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Yo, Mussolini Leo Bassi: "Crear informaciones falsas sobre un partido político es uno de los pilares del franquismo"

El cómico Leo Bassi acaba de estrenar en el teatro TNT de Sevilla la obra Yo, Mussolini, que luego llevará de gira por toda España y el mundo. Aquí habla del nuevo y el viejo fascismo, de las cloacas, del procés y de los monologuistas.

Yo, Mussolini, interpretado por el cómico Leo Bassi

Santiago F. Reviejo

Leo Bassi nació en Nueva York en 1952, de familia de artistas circenses italianos que huyeron del fascismo en los años treinta. Ahora, este cómico, bufón como a él le gusta denominarse, ha montado una obra de teatro sobre la figura del líder de ese movimiento, Benito Mussolini, que provocó la fuga de sus ancestros. Sevilla acogió ayer el estreno mundial de Yo, Mussolini, y, a su manera, Leo Bassi ha saldado cuentas con el pasado, para, de paso, abordar el presente.

Con un endiablado italoespañol o viceversa –cualquiera sabe- Leo Bassi se hace entender, como ha hecho siempre, sin pelos en la lengua, disparando con palabras contra todo lo que se mueve y no es de su agrado, sea político, eclesial o artístico. Fascistas, fanáticos, corruptos, incorruptos también, monologuistas, todos están en su punto de mira burlesco.

¿Haber estrenado Yo, Mussolini en Sevilla tiene algo que ver con que aquí también se haya estrenado la ultraderecha en los parlamentos españoles?

Pues sí, hemos anticipado el estreno, que estaba previsto para mayo o junio, para aprovechar este momento y antes de que se celebren las elecciones generales. Tiene todo que ver. Pero esto de que la extrema derecha se haya estrenado en los parlamentos no lo veo así, porque el Partido Popular está ahí desde hace muchos años y son los mismos, aunque ahora se presente una marca diferente. Pero yo, la verdad, no veo mucha diferencia.

¿El fascismo es un filón para humoristas como usted?

Para los bufones como yo, sí, porque los monologuistas no sé si se van a atrever a tratar este tema. Mi abuelo y mi bisabuelo tuvieron que huir de Italia a Estados Unidos porque con Mussolini tenían miedo de hablar libremente en los espectáculos, era algo muy peligroso hacerlo. La sociedad estaba muy militarizada, no había libertad de expresión.

¿Y qué nos cuenta Leo Bassi del fascismo ahora que andamos ya por el 2019?

Pues en la Italia de Salvini se habla ahora de Mussolini cada día. Hace veinte años nadie hablaba de Mussolini, pero ahora está de total actualidad. Hasta los tifossi, los fans del fútbol, gritan en los estadios: ¡Duce, Duce! Y esto no ocurre sólo en Europa. Tenemos a Bolsonaro en Brasil y en cierta medida Trump en Estados Unidos… Yo, por mi propia satisfacción, he querido explicar el por qué ahora, qué está pasando en el mundo, por qué salen estos personajes.

Eso, ¿por qué surgen tantos ahora?

Cartel de Yo, Mussolini

Cartel de Yo, Mussolini

Ahora es diferente a lo que ocurrió en el pasado. El fascismo, en los años 30, nace de una tragedia, que fue la Primera Guerra Mundial, las sociedades se enfrentaban a la realidad de millones de muertos. Estaba la revolución bolchevique, el estalinismo, también. Era un mundo extraordinariamente trágico. Pero hoy en día no hay nada de eso, así que se trata de un fascismo de farsa, de pijos, básicamente. Sin embargo, como todos los fascismos, el de ahora es un fascismo peligroso, claro, porque es como una caja de Pandora, que una vez que se abre ya es muy difícil de volver a cerrar.

El fascismo libera los instintos primitivos de las personas y, más que todo, de los hombres, del macho. No es casualidad que ocurra así ahora. Quizás sea una reacción frente al feminismo, del hombre que no entiende su identidad sexual y se generan frustraciones. Otra de las frustraciones viene de los videojuegos, de jóvenes que pasan tres cuartas partes del día solos jugando a videojuegos violentos. Y después hay desigualdades mundiales, como la que causa la inmigración. Salvini está en el poder en Italia porque hay miedo a la inmigración, a los negros, a las pateras, miedo a la mayor fecundidad de los musulmanes mientras Italia ya está muy vieja y se ven muy pocos niños por las calles. Hay miedo.

¿Pero miedo a qué, exactamente?

Miedo a ser invadidos, que los niños sean solo africanos, sirios, de Bangladés. Miedo atávico al Islam. Creo que Vox toca también estos temas, como Salvini. En el caso de España también está la situación de Catalunya y la independencia y lo que eso despierta en el nacionalismo español. Hay muchas cosas que confluyen ahí. Lo que está claro es que no es una casualidad lo que está pasando, desde Brasil a Hungría. Por cierto, también me llama la atención en esto el protagonismo político de los cómicos, como Beppe Grillo en Italia o el cómico de la televisión que ha salido elegido presidente de la república de Ucrania.

¿Para cuándo tendremos entonces una candidatura liderada por Leo Bassi en España o en Italia?

Nunca, porque lo que yo tengo claro es que los cómicos no pueden presentarse. Si tú te presentas, ya no eres cómico. Lo que pueden hacer los cómicos, los bufones, es luchar por sus ideas, quitar los miedos, porque el fascismo funciona con los miedos. De esta manera se quita al fascismo una de sus armas preferidas, que es asustar a la gente. Por eso el humor es una buena arma contra el fascismo.

