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Refugiados en Italia "¿Quiere trabajar en Italia o pedir protección internacional?": la pregunta trampa que marca el destino de los refugiados

CEAR denuncia en un informe la "carrera de obstáculos" en la que la UE ha convertido el proceso para pedir asilo en Europa.. "Siguen sin centrar sus esfuerzos en salvar vidas en el Mediterráneo ni en proteger a quienes se ven obligadas a huir" 

Migrantes subsaharianos arriesgando su vida tratan de cruzar el Mediterráneo. REUTERS/Giorgos Moutafis

"¿Quiere trabajar en Italia o pedir protección internacional?". Cuidado con la respuesta porque puede condicionar todo lo que le ocurra a partir de ahora. ¿Quién no quiere ganarse la vida honradamente en un país nuevo después de escapar del propio, donde su vida está en peligro?

Si marca la opción B, los trámites siguen adelante. Se inicia el proceso para solicitar asilo y quizás obtenga el estatus de refugiado. Tiene más posibilidades si procede de Siria, Irak o Eritrea. Casi ninguna si viene de Nigeria, Sudán, Senegal o Costa de Marfil.

Si marca la A será considerado un emigrante por causas económicas y se le adjuntará una orden de expulsión. Tras un tiempo en tierra de nadie -en concreto, en un CPR, los CIEs de Italia- será enviado a su país de origen. Al lugar por el que, con tal de abandonarlo, ha estado dispuesto a morir ahogado en el mayor cementerio del mundo, el Mediterráneo, que entre 2016 y lo que va de 2017 ha engullido más de 7.000 vidas. Volverá a la casilla de salida en un viaje gratuito, aunque llegar hasta la frontera sur de Europa le haya costado miles de euros gastados en el viaje, en pagar a los traficantes de personas que han fletado una balsa a motor con escaso combustible, los sobornos a los guardias del centro de detención y distintas autoridades Libias, de donde zarpó a lo desconocido porque es un Estado fallido donde nadie controla nada y al que la UE intenta convertir en guardián del foso previo a la fortaleza.

Sólo en lo que va de año, más de 85.000 personas han desembarcado en Italia, la mayoría procedentes de Nigeria

¿Quiere trabajar en Italia o pedir protección internacional? En ese trayecto no lo ha podido pensar. Ni siquiera lo ha podido imaginar. En la cabeza sólo caben los malos presagios, la mar picada que vuelca los botes, la falta de agua y de espacio, seguramente las distintas violaciones, abusos y malos tratos que ha sufrido en el camino. Todo para llegar a Europa, ese continente que trabaja en la burocracia con la que, legalmente, colocará etiquetas a los supervivientes y decidirá quien se queda y quién es obligado a volver.

Apenas han pasado unas horas desde que el que ha de responder ha llegado a un puerto italiano, ha sido identificado, se le han tomado huellas dactilares y fotografías para introducirlos en una base de datos europea para que, en caso de salir de Italia, se le vuelva a llevar al CPR o, incluso, a la casilla de salida. Todo en un idioma que no es el suyo y sin ningún tipo de asesoramiento.

Este relato es ficticio e impersonal, pero es tan cotidiano como la cantidad de personas que llegan a Italia cada día procedentes de países en conflicto, donde se les persigue o donde se muere de hambre. Sólo en lo que va de año, más de 85.000 personas han desembarcado en Italia. La mayoría eran de Nigeria (17,8%), seguidas
por personas nacionales de Bangladesh (10,4%), Guinea (9,8%), Costa de Marfil (9,3%), Gambia (6,2%), Senegal (6,1%), Mali (6%), Eritrea (5,7%), Marruecos (5,1%), Sudán (5%), Ghana (3,6), Pakistán (2,8%), Somalia (2,6%), Camerún (2,1%) o Siria (2%). Sólo el 15,4% ha solicitado asilo, según datos de ACNUR y el Ministerio del Interior italiano, frente al 68% de los llegados que lo hicieron el año pasado, cuando arribaron más de 181.000 personas. 

