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El encarecimiento del crédito zarandea a pymes e hipotecados tras un año de subidas de tipos por el BCE

La economía española supera el primer año de subida de los tipos de interés con la actividad, el consumo y el empleo al alza y la inflación a la baja en una evolución ajena a una política monetaria restrictiva que amenazan con desatar una recesión en Europa.

La presidenta y el vicepresidente del BCE, Christine Lagarde y Luis de Guindos, tras una comparecencia.
Foto de archivo. La presidenta y el vicepresidente del BCE, Christine Lagarde y Luis de Guindos, tras una comparecencia. Ralph Orlowski / Reuters

La economía española, la cuarta de la UE, ha superado con holgura los efectos del primer año de pulsiones restrictivas y recesivas del BCE (Banco Central Europeo) en el plano macroeconómico.

Sin embargo, esa misma política monetaria, una cadena de subidas de los tipos de interés de intensidad desconocida en el breve y convulso primer cuarto de siglo de existencia de la eurozona, tensaba las costuras de los hogares hipotecados y las pymes al encarecer el acceso al crédito.

La evolución de los principales indicadores apunta en ese sentido al tiempo que incluye episodios paradójicos en los que, como ocurrir en ocasiones, lo macroeconómico y lo microeconómico se entremezclan mientras transitan en direcciones contrarias.

Uno de ellos es el incipiente (por el volumen afectado) encarecimiento de la deuda pública que coincide en el tiempo con una fiebre con contratar Letras del Tesoro entre los ahorradores, y otro la apertura de vías de negocio millonario para los depósitos de una banca que al mismo tiempo se niega a remunerar los de unos clientes a los que cada vez cobra más caro el dinero que les presta.

Los daños se concentran en la microeconomía

Los efectos más perjudiciales de la subida de los tipos de interés, que en apenas un año habrán pasado del cero a un 4,25% que supone devolver a los históricos niveles de 2008 a una economía que tras la crisis de aquel año ha encadenado otras tres (la pandemia, la inflación y la guerra de Ucrania), se han concentrado en el acceso al crédito.

Según los datos del Banco de España, el tipo medio de las hipotecas se ha duplicado con creces en un año (de mayo a mayo) para alcanzar una media del 3,7%, aunque en la práctica supera un 5% que duplica el precio de las casas, y el de consumo ronda el 8% (un tercio más que hace dos años).

Eso se está manifestando en tres líneas básicas: mayores apuros para muchas familias endeudadas al haberse disparado sus cuotas hasta en 2.000 euros anuales, un incremento del sobreendeudamiento al socaire de la inflación para las que ya habían cruzado esa línea y, también, una caída en picado de la venta de vivienda, un mercado en el que el mayor grupo de vendedores lo integran los particulares.

Paralelamente, el interés de los créditos que las empresas utilizan para financiar su actividad ha llegado a cuadruplicarse en un año para superar con holgura el 4% sus promedios, algo que está provocando una situación de asfixia para muchas pymes que estaban logrando resistir al carrusel de tres crisis.

La macroeconomía supera el inicio del trance con holgura

Por el contrario, las principales magnitudes macroeconómicas están mostrando un comportamiento más bien ajeno a esa política monetaria; algo, por otro lado, más previsible que fortuito, todavía, a estas alturas de la restricción.

"El BCE admite que la subida de los tipos de interés va a tener efectos 24 meses o más después de comenzar a subirlos. La gente tarda un tiempo en notar que tiene menos dinero en el bolsillo", explica el economista Eduardo Garzón.

En ese escenario, con la mitad de ese bienio recorrido, "habría que ir preparándose para una restricción de la economía, ya que el aumento de los tipos está provocando un encarecimiento de la deuda pública y de la privada", apunta el economista Manuel Garí.

