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El giro a la derecha de Rivera y su 'no' a Sánchez llevan a Ciudadanos a su mayor crisis interna

Miembros importantes del ala más liberal del partido abandonan el proyecto de Albert Rivera y critican su cordón sanitario a los socialistas, al tiempo que las grandes empresas y la banca apuestan por un pacto PSOE-Cs.

El presiente de Ciudadanos, Albert Rivera (i) conversa con el diputado de su partido Antonio Roldán / EFE

“Los costes de esta estrategia son demasiado altos para España”. Así se despedía Toni Roldán, miembro de la Ejecutiva de Ciudadanos y del núcleo duro de Albert Rivera, de su partido, achacando su marcha al viraje de la formación a la derecha y al veto, parece que ya inamovible, al PSOE de Pedro Sánchez. Pero los “costes” de los que hablaba el diputado también se podían imputar a Cs.

Tres dimisiones en un solo día. Tres. Ni todas hicieron el mismo daño, ni los tres dimitidos tenían el mismo peso político dentro del partido. Pero sí que compartían motivos, a la vez que una crítica a la dirección que pasaba por denunciar el “giro” que a su juicio había experimentado en los últimos meses. Las dimisiones de Toni Roldán, el eurodiputado Javier Nart y el cabeza de lista de la formación en Asturias, Juan Vázquez, apuntaron a un giro ideológico, pero de fondo había una enmienda a la totalidad a una estrategia muy concreta de la formación: el veto al PSOE.

Los mensajes del “adiós” de Roldán fueron contundentes y resonaron en la sede de Ciudadanos a través de las preguntas que los periodistas dirigían a la portavoz de la Ejecutiva, Inés Arrimadas. Se habló de Vox y del alcalde de Ciudadanos en Palencia investido con los votos de la extrema derecha. También se habló de si la formación de Rivera se sentaba en los mismos Gobiernos que los de Abascal o si Vox era solo un convidado de piedra generoso con sus votos.

Pero ningún mensaje resonó tan fuerte como el del veto a Pedro Sánchez, y con ningún otro asunto Arrimadas se esmeró tanto en defender la postura de su partido. Tanto es así que la dimisión de Roldán y las explicaciones de la portavoz nacional no provocaron ningún terremoto en lo que se refiere a las relaciones del partido con las derechas, pero sí que removieron los cimientos de la posición de los de Rivera respecto a la investidura.

De hecho, a petición de los eurodiputados Javier Nart y Luis Garicano, la Ejecutiva se sentó a revisar su estrategia y votó de nuevo su posición (ya lo hicieron hace meses, donde el veto a Sánchez se abrió paso con el apoyo de todos los miembros de la dirección, incluido Roldán). Ganó el “no” al PSOE con claridad, pero se rompió la unanimidad. 24 votos a favor del veto, cuatro en contra y tres abstenciones. El resultado forzó la dimisión de Nart, tan solo un par de horas después del contundente adiós del portavoz de Economía.

Ya por la tarde, se sabía que el terremoto había llegado a Asturias. El cabeza de lista de Ciudadanos en el Principado y exrector de la Universidad de Oviedo, Juan Vázquez, anunciaba que también abandonaba el partido, aunque insistió en que tenía tomada la decisión antes de conocer las dimisiones de Roldán y Nart. En su caso, se sumó a la crítica del giro del partido y los “cambios importantes” que se habían producido, pero admitió que también lo hacía porque sus “capacidades” estaban destinadas a la gestión y no a ser oposición, papel que le ha dado la ciudadanía asturiana a la formación.

El IBEX quiere un pacto entre el PSOE y Ciudadanos

Estas tres dimisiones coinciden en el mismo escenario con una serie de hechos relevantes que se han producido en los últimos meses. Tras las elecciones del 28 de abril, se produjo un hecho inédito en la economía española: el IBEX subió al día siguiente de los comicios y cerró con una ganancia del 0,12% después de haber caído casi un 1% al mediodía. Tras la jornada electoral, el mundo de la empresa privada y el de la banca apuntaron a un escenario de “estabilidad política”: un pacto entre el PSOE y Ciudadanos.

Ambos partidos suman mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados, por lo que cualquier acuerdo sobre cualquier medida que apoyaran ambas formaciones podría prescindir de los apoyos de los partidos independentistas y de Unidas Podemos. En ese momento, las élites económicas pidieron "estabilidad y moderación".

La mayoría de los analistas financieros consultados por diferentes medios —los analistas de Renta 4, una de las principales consultoras financieras de España, los de la agencia canadiense DBRS y de la agencia Scope Ratings— manifestaron que un acuerdo entre PSOE y Cs sería la mejor opción. Defendieron que de ese pacto surgiría un Gobierno con capacidad para desarrollar una política fiscal bien vista por las empresas y preparado para sacar adelante reformas económicas de calado y los retos económicos de España.

También la gran banca se mostró a favor de este acuerdo. El Independiente avanzó que el Santander, principal banco del país, había enviado un informe interno a sus clientes en el que defendía el pacto Sánchez-Rivera, manifestando que esta alianza le transmitiría más tranquilidad a los mercados que un hipotético Gobierno del PSOE con Unidas Podemos.

Pedro Sánchez le pidió una reunión "discreta" a Albert Rivera la pasada semana, pero el presidente de Ciudadanos lo rechazó y le manifestó que seguirá apostando por hacer oposición a un Gobierno socialista

Pero la negativa de Rivera se impuso a los deseos de los grandes bancos, sobre todo después de que el partido interpretara su crecimiento electoral del 28-A y del 26-M como un aval a su estrategia de confrontar radicalmente al PSOE. El presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, manifestó hace unos días que si se alcanzaba un Gobierno de PSOE y Ciudadanos antes de octubre, la “espera” no perjudicaría a la economía española, pero tampoco entonces Ciudadanos abandonó su idea de elegir a la derecha en sus pactos.

Desde el partido avanzaron que Sánchez solicitó una reunión “discreta” con Rivera el lunes de la pasada semana, pero que el presidente de Ciudadanos la declinó y seguirá apostando por hacer oposición. Con el último portazo, a priori, al pacto que prefieren la gran empresa privada y la banca, se produjo un terremoto en el ala más liberal del partido. El coste total de la estrategia de Rivera, con un incómodo Vox en los pactos y el “no” a Sánchez, aún está por ver.

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