Este artículo se publicó hace 3 años.
El largo adiós a 'La casa de papel' arranca con un marcado tono bélico
La última parte de 'La casa de papel' se estrena en dos tandas de episodios: cinco este vienes y cinco el 3 de diciembre.
María José Arias
Madrid-Actualizado a
El Profesor, su banda, la carpa de agentes instalada frente al Banco de España y el Ejército desembarcan este viernes en Netflix en el que supone el principio del fin de La casa de papel con la Parte 5, volumen 1. Una serie de largo recorrido creada por Álex Pina que, cuando parece que no puede doblar la puesta en acción, va y la triplica. Lo hace en los dos primeros episodios vistos antes del estreno y eso es lo que promete su reparto en las entrevistas con motivo del estreno. "Siempre puede pasar más", sentencia Esther Acebo.
Un comentario que comparten tanto Belén Cuesta como Jaime Lorente. La primera, que da vida a Manila en una de las incorporaciones al equipo de la pasada temporada, avisa a los espectadores de "que no tiene nombre lo que entra en esa casa, ya veréis. Es fuerte". A eso apunta esta primera mitad del desenlace de una serie con un seguimiento a nivel mundial que la convierte en fenómeno. Y, como tal, como ocurrió con Perdidos en su día y no hace tanto con Juego de tronos, quizá haya que asumir que el desenlace, sea cual sea y que no se verá hasta diciembre, puede no gustar a todo el mundo.
Yo creo que va a pasar un poco efecto Perdidos. Con el final de las grandes series hay mucha expectativa generada. A mí me pareció que terminó muy bien. Mi hermano lo decía, una serie no es como termina, sino todo el viaje que vives a través de la serie", comenta Lorente. "No a todo el mundo le puede encantar lo mismo. Entiendo que en Juego de tronos hay gente que dice que el final fue la leche y otra gente que decimos que ¿qué es esto?", suma a la conversación Acebo.
¿Debate? ¿Polémica? Es probable. El equipo (o al menos una parte de él) no lo descarta. Es más, podría decirse que está a favor de que eso ocurra, porque, como defiende Patrick Criado, "que haya polémica es la mejor publicidad que puede haber. Y al final el abanico es muy amplio y las expectativas son muy grandes. Entonces, es imposible, yo creo, el consenso. Al final a cada uno le hubiera gustado una cosa, pero es lo que hay".
El deseo de Pedro Alonso de cara al final es que "ojalá la gente agradezca el esfuerzo descomunal, porque lo ha sido. Además, con la pandemia, con todo el estrés… que la gente valore el sentido con el que se han intentando alinear todas y cada una de las piezas de todas las temporadas de La casa de papel en la temporada final". La repuesta a todo eso, en aproximadamente dos meses, cuando se estrenen los últimos cinco episodios de la serie y se complete el viaje.
Lo que llega ahora a Netflix son solo los cinco primeros, que recogen a la banda después de 100 horas encerrada en el Banco de España, con Nairobi muerta, Lisboa dentro para sorpresa de todos, El Profesor en poder de Sierra y el Ejército acudiendo a la llamada de socorro. El arranque apuesta por la acción, pero también por poner al límite a los personajes. A todos. A los que están a un lado de la línea y a los que están al otro. Sin dejar a ninguno libre de errores y oscuridad. En esta temporada, avanza Denver en la ficción, "hay momentos donde todos los personajes tienen algo odiable, es la temporada donde más sótanos se abren".
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No hay mucho que se pueda contar sobre esta nueva temporada (o parte) de La casa de papel sin entrar en el terreno de los spoilers, pero Pedro Alonso sí comenta que los primeros "son como una batalla épica, más género bélico". Aunque, apuntaba en otra conversación previa su compañero de reparto Jaime Lorente, "todo lo bélico está sostenido por lo emocional, podríamos decir". Sin que haya, eso sí, "lugar para la risa". Ese rasgo tan característico de su personaje y que tan poco se escucha en este regreso.
Lo complejo de escribir hacia atrás y lecciones de vida
Faltando tan poco para el final, se respira cierto ambiente de despedida y adiós a los personajes y a una serie a la que, guste más o menos, hay que reconocerle que ha traspasado fronteras y creado tendencias (léase caretas de Dalí, monos rojos y el Bella Ciao a pleno pulmón). Aunque lo suyo parece un largo adiós. Se van despidiendo poco a poco, como dice Acebo, y aún queda que "la gente la vea… Es como que todavía no nos hemos despedido del todo". Ni siquiera ellos la han podido ver entera aún. "El rodaje está superdividido. Nosotros nos leemos el guion, obviamente, pero de lo que hay en guion a lo que pasa… Luego, cuando lo ves, es una peli que no te has enterado de la misa la mitad", reconoce Lorente. Además, cuenta Acebo, "el guión cambió a dos días del final".
Un guion que alaba Pedro Alonso por la complejidad que entraña La casa de papel a la hora de orquestar ese puzzle que es manejar distintas localizaciones y entremezclar presente y futuro. "A mí, que me interesa mucho la escritura, he visto la demencia que ha supuesto escribir sin saber que ibas a escribir una serie yendo hacia atrás para explicar algo que tú no sabías que ibas a tener que relatar. Eso ha sido un ejercicio de ingeniería que, como curso de guion, es realmente una locura. Porque sí se ha hecho que todas las piezas coincidan y que puedas entender el arco de los personajes. Pero escribiéndolo hacia atrás, sin saber que ibas a hacerlo. Es una locura", aplaude el actor que interpreta a Berlín. A Alonso, cuenta, este personaje y esta serie le han enseñado una especie de lección de vida. Berlín murió, él hizo el duelo y, varias temporadas después, ahí sigue.
Por eso dice que "si algo me está enseñando el proceso de la serie es que para qué te vas a hacer expectativas si uno nunca puede anticipar las vueltas que puede dar la vida. Y menudas vueltas que ha dado esto. Eso por un lado. Y luego siento que es un buen momento para acabar. Creo que se ha intentado renovar la energía y realmente creo que se ha hecho y se ha ido al tope de la potencia que se ha podido en todos los departamento de la serie".
En esa parte de renovación entrarían los nuevos fichajes. Miguel Ángel Silvestre da vida René, un antiguo amor de Tokio con el que empezó su carrera criminal robando. José Manuel Seda interpreta a Sagasta, un alto mando de las Fuerzas Especiales del Ejército que es altamente probable que recoja el testigo de Gandía como uno de los personajes más odiados. Por último, Patrick Criado como Martín, el hijo con carrera en el MIT de Berlín. Sobre su llegada para el final, cuenta el protagonista de series como La línea invisible y Antidisturbios, que "ha sido una experiencia muy bonita y dura en ocasiones porque es una serie complicada de trabajar, con códigos diferentes, con metodologías muy técnicas y ha sido un verdadero reto".
Como sus compañeros de reparto, más veteranos en el universo de Álex Pina, tiene "ganas de que la audiencia lo vea y de que disfrute. Sobre todo que disfruten, que se olviden de la pandemia y de estas cosas tan chungas que están pasando últimamente en el mundo y les toquemos un poquito la patata". Y prácticamente al mismo tiempo que esa audiencia y ese fandom que agradecen sea tan "apasionado y amoroso", como lo describe Esther Acebo, lo verán ellos, que antes de las entrevistas solo habían tenido acceso, como los periodistas, los dos primeros. Por eso tenía tantas ganas Luka Peros (Marsella) de darle al play y "ver más para ver qué hemos hecho de verdad, porque ha sido muy difícil grabar, pero estoy orgulloso del equipo, del elenco, de todos, que lo hemos conseguido".
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