Entrevista a Javier Burón"Las políticas de vivienda de Madrid se parecen más a las de una ciudad latinoamericana que a las de Europa"
Director gerente de la empresa pública navarra Nasuvisa y autor de 'El problema de la vivienda: cómo desactivar la bomba de relojería que amenaza con colapsar España'.

Madrid--Actualizado a
Javier Burón (1970) es un tipo serio y técnico que prefiere hablar solo de lo que sabe, aunque a veces se le escapen finas ironías e incluso algún taco entre dato y dato –quizá lo haga para ser más cercano–. Actual director gerente de Nasuvisa, la empresa pública de suelo industrial y vivienda del Gobierno de Navarra, es exconsejero de Vivienda del Gobierno Vasco y exgerente del mismo área en el Ayuntamiento de Barcelona. Es uno de esos tipos técnicos que saben de qué color son las habas que él mismo cuece, aunque sus recetas quizá no le sienten bien a todo el mundo.
Burón es una de las personas que más sabe de vivienda en España. Todo su conocimiento, además de haber sido puesto a disposición de varios gobiernos nacionales e internacionales –ha asesorado sobre esta materia por América y Europa–, le ha valido para escribir El problema de la vivienda: cómo desactivar la bomba de relojería que amenaza con colapsar España, un ensayo que la editorial de no ficción Arpa acaba de sacar a la venta y que, a modo de Biblia Técnica –con mayúsculas– para todo aquel que desee aproximarse al gran espectro que está lastrando la salud mental y física de varias generaciones de ciudadanos, no solo describe el problema, sino que aporta soluciones.
Porque, sí, Burón no solo analiza lo que está mal, sino que usa su ensayo como un gran libro de recetas que las administraciones públicas pueden usar para generar herramientas con las que arreglar este sindiós –muchas de ellas, por cierto, aplicadas con éxito en otros lugares de Europa–. Sobre problemas y soluciones para la especulación, la falta de vivienda asequible, el enorme entuerto de los alquileres y el conflicto generacional de la propiedad, hablamos en esta charla.
Más que una actividad lucrativa, pareciera que la especulación inmobiliaria se ha convertido en una cultura en estos últimos años –hay cursos sobre inversión y especulación, cuentas en redes sociales que aconsejan comprar, etcétera–. ¿En qué momento la especulación ha logrado este estatus del que goza? Hasta hace no tanto, parecía que estaba mal visto vivir de alquilar pisos.
Yo creo que siempre se ha especulado lo que se ha podido, lo que pasa es que no se podía especular lo mismo en la España de los cincuenta, que era pobre y subdesarrollada, que en la actual, a la que quiere mudarse o venir de visita mucha gente de fuera. No creo que haya cambiado sustancialmente el prestigio o reproche social respecto al rentismo, entendiendo primero que rentismo y especulación son dos cosas diferentes. Creo que España es una economía que en general marcha bien; estamos por primera vez integrados en Europa y Occidente, tenemos unas ciudades atractivas que gustan mucho ahí fuera y nos hemos topado con una demanda que antes no existía para una oferta que todavía no es tan cara como en el resto de Europa.
Entonces, ¿cuál es históricamente el problema de la vivienda? ¿qué ha pasado para que estemos así?
No soy historiador, pero allá vamos. La experiencia inmobiliaria más o menos habitual de la generación del baby boom fue comprar vivienda con una hipoteca cara, pero corta, y en muchos de los casos con un régimen de protección que se acabaría descalificando. Digamos que esa generación, la de los hijos de la posguerra, es la última que accede masivamente a las hipotecas, las viviendas e incluso las segundas residencias; no viviendas ni segundas residencias muy buenas, de acuerdo, pero sí lo suficiente para que haya una mejora social. Después, se paran las políticas públicas de vivienda, hablamos de la época de Felipe González, y con Aznar empieza un proceso de especulación del suelo con el que se busca calentar la economía con el ladrillo. A mi generación ya no se nos ofrece vivienda protegida, sino viviendas libres, de mercado, con unas hipotecas a largo plazo y bajo unas condiciones bastante alegres que durarían hasta el estallido de la burbuja. Ahora, a las actuales generaciones, solo se les está ofreciendo alquiler de mercado caro, en malas condiciones y con la obligación para mucha gente de compartir. Si a esto se le suma que muchos extranjeros ya no compran segunda vivienda en la playa, sino en nuestras ciudades; que el grueso de nuestra gente joven ya no accede a hipotecas, sino a alquileres; y que algunos de nuestros políticos han tomado medidas de verdaderos pirómanos, tenemos la tormenta perfecta.
