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Junts fija la estrategia para la investidura: Puigdemont al mando, silencio y agotar los tiempos para presionar al máximo

Que Sánchez habilite al expresident como interlocutor será clave en la negociación y se buscarà algun tipo de contacto entre Waterloo y los negociadores del PSOE. Los postconvergentes buscan conseguir acuerdos superiores a los de ERC. 

L'expresident Carles Puigdemont durant la seva intervenció a la Catalunya del Nord
El expresident Carles Puigdemont durante una intervencion en Catalunya del Norte, Francia. ACN / UCE

La investidura de Pedro Sánchez y la reedición de un Gobierno de coalición progresista entre el PSOE y Sumar depende del conjunto de partidos nacionalistas e independentistas de Catalunya, País Vasco y Galicia: ERC, Junts, PNV, EH Bildu y BNG.

No todos tienen la misma relevancia aritmética, pero todos son importantes y se da por hecho que Sánchez deberá cerrar acuerdos con cada uno de ellos, cosa nada fácil. Pero sin duda la gran novedad de estas negociaciones es Junts per Catalunya, dado que es la única de las cinco fuerzas que no formaron parte de los acuerdos con el Gobierno de Pedro Sánchez en la pasada legislatura.

Junts transita ahora del rechazo rotundo a cualquier negociación con el PSOE a interlocutor destacado para la investidura. Y el acuerdo para la Mesa del Congreso ha sido un primer paso en el viraje estratégico. Aunque sus dirigentes alertan continuamente que "dar por hecha la investidura por el acuerdo en el Congreso sería un grave error". Pero es ya una realidad que Junts ha decidido entrar con todo en la negociación para una investidura de Sánchez y eso es ya en sí mismo una decisión de envergadura que tiene pros y contras para el espacio postconvergente.

Negociación incipiente y larga

"En política no se pueden dar bandazos súbitos, estamos decididos a negociar, pero hay que hacerlo con calma y prudencia", asegura un dirigente de Junts del llamado sector pragmático que lideran figuras como Jaume Giró o Xavier Trias. "Otra cosa es el resultado final", añade.

La negociación ha empezado "de forma incipiente" asegura la misma fuente. De momento se habrían producido los primeros contactos con el PSOE y Sumar capitaneados desde Junts por la jefa de filas en el Congreso, Míriam Nogueras, y el secretario general, Jordi Turull.

Junts está pues en modo negociador y ha fijado estrategia para ello. Todos los actores de Junts consultados coinciden en tres aspectos básicos de esta estrategia: El silencio y la coordinación de las declaraciones públicas son una herramienta fundamental para hacer avanzar las negociaciones. La gestión de los tiempos será "a fuego lento". Y Puigdemont está al mando de las negociaciones y la decisión final la tomará el expresident aunque deberá ser ratificada por la Ejecutiva y en una asamblea de los afiliados.

El objetivo del PSOE y Sumar resulta obvio, no es otro que investir a Pedro Sánchez y reeditar el Gobierno de coalición progresista. El de Junts tiene dos aspectos nucleares: el que se enmarca en el objetivo de la autodeterminación de Catalunya, pero también el de la pugna con ERC por la hegemonía independentista mientras no se consiga la independencia. Y los dos no son ejes paralelos sino que se entrecruzan añadiendo complejidad a todo el proceso negociador.

Los objetivos estratégicos de Junts

En esta línea, más allá de las condiciones maximalistas de amnistía y autodeterminación de partida, Junts sitúa su estrategia en las siguientes coordenadas: conseguir acuerdos superiores a los de ERC, colocar la pelota en el tejado de Sánchez para que tenga que escoger entre la resolución del conflicto en Catalunya o la repetición electoral, mantener la cohesión interna del partido y tener un control de daños respecto al "independentismo civil" para minimizar el impacto sobre Junts de un acuerdo con el PSOE, si es que se produce.

El silencio decretado por Puigdemont que, más allá de algunas entrevistas de Míriam Nogueras, acapara el discurso público de Junts a través de mensajes ponderados y meticulosos en sus redes sociales se prevé como una estrategia básica en la negociación para la investidura.

Y tiene dos objetivos básicos según cuentan desde Junts. Afianzar la incipiente confianza que se va generando entre las partes, imprescindible para llegar a un acuerdo, aunque sea desde posiciones muy distantes. "Una catarata de declaraciones altisonantes no permitiría avanzar en las negociaciones con la tranquilidad que se requiere", alertan.

