villarejo se ha aprovechado, pero también de él se han aprovechado porque les venía bien.

Villarejo es un síntoma de esas cloacas del Estado de gente poderosa que utiliza resortes para controlar a competidores, para obtener un beneficio económico... En definitiva, para tener más poder.

Sobre este asunto llama la atención cómo muchos grandes medios de comunicación no se han hecho eco durante años de las investigaciones de 'Público' que destapaban estas cloacas. Investigaciones que, posteriormente, ha acabado certificando la Justicia.

De Villarejo no conocemos ni la punta del iceberg de gente poderosa o visible en los medios de comunicación, de la economía o de la política que ha tenido vínculos con él y que le utilizaban ilegalmente para obtener información de competidores o gente que pudiera hacer sombra para obtener más poder. Y más dinero, a fin de cuentas. Villarejo es un síntoma de esa gente que se beneficia de estas figuras y estas actuaciones espurias.

"La Fiscalía te lo afina". Esta frase pronunciada por el exministro de Interior, Jorge Fernández, sin embargo, la adelantó 'Público' y fue de las que sí trascendió. Es una afirmación que simboliza muy bien esa relación interesada entre el poder judicial y el político.

Sí. "La Fiscalía te lo afina" es una frase simbólica que representa algo que ocurre de forma más habitual de lo debido en la Justicia y es ese vínculo político de los poderosos con una Justicia que debiera ser absolutamente independiente.

Y la Justicia evidentemente tiene resortes de trato de favor a una serie de gente. Y se ve el caso del rey emérito, se veía cuando había un ministro del Interior que se reunía con Daniel de Alfonso -el director de Oficina Antifrau de Catalunya- y realmente hablaban de cometer actos ilegales. Pero está también cuando hay un control político y actuaciones parapoliciales o determinado favoritismo para determinadas personas que no hace que precisamente la Justicia sea igual para todos.

Una frase que figura en el libro es: "Un pueblo dormido, despistado o con resignación es materia prima fundamental para que las redes clientelares se cronifiquen". Sin embargo, en España hemos tenido el 15M; esa indignación de las calles llegó a las instituciones. ¿Cuál consideras que es el siguiente paso a dar como ciudadanía?

Creo que hay malestar en importantes sectores de la ciudadanía. Y, cuando yo veo una protesta, a mí me parece que lo fundamental es escuchar el problema que tienen y decir: "¿Llevan razón o no llevan razón?". Eso es lo fundamental, el decir: "¿Hay razones en el hecho de que se haya precarizado su empleo, en el hecho de que les habían subido el precio de sus herramientas de trabajo, como llenar el depósito de un camión, o el hecho de que los sanitarios digan: Tenemos que atender cada vez a más pacientes y no damos a basto?. Eso es lo fundamental.

¿Por qué? Por dos razones. La primera, porque los gestores políticos están para eso, para intentar resolver esa situación. Y diré más: si el político no es empático con el que se está manifestando y con el que tiene un problema, si no está con esa gente, otro va a intentar ocupar ese carril. Si tú no estás con ellos, otros van a intentar estar con ellos. Y eso es un error para cualquier gobernante.

A mí me llama la atención cómo en las últimas semanas se busca la matrícula o los intereses que pueda haber en los manifestantes. Cuando ha ganado la derecha, la izquierda también ha hecho manifestaciones o también ha habido sectores que se han manifestado y partidos de izquierda han tenido una conexión y buscado una simpatía o una cercanía con los manifestantes. Ahora gobierna la izquierda y el hecho de que haya partidos de la derecha que buscan una simpatía en esas protestas entra dentro de lo que hemos visto ya en otros casos.

No, lo que debe hacer un dirigente político es intentar ver, primero, si llevan razón los que se manifiestan. Entonces, vamos a intentar resolverlo, a ser empáticos. Hay que intentar comprenderles porque si tú no estás con ellos y otros sí están, esa gente que tiene un problema y ve que otro partido arrima el hombro, aunque sea de forma interesada, se va a sentir más en sintonía con ellos. Entonces, ¿el que se manifiesta tiene un problema? Parece que sí. Pues vamos a intentar arreglarlo. Eso es lo que debe hacer un dirigente político.