¿Cuál es esa diferencia que mencionaba antes entre rentista y especulador?
Por ejemplo, puedes heredar cinco pisos en Pamplona y, si allí se alquilan de media a 900 euros, tenerlos a 800 euros. En ese caso, tú eres un rentista como una casa porque vives solo de eso, pero no eres un especulador porque has decidido tener un perfil de arrendador seguro y sin buscar forzar las cosas.
Además de este recorrido histórico que lleva a la actual situación con la vivienda, menciona en el libro que tenemos un problema con los inversores y los inmuebles prime. ¿A qué se refiere?
Ahora mismo hay mucha liquidez a nivel global, pero muchos menos inmuebles buenos. Hay gente con dinero y ganas de comprar, y un volumen de propiedades buenas finitas. Tenemos un determinado número de calles buenas, de barrios buenos y de inmuebles en buen estado. Además, en este determinado contexto de inestabilidad en las bolsas, los ladrillitos prime aguantan muy bien los cambios de tendencia. Los ladrillos prime, entonces, marcan los precios del resto si no hay una intervención por parte de la Administración; los precios se extienden de arriba a abajo como una mancha de aceite. Tenemos ahora mismo una batalla enorme entre gente con poder adquisitivo que usa las viviendas a corto plazo y gente con menos poder adquisitivo que desearía usarlas a largo plazo, pero no puede.
¿Cómo es la estructura de la propiedad en España?
Hay mucho entusiasmo en asegurar que hay fondos y especuladores extranjeros, que por supuesto que los hay, controlando el mercado de vivienda, pero la estructura en España dice lo que dice: aunque la propiedad se está profesionalizando y concentrando progresivamente, sigue estando atomizada en manos de clases medias, quizá medias altas, que son principalmente boomers. ¿Todos los propietarios de vivienda son boomers? No. ¿Todos los propietarios de vivienda son especuladores? No. ¿La mayor parte de los especuladores son boomers? Sí. Es pura estadística.
Se entiende entonces que el gran problema en España es el pequeño propietario, no el grande.
Sí, pero los grandes propietarios tienen una serie de capacidades y recursos para marcar tendencia. Tienen estructuras grandes, tienen acceso a los medios de comunicación, hacen lobbies, tienen impacto en la sociedad… Y es normal que los pequeños los sigan, ¿eh? Si tú no eres profesional en el sector y tienes a unos prescriptores diciéndote que está pasando no sé qué y que los precios tienen que ser de no sé cuánto, vas a ir con el mercado. Sobre esto, por cierto, solo hay datos totalmente concluyentes tras hacerse estudios serios de la ciudad de Barcelona, donde sabemos que dos tercios de los propietarios de vivienda para alquiler son particulares, pero no creo que los datos en otras ciudades grandes como Madrid sean muy diferentes.
Comenta en el libro que el principal negocio de la vivienda está en la venta, no en el alquiler. ¿Sigue siendo así? Pareciera que la tendencia últimamente ha cambiado.
Lo que digo exactamente es que hay muy pocos operadores económicos que hagan cálculos de la viabilidad del activo en función de toda la vida en alquiler. No se hacen hojas de cálculo a 75 años sabiendo que a los 25 hay que hacer un buen mantenimiento y a los 50 una rehabilitación integral, por poner un ejemplo. No se calculan los ingresos de una operación teniendo en cuenta solo los alquileres. Los operadores, se puede ver en la prensa económica, hablan de vender en dos, tres o cinco años. El negocio es entonces la venta, no el alquiler. Y, además, generas con ello muchísima rotación. Pero sí es verdad que empieza a haber, aunque sean pocos todavía, algunos operadores que piensan desde una lógica patrimonial a largo plazo y no financiera a corto.
