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Economía coronavirus Las cuarentenas internacionales a los turistas hunden el motor económico de España

Un total de 25 estados, una docena de ellos europeos, imponen aislamientos domiciliarios de hasta dos semanas a quienes lleguen a sus territorios procedentes del español, lo que desincentiva los desplazamientos desde los países de origen de más de la tercera parte de los clientes extranjeros del gripado sistema turístico peninsular

La afluencia a las playas españolas está siendo este año mucho menor que en los anteriores como consecuencia de la pandemia. PIXABAY
La afluencia a las playas españolas está siendo este año mucho menor que en los anteriores como consecuencia de la pandemia. PIXABAY

La cuarentena de dos semanas que desde la medianoche de este 26 de julio impone el Gobierno de Reino Unido a todo viajero que llegue desde España ha aplicado una nueva vuelta de tuerca al sector turístico español, cuyo declive por las restricciones a la movilidad derivadas de la pandemia y su elevada dependencia del exterior amenaza con provocar daños de magnitud desconocida en la economía española, ya que se trata del país de origen de más de la quinta parte (22%) de los visitantes extranjeros que llegan a territorio español cada año.

El anuncio del rescatado gigante alemán del turismo TUI (Touristik Union International) de suspender hasta el 9 de agosto los paquetes entre la península y el Reino Unido, mientras decide si amplia esas restricciones y si las extiende a Baleares y Canarias, es el primer movimiento empresarial de calado tras el establecimiento de las cuarentenas y la exclusión de España de la lista de países seguros en materia de covid-19 que han adoptado varios estados europeos.
La medida del ejecutivo de Boris Johnson tiene unas obvias consecuencias desincentivadoras en el ámbito turístico, ya que, al margen de las decisiones de los grandes operadores, para muchos trabajadores británicos veranear en España supone a partir de este lunes, en el mejor de los casos, la obligación de consumir la mitad de sus vacaciones en un confinamiento domiciliario al regresar.

Pero Reino Unido no es, ni mucho menos, el único país que aplica una medida de ese tipo ni el único en el que se da ese efecto desincentivador, ya que las cuarentenas de dos semanas para quien llegue de España están vigentes, además de en Inglaterra, Escocia e Irlanda, en Bélgica y, para quienes han pasado por el Segrià leridano o La Mariña lucense, en Holanda, mientras que Noruega aplica una de diez días.

Según los datos del Ministerio de Asuntos Exteriores, otros 19 países, seis de ellos europeos (Bosnia, Estonia, Finlandia, Georgia, Lituania y Rusia), "imponen medidas de cuarentena para viajeros cuyo origen sea España".
Y, aparte de estos, un total de 111 "han establecido algún tipo de prohibición a la entrada de personas que provengan de España", en algunos casos dependiendo de la disponibilidad de un PCR negativo en las 36 horas previas a la entrada, o "han suspendido las comunicaciones aéreas y/o marítimas".

Una factura perdida y otras dos en el aire

Los 25 países que aplican cuarentenas aportan, según los datos del INE (Instituto Nacional de Estadística), más de 28 millones de turistas que suman la tercera parte de los 83,7 que visitan España, entre los que destacan los 18,07 millones procedentes de Reino Unido, que es el principal cliente de las playas españolas, mientras que de Bélgica salen 2,53, de Irlanda 2,17, de Holanda 3,7 y de Rusia 1,31.

Solo la ausencia de los visitantes procedentes de esos países supone una merma de ingresos para el negocio turístico español de más de 30.000 millones de euros al cabo del año, ya que, según los datos del INE, el gasto medio de los turistas extranjeros, cuyo viaje promedio dura entre siete y ocho días con un desembolso de algo más de 150 euros por jornada, ya superó el año pasado los 1.100 euros.

La magnitud del pinchazo equivale, prácticamente, a la que supondría para España en términos económicos la inexistencia del sector primario, cuyo volumen de negocio alcanzó el año pasado, sin incluir la agroindustria, los 33.017 millones de euros.

