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El Constitucional da la razón a Teresa Rodríguez: la historia de cómo se fraguó la herida en las izquierdas andaluzas

La expulsión de Rodríguez, a instancias de Podemos e IU, del grupo que ella misma presidía se hizo en contra de la norma y vulneró los derechos de nueve diputados, según el Constitucional. También causó un trauma en la izquierda andaluza.

La portavoz de Adelante Andalucía, Teresa Rodríguez (c), atiende a los medios en el Parlamento andaluz.
La portavoz de Adelante Andalucía, Teresa Rodríguez, atiende a los medios en el Parlamento andaluz este jueves. María José López / Europa Press

Por sorpresa, en octubre de 2020, la entonces portavoz de Adelante Andalucía, Inma Nieto (IU) registró un documento en el parlamento en el que acusaba a Teresa Rodríguez, entonces la presidenta de ese mismo grupo, y otros siete diputados de transfuguismo y solicitaba a la Mesa de la Cámara su expulsión.

Lo hizo, según exponía en ese mismo documento, después de que Podemos le trasladara que "ocho diputados y diputadas" habían causado baja como afiliados en su formación política, "quedando en situación de transfuguismo". 

Aquello fue el final abrupto, la voladura por la fuerza del primer Adelante Andalucía, entonces una ambiciosa confluencia que agrupaba a toda la izquierda andaluza y contaba con 17 diputados, hoy, tres años después, un partido político con dos escaños en el Parlamento autonómico, el más pequeño de la Cámara.

Por Andalucía, la coalición en la que IU y Podemos, impulsores de la expulsión de Rodríguez, se aliaron junto con otras fuerzas ecologistas y andalucistas, cuenta ahora con otros cinco diputados.

Es decir, aquella decisión provocó un trauma de tal calibre en un contexto en que el PSOE de Andalucía, hegemónico hasta entonces, perdía la conexión con la sociedad, del que la izquierda andaluza aún no se ha levantado.

Esta semana, el Tribunal Constitucional –por unanimidad– dio con toda rotundidad la razón a Teresa Rodríguez y los suyos, como parecía obvio después de que los propios letrados de la Cámara no vieran mimbres suficientes para la expulsión del grupo que ella misma presidía.

El Constitucional, que no tomó medidas cautelares, y, por tanto, de algún modo, al resolver tres años después, dejó coja la reparación –"victoria pírrica", consideran en Adelante– del daño, si proclamó que se vulneró el "derecho a la representación política" de Rodríguez y los otros siete diputados.

A finales de noviembre de 2020, la Mesa de la Cámara, después de un mes de vodevil, salpicado de diversas rectificaciones y dudas, con los votos a favor de PSOE, Ciudadanos y Vox y la abstención del PP, decidió echar, como pedían Podemos e IU, a los parlamentarios, que pasaron a ser no adscritos, lo que implica que tienen menos derechos y pasan a ser una especie de parlamentarios de segunda.

Fue, pues, una decisión política, que se tomó "en contravención de la normativa reglamentaria vigente en aquel momento", según ha declarado el Constitucional. "Identificar directamente la baja en un partido con la baja en el grupo parlamentario supone una innovación de la normativa, como lo evidencia la posterior modificación que se hizo [en el reglamento del Parlamento] en que ya se incluyó esa traslación automática para los casos de transfuguismo", informó el Constitucional en una nota de prensa.

¿Cómo se llegó a ese momento que causó la quiebra de Adelante Andalucía? ¿Por qué se rompió de esa manera tan traumática un proyecto que había nacido con voluntad de mayorías y de dar la batalla a la hegemonía del PSOE en Andalucía por la izquierda?

El análisis que hizo este jueves, ya con la decisión del Constitucional en la mano, Rodríguez fue muy duro –habló de estalinismo, de mediocridad política, pidió la dimisión de Nieto, que hoy preside el grupo de Por Andalucía– el siguiente: "La partitocracia se puso por encima de la democracia andaluza, porque a todo el mundo le venía muy bien quitarnos a nosotros de en medio: hemos sido siempre muy incómodos para todo el mundo en esta Cámara".

"Solamente por el hecho de pensar diferente a la dirección de tu partido un diputado ya podía ser declarado tránsfuga", lamentó. Y enmarcó el asunto en "una operación a todas luces destinada a evitar que haya un partido andalucista fuerte en Andalucía, capaz de representar los intereses de esta tierra aunque gobierne la izquierda en Madrid, o la derecha o quien sea".

Con aquella operación también se buscaba, a juicio de Rodríguez, "acabar con una fuerza política que no siempre fue la muleta del PSOE, y con gente muy pesada que está todo el día hablando de los privilegios de la política y denunciándolo cada vez que tiene ocasión".