¿Se puede considerar una buena noticia que los operadores vayan mutando hacia esa tendencia?
Sí, ayudará a enfriar un poco el mercado, pero todavía es muy minoritario. Y la mayoría de proyectos así son los que tienen colaboración con la Administración. Que es bueno que se colabore con la Administración, pero sería todavía mejor que además de estos proyectos público-privados, llamémoslos así, hubiera proyectos totalmente privados. Pero lo que decía: el mercado ahora mismo está totalmente dominado por los actores a corto plazo.
Tiene una frase demoledora en su libro: "A veces, es casi peor tener una política de vivienda contraproducente que no tenerla, aunque, seamos honestos, no tener ninguna política de vivienda pública es en realidad optar por una determinada política". Al leerla, me acordé de José Luis Martínez Almeida vanagloriándose en Twitter de no hacer nada para bajar el precio de los alquileres en su ciudad. ¿Es Madrid, entendiendo la frase de su libro, la comunidad autónoma con las políticas de vivienda más claras y contundentes de toda España?
Sí, así es. Y es un modelo bastante antieuropeo. Si tú miras las grandes ciudades europeas, con independencia de que las gobierne la izquierda o la derecha, verás primero que es habitual que haya una capacidad de provisión de vivienda por parte de las propias administraciones, lo cual no significa automáticamente que haya vivienda pública, pero sí que hay instrumentos de intervención y de colaboración con determinados agentes para generar parque fuera de los precios de mercado; y segundo, que hay muchos y diferentes sistemas de limitación de los precios del alquiler en el mercado privado, sobre todo, en zonas tensas. Madrid no tiene ninguna de las dos cosas. Madrid tiene suelo calificado para doscientas y pico mil viviendas, y de ellas, una cierta parte para viviendas protegidas. Madrid debería dar cuentas de cuánto están bajando los precios y a qué velocidad con lo que allí hacen (risas). Según dicen, el modelo correcto es el que ellos están empleando, pero todos sabemos que en Madrid no están bajando los precios ni de la compra ni del alquiler. Además, como allí las calificaciones de protección son tan cortas en el tiempo, con una tipología que se descalifica a los siete años, y la Administración madrileña no sanciona ni inspecciona los incumplimientos de la normativa de vivienda protegida, pues hay todo tipo de incentivos para que haya fraude. ¿Esto qué significa? De facto, que en Madrid no hay vivienda protegida. Si se cobran y se pagan sobreprecios desde el principio y hay transmisiones en negro antes de los quince años, las viviendas protegidas funcionan como de mercado. Madrid lo que no suele explicar es cómo va su modelo, porque según ellos todos los demás en Europa están equivocados y lo que funciona es lo suyo. El modelo de vivienda de Madrid se parece más al de una ciudad latinoamericana que al de una europea. Y ni siquiera, porque en muchas ciudades de América Latina hay instrumentos bastante potentes para subvencionar y financiar la demanda que compra vivienda y que así una parte la adquiera personas con recursos bajos. Esto en Madrid ni existe.
¿Se está desarrollando algún modelo contrario al de Madrid en España?
Sí, la antítesis es el Área Metropolitana de Barcelona, donde existen operadores públicos gobernados por un conjunto de partidos bastante amplio. Varias familias políticas han tomado la iniciativa de generar vivienda protegida de alquiler, trabajar con entidades privadas de diferente tipo como cooperativas, fundaciones o empresas con ánimo de lucro limitado, y construir un mundo de licitaciones de suelo público a privado donde se obliga a que se haga un cierto número de vivienda asequible en alquiler. Tienen un buen número de herramientas para generar parque protegido. Podríamos decir que en el Área Metropolitana de Barcelona te puedes encontrar casi todo el arsenal de medidas que se pueden usar para hacer crecer el parque de no mercado. El asunto, claro, es que ese crecimiento es caro, largo y lleno de dificultades. Mientras se genera esa infraestructura, que es lo que defiendo en el libro que hay que hacer, generar una infraestructura de país, se están dando ayudas para el pago del alquiler e implantando zonas de mercado tensionado, tal y como permite la ley estatal.
