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La falta de munición, la disensión y los sabotajes ucranianos minan la estrategia del Kremlin en Ucrania

La escasez de munición, las disensiones en el mando y los sabotajes en territorio ruso han abierto profundas brechas en la estrategia del Kremlin ante la esperada contraofensiva ucraniana, cuyas primeras fases podrían haber comenzado ya.

El presidente ruso, Vladímir Putin, durante su visita a los cuarteles generales de dos unidades de tropas en las regiones de Jersón y Lugansk.
El presidente ruso, Vladímir Putin, durante su visita a los cuarteles generales de dos unidades de tropas en las regiones de Jersón y Lugansk. Presidencia rusa / EFE

El incremento de los ataques contra sistemas logísticos e infraestructuras críticas dentro de Rusia y la misteriosa incursión con drones sobre el Kremlin muestran la creciente capacidad de Kiev para romper la estrategia rusa de un frente bélico consolidado y limitado al territorio ucraniano.

Al tiempo, el anuncio por el jefe del Grupo Wagner al servicio de Moscú de que retirará a sus mercenarios del punto más caliente de la guerra, Bakhmut, ha abierto una crisis sin precedentes dentro del Ejército ruso desde que comenzó la invasión.

Las diferencias entre ese grupo paramilitar, punta de lanza de las fuerzas armadas rusas, con el Ministerio de Defensa y el Estado Mayor en Moscú han estallado cuando más unidad se requiere, a las puertas de la ofensiva con la que Ucrania, respaldada por la logística y armas de sus aliados occidentales, pretende asestar un golpe mortal a los invasores.

Lleno de ira ante los obstáculos que le están planteando las autoridades militares rusas, el oligarca Yevgueni Prigozhin, dueño de Wagner, advirtió de que retirará a sus soldados el 10 de mayo, tras la celebración del Día de la Victoria, el 9 de este mes, que conmemora la derrota nazi en la Segunda Guerra Mundial.

Los paramilitares de Wagner lideran la iniciativa bélica rusa en el ataque a Bakhmut, un bastión ucraniano en la región de Donetsk donde se están produciendo los combates más encarnizados y de cuya suerte depende en buena medida el curso de la guerra.

"Declaro, en nombre de los combatientes de Wagner, en nombre del mando de Wagner, que el 10 de mayo de 2023, nos veremos obligados a transferir las posiciones en la localidad de Bakhmut a unidades del Ministerio de Defensa, explicó Prigozhin.

Este señor de la guerra, considerado un hombre muy cercano a Putin, aseguró que sus hombres solo disponen de un 30% de la munición necesaria para hacer frente a los ucranianos en Bakhmut.

En un vídeo publicado en Telegram, Prigozhin aparecía junto a numerosos cuerpos de soldados de Wagner: "Estos son los chicos que murieron hoy, la sangre todavía está fresca". El magnate, en un gesto de ira y con duros insultos, afirmó que mientras sus hombres morían, el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, y el jefe del Estado Mayor ruso, general Valeri Guerásimov, "engordaban en sus despachos de caoba".

Las disensiones podrían explicarse por la aparente decisión de Moscú de poner a la defensiva al Ejército ruso ante el contraataque ucraniano en ciernes, lo que habría llevado a relegar la toma de Bakhmut. Por eso, Prigozhin quería tomar esta ciudad cuanto antes, por prestigio y para humillar a Shoigú.

Si se produce la retirada de los mercenarios rusos antes de completar la toma de Bakhmut, un inmediato contraataque ucraniano podría recuperar toda la ciudad en cuestión de días.

Sin embargo, el líder checheno prorruso, Ramzán Kadírov, se ha ofrecido a sustituir en Bakhmut a los mercenarios de Prigozhin por sus propias unidades, muy bregadas también en el combate, y el jefe del grupo Wagner se ha mostrado favorable a este relevo.

También podría ocurrir que la llegada de las tropas chechenas a Bakhmut pudiera desembocar en una ofensiva final conjunta con los mercenarios de Wagner. En tal caso, la suerte de las últimas posiciones ucranianas estaría echada y la contraofensiva general del Ejército de Kiev arrancaría renqueando.

La escasez de munición es generalizada en el frente

Las airadas demandas de munición realizadas por Prigozhin ponen en evidencia las disensiones en el seno de las fuerzas armadas rusas, pero también confirman una carencia de material bélico preocupante en unos momentos complejos.

No es solo Rusia la que se ha visto condicionada por la escasez de municiones. La Unión Europea ha puesto en marcha la producción contrarreloj de proyectiles para el Ejército ucraniano de cara a la contraofensiva y aún así quedan dudas sobre la capacidad real de suministro diario, muy lejana de las demandas ucranianas.