Diré también otra cosa: me parece denunciable la moda del relato político o de los marcos políticos. La mayor preocupación por contar lo que se va a hacer o lo que se dice que se ha hecho más que por los hechos en sí, por lo que realmente se ha realizado. Esta política del relato, del marketing político, de los marcos... Me interesan los hechos. Fundamentalmente, porque la realidad en la calle es muy delicada. Hay gente que con mil y pico euros está teniendo que hacer frente a una subida del coste de la vida muy seria: en vivienda, en la cesta de la compra, en recibos. A esa gente no le vale el relato.

No vale con decir muchas veces "Putin", hay que ponerse a intentar arreglarlo. La situación es delicada, para cualquier Gobierno lo es. Porque hay una serie de factores que vienen de atrás y ya teníamos una pandemia, ahora se suma la guerra... Pero no vale solo el relato, hay que ponerse manos a la obra.

Cuando hablamos de lo que ocurrió en movimientos cívicos como el 15M, yo creo que tampoco se puede vivir con la nostalgia de lo que fue el 15M. Yo creo que cualquier ciudadano que se sienta demócrata tiene que ser consciente de que hay problemas que también se defienden en la calle. De forma cívica, pero también planteando sus problemas. Yo sí creo en que la gente, en general, está una situación delicada con el coste de la vida, con el precio de la vivienda, con problemas que plantear.

El hecho de que la gente pueda defenderlos en la calle entra absolutamente dentro de la normalidad democrática. Lo que no puede ser es que las manifestaciones le gusten a uno o no en función de quién gobierne. Lo razonable es decir: ¿Hay motivos para ellas? Pues lo natural es que se produzcan.

Diré más: para una generación de jóvenes en este país el futuro que se plantea es muy delicado y aquí o espabilamos o la situación es inasumible. Cobrar mil y pico euros, el precio de la vivienda, el coste de la vida, la precarización... Y esa
gente yo vaticino que va a tener problemas serios para salir adelante y que, tarde o temprano, van a tener algún tipo de catarsis que se plante y diga: Oye, ¿por qué las eléctricas ganan más, por qué la banca gana más...?

¿Hasta qué punto los partidos políticos pueden revertir esa situación? Les elegimos para eso y deben cumplir ese papel. Y, si eso no ocurre, hay ahí un déficit democrático que puede conllevar perfectamente un descontento social. El tema es delicado. ¿Y qué debemos hacer? ¿Mirar hacia otro lado? Yo creo que el periodista tiene que reflejarlo, porque es la realidad que estamos viviendo.

Una de las cosas que ha comentado hace un rato y menciona en el libro es la subida de la luz y el gas. Conocemos que existen las puertas giratorias en el sector energético. ¿Han podido dificultar esas puertas giratorias la tardanza en llegar de medidas para paliar el coste de la vida, que lleva meses creciendo?

No quieren que lo sepas, pero hay que contarlo. Hay una serie de gente que ha estado en la política -son unos cuantos- y acaba en importantes empresas estratégicas energéticas. Pero también de la banca, de la industria armamentística...

En algunos casos, hay gente muy preparada que ha pasado de la política a la empresa privada. Pero en otros, hay incluso gente que no tenía ninguna experiencia en el sector. ¿Qué se compra? Se compra fundamentalmente su poder de levantar un teléfono, entrar en contacto y reunirse con alguien que esté el poder político y que pueda favorecer con sus decisiones a esa empresa estratégica. En algunos casos, ficha a un expolítico una empresa energética y no ha puesto ni una bombilla en su vida, pero tiene la posibilidad de escribir un mensaje y comer con alguien que puede influir, cambiar una normativa. Eso ocurre y es un déficit democrático.

Eso alimenta, repito, esa oligocracia que intenta ser cada vez más poderosa en detrimento de una clase media o trabajadora, de un ciudadano estándar que cada vez asume más carga de pobreza o de empobrecimiento.

Pasamos a otro tema de actualidad, la guerra. Ha hablado del negocio armamentístico. ¿Es el actual el momento perfecto para que las empresas de este sector se lucren?