¿Pero está dando resultados?
Está habiendo una cierta contención del precio. No espectacular, pero la hay. Mientras en Madrid ha habido un ascenso de los precios del diez por ciento anual, en el Área Metropolitana de Barcelona se ha logrado un descenso del cinco por ciento. No está nada mal. Lo que sí está habiendo en Barcelona es una fuga de la oferta del marco de la LAU, la ley de alquileres urbanos, a la del alquiler temporal, que en España solo es legal para estudiantes, trabajadores temporales y poco más. El objetivo es escaparse de esa restricción de los precios en las zonas de mercado tensionado, pero la Generalitat está empezando a reaccionar con inspecciones y sanciones más estrictas. Mi tesis es que iremos viendo una situación algo menos mala en Barcelona, que no quiere decir que sea buena, y una situación cada día peor en ciudades como Madrid. Y esto será así a no ser que veamos una conjunción de fuerzas sindicales, políticas, sociales e intelectuales que fuercen una mayor intervención pública.
Es doloroso de ver para los que vivimos en Madrid. Hay herramientas para paliar el problema hasta que se genera esa infraestructura de país de la que luego hablaremos, pero no se hace.
El problema de la vivienda en España está súper diagnosticado. Tenemos un gran conocimiento de las herramientas europeas. Ahora hace falta dinero. Hace falta dotar a las políticas de vivienda con recursos importantes, pues tenemos más suelo que vivienda, aunque eso no quiera decir que sobre el suelo, y necesitamos poner en marcha dinámicas de colaboración público-privada que sean simbióticas y no parasitarias, es decir, que el sector público pueda explicar por qué pone ciertos recursos a disposición de cierto sector privado; vaya, que si socializamos riesgo, también socialicemos posibles beneficios. El sitio donde todo esto está más maduro es Euskadi y Navarra, donde a finales de los ochenta y principios de los noventa se sigue construyendo mucha vivienda protegida cuando en el resto de España se deja de hacer.
Se lee mucho en los medios que hay una burbuja del alquiler. ¿Es correcto que sea una burbuja?
No, técnicamente no se puede hablar de burbuja. Una burbuja significa que tú te endeudas para comprar un activo para jugar con su precio. Hay una relación de riesgo por el precio al que te has endeudado y el de la inversión que has hecho. El caso típico de la burbuja inmobiliaria de 2008 es el de una persona de clase media o trabajadora que se compra una vivienda con una hipoteca que estaba muy a ras con su salario, y, en cuanto los tipos de interés se mueven un poco, le salta por los aires. Eso es una burbuja. Esto en el lado de los consumidores, pues en el de los operadores había empresas que se endeudaban para comprar suelo de forma no prudente, y cuando reventó la burbuja, a ellos les reventó la empresa. En el caso del alquiler no va así por varias razones. Primero, porque el consumidor final no se endeuda: o paga o no paga el alquiler. Segundo, porque el nivel de endeudamiento de los operadores privados que compran para construir o alquilar es bajo; hay bastante liquidez. Tiene razón el sector privado cuando dice que no es adecuado hablar de burbuja en 2025, otra cosa es que haya, que lo hay, un comportamiento de los precios del alquiler diametralmente opuesto al de los salarios y una tensión social importante.
Pero, oiga, en España se construye, ¿no? Hay oferta de vivienda nueva.
Lo que ocurre en el sector privado, donde tengo muy buenos amigos y algún que otro enemigo, son dos cosas. La primera es que dos terceras partes de la oferta de inmuebles nuevos son para familias que cambian de vivienda, no para quienes acceden por primera vez a una. Esa demanda está sobrerrepresentada, mientras que la demanda de primer acceso está suprarrepresentada. La otra es que estamos llegando a niveles de compra de vivienda con dinero al contado de cerca del cincuenta por ciento; cambia un poco dependiendo de la comunidad autónoma, pero es más o menos la cifra. Hace quince años, esto era rarísimo, hablábamos de unas cifras del diez o quince por ciento como muchísimo. No tenemos un mercado centrado en las necesidades. Se sobreproduce para una parte de los consumidores que pueden elegir. De hecho, hay una parte de operadores privados que no atienden a la demanda para consumidores medios o bajos. El panorama general es muy complicado.
