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Continúan las expulsiones de rumanos y crece el miedo a las reacciones xenófobas

EFE

Las expulsiones de rumanos continúan hoy después de que el Gobierno italiano aprobó el pasado miércoles un decreto urgente para la deportación de ciudadanos comunitarios por "motivos de seguridad".

La medida, que tenía que pasar el debate en el Parlamento, fue aprobada urgentemente después de la muerte en Roma de una mujer italiana, asesinada presuntamente por un rumano.

Tras la aprobación del decreto, una decena de individuos apalearon en la capital italiana a tres rumanos residentes en Italia en un acto de motivaciones racistas, lo que ha hecho aumentar la preocupación en el país ante la posibilidad de que se repitan actos de este tipo.

Tras la deportación de ayer de los primeros cuatro rumanos, residentes en Milán (norte), hoy el delegado de Gobierno de Génova (noroeste), Giuseppe Romano, firmó 17 órdenes de expulsión de otros tantos por "motivos de seguridad".

También su colega de Roma, Carlo Mosca, firmó los tres primeros decretos de expulsión de comunitarios en la capital y relativos también a ciudadanos rumanos.

El decreto aprobado añade la justificación de por "motivos de seguridad" a la directiva de la Unión Europea de 2006 que ya prevé la expulsión de ciudadanos comunitarios en caso de carecer de medios de subsistencia o por haber cometido un delito.

Según esta medida, la expulsión la decreta el delegado de Gobierno y la ejecutan los agentes de policía pero es necesario que un juez de paz convalide la orden de expulsión en la comisaría.

Además de las expulsiones, la policía está desmantelando los campamentos de rumanos de etnia gitana en muchas ciudades italianas y esta mañana fueron derruidas algunas chabolas en la periferia de Bolonia y en Roma.

El Ministerio de Asuntos Exteriores de Rumanía emitió una nota oficial, recogida por los medios italianos, en las que condenaba la agresión sufrida ayer por cuatro compatriotas y pedía a Italia "que tome las medidas necesarias para que actos xenófobos de este tipo no de vuelvan a repetir".

El alcalde de Roma definió el acto como una "venganza" y pidió "gran responsabilidad por parte de todos" para que "los tonos y comportamientos estén inspirados en los valores de convivencia civil y no de la venganza"

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