Pedir asilo, una carrera de obstáculos

Todas llegadas desde las costas libias, sin Estado tras la guerra civil y el derrocamiento de Gadafi en 2011. "Muchos se encuentran todavía en estado de shock debido a las experiencias vividas en Libia y la dureza del viaje por lo que no se encuentran en condiciones óptimas para afrontar una entrevista de la que depende su futuro”, explica Nuria Díaz, portavoz de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) y coautora del informe que han presentado este martes, en el que denuncian la “carrera de obstáculos” para pedir asilo en Italia tras los cambios legislativos impulsados por Bruselas ante lo que se denomina "presión migratoria".

El sistema de reubicación diseñado por la UE ha sido un "fracaso estrepitoso", según el informe

CEAR ha denunciado los obstáculos que Italia está poniendo a los migrantes que se han jugado la vida atravesando el Mediterráneo central, obligando a muchos de ellos a continuar su huida hacia otros países sin otorgarles la protección a la que tienen derecho. El documento Italia, la ruta más mortal hacia la fortaleza Europa, un trabajo financiado por la Agencia Extremeña de Cooperación Internacional (AEXCID), recoge testimonios que expresan las "graves carencias" que impiden que las personas que consiguen llegar a Italia vean garantizado su acceso al asilo, un derecho "altamente amenazado", según los autores.

migrantes recién desembarcados en un puerto siciliano tras cruzar el Mediterráneo.- REUTERS

Migrantes recién desembarcados en un puerto siciliano tras cruzar el Mediterráneo.- REUTERS

Los autores critican que el sistema de reubicación de demandantes de asilo puesto en marcha por la UE  tras la llamada crisis de los refugiados "ha fracasado estrepitosamente" y que ningún Estado miembro va a cumplir sus compromisos, ya que con esta burocracia, Bruselas "pretende blindar las fronteras exteriores de la UE y también crear muros internos" a través de la aplicación del reglamento de Dublín, que establece los criterios y mecanismos para determinar el Estado miembro de la UE responsable del examen de una solicitud de protección internacional. "Supone una asunción desproporcionada de solicitudes de asilo por parte de los países que constituyen la frontera exterior de la UE y no deja más opción a las personas que llegan a estos países (Italia, Grecia y, en menor medida, España) que solicitar protección en los mismos", explica el informe.

A día de hoy sólo se ha reubicado a 24.000 personas de las 160.000 a las que la UE se comprometió

Todo este procedimiento nació en 2015, en la llamada Agenda Europea de la Migración. Además de trazar las líneas generales para blindar Europa, la UE se comprometió a reubicar desde Italia y Grecia a 160.000 solicitantes de asilo y a reasentar desde países de fuera de la UE a 22.504. A fecha de hoy sólo se han reubicado a 24.000 personas y reasentado a 16.500.

Nuevo negocio para la mafia siciliana

Otro de los problemas que destacan los autores es la falta de plazas de acogida, que ha hecho que se prolonguen las estancias en centros de primera acogida
-llamadosHubs- que en algunos casos se encuentran sobreocupados y ha llevado a la apertura de nuevos centros de forma urgente. La secretaria general de CEAR, Estrella Galán, explica que aunque el sistema de acogida italiano está reaccionado con rapidez habilitando plazas para más de 160.000 refugiados, pero que las prisas han hecho que la mayoría de ellas estén gestionadas por empresas privadas "vinculadas en ocasiones a las mafias" cuyo interés es exclusivamente económico.

De los 4.000 menores llegados a Italia sólo se ha reasentado a cinco

"Queremos alertar de la amenaza que supone incorporar a empresas en la acogida, hacen del refugio un negocio que puede generar graves problemas de convivencia", advierten porque no se realizan programas de acogida y de aprendizaje de idiomas, como se hace habitualmente cuando el proceso lo coordinan las ONG y las entidades públicas.

Para CEAR tambiés es más que preocupante las cifras de menores llegados a Italia y desamparados. Tan sólo cinco han sido reubicados desde Italia, concretamente 2 a Holanda y 3 a Noruega, especifica la organización, lo cual resulta “alarmante” teniendo en cuenta que el año pasado llegaron a Italia 3.806 menores procedentes de Eritrea, 218 de Siria y 13 de Yemen, todas ellas nacionalidades que “elegibles” de cara a la reubicación.

"Estos datos demuestran la extrema lentitud del proceso y la falta absoluta de responsabilidad de los Estados de la UE, lo que provoca que en ocasiones los menores -sobre todo los no acompañados- pasen más tiempo en los hotspots que los adultos debido a la falta de plazas específicas para ellos".

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