Esa oferta sobrerrepresentada que menciona, ¿tiene que ver con una cuestión demográfica? Es decir, hay mucha menos gente joven, con necesidades de una primera vivienda, que personas más mayores y con quizá mayor poder adquisitivo que quieran acceder a una segunda residencia o cambiarse a una casa mejor.
No, tiene que ver con una cuestión sencillamente crematística. Poner vivienda sobre la mesa para gente de 20 o 30 años siempre había sido un objetivo para el mercado que, además, era apoyado por el Estado, pero lo que estamos viendo es una retirada total. Ahora mismo, gente joven que tenga el 20% del precio de un inmueble ahorrado para comprar una vivienda de mercado normal y corriente en una ciudad española es porque sus padres han puesto ese dinero. Hay padres con ahorros, pero el común de los mortales no tiene ese ahorro previo, por eso se explica también el incremento brutal de jóvenes viviendo de alquiler respecto a otras generaciones. Y el mercado se adapta. Si tú tienes demanda solvente de cambio, pues trabajas ahí.
Bueno, al meollo de lo interesante de su libro: las soluciones. Paran crear una infraestructura de parque asequible en España, propone la Santísima Trinidad de la Vivienda, las tres ces: construir, comprar y captar. Explíquenos esta macedonia de medidas, porque entiendo que deben ser coordinadas y no individuales.
Vamos allá. Si tú no tienes un parque público, o público-privado, yo ahí no pongo problemas, o el que tienes es muy pequeño, puedes construir, puedes comprar o puedes movilizar stock existente, aunque, seamos realistas, la construcción es la joya de la corona, nos pongamos como nos pongamos. El asunto es que una vez que el planteamiento urbanístico decide que se va a crecer, quiero saber qué parte en vivienda protegida. Además, quiero que todas las comunidades autónomas tengan la situación de Euskadi, Navarra o Cataluña, donde las viviendas no se pueden descalificar: así evitas que las unidades que metas en el sistema salgan de él y, aunque puedan cambiar los titulares de la Administración, tenga una capacidad que se quede siempre dentro del sistema. Construir es la joya de la corona porque generalmente se construye en suelo urbanizable, con la tecnología de ahora, intentando saciar las necesidades que se tienen, buscando economías de escala si es que construyes una cantidad importante… a los promotores públicos o privados, aquí la cabra tira al monte, es la solución que nos gusta, pero es entendible porque es la solución prime. Después, además de construir, puedes comprar, aunque lo están haciendo muy pocas administraciones públicas. De hecho, si hablas con colegas míos del sector público entienden esto como comprar VPO cuando estas se vendan y que la Administración tenga derecho preferente para hacerlo, pero de lo que yo estoy hablando es de que cuando haya edificios residenciales que se vendan, la Administración pueda comprarlos a precios de mercado para luego integrarlos en el parque público de vivienda. Quien ha hecho esto último ha sido Barcelona, copiando a París. Este sistema tiene ventajas porque integras edificios con cierta rapidez en el parque público, siempre y cuando no tengas que hacer grandes rehabilitaciones. Comprar es una cosa que debería estar más en la caja de herramientas de las administraciones. Por último, todo el mundo habla de las viviendas vacías y de darle seguridad al pequeño propietario, algo que se comenta mucho en las comunidades autónomas gestionadas por la derecha, pero paradójicamente los programas de movilización de vivienda vacía al alquiler asequible más antiguos de España están en Euskadi y Navarra, que son del 2003 y 2006. El problema es que estos programas son muchas veces una mera herramienta de intermediación entre el propietario y el inquilino, no sistemas para tratar de rebajar la renta que este último paga y tener más vivienda asequible. Resumiendo, estas tres cosas serían el santo santorum de las políticas de vivienda. Creo que es algo que debe hacer la Administración, y debe hacerlo bien para que no engañen al sector público, y que hay que sentarse con actores privados a los que les pueda interesar participar, aunque esto que digo me lo vayan a criticar sectores de ciertas izquierdas. Hay que sentarse con operadores que quieran ganar un dígito de beneficio a varias décadas, no dos dígitos a corto plazo. ¿Qué pasa? Que operadores así son cooperativas, fundaciones sin ánimo de lucro o algunas empresas patrimonialistas que quieren ganar un dinero seguro a largo plazo colaborando con la Administración. Si tú conoces bien tu negocio, podrás hacer buenos acuerdos con operadores que no te roben la cartera.
