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Irán e Irak envían miles de combatientes a Siria

El conflicto sirio se ha agravado en las últimas semanas a raíz de la ofensiva de grandes proporciones de los insurgentes en el norte del país. La situación del régimen de Bashar al Asad es cada día más precaria y su futuro está en manos de Irán.

Mapa de la batalla de Siria

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

JERUSALÉN – Varios medios árabes han informado esta semana que tanto Irán como Irak han enviado a millares de combatientes a Siria en los últimos días para ayudar al régimen de Bashar al Asad a hacer frente al empuje de los rebeldes, que se ha intensificado significativamente desde el mes de abril, y ha dejado al régimen encerrado y a la defensiva en una pequeña parte del país, básicamente en el área de Damasco y la costa mediterránea.

Este acontecimiento representa un cambio sustancial que puede ser trascendente a medio y largo plazo. Si hasta ahora Damasco había puesto mucho interés en no aceptar tropas extranjeras, la grave situación por la que atraviesa el régimen ha forzado a Asad a invitar a combatientes iraníes e iraquíes.

Aunque durante años se ha comentado mucho de la presencia iraní en Siria, en realidad esa presencia estaba reducida a un número no muy elevado de oficiales y asesores de la Guardia Revolucionaria. Ahora, en cambio, se trata de millares de combatientes, unos 20.000 según el diario libanés prosirio Al Safir (otras fuentes hablan de 8.000), que en su mayor parte se desplegarán en el norte de Siria.

Algunos expertos han indicado que para dar la vuelta a la tortilla Asad necesitaría al menos 50.000 combatientes extranjeros. En este sentido, los responsables iraníes han declarado hace solo unos días que Teherán está dispuesto “a llegar hasta el final” y suministrar toda la ayuda precisa para que no caiga el gobierno.

La situación de Assad se ha agravado hasta el punto de que según el ministro de Defensa de Israel, Moshe Yaalon, apenas mantiene el control sobre menos del 25 por ciento del territorio. Los reveses que ha sufrido en las últimas semanas han sido muy importantes, especialmente desde que el príncipe de la Corona saudí, Mohammed bin Nayef, visitó Turquía el 6 de abril para coordinar la guerra en el norte y en el sur.

La situación se ha agravado aún más desde la reciente caída de las localidades de Idlib, Ariha y Yisr al Shugur, en el frente norte. Yisr al Shugur cayó el 25 de abril y está ubicado en una zona que es la puerta que puede dar a los insurgentes acceso a la costa, el bastión de los alawíes, la minoría chií a la que pertenece el presidente.

Muy ilustrativo de la baja moral del ejército es el hecho de que las tropas gubernamentales apenas opusieron resistencia a los insurgentes en las tres localidades mencionadas, y se retiraron casi sin presentar batalla.

La situación del Ejército de Asad se ha agravado: apenas mantiene el control sobre el 25 por ciento del territorio.

Los medios árabes informan así mismo de la llegada a Siria del célebre general iraní Qasim al Suleymani, de la Guardia Revolucionaria, que ha cosechado sonados triunfos en Irak contra los rebeldes yihadistas. Paralelamente, el ejército de Damasco ha purgado de sus filas a altos jefes que no han sabido hacer frente a los rebeldes en el norte.

En este contexto hay que ver el comunicado de Washington acusando al régimen de cooperar con el Estado Islámico. Washington sostiene que la aviación siria ha bombardeado posiciones de los rebeldes coincidiendo con una ofensiva del Estado Islámico para hacerse con el corredor que une Alepo con Turquía.

Por ese corredor circula la mayor parte de la ayuda militar y de todo tipo que Arabia Saudí y Catar dan a los insurgentes “moderados”, incluida Al Qaeda, es decir el Frente al Nusra. La acusación americana puede tener visos de verdad puesto que Damasco probablemente prefiere que el corredor esté en manos del Estado Islámico que en manos de los demás rebeldes.

Según un experto, en los últimos dos años el ejército sirio ha debido combatir a los insurgentes en 476 frentes, lo que da una idea de la amplitud de la guerra, así como del enorme desgaste que representan para el régimen tantos frentes. Además, se ha de tener en cuenta que tanto Arabia Saudí como Israel están continuamente intentando abrir más frentes en el norte y en el sur.

La alianza de Arabia Saudí con Al Qaeda de Siria es manifiesta, como lo es la alianza de Israel con Al Qaeda. Distintos medios han señalado que Israel da apoyo logístico al Frente al Nusra e incluso Israel ha reconocido que atiende en sus hospitales a combatientes de Al Qaeda que luego devuelve al campo de batalla.

Es por lo tanto natural que esta semana el líder del Frente al Nusra, Abu Muhamad al Yawlani, haya declarado a Al Jazeera que tiene órdenes de la superioridad de no atacar a Occidente, incluido a Israel, a pesar de que los yihadistas de Al Qaeda ocupan parte de la frontera con el Estado judío en el Golán.

En las últimas semanas se ha especulado con que la única posibilidad de supervivencia del presidente Asad pasa por establecer un “acuerdo de defensa mutua” con Irán que obligue a los iraníes a enviar tropas propias a Siria. Que se sepa, ese acuerdo no se ha firmado, pero la llegada de combatientes iraníes e iraquíes indica que Teherán está buscando alternativas para defender a su principal aliado en la región.

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