En el espectáculo Yo, Mussolini, al final el personaje se arrepiente de todo lo que ha hecho, porque descubre que el fascismo vive de los mediocres. La gente que está segura de sí misma, la gente con ideales, con esperanza, no necesita a un líder. El fascismo es el refugio de las personas mediocres, que están frustradas. El pobre Berlusconi, perdón, ha sido un lapsus freudiano, el pobre Mussolini, quería decir, descubre entonces que la única cosa que ha hecho es pasarse toda su vida rodeado de mediocres, de listos que se aprovechan de él, que ha sido la marioneta de los instintos peores del ser humano.

Últimamente se habla mucho en España de las cloacas, llenas de policías corruptos, de dinero, de intereses políticos. ¿Eso no le inspira a Leo Bassi para montar un espectáculo teatral?

En mi obra, Mussolini vuelve para enfrentarse a la realidad de hoy, entonces toca todos los temas, como la financiación de Vox por un grupo iraní. Un movimiento político que consigue el 14, 15, 20% de votos y que se encuentra con gente del Estado para obstaculizarlo es lo peor de lo antidemocrático. Y quien lo haya hecho tendría que ir a la cárcel por muchos años. Y una insurrección mucho más grave es todo lo que rodea al juicio contra el procés catalán. Intentan minar la democracia difundiendo falsas informaciones. Es terrible, muy grave.

¿Cómo de fascista le suena que en España se crease una policía patriótica?

Es una insurrección, algo antidemocrático. Es parte del fascismo. Es gravísimo. Cualquier persona sabe que el franquismo está todavía muy presente en las instituciones, en todo. Es una lucha que continúa, intentar democratizar todos los espacios. Y todavía hay mucho trabajo que hacer. El mismo ministro de Interior que apoyó esta cosa es el que dio a la virgen una condecoración de la Policía. Así que estamos hablando de una manera de actuar superfranquista.

¿España sigue siendo franquista?

Intentar minar la democracia creando falsas informaciones sobre un partido político que se llama Podemos y mantener un proceso muy oscurantista, medieval, atribuyendo a la virgen honores de la Policía me parecen dos pilares del franquismo: religión católica y espíritu antidemocrático.

¿Teme Leo Bassi ser el siguiente en la lista de artistas, creadores, tuiteros investigados, enjuiciados en España?

Yo fui el primero en la lista. Me pusieron en 2006 una bomba en el Teatro Alfil de Madrid a dos metros de mi camerino y nadie lo investigó. Se ha quedado en la total impunidad. Hace dos años me quemaron mi paticano, una pequeña capilla dedicada a los patos de goma. Rompieron las puertas, echaron gasolina, ante la indiferencia total y, en mi opinión, sin que se haya investigado. Así que no me sorprende en absoluto lo que está pasando. Pero en los últimos años he sido yo el más castigado por todo esto.

Hemos hablado de Salvini, Bolsonaro, Trump… ¿El mundo de hoy esta más para un vodevil o para una tragedia griega?

El mundo siempre ha sido trágico. La historia de la humanidad se escribe en tragedia. Por eso, el papel de los cómicos, de los payasos, es tener una fuerza moral interior para no caer en la desesperanza y seguir teniendo fe en la vida y en el futuro. Yo soy así. Me encanta luchar, así la vida no es aburrida.

Usted ha escrito: “en la muerte del bufón y de su primo tonto, el payaso, no se sufre únicamente la pérdida de una tradición escénica. Es un personaje que simboliza siglos de luchas políticas, de cultura popular y dignidad humana”. ¿Qué quiere decir con esto?

Me refería con esto a una nueva categoría de cómicos que se llaman monologuistas, a los que veo muy vendidos al sistema, muy superficiales, no todos, evidentemente. Aparte de algunas excepciones, lo veo como una traición al gremio de los bufones, porque no ponen en duda las cosas fundamentales, van al espectáculo con esponsor, patrocinadores, con una comicidad muy ligera y superficial. Una de las funciones del bufón es ponerse del lado del débil e intentar derrocar el poder. Y eso no lo veo en estos monologuistas.

¿Ahora se ríe peor o mejor que cuando usted era joven?

Yo llegué a ser profesional de todo esto en mayo del 68, años 70, cuando había mucho más espíritu de lucha y de combatir para defender ciertos ideales. A lo mejor hoy en día es todo más tranquilo, pero el público, cuando tú le das algo fuerte, responde, porque el público tiene gustos, tiene ganas de esto.

¿Vio la entrevista de Jordi Évole con el Papa Francisco?

No pude, porque estaba preparando el estreno de mi espectáculo, pero cuando vi luego las imágenes dije: hostia, qué bien. Así que la veré toda en los próximos días con muchísimo interés. Sólo la foto de Jordi Évole con el Papa es una hostia a mucha gente de extrema derecha en España con un cierto catolicismo rancio y homófobo, que odian a este Papa.

Para terminar, ¿nos puede decir algo que nos haga reír?

Con este espectáculo hay cosas que he descubierto que me han hecho reír mucho, por ejemplo, que Mussolini pensaba que Hitler era maricón. Mussolini era muy mujeriego y tenía muchísimas amantes, y cada vez que se encontraba con Hitler veía muy raro que no tuviese casi mujeres a su alrededor y que las que había eran como muy castas. Llegó entonces a esa conclusión y lo llamaba en la intimidad “el maricón del norte”.

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