Me parece todo fenomenal, señor con canas (risas). ¿Y cuánto tardaría en funcionar su plan? Los jóvenes tenemos un problemita ya mismo
(Risas.) La pregunta no es cuándo, sino cuánto. Y hablo de dinero. Hay que dar ayudas a los inquilinos para apoyarlos y que lleguen donde no llegan sus salarios; todo vigilado y con inspecciones, eso sí, para que esas subvenciones al alquiler no aumenten todavía más el patrimonio del propietario porque suba la renta. El monto de las ayudas y el necesario para construir la infraestructura que comentábamos puede ser un doble vaso comunicante: cuanto más parque de vivienda asequible tengamos según se vaya desarrollando la infraestructura, menos gastaremos en ayudas al alquiler. Y, claro, también hay que limitar los precios; en algunas zonas de mercado tensionado de muchas ciudades no hay otra opción que limitar. El problema es que el Partido Popular está en contra de esto, algo que va poco con su propio partido europeo; si hablasen de esto con sus homólogos del PPE no sé qué debate iban a tener. Además, con la limitación de precios en zonas tensionadas no se puede hacer una congelación teniendo de referencia el contrato de alquiler anterior, pues la renta ya es muy cara. Hay que hacer un índice oficial; hay que poner unos límites por arriba mientras se desarrollan unas políticas públicas de vivienda.
Oiga, ¿qué opina del genio neoliberal? Hay personas que creen que la solución es solo construir y construir y construir libremente, como si nada.
Bueno, en el libro menciono que hay personas con todas las patologías: los supreme believers, los ultra densifiers, los atomarporculers y los zulistas apretujistas. A los que defienden esa tesis, les haría una sola pregunta: lleváis unos cuantos años sobreproduciendo, ¿cómo os va? ¿cómo va el precio? ¿cómo va el acceso? ¿cómo va el esfuerzo de las familias para poder pagar la vivienda? ¿los indicadores en Madrid, que es donde esto se está haciendo, están mejorando o están empeorando? Bueno, supongo que te sacarán a Pedro Sánchez o a vete tú a saber. A día de hoy, en comunidades como Madrid, donde no quieren aplicar absolutamente nada, la Ley de Vivienda solo afecta a que los honorarios de inmobiliaria no los tenga que pagar el inquilino, sino el arrendador.
Y los seguimos pagando los inquilinos. Puedo dar fe.
Sí. Hay un fraude ultraextendido que el Ayuntamiento no quiere controlar. Igual que con las viviendas turísticas. Admiten tranquilamente que hay un número muy pequeñito de viviendas con licencia y todo lo demás es ilegal, pero no pasa nada. Me gustaría preguntarles, en serio, cómo puede ser que sigan defendiendo su tesis de que construir vivienda ilimitada bajará los precios cuando ya se está haciendo en Madrid y no está funcionando. Puede haber gente con fe religiosa en esto, pero es falso. Ah, también deberían explicar por qué en España produjimos seis millones de viviendas entre 1998 y 2008 y el precio del suelo se multiplicó por cuatro. Y el de la vivienda, por dos y medio. Tienen que explicar por qué aquella superproducción no bajó los precios, sino que los hizo crecer hasta hacer reventar el suministro financiero.
