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Un encuentro nada "casual" que refleja una íntima relación entre los Borbones y la casa saudí

El adiós de Fernando Alonso a la Fórmula 1 ha facilitado un encuentro inoportuno entre Juan Carlos I y el príncipe Mohammad bin Salman en Abu Dabi, un encuentro que, atendiendo a los antecedentes, tiene poco de "casual".

El rey emérito Juan Carlos I con Fahd bin Abdulaziz Al Saud, en una imagen de archivo. / EFE

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

La fotografía de este fin de semana en la que aparece el rey emérito Juan Carlos I saludando al príncipe de la corona saudí, Mohammd bin Salman (MBS), en la ciudad de Abu Dabi, suscita algunas preguntas respecto a la oportunidad de esa imagen en un momento en el que buena parte de la comunidad internacional cuestiona la participación de MBS en el asesinato del periodista Jamal Khashoggi.

Khashoggi fue asesinado en el interior del consulado de Arabia Saudí en Estambul el 2 de octubre, según reconocieron oficialmente las autoridades de Riad. Casi dos meses después continúa sin aparecer el cadáver. Tanto Turquía como la CIA apuntan a que la orden de matar a Khashoggi partió directamente de MBS, aunque el presidente Donald Trump ha exonerado al príncipe causando una gran controversia.

La amistad de Juan Carlos con los príncipes saudíes no es algo nuevo. Durante el franquismo, cuando solo era príncipe, ya mantenía excelentes relaciones con algunos de sus contrapartes saudíes, especialmente con el príncipe Fahd bin Abdulaziz Al Saud, que poco después, como Juan Carlos, se convertiría en rey.

En 1973, en plena crisis del petróleo, un incidente que tuvo grandes repercusiones y puso patas arriba las economías occidentales, Juan Carlos envió un mensaje al príncipe Fahd implorando ayuda. Fahd respondió a su “hermano” –el tratamiento que los dos se dieron durante toda su vida- que garantizaba el suministro de todo el petróleo que España necesitase. Según el libro de Rebeca Quintans, Juan Carlos I, biografía sin silencios, el hoy rey emérito sacó un pellizco de esa operación y de otras posteriores que se llevaron a cabo desde la transición.

Fue precisamente el mismo Fahd quien se acostumbró a veranear en Marbella, y desde entonces un gran número de príncipes saudíes suelen tener esta ciudad malagueña entre sus destinos más habituales en Europa a lo largo del año.

En 1977, Fahd realizó un “préstamo” de 100 millones de dólares que aparentemente le había pedido Juan Carlos “para consolidar la democracia y la monarquía”. No consta que ese “préstamo” se haya devuelto nunca. En 1979, el rey Fahd le obsequió con el yate Fortuna, que el monarca español utilizó durante más de una década. Los vínculos entre Fahd y Juan Carlos siempre fueron muy estrechos y periódicamente se comentaba que el primero obsequiaba al segundo con regalos selectos.

El por entonces príncipe heredero de España, Felipe le entrega una carta al ya fallecido rey saudí Fahd en Riyadh, en 1999. / AGENCIA DE PRENSA SAUDITA / SPA / AFP

El por entonces príncipe heredero de España, Felipe le entrega una carta al ya fallecido rey saudí Fahd en Riyadh, en 1999. / AGENCIA DE PRENSA SAUDITA / SPA / AFP

A lo largo de las décadas, los empresarios españoles con intereses en Arabia Saudí han recurrido con frecuencia a Juan Carlos I para que hiciera de mediador. Dialogar y hacer negocios con una monarquía autárquica ha sido más fácil gracias a los lazos personales que el rey emérito ha establecido con reyes y príncipes saudíes.

El tren AVE entre Medina y La Meca fue otorgado a un consorcio español gracias a la mediación de Juan Carlos I, quien todo indica que sacó un buen pellizco de un negocio valorado en 7.000 millones de euros. El diario El País también ha atribuido el rey emérito la venta a los saudíes de entre 250 y 300 carros de combate Leopard en 2014.

Con frecuencia estos negocios han redundado en el beneficio particular del Borbón. En el libro mencionado, se comenta que durante el gobierno de Adolfo Suárez, en los años de la transición, Suárez apartó un pequeño porcentaje para Juan Carlos en los negocios con Arabia Saudí en los que intervenía, una práctica que habría perdurado hasta nuestros días.

La reciente venta de corbetas de Avantia a Arabia Saudí ha causado este mismo año un problema de calado al gobierno socialista de Pedro Sánchez. De hecho, fue la primera crisis de verdad a la que se enfrentó el ejecutivo cuando, siguiendo instrucciones del parlamento europeo, decidió cancelar la venta de las corbetas debido al caso Khashoggi. Sin embargo, esta salida en defensa de los derechos humanos apenas duró algunas horas y pronto se debió dar marcha atrás.

El negocio de las corbetas rondaba los 2.000 millones de euros y representaba miles de puestos de trabajo para Andalucía. Después de dar el paso en falso, el gobierno quiso rectificarlo, pero encontró un ambiente hostil en Riad, de ahí que el ejecutivo llamara urgentemente a Felipe VI y Juan Carlos I, para que estos “resolvieran” el problema, como así sucedió.

El contexto de la fotografía de Abu Dabi no solo se dibuja sobre el fondo del asesinato de Khashoggi, sino también sobre el fondo de la guerra de Yemen, un conflicto en que el segundo protagonista de la imagen, MBS, tiene mucho que ver.

El príncipe heredero saudí recibe un regalo del rey bahreiní Hamad bin Isa Al Khalifa en Manama. / SAUDI ROYAL COURT - REUTERS

El príncipe heredero saudí recibe un regalo del rey bahreiní Hamad bin Isa Al Khalifa en Manama. / SAUDI ROYAL COURT - REUTERS

El contexto dice que las armas que España vende a Arabia Saudí se utilizan en esa guerra que ha causado entre 10.000 y 50.000 muertos según las fuentes, y una serie de maldiciones bíblicas sobre la población civil. Según la ONG Save the Children, 85.000 niños yemeníes han muerto por malnutrición en los últimos tres años de guerra.

La imagen recuerda cuál es la elección del Gobierno español

España ha seguido el camino de la mayoría de países que continúan vendiendo armas a Arabia Saudí, armas que se usan en la guerra de Yemen. El gobierno socialista tendría poco que echar en cara a Juan Carlos I puesto que él mismo ha sancionado las exportaciones, a diferencia de lo que han hecho Alemania y varios países nórdicos.

Es una cuestión que exige elegir entre moral y economía. En estos momentos, empresas españolas aspiran a construir el metro de Riad, algo que sin duda quedará descartado si Felipe VI y Juan Carlos I dejan de tratar con los príncipes saudíes. Se trata de elegir entre dinero y empleos, por un lado, o contribuir a parar la guerra de Yemen, por otro lado. La inoportuna imagen de Juan Carlos I con MBS en Abu Dabi nos recuerda cuál ha sido la elección del gobierno español.

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