Malestar con las declaraciones sobre Borràs y la amnistía

Junts quiere recuperar el papel de interlocutor serio y medirá sus declaraciones. Por ello ha sentado muy mal en Waterloo las declaraciones sobre que la amnistía debería incluir a la presidenta del partido y expresidenta del Parlament, Laura Borràs, sentenciada no por temas del Procés, sino por irregularidades cuando dirigía la Institució de les Lletres Catalanes.

La declaración rompía la estrategia de Puigdemont de reclamar una solución conjunta para los centenares de procesados y no entrar en "soluciones personales". El otro objetivo del férreo control de las declaraciones públicas es evitar que se generen disonancias en un partido fuertemente dividido entre el sector más contrario a la negociación con el PSOE y el sector más pragmático.

Una pugna que ha acostumbrado a generar mucha confrontación de opiniones en los medios de comunicación entre unos y otros. De momento, salvo alguna excepción como la citada, los dirigentes más afines a Puigdemont rechazan cualquier tipo de declaración y los más pragmáticos lo hacen con sordina y en privado. "Hay mucho en juego y es una negociación muy compleja y delicada, si alguien habla de más puede quedar fuera de la foto", asegura un exdirigente de Junts.

Mantener la cohesión interna entre sectores

Mantener la cohesión del partido entre los sectores más radicales liderados por Laura Borràs y los más pragmáticos con Jaume Giró o Xavier Trias al frente es otro de los objetivos básicos de Puigdemont en esta negociación. Algunos en Junts apuntan que precisamente por ello, el expresident de la Generalitat ha aceptado jugar la partida de la negociación, aunque conduciéndola personalmente a pesar de no ostentar ningún cargo orgánico en la estructura del partido.

"Rechazar de plano la negociación le hubiera generado a Puigdemont muchas críticas internas y quizás alguna revuelta de los sectores que consideran que el resultado del 23J es una gran oportunidad", asegura un exdirigente conocedor de las pulsiones internas del partido. Pero Puigdemont tampoco ha querido que los "pragmáticos" dirijan las negociaciones, aunque algunos tendrán un papel entre vestidores en los contactos con el PSOE en Madrid, pero no en la mesa de negociación directa. Ello frena las suspicacias que puede generar el proceso negociador en el sector borrasista.

El control de los tiempos, negociación al límite y máxima presión

También será fundamental el control de los tiempos en la negociación. Con dos objetivos, el primero intentar siempre situar la pelota en el tejado de Pedro Sánchez y del PSOE para que los socialistas tengan que escoger entre encaminarse hacia una resolución del conflicto político entre Catalunya y el Estado o hacia la repetición electoral que pueda dar una segunda oportunidad al PP y Vox para llegar a la Moncloa.

Y en segundo lugar, agotar el tiempo de la negociación al límite para subir la presión al máximo. Un escenario que nos sitúa muy probablemente en una segunda quincena de noviembre de infarto. Haber compartido redacción con Carles Puigdemont en su etapa de periodista da algunas pistas para intuir esta estrategia, dado su carácter de determinación frente a retos poco viables y su calma para afrontar la presión.

Pero además, un exdiputado de Junts de la época del Procés recuerda que su llegada a la presidencia de la Generalitat, designado por Artur Mas, llegó en el último minuto bajo la presión de la CUP. Que posteriormente planteó el referéndum del 1 de octubre de 2017 cuando la legislatura estaba a punto de naufragar como moneda de cambio para que los anticapitalistas aprobaran el presupuesto de la Generalitat.

"Está acostumbrado a negociar bajo presión", aseguran en Junts, recordando también que el 26 de octubre de 2017 decidió retirar en el último instante el anuncio de avance electoral que tenía previsto, cosa que llevó a las fuerzas independentistas a aprobar la Declaración de Independencia en el Parlament al día siguiente. "Entonces tenía muchas cosas que perder y tomó la decisión más difícil, ahora no tiene mucho que perder y sí muchas cosas que ganar", asegura la misma fuente.

La escenificación: "hechos constatables" para visualizar frente al electorado

La negociación para la investidura de Sánchez tendrá con Junts dos ámbitos, el del contenido con la mayor de las discreciones, y el de la escenificación, igual de importante. El primero parte con la amnistía y la autodeterminación como puntos de máximo. Puigdemont es muy consciente de las dificultades para la amnistía y de la imposibilidad que el PSOE acepte la autodeterminación más allá de la votación de futuros acuerdos en la Mesa de Diálogo.