Ya que menciona el tema de los pisos turísticos, entiendo que todas estas recetas que propone deberían ir acompañadas de otras medidas que no sean directamente del ámbito de la vivienda, pero estén relacionadas. Por ejemplo, ¿algún tipo de regulación del turismo?
Mira, el turismo es un tema tan gordo que ya empieza a haber algunos alcaldes y alcaldesas incluso del Partido Popular que se percatan de la jugada. Si te das cuenta, empiezas a ver algunas ordenanzas municipales restrictivas de ayuntamientos del PP. Son ordenanzas tardías, cierto, pero el tema del turismo empieza a estar asumido. Quizá el del alquiler de temporada falso no tanto, o el de las plantas hoteleras, pero mi sensación es que a muchos gestores del Partido Popular les va a ser cada día más difícil explicar que las cosas en sus comunidades estén cada vez peor por no aplicar una ley estatal. Cada uno va a tener que empezar a responder de sus propias políticas públicas.
¿Y el Ministerio de Vivienda? Hablamos mucho de las comunidades, pero ojo con lo suyo.
Tendrá que empezar a responder también de sus propias políticas. Creo que ha cambiado el diagnóstico y ha acelerado el paso, pero el problema es que llegamos tarde. Todo dependerá del nivel de presión de activistas, asociaciones de barrio, sindicatos y ciudadanía general.
Usted que tiene contactos en el sector privado: ¿son conscientes los operadores, constructores, fondos, especuladores y rentistas en general del enorme problema que tenemos y el cada vez mayor malestar de la gente, o consideran que está todo bien porque las hojas de beneficio engordan?
Sí, claro. Y desde hace siete u ocho años. En cualquier evento inmobiliario al que vayas, se ve que el problema es el pan nuestro de cada día. Son totalmente conscientes, otra cosa es desde qué enfoque lo vean. El sector inmobiliario que existe ahora no es el de la burbuja inmobiliaria. Se tiene conciencia de que hay un problema social muy importante, pero sigue habiendo unos negocios muy interesantes que la gente con capacidad económica no para de hacer. También empieza a aparecer gente que poco a poco entiende que van a ser necesarias colaboraciones entre la Administración y el sector privado si queremos solucionar el problema, pero el tema otra vez es que se entiende de manera muy diferente qué es eso de la colaboración público-privada. Algunos entienden que es que la Administración regale el suelo, dé subvenciones, financie con el ICO y aquí nadie pregunte nada. Para, para, para. Eso no va así. Todos esos recursos los ha puesto el contribuyente. Si se están poniendo tantos recursos públicos, ya lo siento, pero estamos teniendo un negocio a medias, así que hay que hablar de cómo compartimos los riesgos, pero también los beneficios. De momento, siguen siendo mayoritarios los que lo ven así, sobre todo de Madrid hacia abajo y hacia la costa, pero poco a poco empiezan a aparecer operadores que cambian la perspectiva. Tenemos que hacer colaboraciones público-privada, pero sin que nos timen.
Burón, me va a permitir una pregunta trascendental: ¿debemos tener fe? ¿esto se va a solucionar? ¿hay alguna posibilidad?
