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Consumo El precio de la fruta se hunde en el campo y se dispara en el supermercado

Los agricultores denuncian que apenas cubren los costes de producción mientras el melón llega a encarecerse diez veces, la ciruela y la cereza más de seis y la sandía y el melocotón se quintuplican.

Los agricultores responsabilizan a las grandes cadenas de distribución de alimentos de los bajos precios en el campo y su carestía en la venta al público. / EUROPA PRESS

El precio de la fruta se está hundiendo en el campo, donde los productores apenas cubren los costes pese a tratarse de un año en el que la meteorología ha hundido un 20% la producción, mientras sigue subiendo en los supermercados hasta convertirse, con un encarecimiento del 13% interanual en julio, en uno de los principales factores del aumento de la inflación

Y no es la primera vez que ocurre. “Llevamos años denunciándolo”, explica Vicente López, responsable del sector de la fruta en la organización agraria Uaga, integrada en COAG, que critica la ineficacia de la normativa sobre márgenes comerciales. “No sirve para nada. Hay una ley, pero en ella no están todos los actores de la cadena de producción y distribución de alimentos”, anota.

López señala a las grandes cadenas de distribución de alimentos como los responsables de la situación. “Ocho de cada diez kilos de fruta que se consumen en Europa los venden las cadenas de supermercados, que no tienen problemas para ponerse de acuerdo y fijar los precios”, señala.

Según indica el último IPOD (Índice de Precios en Origen y Destino de los alimentos), el precio del melón está cerca de multiplicarse por diez entre el campo y la estantería del súper, trayecto en el que pasa de 18 céntimos el kilo a 1,77 euros, mientras el de la ciruela se encarece más de siete veces (de 0,40 euros a 3,06), los de la cereza y el albaricoque lo hacen más de seis (de 0,81 y 0,45 a 5,12 y 2,91) y se quintuplican con creces los del melocotón (0,52 a 2,62), la sandía (0,23 a 1,31) y la nectarina (0,51 a 2,76).

Eso ocurre cuando, debido al desplome de la producción, la fruta está saliendo rápidamente al mercado y no hay stocks de reserva, aunque “esto no se refleja en unos mejores precios para el agricultor ni en más bajos para el consumidor, ya que la gran distribución está haciendo un cuello de botella”, sostiene Uaga.

Más barato en el campo, mismo margen en la tienda

La comparativa con el año pasado revela que el agricultor cobra el melón a poco más de la mitad mientras el consumidor lo paga unos céntimos más caro, con lo que el margen comercial prácticamente se ha duplicado, y cómo en productos como la ciruela y el melocotón ha bajado el precio en el campo mientras sube en el supermercado. La cereza, la nectarina y la sandía se han depreciado en ambos extremos de la cadena de distribución, aunque manteniendo el margen final.

Esta situación no se da únicamente con la fruta. En el caso de la verdura llaman la atención los encarecimientos de productos como el brócoli, que llega a multiplicarse por doce (de 0,23 a 2,78); el pepino, que lo hace por más de diez (de 0,14 a 1,49), y el calabacín, que cuesta nueve veces más en la tienda que en el campo (de 0,16 a 1,44).

Según el IPOD, los precios de los productos agrícolas llegan a encarecerse más de cinco veces entre la recolección y la venta al público mientras los ganaderos se triplican con creces, especialmente por el tirón del porcino, cuya carne, pese a la sobreproducción que soporta el país, llega a cuadruplicar la tasación.

“no se tiene en cuenta la oferta”

Otra organización agraria, la Unión de Uniones de Agricultores y Ganaderos, pidió hace unos días al Ministerio de Agricultura medidas para equilibrar el mercado y evitar esas diferencias entre el precio que se paga por la fruta en origen y el que se cobra en la venta al público.

"Este problema se está dando en toda Europa"

En zonas como el valle del Jerte, en Extremadura, cuya estructura económica se basa en la producción de cereza, los agricultores apenas han podido cubrir esta campaña la mitad de los costes como consecuencia de los bajos precios.

“Este problema se está dando en toda Europa”, explica López, ya que “el mercado de la fruta es muy global”. “Hay un problema de equilibrio entre la oferta y la demanda porque la primera no se tiene en cuenta”, añade, “y eso hace que buena parte de los agricultores solo consigan cubrir los costes de producción, y muchas veces ni eso”.

Un producto que se encarece cuando más hay

Ese desequilibrio entre los precios en origen y en destino, por otro lado, se repite año tras año en verano, que es la época, al mismo tiempo, de mayor demanda y producción de fruta. En 2018 llega cuando el sector arrastra los perjuicios de los cuatro años de veto a sus productos en Rusia, como represalia por las sanciones económicas que la UE le impuso por su injerencia en Crimea y sus tensiones territoriales con Ucrania.

En esos cuatro años y medio, y mientras la UE intervenía cientos de miles de toneladas para destinarlas a acciones sociales con el fin de paliar el derrumbe de los precios, los precios de venta al público de la fruta fresca han registrado un aumento de más de 22 puntos, según el INE (Instituto Nacional de Estadística).

Las principales subidas, como ocurrió en 2015 (14%), 2016 (19,5%) y 2018 (17,5%), coinciden con los meses de primavera (a partir de abril) y el inicio del verano, cuando mayores son tanto la oferta como la demanda. La excepción se dio el año pasado, con un encarecimiento de quince puntos entre agosto y octubre.

Con todo, López sostiene que “hay una especie de psicosis por parte del consumidor, que considera que la fruta está cara cuando comerla es más barato aquí que en Europa”.

“Si el INE marca hasta un 13% de subida en el IPC de la fruta, el agricultor está percibiendo unos precios que apenas cubren los costes de producción, mientras el consumidor está pagando un 13% más que el año pasado: ¿Quién se queda la diferencia? ¿Quién marca los precios? ¿Quién manda en el mercado?”, plantea el sindicato.

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