La filtración en marzo de los llamados papeles del Pentágono reveló que algunos de los principales sistemas de misiles ucranianos, en especial los de origen soviético y ruso, podrían quedarse sin munición este mes de mayo.

La contraofensiva puede estar ya en marcha en unas primeras fases

Dada la inminencia del contraataque de Ucrania, no es el mejor momento para que salten las diferencias entre Prigozhin y Shoigú. Sobre todo, porque la guerra ha entrado ya en una nueva dimensión, con los cada vez más numerosos y osados golpes ucranianos a objetivos militares y civiles dentro de Rusia que, incluso, podrían apuntar a que ya están en marcha los prolegómenos de la contraofensiva ucraniana.

Los protagonistas de esta nueva fase de la contienda son los drones, los saboteadores, los comandos infiltrados e incluso posibles quintacolumnistas activos en territorio de Rusia.

Su objetivo son los arsenales, las líneas férreas, los transportes, los depósitos de combustible y otros centros logísticos rusos alejados de la línea de frente y de las regiones anexionadas por Moscú, aunque la península de Crimea aparece también como blanco de estos ataques.

No es decisivo el daño militar que causan estas acciones ucranianas. Su efecto propagandístico sí es importante, pues amplían el teatro bélico de operaciones y ponen de manifiesto la vulnerabilidad del agresor en la guerra desatada por la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022.

Solo esta semana, entre otros objetivos, fueron atacadas con drones una refinería de petróleo en Ilsky (en dos ocasiones) y otra planta de procesamiento de crudo en Novoshajtinsk. También fueron volados diversos depósitos de combustible en Crimea, y atacados en Briansk dos trenes, que descarrilaron. También fueron derribados drones en las regiones de Voronezh y Bélgorod, y cinco pueblos de este último territorio fueron alcanzados por la artillería ucraniana.

Todos estos golpes ucranianos en lugares distantes tienen, sin embargo, una pauta común. Y podrían apuntar a que no solo será la Ucrania ocupada el objetivo del avance del Ejército ucraniano.

Los drones sobre el Kremlin muestran el talón de Aquiles de Moscú

De momento, Rusia ha respondido a este tipo de ataques y al que presuntamente se produjo contra el Palacio del Kremlin, con toques de queda, evacuaciones en los territorios ocupados y con una oleada de bombardeos en una docena de localidades de Ucrania. Uno de ellos, en Jersón, causó al menos 23 víctimas mortales civiles.

Estos ataques con drones y los sabotajes realizados dentro de la Federación Rusa lanzan un alarmante mensaje a Moscú: la contienda se extiende y no solo tendrá miedo la población ucraniana. Tal cambio de rumbo en las tácticas ucranianas podría hacer que el actual apoyo más o menos generalizado de los rusos a la invasión se tambalee.

La incursión esta semana de dos drones en el espacio aéreo de Moscú y su derribo sobre el Palacio del Kremlin señalan en esta dirección. Rusia ha acusado inmediatamente a Ucrania y Estados Unidos de tratar de asesinar al presidente ruso, Vladímir Putin. De una manera burda e ineficiente, cierto es.

En Occidente, en cambio, se habla de un ataque de falsa bandera por parte de los servicios secretos rusos para justificar un eventual atentado contra el líder ucraniano, Volodímir Zelenski.

Parece poco probable la teoría de un auto-ataque ruso cuando lo que ha hecho este incidente es sacar los colores a los sistemas defensivos del Ejército ruso y demostrar que, quien quiera que sea el responsable de la incursión con drones sobre el Kremlin, la guerra puede alcanzar el corazón de Moscú y amenazar incluso a su cúpula dirigente.

Borrell subraya que solo hay un camino: el de la guerra

La extensión de la guerra a territorio ruso también amenaza con ampliar la contienda en el tiempo. En todo caso, Ucrania cuenta con el apoyo de sus aliados europeos y estadounidenses, que esta semana designaban nuevas partidas presupuestarias para la adquisición por Kiev de nuevos suministros de munición y armas.

El jefe de la diplomacia de la Unión Europea, Josep Borrell, hizo referencia este viernes a la imposibilidad de celebrar a corto plazo negociaciones entre los dos contendientes y, en su habitual línea belicista, abogó por la guerra como única salida para la crisis ucraniana.

"Desgraciadamente, este no es el momento para conversaciones diplomáticas sobre la paz, es el momento de apoyar militarmente en la guerra", explicó esta semana en Florencia el alto representante de la UE para Asuntos Exteriores.

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