Debemos tener fe, esperanza y caridad, que son las tres virtudes teologales (risas). En el libro dedico cierto tiempo a explicar, desde los términos menos moralistas posibles, por qué el factor generacional es un freno. Yo tengo 54 años y analizo la generación de mis padres, que son de los cuarenta. Como dicen en los reels de Instagram, escuchamos, pero no juzgamos. Si tú y yo hubiésemos estado en la misma generación, habríamos hecho, creo, exactamente lo mismo. Si tú fueras una persona de clase trabajadora que emigras del campo a la ciudad, trabajas como un negro, tienes un piso en propiedad y luego otro en la playa, ¿no estarías haciendo lo mismo? Ellos se beneficiaron de un sistema que les quería beneficiar. Pero también entiendo que los millennials y los zetas recriminen a los boomers que no hicieran las políticas de vivienda que se necesitaban, que dejaran pasar el tren europeo y que sean muchos unos especuladores, porque muchos son especuladores por puta estadística. Creo que en este problema se cruza el factor clase social con el factor generacional; te encuentras a muchos boomers que no son ni de derechas ni de clase alta contrarios a que se estructuren políticas de vivienda a la europea, y luego tienes a millennials que se consideran liberales y de derechas, pero les parece de puta madre que el Estado sí intervenga. ¿Esto qué significa? Que para solucionar el problema, además de haber mucha, mucha presión social, va a tener que haber algún tipo de pacto entre clases. Y el pacto entre clases no se puede hacer rompiéndole las piernas a otro grupo demográfico. Tú no puedes decirle a los boomers que lo han hecho todo mal y son unos egoístas que nos han dejado un país trinchado, porque quedas en una mala posición. Lo que debemos explicarles es que se beneficiaron de un sistema pensado para que se beneficiaran y que igual deben ganar un poco menos, o llevar sus inmuebles a un sistema de gestión diferente para que no les demos una buena hostia fiscal. Hay que establecer diálogo porque no es posible solucionar el problema a corto plazo sin la oferta, y la oferta está atomizada en boomers de clase media y alta.
Dice que no le podemos partir las piernas a esa generación, pero es que esa generación nos las está partiendo a nosotros.
Ese es el otro esfuerzo que hay que hacer. Estos debates se deben dar incluso en las familias. Hay que explicarle, pongamos el ejemplo, a una abuela que tiene dos pisos en Bilbao y se saca una pasta, que ella sí puede ayudar a sus hijos si necesitan dinero para comprarse una vivienda, pero no todo el mundo está así. También tiene sobrinos, amigos y vecinos a los que la situación les perjudica, y hay que generar posibilidades para el resto de generaciones. Porque son 13 millones de personas entre millennials y centennials. Debemos hacer un proceso de crecimiento de la presión social y entrar también en el escenario de explicarles las cosas a los boomers. Nadie quiere que dejen de ser propietarios de sus inmuebles, pero sí que no deben ofrecer alquileres especulativos. Porque si lo hacen, lo dicho: hostia fiscal. Hay que generar un estado de opinión favorable. Ah, y desconectar siempre cuando alguien aporte una única solución al problema de la vivienda; esto debe ser una combinación de instrumentos. Necesitamos gastar dinero, pensar a largo plazo, construir capacidades institucionales y hacer un gran esfuerzo. Cuanto más diálogo entre generaciones haya, mejor; cuanto más diálogo se dé entre las propias familias y se vea quién está ganando y quien perdiendo, mejor; cuanto más empujen los sindicatos, mejor.
¿Por qué esto no ha explotado todavía? Sorprende que no haya violencia, incluso. Hay gente fastidiada, frustrada, desanimada o incluso peor. Conozco casos de gente, estoy siendo estrictamente literal, sin ganas de vivir ni de hacer nada.
No tengo ninguna explicación. Me lo preguntan los colegas europeos y no les sé responder. No ha habido ninguna explosión violenta, pero sí están pasando cosas con los partidos. Los perjudicados no quieren saber nada de ellos, muchos ni se molestarán en votar como no vean una apuesta fuerte de verdad.
No me ha respondido a la anterior pregunta, así que se la voy a reformular: ¿debemos tener fe?
Soy tan pesimista que soy optimista. Y no es solo voluntarismo. España ha hecho grandes transformaciones; éramos un país subdesarrollado, prácticamente fuera de Europa, y ahora estamos dentro. Me niego a pensar que hayamos logrado todo tipo de transformaciones para que en esta nos vayamos a pegar la hostia. Es verdad que está costando más que otras, es obvio, porque en las otras había un número de ganadores mucho mayor al número de perdedores, y los perdedores tampoco tenían tanto poder. En el mundo inmobiliario, la gente cree que le vas a tocar su bien y su esperanza de herencia, así que es más complicado. Pero me niego a pensar que un país que ha hecho un huevo de cosas no puede con esta. Será a través de mucho conflicto, pero encontraremos una síntesis.

Comentarios de nuestros socias/os
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros socias y socios, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.