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Europa confía en compensar el cierre energético ruso con más bombeo y refino del Golfo Pérsico

Un póker de países de Oriente Próximo poseen las infraestructuras de refino y la capacidad productiva adicional necesarias para compensar el abastecimiento de crudo de un hipotético cierre del grifo petrolífero ruso y atender la demanda global. Pero su cruzada por los combustibles fósiles dependerá de sus intereses geopolíticos.

Una vista muestra tanques de aceite de marca en las instalaciones petroleras de Saudi Aramco en Abqaiq
Una vista muestra tanques de aceite de marca en las instalaciones petroleras de Saudi Aramco en Abqaiq. Maxim Shemetov / REUTERS

La Península Arábiga dispone de una gran parte de las piezas del puzle energético europeo y del collage de factores que deberían amortizar la cobertura de la demanda global de crudo en caso de que Rusia cierre la espita de sus grifos energéticos. Las perspectivas de los procedimientos de refino de petróleo en varias instalaciones que se encuentran en fases finales de construcción en suelo de Arabia Saudí, Kuwait, Omán e Irak, anticipan una capacidad de 8,8 millones a partir del próximo año, una cantidad similar al volumen de hidrocarburos rusos que ha embargado la UE, según cálculos de Bloomberg.

El volumen de hidrocarburos en el mercado se contrajo durante la pandemia, lo que elevó la exposición del negocio del tránsito energético en varios mercados con un elevado consumo de combustibles, como los socios europeos con el diésel. Un riesgo que los analistas aún consideran que no se ha solventado definitivamente, pese a que los niveles de refino han crecido en China y Oriente Próximo. Varios de estos expertos, que conforman el panel energético de Bloomberg, creen que un ramillete de nuevas instalaciones o ampliaciones de plantas en uso están a punto de culminar sus trabajos y que este póker de naciones productoras del Golfo Pérsico estaría en disposición de ofrecer su nueva mercancía al mejor postor. Especialmente, a los socios europeos y a EEUU, que exporta a Europa el mismo volumen de crudo que al resto de mercados y que aún tiene restringido, desde hace dos años, cerca de otro billón de barriles diarios.

La reducción del volumen de hidrocarburos elevó la exposición del negocio del tránsito energético en varios mercados

Arabia Saudí está terminando de ampliar su central de refino de Jazan, donde planea aumentar en el primer trimestre de 2023 su producción de diésel en más de 200.000 barriles diarios, según datos de Energy Aspects. Kuwait hace lo propio con su instalación Al-Zour, que ha sufrido varios retrasos desde su fecha inicial de inauguración, en el primer tramo de este año, pero que podría estar operativa en breve, después de haber liberado una facilidad crediticia de 16.000 millones de dólares, que la convierten en una de las de mayor capacidad productiva de Oriente Próximo, con más de 615.000 barriles diarios. Omán hace lo propio con la de Duqm, a la que ha inyectado más de 8.000 millones de dólares y que lanzará desde finales de marzo de 2023 otros 230.000 barriles al día. Mientras Irak está ultimando tres proyectos de refinerías: el de Basrah, por una cifra superior a los 4.000 millones de dólares y más de 140.000 barriles; otro en Karbala por unos 7.000 millones y en Faw, que aportaría otros 300.000 barriles y que está terminando de construir la China National Chemical Engineering.

A estos proyectos en fase de entrega y listos para empezar sus cuotas de producción se suman otros como el de la refinería de Sitra, en Bahréin, que podría completarse a finales del próximo año, con un objetivo de 400.000 barriles diarios.

Este nuevo arsenal resultará de sumo interés energético para Europa a la hora de restaurar las disrupciones en las cadenas de valor del diésel, cuyo precio ha saltado por los aires en la práctica totalidad del mercado interior. Sin menoscabo de cubrir también el impulso de la demanda de gasolina que, junto a la del diésel, han catapultado a todos sus indicadores de inflación.

La pinza inflacionista de ambos combustibles de uso habitual entre comerciantes, transportistas y utilitarios de vehículos se ha trasladado a EEUU y Reino Unido. De manera que las potencias industrializadas occidentales, promotoras de las sanciones a Rusia, se han afanado en los últimos meses en sondear la capacidad real de incremento de producción y de los flujos de exportación de la gasolina y el diésel entre las naciones del Pérsico, ante el dramático descenso de la oferta entre la pasarela transatlántica.

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) también establece la cifra de 8,8 millones de barriles al día como pronóstico productivo para 2023, casi 1 millón por encima de los niveles de 2019, lo que coincide con la percepción de los analistas de Bloomberg. "Las start-ups de Oriente Próximo son las únicas fuentes que están en condiciones de incrementar la oferta de bienes energéticos a lo largo de los próximos doce meses y de añadir algo de combustible al constreñido mercado del refino mundial", explica George Dix, analista de Energy Aspects.

 La supermajor estatal saudí Aramco asegura poder bombear 12 millones de barriles diarios, uno más que la cuota comprometida por toda la OPEP + en agosto

Otro as en la baraja es el músculo productivo real de la saudí Aramco, la indiscutible supermajor del planeta y de titularidad mayoritariamente estatal, cuyo CEO, Amin Nasser, asegura que sería capaz de bombear más de 12 millones de barriles diarios, cantidad que superaría la cuota total de la OPEP + de 11 millones pactada para agosto y que daría un balón de oxígeno incalculable a los IPC's de las potencias occidentales, en caso de que la sensible balanza de la geopolítica que siempre se mece en Riad orden a Aramco operar a su máxima velocidad de crucero. Posibilidad que las propias cancillerías europeas, británica y estadounidense ponen en duda, más que por el volumen de extracción y exportación, por las complejas maniobras del régimen wahabí dentro de un orden internacional sumamente cambiante en el que Rusia ejerce del contrapeso en el seno del cártel petrolífero por antonomasia que siempre ha dirigido con mano de hierro Arabia Saudí.

