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Dobles vidas ‘Dobles vidas’, ¿libertad de expresión o incontinencia verbal?

Olivier Assayas disfraza de comedia ligera una profunda reflexión filosófica de los cambios que arrastran al mundo de hoy, en ‘Dobles vidas’. A debate la digitalización, la comunicación y las redes sociales, las noticias falsas, lo efímero y lo permanente, la ficción hoy…

Juliette Binoche y Vincent Macaigne, en una escena de la película

BEGOÑA PIÑA

¿Las redes sociales: libertad de expresión o incontinencia verbal? ¿Los libros en papel están condenados a morir? ¿El arte de hace unos años es mejor que el de hoy? ¿Cuánto dura un tuit? ¿El tiempo que pasamos en mundos virtuales es bueno o malo? ¿El lenguaje que impone el mundo digital enriquece o empobrece? Olivier Assayas se pregunta todo esto y mucho más en su nueva película, Dobles vidas, una profunda reflexión filosófica maravillosamente envuelta con un engañoso disfraz de ligereza y en la que solo se llega a una certeza: lo único verdadero y constante es el cambio. Todo está por resolver.

Inmerso en un incesante cambio –el que impone a todo el planeta el desarrollo tecnológico digital- , el cineasta se obliga a sí mismo a preguntarse por todo lo que no sabe responder. "Me resulta muy difícil tener un juicio global sobre estos temas. Este es uno de los problemas de nuestra sociedad actual, el abandono ante estas preguntas. Tenemos que encontrar lo que es bueno y lo que no es bueno para nosotros, y no estoy seguro de que seamos los mejores jueces para eso", señaló en una entrevista con la periodista Chloé Valmary en el Festival de Toronto.

Humor y cierta dosis de cinismo

Ambientada en el mundo de la edición literaria, la película aparenta un divertimento a la francesa –personajes hablando constantemente ante un plato de comida y una copa de vino-, con mucho sentido del humor y una dosis mínima pero preciosa de cinismo, cuando en el fondo es una provocación a la reflexión y al debate acalorado. Imposible rehuir todas las preguntas que se hacen los personajes y aún más utópico, contestarlas. Apasionante.

Guillaume Canet interpreta a un exitoso editor parisino, pulcro, atractivo y rebosante de contradicciones. Ama los libros en papel y las ediciones antiguas, pero está trabajando en un plan de digitalización de la empresa. Ha decidido no publicar la nueva novela de su amigo Léonard (Vincent Macaigne), un tipo que se inspira para sus obras en sus líos sexuales -¿autoficción?-. Una actriz veterana (Juliette Binoche) hastiada de la popularidad de las series y decepcionada por el desconocimiento de otros de sus trabajos, los que no se comparten en Internet, y una asesora política (Nora Hamzawi), absolutamente consciente del valor de las noticias en el mundo digital, pero con un grado de cinismo menor que el de los demás, completan el cuarteto de la discusión eterna de esta película.

Guillaume Canet, en 'Dobles vidas'

Guillaume Canet, en 'Dobles vidas'

"Lo importante son los algoritmos"

No leer te vuelve histérico, sentencia un personaje, mientras otro está completamente convencido de que su nueva obra va a triunfar si se vende como audiolibro. A ser posible con la voz de Catherine Deneuve. Alain, el editor capaz de reproducir párrafos de todos los títulos esenciales de la literatura, tiene el argumento perfecto para contestar al supuesto e ineludible futuro digital del libro, la película de Ingmar Bergman Los comulgantes (Paul Schrader hizo un remake magnífico de ella el pasado año, El reverendo). En ella, el sacerdote predica en una iglesia vacía, pero lo importante, dice Alain, es que la fe permanece. Incontestable, tal vez, si su interlocutora, la joven que se ocupa de la digitalización editorial, hubiese visto alguna película del maestro Bergman, pero no lo ha hecho y no le importa. "Lo importante es lo que dicen los algoritmos".

"Desde siempre nuestro mundo está en constante cambio. El gran desafío es filtrar, saber qué es lo más importante de todo lo que cambia y qué necesita nuestra adaptación o no. Al fin y al cabo, de eso va la política y el mundo de la opinión", escribe el cineasta Oliver Assayas en sus notas de dirección. "La digitalización de nuestro mundo y su reconfiguración en algoritmos es la cara visible de un cambio que nos confunde y abruma. La economía digital infringe las reglas y a veces las leyes. Además cuestiona lo que parece sólido y aceptado en la sociedad. La paradoja es que esa nueva digitalización se disuelve con el mero contacto".

Los interrogantes de la ficción

Incapaz de dar respuestas objetivas a todos los cambios que nos arrastran, el cineasta se decide por revelar cómo éstos nos sacuden personal y emocionalmente, cómo hablamos cada vez menos por teléfono y enviamos cada vez más mensajes de texto, cómo todo ello ha cambiado los hábitos de comunicación, cómo debemos empezar a convivir con la contradicción de lo efímero y lo permanente, cómo se expone hoy nuestra intimidad…

Y aquí, Assayas pasa a otro nivel, presente en toda su filmografía y eterno en el debate artístico. "¿Los escritores tienen derecho a inspirarse en personas reales?" pregunta un hombre a Léonard en la presentación de su libro. Los interrogantes de la ficción, la honestidad del arte, el auténtico vínculo de la ficción con la realidad… aparecen en la mesa en la que comen y beben estos personajes, hombres y mujeres que se engañan en sus relaciones sentimentales constantemente, que se mienten a ellos mismos, que van esquivando como pueden los cambios personales de sus vidas y, sin embargo, por no preguntarse, sentencian sobre las variaciones globales que nos arrastran a todos.

Brillantísima, inteligente y perfecta en su modo de comedia, Dobles vidas se estrenó en el Festival de Venecia, fue a Toronto y después al Festival de Cine Europeo de Sevilla. En todos estos certámenes alguien cayó en la trampa y preguntó a Olivier Assayas, en realidad, ¿qué pensaba él? Más imbuido del espíritu de Eric Rohmer que del de Woody Allen, con quien le han comparado por esta película, el cineasta contestó, más o menos, igual siempre, aludiendo a una necesaria reflexión. "El tweet que sale de la proyección es una especie de manifestación de narcisismo de alguien que quiere ser el primero en hablar de la película antes que todos los demás. Antes de que siquiera sepas lo que piensa él al respecto".

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