Rodríguez y los suyos estudian estos días presentar, una vez que el Constitucional ha dejado claro que la expulsión no se podía ejecutar como se hizo, una demanda por prevaricación, dictar una resolución injusta a sabiendas, contra los miembros de la Mesa que certificaron su expulsión.

Contexto, razones y causas

El contexto en el que se enmarca el conflicto que derivó en la drástica expulsión y en la voladura de los puentes con Rodríguez, que se sintió agredida –la echaron estando de baja maternal–, es complejo y tiene muchas aristas.

En aquel momento, la discordia en el grupo parlamentario que Rodríguez y los suyos compartían con IU estaba profundamente instalada. Podemos e IU consideraron que la situación había llegado al límite y justificaron la expulsión con la idea de que la actitud de los anticapitalistas, tomaban decisiones "unilaterales" y "hostiles" sobre el dinero, la comunicación de la confluencia, "usurpación" de la marca (Adelante Andalucía) incluida, que dañaban las expectativas, lo que obligaba a tomar decisiones.

Más allá de consideraciones de tenor económico, como el reparto del dinero de la coalición, y personales, que funcionaron como factores muy relevantes de aquella crisis (en este artículo, Podemos explicó entonces en profundidad sus porqués y cómo concluyó que los diputados afines a Rodríguez eran a su juicio tránsfugas), las razones políticas, como en todo proceso complejo y profundo, son variadas, pero existen dos claves fundamentales que pueden ayudar a comprender las causas de aquella ruptura.

Por un lado, el fracaso electoral en las elecciones de diciembre de 2018, cuando la suma de las derechas y la ultraderecha, por primera vez en la historia de la autonomía, les daba para gobernar, lo que condenaba a Adelante a otros cuatro años de oposición. Y esta vez con el PSOE, por primera vez, como compañero de viaje, lo cual provocó desencanto porque las expectativas de poder influir eran altas y los líderes se habían dejado muchos pelos en la gatera para convencer a las bases de la conveniencia de montar Adelante.

Y, por otro, la irrupción en el sistema de Vox y, sobre todo, la decisión de Unidas Podemos de entrar en el Gobierno de España con los socialistas, consumada tras los comicios de otoño del 2019, causaron fuertes desencuentros en Andalucía.

Teresa Rodríguez y sus tesis (hacer presidente a Pedro Sánchez, pero negociar medida a medida, presupuesto a presupuesto) perdieron una consulta llevada a cabo por Podemos entre la militancia de todo el país sobre si se debía o no cogobernar con el PSOE.

Entre otras razones, aquello llevó a Teresa Rodríguez a dejar en febrero de 2020 la dirección del partido (ella asegura que no se dio de baja de Podemos, sino que también la expulsaron) en la Comunidad y a impulsar una renovación de la coalición Adelante Andalucía, una opción que, pretendían, tomara la forma de una gran confluencia aliada con Madrid al modo de En Comú Podem.

Esto conllevaba cuestiones consideradas inaceptables para la nueva dirección de Podemos y también para IU, que habían venido defendiendo un proyecto que iba en otra dirección, alineado con las políticas del Ejecutivo de coalición en Madrid y con el claro objetivo de acabar con el gabinete de la derecha, apoyado en la ultraderecha, en Andalucía y gobernar.

En los meses anteriores a la expulsión de Rodríguez las conversaciones de paz, por llamarlas de algún modo, ya con una nueva dirección en Podemos Andalucía, dirigida por Martina Velarde, estallaron. La desconfianza y los actos "hostiles" predominaron y Podemos, después de un nuevo conflicto por los fondos, acabó de nuevo por concluir que no había manera de convivir en el mismo proyecto. Ese fue el detonante último y el que puso en marcha la operación, según dijo en su momento a Público el secretario de Organización Manuel de Jesús

En los meses previos, se había producido también una discusión en torno a la marca Adelante Andalucía. Una discusión como esa, en torno a un nombre, a unas siglas, revelaba una profunda desconfianza, que no fue posible reconducir. Ni los afectos ni las prioridades políticas y estratégicas en el grupo parlamentario eran ya compartidos.

"Es evidente que esta situación que está enrareciendo las relaciones en el ámbito de la coalición en algún momento tendría su traducción también en la vida del grupo parlamentario", dijo Nieto entonces.

Ahora, tres años después, y con una mayoría absoluta del PP en Andalucía, la izquierda andaluza busca su camino, partida en dos, una soberanista, Adelante Andalucía, y otra federal o confederal, Por Andalucía.

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