Pero Sánchez deberá poner sobre la mesa una solución que se aproxime a la amnistía y un compromiso de referéndum aunque no sea estrictamente de autodeterminación. Pero sobre todo, Junts persigue poder mostrar a su electorado que lo conseguido está muy por encima de los acuerdos establecidos por Esquerra. Y es que la pugna por la hegemonía del independentismo será también relevante en este proceso negociador. Tanto en contenido como en efectividad, con lo que Puigdemont llama "hechos constatables".

En el ámbito de la escenificación habrá dos aspectos fundamentales. El primero relativo a esos "hechos constatables" que algunas fuentes apuntan a que podría comportar la admisión a trámite antes de la investidura de alguna iniciativa parlamentaria en el Congreso, equiparable a una ley de amnistía, que abra el camino a la resolución de los procesos judiciales que afronta el independentismo. Aunque no sea definitiva, esta iniciativa serviría para desbloquear la negociación si se pone en marcha antes del 27 de noviembre.

Posibles contactos en Bruselas

El otro punto de la escenificación pasa por reconocer a Puigdemont como interlocutor directo. Ello pasaría, tal como apuntó Público después del 23J, por algún tipo de encuentro en Waterloo o Bruselas entre dirigentes del PSOE y la cúpula de Junts con Puigdemont al frente.

Esta idea está encima de la mesa del expresident de la Generalitat, pero de momento no se ha concretado y desde el Partido Socialista se niega que este escenario esté acordado. Junts esperaba que se pudiera dar un primer contacto, aunque fuera fugaz, con la prevista presencia del presidente en funciones del Gobierno español este septiembre en el Parlamento Europeo para exponer los objetivos de la presidencia española del semestre europeo. Pero finalmente Pedro Sánchez ha renunciado a esta sesión en el Europarlamento, argumentando el respeto al proceso para la investidura de Alberto Núñez Feijóo y la anhelada foto para Junts de una encajada de manos con Puigdemont no se producirá, al menos de momento.

"Más allá de sufrir el exilio, que ahora persigue sea reconocido como agente político de primer nivel, Puigdemont tiene una herida profunda por lo que considera una grave criminalización y deshumanización de su persona de muchos actores españoles, en los que incluye al PSOE y a Pedro Sánchez", asegura una persona de su entorno. Una herida que habrá que cerrar aunque no cicatrice para que salga la investidura, y esos posibles contactos podrían ser una buena medicina.

Mirando de reojo a la ANC y el “independentismo civil”

Finalmente, en todo este proceso, Junts tiene un último reto en su estrategia, que es mantener un control de daños asequible en el llamado "independentismo civil" respecto al proceso negociador. Son los entornos más movilizados y más radicalizados del independentismo aglutinados entorno a entidades como la Assemblea Nacional Catalana, que amenazan con una nueva lista electoral independentista si la negociación se cierra con cualquier cosa que no sea la aceptación de la independencia por parte del Gobierno español.

Una candidatura electoral que puede erosionar especialmente las bases electorales de Junts, ya que Esquerra hace tiempo que está enfrentada a estos sectores y ya tiene amortizado sus efectos. Junts intentará evitar por todos los medios esta competencia electoral, pero para ello necesitará presentar "éxitos" en la negociación para evitar la fuga de votos. Especialmente después de cuatro años criticando ferozmente toda negociación de Esquerra y azuzando a los sectores más radicales contra los republicanos, que ahora se pueden volver en su contra.

Junts auscultará con atención cada estertor que la negociación con el PSOE provoque en el cuerpo electoral independentista. Y todos los elementos citados tendrán un papel fundamental en la decisión final, que sin ninguna duda tomará Puigdemont aunque después deba ser ratificada por la Ejecutiva de Junts y el conjunto de la militancia en asamblea. Muy probablemente ya en la semana del 20 de noviembre.

El expresident ya se encargó de que el grupo parlamentario en el Congreso fuese de su máxima fidelidad para ejecutar la decisión sin titubeos sea cual sea. Cerrando el paso a pragmáticos como Jaume Giró y situando a Míriam Nogueras, dirigente de su máxima confianza, al frente de la lista.

Falta por ver si el Puigdemont que se impondrá al final será el que decía "que nadie se equivoque: los pactos, y a veces, sobre todo, los pactos difíciles de explicar son parte esencial en un sistema democrático". O el que escribía en el libro Re-unim-nos. Reflexions sobre el retorn a la unitat, publicado por la editorial La Campana en 2019: "El realismo político excluye una resolución dialogada y negociada con España sin pasar antes por una nueva etapa de confrontación", añadiendo que "debemos trabajar con la realidad, no con la fantasía ni la magia. El diálogo, la negociación, el referéndum acordado hoy sabemos que son fantasías. Es una ilusión".

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