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Operación Lezo Aguirre, última víctima del 'método Rajoy'

La 'lideresa' abandona la política en lo que parece su despedida definitiva, pero se va mostrándole el camino al presidente: "Hay que asumir la responsabilidad con dignidad, sin dilaciones y sin excusas".

Esperanza Aguirre y Mariano Rajoy, en una imagen de archivo. REUTERS

Aznar, Rato, Zaplana, Gallardón... y Esperanza Aguirre. La lideresa completó este lunes la amplia lista de defenestrados de Mariano Rajoy. Ella, que lleva media vida en el PP -desde 1987, cuando todavía era Alianza Popular-, fue la última víctima de su método, que no es otro que el de dejar que cada uno caiga por su propio peso.

Esa fue la táctica a seguir por el presidente del Gobierno y del partido desde que llegó: poco a poco se fue librando de todos sus enemigos hasta el punto de que, a día de hoy, no queda ni rastro del aznarismo en la cúpula de la formación

La debacle de Aguirre, que en 2008 fue una de las protagonistas del intento de golpe de Estado para arrebatarle el liderazgo, fue en aumento desde entonces. Ella, que lo fue todo excepto alcaldesa de Madrid, anunció este lunes su abandono de la política.

Era la tercera vez que lo hacía. En 2012, su primera dimisión se produjo por "motivos personales" que se debían en gran parte al cáncer que le habían diagnosticado el año anterior. Dejó la Presidencia de la Comunidad de Madrid, pero no la del PP de Madrid. 

Aguirre dimitió tres veces. Dos de ellas, por la corrupción de sus más estrechos colaboradores 

Sin embargo, una vez encarcelado su exvicepresidente Francisco Granados por la Operación Púnica, y procesado otro de sus exconsejeros en el caso Gürtel, Alberto López Viejo, la expresidenta dimitió también como líder de la organización territorial del PP. Era febrero de 2016

Aguirre, ya relegada a una simple portavocía en el Ayuntamiento tras perder la mayoría absoluta anterior, dejó la formación en manos de su hoy ratificada sucesora, Cristina Cifuentes, y su poder disminuyó del todo. En Génova ya nadie apostaba por ella como candidata a las futuras elecciones municipales de 2019 y el Congreso regional del PP sonó a despedida. 

La exministra, expresidenta de la Comunidad y hoy también exconcejala fue ovacionada por los suyos y aplaudida hasta por quien siempre había sido su enemiga y competidora en el partido. Cifuentes y ella habían enterrado el hacha de guerra, al menos, de cara a la galería. 

Rajoy, como Aguirre, está citado como testigo en Gürtel y, como ella, ocupaba cargos de responsabilidad mientras su partido se financiaba, presuntamente, de forma irregular

Pero la nueva presidenta de la Comunidad y del partido regional guardaba un as bajo la manga. Fue ella quien, sin que Rajoy lo supiera, decidió denunciar ante la Fiscalía las presuntas irregularidades cometidas en el Canal de Isabel II que han terminado con otro de los exnúmero dos de Aguirre en la cárcel de Soto del Real. Ignacio González y su imputación en la Operación Lezo por su presunto desvío de fondos de 23 millones de euros a paraísos fiscales se han convertido en la última 'rana' de Aguirre. La tercera, según ella (aunque tiene decenas). 

González fue detenido el miércoles pasado y sentenciado a prisión sin fianza el viernes. Desde entonces, en Génova expresaron su malestar y pidieron la cabeza de Aguirre. Pero en privado. En público rebajaron el tono y se pusieron de perfil: no solicitaron su dimisión, pero tampoco la apoyaron. Eso sí, Cifuentes sí recibió "todo el respaldo" de la dirección nacional.

En toda esa semana, la lideresa no recibió ni una sola llamada. Ya estaba sola. Y a Rajoy no le hizo falta ni presionar para que se marchara. El lunes, a las cinco de la tarde, en una comparecencia sin preguntas convocada con menos de una hora de antelación, Aguirre anunció su dimisión. Y esta vez, teniendo en cuenta su caída progresiva en picado, sí sonaba a definitiva.

'Morir matando'

No obstante, se negó a morir sin matar. Al menos, eso intentó. Y es que su propio gesto vuelve a ser una lección para Rajoy, que, como ella, está citado como testigo en el caso Gürtel y que, como ella, ocupaba cargos de responsabilidad mientras su partido se financiaba, presuntamente, de forma irregular.

"La corrupción es un problema central de la política española", le recordó. "Los ciudadanos tienen derecho a exigir que los políticos asumamos nuestra responsabilidad con dignidad, sin dilaciones y sin excusas", concluyó Aguirre su discurso.

El PP nacional la despidió con sólo dos párrafos en los que apenas reconoce los servicios prestados por Aguirre tras 30 años en el partido

Un discurso que en el PP nacional, de momento, se niegan a comprar porque, de momento, siguen ganando elecciones. "Pedimos confianza en esta noble vocación que es la política, confianza en nuestro partido, donde hay centenares de miles de personas que dedican los mejores años de su vida a lo que tiene que ser una actividad honesta", pidió el vicesecretario de Comunicación. Pablo Casado, pese a que Rajoy también conoció el dossier que apuntaba a esas irregularidades ya en 2009, consideró que ya se habían asumido todas las responsabilidades políticas con la anterior dimisión de Aguirre -la segunda-.

Hoy, Génova y Aguirre ya sólo tienen en común el haberse sentido "engañados" por González. Ella se fue, con la cabeza alta y apelando a la "dignidad", sin decir adiós: sólo avisó a Rajoy de su dimisión con un breve SMS. El PP la despidió con dos párrafos en los que no había ni un atisbo de cariño ni agradecimiento: apenas un breve "reconocimiento" a los servicios prestados. 

El método Rajoy, utilizado recientemente con el expresidente de Murcia, Pedro Antonio Sánchez, ha vuelto a cumplirse. Aguirre se va sin que se lo pidan mientras él sigue de ruta por Brasil, más preocupado por Venezuela que por la crisis interna de su partido

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