Este artículo se publicó hace 2 años.
Gimnasios exclusivos para mujeres: hacerse fuerte por fuera y por dentro
Estos centros ponen de manifiesto la necesidad de establecer una mirada feminista en un entorno donde la cosificación de la mujer adquiere una relevancia primordial.
Alba Tebar
Barcelona-Actualizado a
"No era capaz de sacarme la camiseta en el gimnasio". "Notaba que me estaban criticando, como si me dijeran que aquél no era mi espacio". "Me sentía constantemente sexualizada". Las voces de Francesca, Lena y Alícia, respectivamente, son también las voces de muchas mujeres que, cada vez que van al gimnasio, se sienten intimidades y juzgadas por los hombres, hecho que se conoce como gymtimidación. De hecho, según un estudio realizado por RunRepeat en 2021 a miembros de más de 3.700 gimnasios, el 56% de las mujeres aseguraba haber experimentado algún tipo de acoso en estos espacios.
Hartas de estar "desmotivadas" y sentir que hacer deporte "era un castigo, no una recompensa", Francesca, Lena y Alícia decidieron apuntarse a FitLovas, un gimnasio de uso exclusivo para mujeres que aplica la perspectiva feminista a sus entrenamientos. Ahora bien, este gimnasio, nacido en octubre de 2019, no es el primero que ofrece un servicio exclusivo para mujeres en Barcelona. El pionero en establecerse en la ciudad fue Curves, una cadena estadounidense que importó un negocio que hace más de 43 años que existía en Estados Unidos. Actualmente, esta franquicia cuenta ya con más de 70 centros en toda España.
¿Femenino o feminista?
"La diferencia de nuestro centro con los demás que también son exclusivos para mujeres, es que el enfoque allí siempre es estético: adelgaza, tonifica, prepárate para el verano", señala Berta Font, una de las fundadoras de FitLovas. En esta línea, Monserrat Gonzalez, la otra de las fundadoras de este gimnasio, asegura que "en Barcelona hay pocos centros no mixtos", y los pocos que existen, suelen ser grandes cadenas "enfocadas a vender el mensaje a las mujeres que deben ser más finas o esbeltas, nunca te dirán que te pongas fuerte", subraya.
Por su parte, Marina Jiménez, militante del Centre Social l'Obrera y miembro del gimnasio popular Rukeli denuncia las "lógicas clientelares y competitivas" que suelen inundar los gimnasios, sean para el público que sean. "Hace años que el movimiento feminista se ha intentado cooptar y mercantilizar a través de estructuras capitalistas, quitándole el trasfondo político y convirtiéndolo en un simple producto de consumo", se queja.
Marina Jiménez denuncia las "lógicas clientelares y competitivas" que suelen inundar los gimnasios
Así pues, es primordial establecer una mirada feminista y alejada del consumismo en un entorno como los gimnasios, donde la cosificación de la mujer se acentúa aún más. "La presión estética y nutricional a la que me sentía sometida era una obligación demasiado fuerte que no me dejaba estar cómoda", confiesa Francesca.
Para las mujeres, acudir al gimnasio suele ser más una obligación que una diversión, y así lo demuestra la Encuesta de Hábitos Deportivos en España de 2020, donde vemos como el porcentaje de hombres que van al gimnasio por diversión o entretenimiento (22,6%) es bastante superior al de las mujeres (15,9%). Alternativas como no tener espejos en las salas u ofrecer polvorones al final de los entrenamientos, son herramientas que utilizan desde FitLovas para motivar a sus usuarias a seguir entrenando: "Ahora vengo cada día con muchas ganas de pasármelo bien", dice Alícia.