Javier Blas, experto en el mercado energético en Bloomberg, y coautor, junto a Jack Farchy, del libro El Mundo está en Venta, recuerda que Aramco sólo ha colocado tanto crudo durante ocho semanas a lo largo de su historia, a finales de 2018 y a comienzos de 2020. Pero enfrentarse a un objetivo similar de forma sostenible, durante varios meses, es un reto mayúsculo, aunque quizás pueda conseguirlo a finales de 2022 o a lo largo de 2023. Sobre todo -matiza- porque lleva varias semanas con una "actividad frenética" con la que podría estar preparando sus estructuras para lograr este desafío. Y porque, en privado -explica Blas- "fuentes del gigante saudí enfatizan que son capaces de registrar esos 12 millones de barriles dentro de apenas un mes, a comienzos de agosto, y de sostener ese nivel durante al menos 90 días. E, incluso hablan de 13 millones desde 2024 a 2027".

Las secuelas del veto a Rusia en Europa

Estos datos infunden optimismo, pese a las suspicacias que también trasladan a los mercados, en países altamente dependientes del petróleo y el gas ruso como Alemania, en peligro latente de recesión, y que ha visto en Canadá otro recurso de última instancia para tratar de cubrir sus déficits energéticos en estas dos materias primas. El canciller Olaf Scholz y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, impulsaron en la última reunión del G-7 en los Alpes alemanes un pacto urgente para encontrar en el crudo canadiense una alternativa válida e inmediata al veto a Rusia que también englobaría importaciones masivas de Gas Natural Licuado (GNL) de, al menos, un tercio del que recibe en la actualidad desde los yacimientos siberianos, así como un reparto por otra cantidad adicional entre otros socios europeos, admitieron fuentes oficiales de Berlín.

"Nunca antes se había alcanzado un nivel tan elevado de cooperación bilateral dentro de unos lazos especialmente intensos en el ámbito geopolítico y económico-comercial", matizó Scholz, dando credibilidad máxima a esta entente cordiale que surgió pocas fechas después de que el ministro de Economía germano, Robert Habeck, elevara a la segunda fase de alarma los efectos del corte de suministro energético de Rusia a través del Nord Stream 1. El mismo nivel de riesgo que se invocó en la quiebra de Lehman Brothers. Scholz viajará en agosto a Ottawa para culminar el acuerdo de entendimiento.

"El recorte del tránsito energético ruso a Alemania deja a la locomotora europea en un escenario sumamente peligroso", afirma Maeva Cousin, economista para la zona del euro de Bloomberg Economics en una nota a inversores en la que matiza que "si esta crisis de suministro acaba en un energy crunch, los socios monetarios y políticos europeos en su conjunto sufrirán un tsunami colectivo sobre sus economías". 

La dependencia energética europea de Rusia alcanzaba todavía en 2021 unas cuotas notables. Hasta dos quintas partes del gas consumido en la UE procedía de fuentes rusas, además de algo más de un tercio del petróleo, asegura Eurostat. La oficina estadística europea cifra en 99.000 millones de euros la factura energética europea; de lejos, su mayor retribución importadora del Kremlin. A pesar de que el volumen de los flujos se ha reducido considerablemente desde que, en 2012, en plena crisis de la deuda europea, rebasase los 157.000 millones de euros. En los diez años que han transcurrido entre 2011 y 2021, las compras de energía han retrocedido desde el 77% de las importaciones rusas al 62% actual. Aunque las ventas rusas de maquinaria, vehículos, bienes manufacturados, productos químicos, materias primas metálicas y alimentos y bebidas corrigieron substancialmente el deterioro exportador de la energía. Hasta encaramarse al quinto puesto entre los principales socios comerciales de la Unión el pasado año; después de EEUU, del Reino Unido, China y Suiza y el tercer suministrador de mercancías, tras las dos superpotencias económicas mundiales.

Este escenario es el que Europa pretende superar, a pesar del tremendo impacto de la invasión de Ucrania sobre su convulso mercado de la energía. El plan de Bruselas pretende reducir antes de finales de este año esos dos tercios de suministro ruso para abordar una etapa de paulatina supresión de las importaciones hasta la completa independencia del petróleo y el gas ruso en el año 2030. Sin embargo, la estrategia inicial de ir sustituyendo el gas por energías alternativas y limpias que aceleren la transición ecológica hacia las emisiones netas cero se ha topado con la urgente necesidad que han invocado ciertos países, como Alemania, de reanudar sus plantas de carbón y reemprender el gasto de combustibles fósiles. La Comisión, en cualquier caso, persiste en su idea de "alcanzar la independencia energética del petróleo, el gas y el carbón ruso y mitigar la escalada de precios con diversificación de fuentes que garanticen la oferta energética en la UE desde el próximo invierno", según admite su presidenta, Ursula von der Leyen. Sin embargo, España o Portugal se han plantando ante Bruselas y rechazan el plan energético europeo.

El consumo y producción de energía son responsables de las dos terceras partes del CO2 que se emite a la atmósfera y el 81% del sistema energético global está sustentado sobre combustibles fósiles, el mismo porcentaje que hace 30 años, resaltan en el World Economic Forum (WEF).

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