Las telenovelas siguen imbatibles: qué países lideran la producción de este fenómeno global
La ficción sigue encontrando nuevas formas de mantener a los espectadores enganchados gracias a sus tramas interminables y constantes giros de guion.

Zaragoza--Actualizado a
Hay formatos que no pasan nunca de moda y que siempre tienen su hueco en la pequeña pantalla. Lo que no quiere decir que no hayan sufrido cambios a lo largo de la historia. De hecho, el saber adaptarse es parte fundamental de su éxito sostenido en el tiempo. Un gran ejemplo de ello son las telenovelas, que han logrado enganchar a público de diferentes generaciones y condición social. Aunque la idea de base se mantiene, no deja de ser una ficción serializada repartida en capítulos diarios, cuya fórmula se ha ido refinando poco a poco.
Las telenovelas actuales difieren del estereotipo que todavía existe sobre ellas. Comenzando, incluso, por el país de origen. Si bien es cierto que los primeros grandes éxitos llegaron facturados desde Sudamérica, y más concretamente de México y Venezuela, poco a poco cada vez son más los mercados que se han sumado a la producción de estos culebrones, aportando sus propias tramas para retener la atención del espectador.
México: primera potencia en telenovelas
La telenovela arquetípica es la que se produce en Latinoamérica, y más concretamente en México. No en vano, el país azteca es el líder en la producción de telenovelas, también el gran pionero del género. Si bien es cierto que se considera como primera telenovela de la historia la brasileña Sua vida me pertenece (1951), el primer gran éxito global fue Los ricos también lloran (1979). Un título que se vio en todo el mundo, España incluida. Marcó el estándar de lo que vendría después.
Las telenovelas se diferencian de las soap operas anglosajonas en su duración y cohesión argumental. Por norma general suelen durar de 200 a 300 episodios, que terminan siempre en un gran final que cierra la trama. Esto les permite tener un reparto estable durante toda la historia, ya que no deben ir renovando el cast a lo largo de varias temporadas como sí ocurre en aquellas historias que se desarrollan a lo largo de varios años.
Las principales productoras de telenovelas mexicanas son Televisa y TV Azteca. Son las responsables de algunos títulos míticos en España como: Agujetas de color de rosa (1995), Corazón salvaje (1993), Esmeralda (1997) o Rosalinda (1999). Sin embargo, mucha de la producción que asociamos a México, tanto por temática como por reparto, son en realidad series estadounidenses.
EE.UU.: la mayor influencia de la industria mexicana
Según el informe El español: Una lengua viva 2024, publicado por la Universidad de Alcalá, Estados Unidos es el segundo país del mundo con más hispanohablantes, con más de 57,4 millones. De ellos, la gran mayoría poseen ascendencia mexicana debido a su condición de país fronterizo. Por lo tanto, tuvo sentido que en su día se subiese al carro de las telenovelas. Lo hizo con todo.
Tanto Telemundo como Univisión, las dos principales cadenas de estadounidenses con contenido en castellano, suelen producir todos los años varios títulos. Algunos de ellos han tenido gran repercusión en España: Gata salvaje (2002), Amarte así, Frijolito (2005), El cuerpo del deseo (2005) o La reina del sur (2011). Además de participar en varias coproducciones con otras potencias clásicas del culebrón como Colombia, México o Venezuela.
Turquía: la potencia emergente
Durante muchos años se creyó que las telenovelas eran una cosa exclusiva de los países sudamericanos. Más allá de México, la otra gran potencia histórica en habla castellana fue Venezuela. Una industria ya desaparecida, pero que en su momento facturó éxitos como: Cristal (1985), La dama de rosa (1986), Topacio (1984) o Abigail (1988). Lo que nadie esperaba es que parte del hueco dejado en el mercado lo fuese a copar Turquía.
Las telenovelas turcas se convirtieron en todo un fenómeno social a inicios de la década de los 2010. Concretamente a los culebrones otomanos se les conoce genéricamente como dizi y tenían una gran tradición antes de su boom internacional definitivo. Eran un éxito tanto en los países de influencia turca como en Oriente Medio, donde gustaba que los personajes musulmanes fueran retratados como protagonistas.