Del tema de la guerra, es evidente y hay que condenar la invasión de Vladímir Putin. Del mismo modo que hay que ser solidario con todo aquel que está sufriendo el conflicto bélico, con el que tiene que irse de un país que sufre bombardeos, que está sufriendo el pánico o que ha perdido a sus seres cercanos.

A partir de ahí, evidentemente cuando hay un conflicto hay perdedores, que son los ciudadanos, y ganadores, como la industria armamentística. Y hay beneficios importantes en el negocio de las armas y hay países que son absolutas potencias en ello. Eso es otro ángulo que se puede observar perfectamente.

Jesús Cintora: "En una guerra cuando hay un conflicto hay perdedores, los ciudadanos, y ganadores, como la industria armamentística"

Pero la guerra hay que pararla, porque tiene perdedores, gente que pierde a su gente, su vida o sus lugares de vida y eso es un desgarro probablemente para siempre.

Luego, hay otro asunto que viene vinculado con la guerra y es la proliferación de expertos en geopolítica, que florecen para hablar de esto. Yo tengo un máximo respeto para no entrar en exceso en este tipo de teorías.

Del mismo modo que, al inicio de la pandemia, yo intenté decir fundamentalmente: "Hay que escuchar a las autoridades sanitarias, a los expertos...". No fui de los que dijo: "Esto es una gripe", porque no tenía ni pajolera idea. En este asunto de la guerra, es evidente que hay un invasor, que es Putin, que hay unos intereses geopolíticos, pero la guerra hay que terminarla cuando antes.

Sobre la pandemia, habla en el libro de lo que denomina "el escándalo de las residencias", con la Operación Bicho en la Comunidad de Madrid. Conocemos las consecuencias, pero usted explica la trastienda.

Con la pandemia hemos entrado realmente en una nueva anormalidad. Se aplaudió a los sanitarios, pero sigue habiendo profesionales en unas condiciones de precariedad lamentables. Hay un deterioro de la sanidad pública que está ahí. En mi barrio llamabas hace unos años al centro de salud en Madrid, a las 9 de la mañana y te atendían al final de la mañana y esa misma tarde. Ahora, llamas para pedir cita con el médico de atención primaria y pueden tardar semanas.

Hay un deterioro de la sanidad pública que no sé cómo la gente lo soporta, lo aguanta. Es tremendo para un estado del bienestar. Al final, hay gente que termina recurriendo a la sanidad privada. Pero mucha gente no se puede permitir un seguro privado.

Jesús Cintora: "El deterioro de la sanidad pública es uno de los mayores ataques a la democracia en las últimas décadas"

El deterioro que ha habido en la sanidad pública en este país en los últimos años -en Madrid, sí, pero no solamente en Madrid- es uno de los mayores ataques a la la democracia del sistema del bienestar en las últimas décadas. Hay que denunciarlo. Y lo peor es que no se ve que tenga límite. Cuando has pasado de que te vean en el mismo día en el médico a que tarden semanas, es que te están robando algo que tenías. Y, mientras te estaban robando, algunos quedan impunes, parece que pueden hacer lo que quieran y eso no puede ser.

Con la pandemia también se ha demostrado que hay aspectos que siguen igual. En las residencias sigue habiendo un negocio de empresas privadas que es muy suculento. Y empresas relacionadas con empresarios como Florentino Pérez o con organismos como la Iglesia católica y la importantísima tajada que sacan con el negocio de las residencias de ancianos, donde yo creo que los poderes públicos no deben tener una ausencia de participación, en absoluto. Yo creo, además, que deben prestarse unos servicios públicos para mucha gente que no puede permitirse otra cosa.

Ha habido una precariedad y una falta de cuidados en las residencias, en un momento delicado en el que murieron miles de nuestros mayores. Y eso está impune. No hay ahora mismo un resultado de investigaciones con el que digas: se ha hecho justicia.

Y, al hilo de la pandemia, también diré que creo que de forma vergonzosa nos polarizó. Aquí de la pandemia a mucha gente parece que solamente le interesó si la culpa era de este político o del otro. ¿Y si los dos tuvieran responsabilidad? ¿Y si debieran ponerse a aclarar lo ocurrido para intentar mejorarlo? Pero aquí hemos hecho una especie de patada y a seguir, a otra cosa mariposa.

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