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Vox Los bulos de la ultraderecha eluden el incipiente control de las redes sociales

Vox ha vuelto a ser vinculado con la desinformación tras la difusión de imágenes y vídeos falsos en defensa de la censura parental. En el control de estas prácticas, Instagram y Facebook han mejorado su filtro en España gracias al apoyo de ‘fact-checkers’, pero todavía encuentran muchos puntos ciegos, algo también sucede en Whatsapp por su sistema de cifrado.

El líder de Vox, Santiago Abascal, utilizando su móvil en el Congreso. / Archivo
El líder de Vox, Santiago Abascal, utilizando su móvil en el Congreso. / Archivo

La desinformación ha oficializado públicamente su llegada a la esfera política española. El anuncio definitivo ha corrido a cargo de Facebook, que etiquetaba como información falsa una publicación del líder de Vox, Santiago Abascal. No obstante, este suceso solo llegaba para hacer notoria una tendencia que llevaba meses latente en España: poner freno a la desinformación circulante en internet es una tarea pendiente que las redes sociales están intentando solventar.

Concretamente, Facebook –y por extensión Instagram, pues ambas pertenecen al mismo conglomerado empresarial– lleva desplegando este control en España desde marzo de 2019. Fue entonces cuando la plataforma anunció la implementación en el país de su programa de verificación de datos en colaboración con Newtral, Associated France Press y Maldita.es.

La desinformación y Vox han vuelto a encontrarse tras la difusión desde sus cuentas oficiales de imágenes y vídeos falsos en defensa de la censura parental

Este sistema de control sigue una serie de pasos para evitar la libre difusión de información falsa. En primera instancia, los fact-chekers que colaboran con Facebook –avalados por los estándares de la International Fact-Checking Network– etiquetan una publicación como falsa siguiendo sus procedimientos habituales y alertan de ello a la plataforma. Entonces, Facebook se encarga de penalizar dicho contenido y a todos los usuarios o páginas web (incluyendo medios de comunicación) que lo hayan compartido.

No obstante, no lo hace retirando taxativamente la publicación de la plataforma, algo que reserva para cuestiones que caigan en discurso del odio o spam. En cambio, proceden alertando públicamente de su falsedad, reduciendo hasta un 80% su distribución e incluso, en los casos de una incursión recurrente en estas malas prácticas, retirando a dichos usuarios la capacidad de poner anuncios o monetizar sus contenidos. 

El discurso político: el gran punto ciego de Facebook

"Nuestro contrato con Facebook nos prohíbe expresamente verificar el discurso político en la plataforma", Clara Jiménez, cofundadora de Maldita.es

Más allá de poner en relieve este sistema ya vigente desde hace meses, el caso de Abascal también ilustra el principal punto ciego de Facebook en el control de la desinformación. "Nuestro contrato con Facebook nos prohíbe expresamente verificar el discurso político en la plataforma", reconoce la cofundadora de Maldita.es, Clara Jiménez. Su plataforma fue precisamente el encargado de contrastar la publicación del líder de Vox, pero aclara que este solo fue un afectado más de un desmentido más amplio, algo que también alegan desde Facebook.

"Cuando nosotros desmentimos el vídeo del PSOE supuestamente aplaudiendo a Bildu, el algoritmo de Facebook lo coge, identifica vídeos idénticos y los tumba también como falsos", comenta. Es decir, la publicación de Abascal no fue etiquetada de manera exclusiva y particular, sino de manera automática por parte del sistema de Facebook, al igual que sucedió con todos los usuarios que la compartieron después de que Maldita.es la probara falsa.

La publicación de Santiago Abascal etiquetada como 'información falsa'. / Facebook
La publicación de Santiago Abascal etiquetada como 'información falsa'. / Facebook

Jiménez, como responsable de una plataforma que contrasta el discurso político de manera "regular y recurrente", asume esta limitación impuesta por Facebook como una más de las "reglas del juego" establecidas por la plataforma. Pese a ello, pone en valor el sistema de verificación defendiendo que "funciona" y que "Facebook ha hecho algo en pos de frenar la desinformación que no han hecho otras plataformas".

Un ejemplo contrario, basado en información compartida por Abascal que no ha sido penalizada por Facebook, ilustra los vacíos de este sistema a la hora de controlar la desinformación generada por el discurso político. También durante la investidura, el líder ultraderechista afirmó lo siguiente: "El 69% de todos los varones imputados en violaciones grupales han sido extranjeros pese a ser solo el 10% de la población". Esta aseveración fue desmentida por Maldita.es, pero al contar con la limitación de no poder extender esta verificación a la red social por tratarse de un actor político, Abascal la ha compartido en su perfil de Facebook sin que esta sea etiquetada como ‘información falsa’, como puede verse a continuación.

Vox, de nuevo señalado y asociado a la desinformación

Pese a que en esta ocasión fue un desmentido ‘de rebote’ por haber compartido información de terceros, esta no es la primera vez que se asocian este tipo de prácticas con la estrategia comunicativa de Vox. En junio de 2019, el comisario de Seguridad de la UE, Julian King, aseguró lo siguiente en la Comisión Europea: "En España, se descubrió una red coordinada de cuentas de Twitter que utilizaba una mezcla de bots y cuentas falsas para impulsar etiquetas anti-islam y amplificar apoyo al partido populista de derechas Vox". La formación de Abascal ha sido también señalada durante estos últimos días después de que, desde sus cuentas oficiales, difundieran imágenes y vídeos falsos sobre la educación sexual impartida en los colegios en defensa su polémica censura parental.  