Sin embargo, los principales indicadores apuntan, aparentemente, a una etapa de bonanza: el PIB, que mide la actividad económica, acumula tres trimestres, del verano de 2023 al invierno del 2023, con crecimientos del 3,1% al 4,9%; el consumo ha mantenido avances por encima del 3% en esos nueve meses, aunque el de los hogares presenta una tendencia claramente menguante, y el empleo se mueve en niveles de récord que se combinan con un incipiente cambio de modelo productivo en el que van ganando peso las ocupaciones tecnológicas y generadoras de mayor valor añadido.

Paralelamente, la inflación se va moderando y, tras dos años de asedio a las economías familiares en combinación con una etapa de congelación salarial, ya ha caído en España por debajo del 2% que el BCE se marcaba como objetivo, aunque la media de la eurozona, que es el dato de referencia para mover los tipos, sigue en el 5,5%.

"La receta de los tipos de interés alto no ha funcionado"

"El BCE calcula que los tipos de interés han bajado un par de décimas de inflación", señala Garzón, que recuerda cómo el alza de precios "está relacionada con los precios de la energía", que llevan tiempo bajando (como los alimentos), y con "la decisión de las empresas de aumentar sus márgenes para no perder beneficios cuando han aumentado sus costes".

La evolución de este indicador en Japón, donde encadena cuatro meses de descenso sin haber tocado los tipos de interés, invita a poner en cuarentena la coherencia de las decisiones del BCE y/o lo certero de sus análisis.

"La inflación no vino por un calentamiento de la demanda, sino por decisiones por el lado de la oferta", anota Garí, que coincide con Garzón y con la mayor parte de los economistas en señalar que el BCE está aplicando una medida que podría considerarse ortodoxa para un alza de precios con raíz en la demanda, pero no para una como la actual, provocada desde la oferta.

Es decir, que el BCE lleva un año saltándose su propia ortodoxia al aplicar para unos males recetas diseñadas para tratar otros, algo que incluye una contradictoria posición argumental en la que apuesta por enfriar la actividad al mismo tiempo que, pese a ser el riesgo más evidente de su plan, se compromete a no forzar una recesión.

"La receta de los tipos de interés altos parece que no ha funcionado. Parece que las decisiones del BCE no se corresponden con la situación de la economía europea", señala.

"Un aviso a navegantes del Mar de China"

Según su análisis, "las subidas de los tipos de interés tienen mucho que ver con la pérdida de autonomía del BCE frente a la Reserva Federal de EEUU, cuya política económica a la vez tiene que ver con las condiciones de un cambio de modelo de comercio y con la necesidad de poner trabas a algunas importaciones".

"Esa política es un aviso a navegantes sobre lo que puede pasar en el Mar de China", apunta.

Y eso, si se abre el foco, coincide en el tiempo con una restricción monetaria en una Europa cuya primera economía, Alemania, se encuentra técnicamente en recesión con el riesgo de contagio que eso supone para la tercera, Italia, buena parte de cuya industria se dedica a fabricar componentes para su vecino del norte.

El cuadro geopolítico, o geoeconómico, europeo se completa por arriba con una segunda economía, Francia, sacudida por convulsiones sociales como una revuelta de los banlieus que excita los tics más autoritarios del macronismo, y con la cuarta, España, en pleno alboroto electoralista simultáneo al desembarco en los gobiernos autonómicos de una ultraderecha que avanza en Francia y Alemania y ya gobierna en Italia.

A esto se le añade la inminencia de un debate sobre el fin de las reglas fiscales expansivas habilitadas con la pandemia cuya simultaneidad con una tendencia generalizada a aumentar el gasto militar de los Estados plantea otra paradoja: ¿cómo se compagina la reducción del déficit con el aumento del gasto?

"Algunas voces llaman a acabar con esas medidas, pero no tienen un plan alternativo. No son capaces de encontrar fórmulas que no generen tensiones sociales o entre países. Y las tensiones sociales no están derivando en movimientos de asentamiento de derechos" sino más bien impugnatorios, apunta Manuel Garí.

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