Transformar la fuerza física en empoderamiento
González pone sobre la mesa la necesidad de reivindicar espacios de entrenamiento solo para mujeres, especialmente aquellos que ayuden a ejercitar la fuerza: "La parte de los pesos es terreno 100% masculino y, si alguna vez has entrenado o apenas comienzas, es normal que te sientas intimidada y no te apetezca entrenar", ejemplifica. Para ella, el problema viene cuando esa incomodidad acaba alejando a las mujeres de practicar deporte. En este sentido, Karin Konkle, licenciada en Estudios de Género por la Universidad de Columbia y profesora de artes marciales y de autodefensa feminista en Ca la Dona, explica que "la cosificación de la mujer hace que te sientas observada e incómoda con tu cuerpo", hasta el punto de que acaba afectando a tu aprendizaje "poniendo una traba más", puntualiza.
Por su parte, Font, una de las fundadoras de FitLovas, decidió crear este proyecto después de recuperarse de una experiencia personal bastante dura. "Entrenar la fuerza me ayudó a superar ciertas etapas. Y fue entonces cuando me di cuenta de que las mujeres en general no entrenamos la fuerza, pese a los beneficios que ésta nos puede aportar", argumenta.
"Existen muchos prejuicios respecto al rendimiento físico, supuestamente inferior, de las mujeres", detalla Jiménez. En el Rukeli, el gimnasio popular y autogestionado de Sabadell, se brinda la oportunidad de romper con los estereotipos culturalmente asociados a las mujeres, que "chocan con el prototipo de mujer musculosa y fuerte que practica deportes de contacto". Este espacio ofrece todo tipo de actividades gratuitas a todo aquel que quiera, y aunque no está dirigido exclusivamente a un público femenino, aplica una perspectiva feminista para "acabar con los cánones estéticos a través del deporte", detalla.
Además, la militante se muestra orgullosa de que en 2019 el Rukeli se convirtiera en una pieza clave en la "visibilización de las mujeres en el espacio público del territorio catalán", al convertirse en la sede que acogió "a cerca de 100 espectadores" en una velada que ofreció "más de una decena de combates femeninos de gimnasios populares provenientes de todo el Estado".
Los espacios no mixtos y la autodefensa feminista
Konkle argumenta que, para hacer frente a una sociedad patriarcal basada en el "mito de la superioridad física masculina", es imprescindible "dar herramientas que vayan más allá de las físicas". Una de estas herramientas de empoderamiento es la autodefensa feminista, que "se ha practicado en la clandestinidad desde hace muchos años", argumenta. De hecho, "en los años 60 y 70, cuando todavía no había gimnasios exclusivos para mujeres, ya había mujeres feministas compartiendo lo que sabían en grupos", añade.
Este apoyo colectivo es el valor añadido que tienen tanto los gimnasios no mixtos como los talleres de autodefensa feminista, que entienden "la comunidad como una forma de autocuidado, siendo tan importante como los entrenamientos en sí", considera Gonzalez. En cierto modo, es el hecho de sentirse parte de una familia "lo que crea adherencia, y no tanto que sea sólo un espacio para mujeres", considera Font.
Para González, el problema viene cuando esa incomodidad acaba alejando a las mujeres de practicar deporte
Konkle también reivindica el empoderamiento individual que surge gracias a la sororidad: "No solo debemos ver los espacios mixtos como una necesidad para no tener que estar con hombres, sino que también sirven para poner el enfoque en nosotros mismos y en las nuestras relaciones", reflexiona.
La autodefensa feminista, al igual que los gimnasios para mujeres, "otorgan herramientas más allá de las físicas para poder combatir a la sociedad patriarcal", dice Konkle. Al final, tal y como observa Alícia, "no solo es relevante que sea un lugar exclusivo para mujeres, sino la perspectiva feminista que se le dé desde dirección".
De hecho, Jiménez considera que el Rukeli vela por los derechos de las mujeres porque, aunque mayoritariamente apuesta por dar clases mixtas, combate al patriarcado mediante "la implicación y la concienciación de todos" en los entrenamientos. Así, los gimnasios que aplican una perspectiva feminista también cumplen con esta función de empoderamiento, gracias a que ofrecen "la posibilidad de cambiar las narrativas y reconsiderar nuestra victimización, a través del dominio de nuestro propio cuerpo", manifiesta Jiménez. Porque, tal y como apunta Font, "hacerte fuerte por fuera también te ayuda a hacerte fuerte por dentro".
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