Por ser una herramienta barata y efectiva, las redes sociales se han convertido en un pilar fundamental del éxito comunicativo y mediático de formaciones emergentes como Vox. De hecho, se aprovechan de que estas sean la segunda vía de acceso a las noticias de los españoles. Según el último informe de Reuters Institute, un 53% de la población reconoce haber usado en 2019 las redes sociales como una fuente de información, solo por detrás de la televisión (72%).

Según Pablo Simón, los desmentidos ayudan a Vox a reforzar su postura anti-establishment

El politólogo Pablo Simón apunta dos principales beneficios que encuentra el partido en el fomento de la desinformación. En primer lugar, asegura que "les interesa mucho, aunque las noticias sean falsas, diseminarlas", pues "el desmentido tiene muchos menos RT que la noticia inicial". En segundo lugar, apunta cómo la verificación que resulta en su contra les sirve para "señalizar que los medios de comunicación tradicionales censuran sus opiniones" y reforzar así su perfil ‘anti-establishment’ en pos de "ganar simpatía". En la misma línea, el experto en comunicación política, Luis Arroyo, asegura que "en la medida en la que se les censura, se les coarta, ellos tiran de victimismo, que es otra característica del populismo".

Lejos de alejarse del nuevo término fake news, Vox ha sido uno de los partidos que más lo ha empleado para acusar a los medios de comunicación de orquestar una campaña en su contra. "Cuanto más utilicen esa etiqueta, más la vacían de contenido. Ocurre lo mismo con las críticas de corrupción. Puedes tener problemas de corrupción, pero si dices que el de enfrente también los tiene, entonces la corrupción deja de penalizar. Todo el mundo miente, por lo tanto, ante la duda, me quedo con los míos", asegura Simón al respecto de esta práctica.

Sobre las influencias de Vox para desarrollar esta estrategia comunicativa, Simón defiende que "no hace falta que venga Steve Bannon con el manual. Basta con ver qué campañas de comunicación hacen en otros sitios, todo el mundo se copia". En ese sentido, reconoce multitud de similitudes con otros líderes ultraderechistas del globo como Salvini, Le Pen o Bolsonaro.

El presidente brasileño es precisamente uno de los grandes exponentes mundiales en la utilización del medio para la difusión de información falsa más opaco e incontrolable que existe en la actualidad: Whatsapp.

Whatsapp, donde la desinformación está cifrada

Aunque también es propiedad de Mark Zuckerberg, las características propias de esta aplicación de mensajería plantean un escenario en el que es mucho más difícil atajar el problema de la desinformación. "Es mucho más complicado de controlar por el sistema de cifrado, porque es una información más horizontal y la circulación de informaciones en Whatsapp no tiene por qué coincidir con lo que se difunde en Twitter o Facebook o Instagram", recuerda el autor de Unfaking News, Raúl Magallón.

En ese sentido, recuerda los casos vividos en la India o Brasil, donde la difusión de información falsa a través de esta aplicación tuvo una influencia clave en los procesos electorales. Para mitigar este problema, desde la plataforma limitaron a cinco la cantidad de veces que un número puede reenviar un mismo mensaje, así como reducir el número máximo de integrantes de un grupo. No obstante, Magallón recuerda que este tipo de compañías no tienen una política unificada a nivel global y se adaptan a la legislación de cada estado, por lo que, por ejemplo, un anuncio que se haga en Estados Unidos "puede no servir para otros países".

En lo referente a esta aplicación, Simón recuerda que "Vox es un partido relativamente nuevo y muy granular, no tiene una estructura muy desarrollada". Por lo tanto, asegura que los grupos de Whatsapp se pueden convertir en la principal estructura organizativa del partido en las pequeñas localidades.

"Los medios y la gente que nos dedicamos a esto sobreestimamos el efecto que tienen las campañas en redes en el voto", Pablo Simón

Pese al revuelo causado por el fenómeno de las fake news, el politólogo advierte lo complicado que resulta saber con certeza cómo influyen estas estrategias en el voto de los ciudadanos. "A veces, los medios y la gente que nos dedicamos a esto sobreestimamos el efecto que tienen las campañas en redes en el voto", comenta Simón. Arroyo va más allá y directamente cuestiona la nueva terminología que se ha creado para referirse a un fenómeno que, según él, siempre ha acompañado a la sociedad. "El concepto fake news, que ha sido promovido y prácticamente acuñado por el propio Donald Trump, nos debe hacer sospechar. No hace falta inventar un término nuevo. Hay verdades y hay mentiras", sentencia.

Facebook, Google y Twitter: tres medidas preventivas diferentes ante los anuncios políticos

En una cuestión que inquieta de manera global a todas las grandes empresas de internet, cada una de ellas ha optado por vías diferentes para atajar el problema. Por su parte, Facebook, además del sistema de penalización ya mencionado, ha apostado por la transparencia y el escrutinio público como herramientas de acción.

De esta manera, tras el desmentido de una publicación, avisa a todos los usuarios que han interactuado con ella de su falsedad y facilita un enlace al medio que se ha encargado de verificarla donde se explica por qué es falsa. Además, en lo que a anuncios políticos se refiere, Facebook ha anunciado recientemente su intención de proveer más transparencia e información al respecto a sus usuarios –dando capacidad de saber quién hay tras los mismos o a qué audiencia se dirigen– así como un mayor control sobre los anuncios a los que quieren estar expuestos.

Esta filosofía choca frontalmente con la mostrada por el CEO de Twitter, Jack Dorsey, que anunció a finales de octubre que su plataforma no va a aceptar más anuncios políticos, alegando que en su compañía creen que "el mensaje político debería ser ganado y no comprado". La tercera vía en cuanto a los anuncios electorales la marcó Google, limitando la segmentación de las audiencias a las que van dirigidos a solo tres categorías: edad, sexo y código postal.

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