Sin embargo después llegó lo impensable. Un cambio ligero en las tramas, sobre todo el dejar atrás la ambientación histórica para centrarse en las luchas de poder y romances más propios del género latinoamericano, les abrió las puertas de América. De pronto, Sudamérica no solo estaba produciendo telenovelas, sino que las estaba importando. Lo mismo sucedió con Estados Unidos, también con España. Según datos de The Economist Turquía se convirtió en 2023 en el tercer país del mundo que más series de ficción exporta en el mundo, solo por detrás de EE.UU. y el Reino Unido. Si bien no todas entran dentro de la categoría de telenovelas, la gran mayoría sí lo hacen.
Según cálculos de la Cámara de Comercio de Estambul, en 2022 las telenovelas turcas generaron 600 millones de dólares en la exportación de sus derechos televisivos. España estuvo en el top 3 de países compradores, junto a Arabia Saudí y Egipto. Algunos éxitos absolutos en nuestro país han sido: Mujer (2017), Inocentes (2020), Fatmagul (2010) o Las mil y una noches (2006).
El fenómeno de los dramas coreanos
Más allá de Latinoamérica y Turquía, otro mercado ha aparecido en los últimos años con fuerza dentro del nicho: Corea del Sur. En su caso se trata de una exportación cultural global, que tiene su reflejo en la música con el K-Pop, el cine, con cintas como Parásitos, Oscar a la mejor película en 2020, la tele más actual (El juego del calamar) y, también, con su propia versión de las telenovelas.
Igual que sucede con los dizi turcos, los dramas coreanos existían previamente a su boom internacional. Suelen constar de 16 episodios y una única temporada, aunque alguno se puede alargar hasta los 50 episodios. Con la llegada de las plataformas y el creciente interés en la cultura coreana, el K-drama ha experimentado un gran crecimiento de seguidores a nivel mundial. Si bien no han logrado establecerse dentro del mainstream como sí pasa con los productos turcos, los dramas coreanos poseen una base de seguidores muy fieles. Algunos títulos destacados en España son: Cuando la vida te da mandarinas (2025), La reina de las lágrimas (2024), Querido Hongrang (2025) o Cásate con mi esposo (2024).
Las telenovelas españolas
Respecto a España, además de ser uno de los principales importadores y consumidores de telenovelas del mundo, también es un país productor. Sin embargo, su formato tiende a estar a medio camino entre el culebrón sudamericano y la soap opera anglosajona. Aunque temáticamente suele acercarse más al producto latinoamericano, a nivel formal tienen a ser series río que suelen alargarse temporada tras temporada con cambios del reparto graduales, pero que terminan renovando varias veces el plantel de protagonistas.
Un gran ejemplo de ello es El secreto de Puente Viejo (2011), quizá la telenovela más exitosa en la historia de España. En total, la producción de Antena 3 tuvo más de 2.300 episodios y estuvo en emisión durante nueve años (de 2011 a 2020), consiguiendo una audiencia media de 1,7 millones de espectadores. La gran heredera del formato es Amar en tiempos revueltos/Amar es para siempre, que incluso ha cambiado de título (y cadena) en el proceso. Lleva en el aire desde 2005 y mantiene una audiencia fiel en torno al millón de espectadores por capítulo.
La diferencia formal entre las telenovelas españolas y las sudamericanas se ve en Yo soy Bea (2006), el culebrón español que mejor datos de audiencia ha conseguido jamás. El capítulo 546, el primero en el que sus dos protagonistas pasan por fin su primera noche juntos, consiguió 8,7 millones de espectadores con un share del 42,1%. La serie era una adaptación de la telenovela colombiana Betty la fea (1999), que tuvo un total de 335 episodios. La versión española, sin embargo, se cerró con 773 capítulos, lo que demuestra la tendencia a alargar el producto que existe en la televisión patria.




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