Los 'meteorólogos' de la catedral de Santiago
Un proyecto desarrollado por físicos e ingenieros de las universidades de Santiago y A Coruña y financiado por la Xunta estudia los flujos de ventilación en el interior del edificio para mejorar la protección de su patrimonio.
A Coruña-Actualizado a
Algunos meteorólogos dicen que Galicia es una especie de imán para las borrascas. Temporales, tempestades y tormentas llegadas desde el Atlántico azotan sus costas año tras año desde hace milenios, convirtiendo a algunas de sus ciudades en las más lluviosas y ventosas del sur de Europa.
La capital, Santiago, levantada en piedra en torno a su imponente catedral a escasos 30 kilómetros en línea recta del océano, se lleva buena parte de esa mala fama. O buena, según se mire, porque hay incluso quien dice que hay que visitar la ciudad precisamente con mal tiempo, cuando arrecian la lluvia y el viento, envolviéndola en ese ambiente tenebroso de niebla densa cuyo aroma recuerda por momentos al perfume salado del mar.
La catedral lleva cientos de años sufriendo esos temporales, un fenómeno del que dan testimonio sus milenarios sillares exteriores de granito. Pero hasta ahora nadie se había preguntado cómo entender la circulación del aire que transporta la humedad por el interior del inmueble, formado por innumerables naves, bóvedas, capillas, torres, escaleras y escalinatas, pasadizos, estancias y múltiples rincones, fruto de siglos de obras, ampliaciones, reconstrucciones y rehabilitaciones.
Desde la ría de Muros e Noia
"La catedral está orientada hacia el oeste, en línea recta con la ría de Noia, que funciona como un embudo que enfoca el viento directamente hacia el Pórtico de la Gloria", afirma Jorge Mira, del Instituto de Materiais de la Universidade de Santiago (USC), doctor en Física y catedrático de Electromagnetismo en la Universidad.
"Sabemos que el aire entra por ahí, pero no cómo se mueve en el interior ni cómo y dónde va depositando la humedad", añade.
El Centro de Investigación y Tecnoloxía Matemática de Galicia (Citmaga), adscrito a la universidad, ha emprendido un proyecto de investigación financiado por la Dirección Xeral de Patrimonio de la Consellería de Cultura de la Xunta en colaboración con la Fundación Catedral de Santiago para estudiar cómo se mueve el aire en el interior del edificio.
"Somos algo así como los meteorólogos de la catedral"
La idea es elaborar un modelo matemático que permita conocer cómo se comportan la humedad y el CO2 en su interior y mejorar así la protección del interior de la catedral y del patrimonio que contiene. "Que yo sepa, no se ha hecho nada parecido en España, ni creo que en el mundo", subraya.
"Somos algo así como los meteorólogos de la catedral", cuenta Mira, colíder de la investigación junto al ingeniero de Caminos Alberto Otero Cacho y el físico Alberto Pérez Muñuzuri, ambos del Citmaga, y que cuenta también con la participación del profesor Luís Hernández Ibáñez, del Centro de Innovación Tecnolóxica en Edificación e Enxeñaría Civil de la Universidade de A Coruña.
El investigador explica que a través de tecnologías láser, de técnicas de fotogrametría y de ecuaciones no lineales de dinámica atmosférica "similares con matices" a las que se emplean en la predicción meteorológica, están elaborando y definiendo un mapa de la superficie interior de la catedral.
"Es como hacer un molde para, a partir de él, extraer un flan y poder simular cómo se comportan los flujos de aire", narra. Mira cuenta que el interior de la catedral está a una temperatura media de 15 grados, lo que facilita la condensación de la humedad, y que para evitarla es necesario también averiguar cómo funciona la ventilación cruzada del edificio, que cuenta con todo "un puzle de ventanas y conductos de ventilación".
Cuatro millones de puntos de simulación
"Trabajamos con cuatro millones de puntos de simulación", dice el investigador, que reconoce que se trata de "un trabajo muy ambicioso, pero también muy duro", tanto que el equipo llegó a pensar en alguna ocasión que no serían capaces de llevarlo a cabo.
La actual catedral empezó a construirse en el año 1075, bajo el reinado de Alfonso VI, sobre la ubicación que tuvieron las capillas e iglesias prerrománicas levantadas en el lugar entre los siglos IX y X para conmemorar el supuesto hallazgo del apóstol Santiago, y que empezaron a promover los peregrinajes de toda Europa que originaron el Camino de Santiago.
En 1168 se iniciaron las obras del Pórtico de la Gloria a manos del maestro Mateo, escultor y arquitecto que tardó veinte años en realizarlo. La basílica y su entorno siguieron creciendo y modificándose a lo largo del tiempo hasta configurar su estado actual.
"Cuando todo empezó no contaban con las matemáticas como las conocemos ahora, pero sí sabían cómo se comporta la piedra, llevaban las matemáticas integradas en su experiencia, y resulta asombroso que pudieran levantar algo así", subraya Mira.
Asegura que, una vez elaborado el modelo, sus bases podrían trasladarse a otros edificios históricos. Y no esconde que le gustaría que la historia también recordara al equipo de investigadores como parte de quienes a lo largo de los siglos han contribuido a proteger y cuidar la catedral.
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