En esta situación, y ante el desplome del turismo interior provocado por el parón de la actividad productiva y comercial y por la incertidumbre ante lo que pueda pasar el próximo otoño, el sector turístico, y con él el resto del país, tiemblan ante la posibilidad de que puedan adoptar medidas restrictivas los otros dos grandes clientes, que son, con algo más de once millones de viajeros y sendas facturaciones de más de 12.000 millones de euros cada uno de ellos, Alemania y Francia.

El último de ellos ya ha recomendado no viajar a Catalunya, mientras el segundo estudia imponer la obligatoriedad de contar con un PCR negativo reciente para poder entrar en su territorio.

España presenta, según los datos del Ministerio de Sanidad cerrados el jueves, incidencias de la covid mucho mayores que la mayoría de los países que están estableciendo las cuarentenas, con 37,9 casos por 100.000 habitantes en las últimas dos semanas frente a los 14,1 de Reino Unido, los 20,8 de Bélgica o los 9 de Holanda, aunque sus registros son también inferiores a los de otros como Rusia (51,6) o Irlanda (65,9).

La fortaleza que se transformó en rémora

Esas medidas restrictivas están agravando las consecuencias que la pandemia está teniendo para un sector turístico que el año pasado batió sus registros con 83,7 millones de visitantes extranjeros  y una facturación global de 175.000 millones de euros que se tradujeron en una aportación del 14,6% del PIB y el 12,4% del empleo.

La séptima parte de la riqueza nacional y uno de cada ocho puestos de trabajo (2,4 millones) estaban vinculados a ese ramo, cuyo potencial de atractivo para los extranjeros, que duplica al de Francia o Reino Unido y le saca un 30% al italiano, según datos de Eurostat, se ha transformado en una rémora por el menor peso del turismo interior cuando la covid-19 ha estrangulado la movilidad global.

Entre enero y mayo, o, más concretamente, entre enero y mediados de marzo, llegaron a España 10,58 millones de turistas extranjeros cuando en los tres últimos años en esos cinco meses ese registro había superado los 28 e incluso los 29. Y nada apunta a que esa pérdida de casi dos tercios de la clientela foránea por el ‘gran encierro’ vaya a revertirse con la reapertura de las fronteras.

De hecho, indicadores como los del consumo de agua apuntan a que la intensidad del gripado sigue siendo intensa en zonas emblemáticas como Baleares. Según los datos de Aeopas, la Asociación Española de Operadores Públicos de Abastecimiento y Saneamiento, el descenso de la demanda en Mallorca, y especialmente en su capital, Palma, supera con frecuencia el 20% este mes de julio, una reducción mayor incluso que la que se dio entre finales de marzo y principios de abril con el cierre de las actividades no esenciales, cuando solo se superó ese nivel en una ocasión.

Un millón de empleos en el aire

En la misma dirección apunta la cronificación de los ERTE en sectores como la restauración y los alojamientos, en los que a finales de junio seguían hibernando casi la mitad de los 1,6 millones de empleados. A eso se le suma la pérdida de más de 400.000 afiliados a la Seguridad Social en esas actividades según las estimaciones de Tourespaña. El grueso de ese último grupo lo forman los eventuales que no trabajaban cuando llegó el estado de alarma y que no lo han vuelto a hacer desde entonces.

Esa caída de la actividad turística tiene, por su elevado peso en el sistema económico español, un efecto de arrastre especialmente intenso que el presidente del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, cifra en 0,3 puntos de PIB en sectores como la alimentación, los transportes o la energía por cada punto que retrocede el turismo.

Traducido a euros, y redondeado, eso supone que por cada 12.400 millones que deje de mover el turismo, el volumen de negocio de otras actividades se verá reducido en 3.700; con sus obvias consecuencias en el empleo, las rentas y la recaudación tributaria.

Hernández de Cos destaca entre los factores que contribuyen a "esta mayor incidencia relativa de la crisis sobre la economía española (…), la propia estructura productiva de nuestro país, con un peso muy elevado de los sectores que se han visto más afectados por esta crisis, como es el caso del turismo y de las actividades que implican un componente elevado de interacción social. Pero también la elevada temporalidad del empleo".

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